martes, 17 de febrero de 2009

porno

Tengo muchos temas conectados en la cabeza, así que hoy para variar me fui a comer solo a un restaurante enfrente de la empresa, a unos 400 metros de la oficina. Nieva como loco y la calle está hecha una cochinada, pero necesitaba el ambiente para hilvanar todo y lograr una entrada bien argumentada. El título tiene que ver con los temas, pero de porno no tiene nada.
Voy a empezar por relatar una conversación que tuve hace unos días con un colega/amigo francés en el mismo restaurante. Empezamos haciendo chistes verdes y en algún momento la conversación derivó en nuestras opiniones sobre la prostitución, pornografía y demás. Le comenté que, en principio, como casi todo hombre que conozco, no me provoca ningún rechazo estético ver una película pornográfica, pero hará unos 10 años vi un documental sobre la vida de las personas que participan en esas películas como actores, la clase de orígenes que tienen y cómo se meten en esa industria, y a partir de ahí me juré que jamás contribuiría a fomentar esa industria con mi dinero. Un tiempo después mi alma evolucionó al punto de no poder siquiera pensar (ni hablar de ver) en películas pornográficas o similar. Hoy en día soy de la opinión que cualquier persona que lucra con su cuerpo es una de dos: o víctima o puta. Y hago la distinción entre prostituta y puta, ya que lo primero se hace por necesidad o circunstancia, lo segundo por comodidad, y eso lo encuentro denigrante e imperdonable. Ejemplo, las "modelos". Una modelo muestra ropa o algún producto. Una puta muestra el culo. Desde que el mundo es mundo, la falta de talento se intenta suplir con distracciones. Otro ejemplo: las chicas que trabajan en los puteríos de lujo, algunas de las cuales son estudiantes de derecho o economía que prefieren vender el culo un par de veces al mes a precios exóticos antes que ir a limpiar mesas. Estas chicas no lo hacen por la comida, lo hacen para tener un departamento más cheto, o para ir a la facultad en taxi en lugar de en colectivo.
Conste que no apelo a ningún valor religioso, moral o ético para exponer lo que pienso. Puro sentido común, creo. Lo que me motiva a pensar así se puede resumir en dos oraciones:
- no hagas lo que no te gusta que te hagan.
- no consientas que le suceda a otras personas lo que no consentirías que le suceda a tus hijos.
Cuántos hombres ponen el grito en el cielo si la hija sale un sábado a la noche con una blusa escotada, y los jueves se van de putas con los amigos. Esas putas son las hijas de alguien, tenían ilusiones, vida, valor, hasta que cerdos como ellos aprovecharon que la vida las arrinconó y les ofrecieron esa opción en lugar de una mano.
Decía que hablaba con este amigo, y comentábamos cómo al principio de esas películas, como si fuera Hancock, Cinema Paradiso o Arma Mortal 2, figura la aclaración de que "no se autoriza la reproducción, copia, bla, bla, bla...". Es decir, una compañía se dedica abiertamente a reclutar criaturas (porque la mayoría de las chicas que entran en esta industria tienen unos 17 años al momento de hacerlo) con métodos subversivos, llevándolas lentamente a hundir lo poco que queda en pie de su dignidad en el fango de la perversión de los que están dispuestos a pagar para conseguir sus 11 minutos (referencia al libro de Paulo Coelho). Hijos de puta. Imbéciles. Y estas compañías se dan el lujo de escudarse en la ley para defender sus "derechos de autor". Y la ley los escuda. Acá y en la China. Y cosas peores.
En fin, después de pasados unos días de esta charla, el tema me quedó dando vueltas en la cabeza y mientras tanto la vida continuó. O lo que me queda de vida, teniendo en cuenta dónde resido. De ahí que el paralelismo y consiguiente semejanza en mi cabeza de Alemania y una película pornográfica tenían que suceder. Este lugar es así, con todo escrito como se debe, y nada de amor. NADA.
Mientras tanto, mientras alemanes con 5000€ de sueldo por mes se quejan de que no les alcanza para ir a comer, critican a su empresa y hacen huelga por un 10% de aumento, otros se dedican a vivir y mejorar el mundo.

lunes, 2 de febrero de 2009

Škoda 1 - BMW 0

Novia me chocó la moto.
Así, como suena. Y sonó, porque estacioné la moto en el fondo de su cochera, y adelante de su auto, y cuando se subió y puso el auto en marcha se olvidó de apretar el embrague y ¡pum! en la tapa de cilindro izquierda y en la maleta izquierda. Y yo afuera viendo todo en cámara lenta y contando hasta 1 millón (de pedacitos en que la quería cortar...). Así que ahora la pobre se tiene que poner para que algún zángano con delirios de grandeza cobre 70€ la hora para tapar un rayoncito de 2 centímetros en la pintura de la maleta. La tapa del cilindro no se hizo nada porque la tocó con una moldura de plástico del paragolpes.
Daños en el auto de ella: nada. Niente. Nichts. Nothing. (En el fondo me alegro, pobre santa, que se creyó que la iba a putear 3 meses seguidos.)