jueves, 22 de enero de 2009

el código de tránsito

Estoy seguro de que la mayoría de los argentinos nunca vieron este texto: el Código de Tránsito, en este caso el de la provincia de Buenos Aires.
Además de lo triste que es el desconocimiento de este código, también es triste la forma en que está escrito, con lo cual no podemos esperar mucho de los pocos que lo leen. Por ejemplo:
- "garage": en español todas las palabras terminadas en -aje van con "j", incluso ese galicismo castellanizado, salvo 3 ó 4 excepciones puntuales de palabras muy poco frecuentes que las leí cuando busqué la regla pero por supuesto no me acuerdo. O sea: "garaje", mis estimados legisladores que no saben ni usar el corrector ortográfico (que ya de por sí es vergonzoso depender de él).
- títulos sin acento: esto es un arrastre de épocas en que las imprentas usaban el espacio que dejaban las minúsculas para poner acentos, pero las mayúsculas no lo dejaban, así que se aceptaba su omisión. La tecnología de imprentas solucionó esto hace ya varias décadas.
- puntuación.
- etc. (hoy ando de buen humor y tengo menos ganas de criticar que de costumbre).
En fin, lo que buscaba era desasnarme, y una de las cosas sobre las que tenía curiosidad es sobre las prioridades de paso, sobre todo en las rotondas. ¿Sabían que el que está ya en la rotonda tiene prioridad sobre el que ingresa/egresa? Es una de las pocas situaciones en las cuales la regla derecha antes que izquierda se pierde. Ahora me pregunto: ¿lo saben los que construyen rotondas? ¿Alguien conoce la rotonda de entrada al aeropuerto de Mar del Plata? ¿Alguien intentó seguir esta regla? Ahora que lo pienso, si alguien lo intentó no va a estar acá leyendo esto; o a lo mejor sí, pero le están dando el alimento licuado con en pajita.

Cementerio de la Recoleta

Cuando pasé por Buenos Aires esta última vez decidí visitar el famoso cementerio del barrio de La Recoleta. Se dice que uno puede tener tanto dinero, fama o poder como se pueda, pero la línea queda trazada cuando uno muere y es enterrado (o no) en La Recoleta. Presidentes, funcionarios de alto rango, hacendados, benefactores, generales, etc. pueden ser encontrados en sus nichos. Nadie es desconocido. Todos los apellidos despiertan algún recuerdo o citan libros o páginas de la historia argentina.
Como cualquier persona aficionada a la fotografía, soy de mirar cosas que al común de las personas se le pasan por alto, no le interesan o no comprenden su potencial para estimular emociones. Mirando ahí y allá, en uno de esos nichos encontré la siguiente frase escrita anónimamente (hasta donde pude ver):

Cuando muera la palabra (si se muere), yo te estaré esperando -otra vez- detrás de la piedra, al lado de la luna caída, fiel a tu voluntad de amarme siempre, más allá de las horas y los días, del silencio total.

Abajo muestro la foto que saqué. El pedazo tapado por el jarrón lo pispeé desde otro ángulo. Se lo traduje a Novia, que estaba conmigo, y los dos nos quedamos mirando la tumba, casi sintiendo el amor de una persona hacia otra. No sé de quién eran los restos ni importa. Pero obviamente dejó mucho de sí en este mundo para que una persona lo/a ame así.

martes, 20 de enero de 2009

cuatrillizos


Los que conocen a S&C ya saben, los que no, lean esto y después me cuentan... ;)

miércoles, 14 de enero de 2009

la última antes de venirme

Son exactamente las 7 de la mañana del 31 de diciembre de 2008 y hace unos minutos aterricé en Barajas, el aeropuerto de Madrid. 12 horas antes estaba en Argentina. En una hora y media despego a mi subdesarrollado destino que durará 9 meses. Es que por un lado Mari está embarazada otra vez y está previsto que el bebé llegue a fin de julio, así que a partir de esa fecha me encantaría ir; por otro lado los papás de Sabine y hasta el hermano con la esposa quieren ir a conocer Argentina y se les ocurrió octubre, así que me parece que a mitad de septiembre voy, tengo otra vez 10 días solo y después se me unen y hacemos algo juntos. Veremos.
Una de las cosas en las que me entretuve estos últimos días en Mar del Plata fue en tratar de hacer una lista de las faltas de tránsito más comunes que uno ve en la calle. La idea era hacer una lista tratando de llegar a 20. Veamos:
1. conductores de auto sin cinturón de seguridad,
2. conductores de moto sin casco,
3. autos o motos sin luces reglamentarias (me refiero a la instalación o a la lámpara en sí, no sólo a si las usan o no),
4. motos con 3 ó hasta 4 personas, incluso menores de 12 años,
5. autos o motos que doblan sin usar la luz de giro,
6. autos o motos sin chapa patente,
7. autos parados en el semáforo en la senda peatonal,
8. autos o motos estacionadas en la vereda,
9. motos sin espejos (no sé si es ilegal, pero por experiencia propia sí sé que es estúpido),
10. autos o motos con escapes no originales (ni hablar de homologaciones), que contaminan más y hacen mucho más ruido,
11. autos con chapa patente vieja (letra y 6 ó 7 números),
12. autos sin VTV,
13. exceso de velocidad,
14. ignorar la prioridad del peatón en las esquinas,
15. peatones cruzando la calle sin un mínimo instinto de conservación,
16. desconocer (no me refiero a ceder por amabilidad) la prioridad de derecha sobre izquierda,
17. ignorar las líneas demarcadoras de carril,
18. ignorar las líneas de detención,
19. cambiar de carril sin usar la luz de giro,
20. conductores de auto hablando por el teléfono celular mientras manejan,
21. autos detenidos o estacionados en doble fila,
22. autos con los vidrios obscurecidos,
23. autos estacionados en las ochavas o en sendas peatonales,
24. motos circulando por la vereda,
25. motos circulando en contramano,
26. móviles de la policía sin chapa patente,
27. policías fuera de servicio circulando en auto particular sin cinturón de seguridad,
28. móviles de la policía (mis móviles, pagados de mis impuestos) parados en doble fila en hora pico causando embotellamientos, mientras los señores charlan de fútbol,
29. etc., etc., etc…
O sea, después de cinco minutos sentado en una esquina me di cuenta de que, más que la dificultad para llegar a 20, lo problemático sería no llegar a 20. O a 100. Absolutamente todo lo que mencioné es fácil de arreglar, barato, necesario y beneficioso. En otro rubro de cosas, puedo mencionar:
• las obras (edificios en construcción, por ejemplo) en las que se bloquea la vereda (con demarcación o no) y los peatones tienen que bajar a la calle en mitad de la cuadra para poder pasar. Eso sí, ahí es donde se encuentran el volquete para escombros, o la camioneta del arquitecto, o la pila de cal...
• los perros callejeros,
• los policías decorando la vía pública, gastando nuestros impuestos en sus sueldos sin contraprestación alguna,
• los equipos de aire acondicionado descargando el agua condensada sobre los transeúntes,
• etc., etc., etc...
Pero como escribió Pinti en La Revista del último domingo 21 de diciembre: están los que saben, los que quieren, los que pueden, y los que se atreven. Dice así:

Hay quien sabe, hay quien quiere, hay quien puede y hay quien se atreve. Así, el sabio, el voluntarioso, el solvente y el osado se alternan en la "cosa pública". Esa "cosa pública" que puede abarcar desde cargos políticos y gubernamentales hasta profesiones y oficios conectados directamente con "el público", o sea, el mentado, sufrido y zarandeado pueblo. Si caemos en manos de un médico que sabe y quiere, que tiene los medios necesarios a su alcance y está abierto a cualquier variante en su diagnóstico porque es lo suficientemente osado como para revisar cualquier teoría por segura que parezca, nuestra curación está asegurada o por lo menos bien protegida. Es, digamos, el ideal.
Si un artista sabe su oficio, pone voluntad en la superación constante de su trabajo, puede desarrollar su tarea en un medio que no lo rechaza y no teme al riesgo de intentar nuevas expresiones de su arte rompiendo moldes y convencionalismos, estaremos ante un creador de aquellos que hacen época y marcan tendencia. Es, digámoslo otra vez, el ideal.
Hay "especies en extinción", como el almacenero de barrio, cada vez más avasallado por las góndolas de supermercado del centro de compras más próximo a nuestro domicilio, que cuando aunaba el saber con el querer, o sea, el conocimiento de su ramo y las bondades reales de su mercancía con el cariño por el barrio y su gente, a la que había que cuidar y respetar en precio y calidad, y sumaba a estos valores la habilidad comercial para hacer más atractiva la oferta con novedosas formas de venta, teníamos a un "héroe doméstico", que pasaba a formar parte de nuestra familia más íntima; era lo ideal.
Aquellos maestros que aunaban el saber con el querer y el poder sin tiranía con la constante investigación, para no quedar rezagados y fuera de época, eran esos ídolos de nuestra infancia que vencían a fuerza de amor, saber, audacia y profesionalismo nuestras resistencias al olor a tiza y las intempestivas horas de la madrugada que marcaban nuestro ingreso al edificio escolar; eran lo ideal.
Los gobernantes que saben, pero usan su saber para satisfacer su ambición, o los que no saben qué significa ese oficio difícil y complejo de administrar un Estado; los que quieren con la mejor intención pero no saben, los que pueden porque tienen conexiones "non sanctas" con influencias indeseables y los que se atreven de puro cara-rotas porque creen en las influencias, la demagogia y una buena campaña publicitaria haciéndose los populares, abrazando chicos en barrios pobres y denostando al adversario con frases rimbombantes con más retórica que real contenido, son exactamente lo opuesto al ideal.
Los que saben porque estudiaron y vivieron desde el llano las angustias y alegrías de la existencia cotidiana, no sólo de su clase social, sino de las otras clases a las que hayan tenido acceso o se hayan preocupado por conocer para mamar in situ los problemas y mentalidades que la pobreza, la medianía o la riqueza traen aparejados, los que quieren y lo hacen desde la necesidad real de vivir en sociedades equilibradas, justas y realmente democráticas, los que pueden porque han renunciado a la chicana, el oportunismo, la coima y el negociado, las tentaciones más frecuentes que a los gobernantes suelen ofrecerse como prometedoras y pulposas prostitutas de lujo, y los que se atreven desde la audacia del que quiere cambiar para bien no confundiendo orden con dictadura, libertad con descontrol y desde la tolerancia a todo lo que no implique la violación de derechos elementales, aquel "vivir y dejar vivir" tan mentado y tan poco practicado por represores grotescos llenos de miedo y odio, todo eso es "lo ideal". Soñemos; alguna vez llegarán al poder no sólo aquí, sino en el resto del atribulado mundo.


En fin, nada que agregar.

miércoles, 7 de enero de 2009

el atroz encanto de ser argentino

Quien haya leído este libro entenderá mucho mejor a los argentinos, que no son fáciles. Es que este tema me encandila, me deja de cama después de leer lo que otros hayan escrito, y siempre me deja más para decir. Así que acá estoy.
Hay, en principio, un catalizador sobre el que voy y vuelvo para meterme en el tema, que es la soberbia que se nos adjudica. Me guste o no, lo entienda o no, lo sepa o no, sea así o no, lo cierto es que Argentina es un crisol en el que la General Paz* actúa como escalón hacia el pedestal de Capital Federal.
*Para los que no sepan qué es la Gral. Paz, es una avenida que, junto con un riachuelo, marca el límite entre Buenos Aires ciudad y la provincia de Buenos Aires, aunque coloquialmente se lo usa para separar a los porteños (como se denomina a los de la capital) del resto del país.
En Argentina, ser porteño es tan estigma como ser argentino lo es en algunos países latinoamericanos, por ejemplo Brasil, Chile, México o Paraguay. En estos países existe el prejuicio de que el argentino es un ser arrogante. En mi experiencia, quisiera mencionar dos cosas que no son ni un intento de refutación, ni una contestación: primero, la vida me enseñó (y los sociólogos confirman) que generalmente, cuando uno critica, lo hace respondiendo a un miedo interno y desde una óptica personal, algo que en psicología se llama proyección. O sea, lo que Pedro diga de Juan habla más de Pedro que de Juan. No estoy negando la crítica, que hasta cierto punto comparto, pero lo que quiero expresar es que las personas se olvidan de varias cosas: mirar más allá de lo evidente, mirar para adentro, esperar antes de formarse una opinión, pensar antes de hablar, etc. a la enésima potencia.
Uno de mis argumentos preferidos contra nuestro adjudicada arrogancia es el hecho de que todavía no he conocido un extranjero que haya estado en Argentina y me haga esos comentarios, o uno que me haga esos comentarios y no tenga los mismos prejuicios sobre otros temas: los estadounidenses, la religión, las motos, evolucionismo vs. diseño inteligente, la deuda externa, el fútbol, etc.
Lamentablemente, la nación argentina es una nación adolescente en una forma diferente al resto de Latinoamérica (con la excepción fácilmente entendible de Uruguay) en que la proporción de inmigración europea es dominante. Esto, como demuestra la historia, no es positivo ni negativo, solamente diferente. Pero un efecto negativo que tiene es que no tenemos la más vaga idea de lo que somos, y lo sabemos; es decir, estamos en mayor o menor medida conscientes de las dificultades que implica definirnos a nosotros mismos, con todas las consecuencias que ello acarrea. Igual que en un adolescente que prueba el cigarrillo, que se anota en Facebook, que se corta el flequillo igual que el compañero de banco en la escuela, y qué sé yo cuántas cosas más.
Algunos hemos logrado tomar el toro por las astas y aceptar este limbo de identidad y tratar de llevarlo lo mejor posible, hasta que maduremos. Otros lo sufren y patalean, se arriman a corrientes de pensamiento que les proporcionan una solución a sus propias inseguridades, ya sean políticas, religiosas, sociales o lo que sea. Está el que piensa que a los indios hay que matarlos, está el que cree que hay que echar a los terratenientes ingleses, o los que ven en la diversidad una oportunidad de crecimiento. Hay neonazis, racistas de todos los colores, zurdos, diestros, tarados y piolas. Pero lo que más me cuesta hacer entender a mis compatriotas cuando hablamos de esto es lo siguiente: en Argentina no inventamos casi nada. ¡Exactamente igual que en el resto del mundo! Es decir, eso de que "el problema de los argentinos es que no seguimos las reglas" o "lo que pasa es que los políticos acá son corruptos" o también "si empezáramos a hacer como los suizos"... ¡mama mía! ¡Si esto lo escuché en cada metro cuadrado del mundo que he visitado! Al final, ni siquiera inventamos la queja sobre nosotros mismos. Y esto me hace acordar a que los que nos critican de arrogantes ignoran (y en esa ignorancia sustentan parte de su crítica) que si hay alguien al que le disgusta los argentinos y las cosas que pasan en Argentina es a cada argentino.
Pero volviendo a lo de los inventos, salvo la birome, el colectivo y todas aquellas cosas que cabe esperar de una nación de 40 millones de habitantes, los argentinos no inventamos casi nada, ni siquiera la ignorancia de que no inventamos casi nada. En Alemania y en Suecia, los dos casos sobre los que puedo hablar con un poco de seguridad, también se creen que ellos inventaron la corrupción, que el problema de los alemanes/suecos es éste o aquél, y así hasta el infinito.
En referencia a los chistes que se hacen sobre argentinos o sobre el país y los prejuicios asociados, desde una perspectiva irónica me encanta ver cómo los que hablan no hacen más que repetir lo que oyeron sin someterlo a juicio alguno y enajenándolo. Nunca, pero nunca se me ocurrió formarme una opinión de algo o alguien por lo que me contaron; siempre lo guardé como referencia, como dato útil, como experiencia ajena. Pero nunca lo admití como verdad indiscutible ni suficiente. ¡Qué asco me dan los que hacen eso, y cómo me gasto en intentar no hacerlo! Pero como es fácil ser caballero con una dama, LA prueba, lo que hace que me tenga que agarrar fuerte a mis buenas intenciones, es sin lugar a dudas Alemania, el mismísimo lugar en el que vivo, en donde tengo que combatir cada día contra mis fantasmas para no caer en la comodidad del prejuicio. Claro, sin olvidar que después de 5 años sería necio si no estableciera ciertos patrones o denominadores comunes que puedo esperar, pero incluso así no condeno a cada alemán por su pasaporte. Y no lo hago precisamente para conservar el derecho a patalear cuando soy víctima de semejante estupidez.
En definitiva, le encontré una ventaja a ser argentino.

(esto es solamente un ensayo errático de mis pensamientos sobre el tema y no constituye ni remotamente un informe exhaustivo de todo lo que opino; por las dudas...)

Domingo 7 de diciembre a la noche

Ya estoy en casa, CASA. Llegué esta mañana después de viajar 29 horas.
Mar del Plata sigue cambiando. Los olores, la gente, el sol, mi casa, todo sigue igual, pero la ciudad mejora en algunas formas, empeora en otras. La política siempre tuerce los destinos de los presupuestos. Con mami me fui al balcón después de comer y nos quedamos un rato largo afuera charlando. Viendo el cruce de Gascón y San Luis me preguntaba a mí mismo si en realidad no es que todo esté mal, sino que no está como a mí me gustaría, y quizás así es como debe estar y no a mi antojo, por mi necesidad personal de contar con orden. Me estoy durmiendo así que mejor sigo mañana.

jueves, 1 de enero de 2009

feliz año

Ya sé que no es un título muy original, pero quería decirlo y nada más, porque mi abuela materna murió mientras yo cambiaba avión en Barajas en camino de CASA a casa.
Antes de que alguien me dé el pésame aclaro que no es un golpe demasiado grande. Tenía 90 años y estaba demasiado cachuza y desanimada para seguir con el negocio, así que bajó la persiana mientras dormía, sin aspaviento.
Mi abuela fue una persona con la que era difícil disfrutar; nunca logré encariñarme con ella. Lo único, lo único en lo absoluto que me preocupa ahora es mi mamá, que con todos los defectos que le conocía la quiere como se merece una madre, mi hermana, que está embarazada de 2 meses y no quiero que tenga nada que le haga mal, y mi tío, que ahora pasa a vivir solo.
Por lo demás, tenía un montón de cosas para escribir del tiempo hermoso que pasé en CASA pero tendrá que esperar. El ánimo no me da para más. De a poco voy asimilando la noticia y necesito estar un poco de luto. Mi cabeza y mi corazón solamente me permiten pensar en mi familia.