martes, 13 de enero de 2015

una de Buenos Aires

Maldita Buenos Aires, siempre la misma guacha. Me muestra sus mejores secretos cuando voy de paso a las duchas. La Renga, Los Redondos, Fito, Soda, Charly, Calamaro... uno atrás del otro confabulados para ponerme nostálgico y hacerme disfrutar.
Hay lugares que nos tragan enteros y escupen nuestro huesos como una lechuza a un ratón. Hay otros que nos reciben con los brazos abiertos, nos abrazan, nos dejan llorar en su hombro aunque le dejemos el lamparón de mocos y lágrimas en la ropa, y nos hornean algo rico para el camino. Cómo te voy a extrañar.
Ahora entiendo al Guasón, que se sonríe sin poder evitarlo. Pero a diferencia de él, yo siento una paz interior que otros lados no me proveen. Estoy con la panza contenta después de un flan mixto (o sea, con un poco de dulce de leche y un poco de crema chantilly) y para mantener a un servidor funcionando hasta que despegue el IB6842, un capuchino. Estoy sentado contra la ventana disfrutando lo que, como dijo un amigo muy poco inglés, en Argentina crece de los árboles: los culos. En realidad no es que esté mirando eso, lo uso más bien como una etiqueta para algo mucho mejor y único hasta donde yo sé: las argentinas. Son esa mezcla de latinas y europeas (de todas sus latitudes) que responde más al concepto moderno de belleza pero ciñéndose al encanto de esas razas que evolucionaron bajo el sol, como las africanas, pero sin ser negras. Tienen curvas y elegancia. Encanto y distancia. Belleza y misterio. Te dan envidia porque tan desinformadas van de su poder y lo llevan como quien no quiere la cosa. Cómo me gustaría gritarles "¡gracias!" pero se asustarían =)
En fin, los 35° pronosticados para hoy se hicieron presentes pero no agobiaron tanto. Será que no está tan húmedo, será que estoy de un humor espectacular. Será que Bs As está que mata. Hasta la gente está más civilizada cuando maneja. Estoy en Tucumán y San Martín mirando cómo los autos se resisten a parar en el cruce y bloquearlo. Se dejan pasar, en general dejan pasar a los peatones, prácticamente no tocan la bocina... un asco, bah. Antes iban como vacas tratando de escapar del corral, ahora hacen fila. No entiendo qué pasó, pero me alegro.
Y los edificios. Me acuerdo que cuando vivía acá hace 20 años había edificios hermosos pero muy venidos a bajo. Ahora la mayoría están remozados, lindos, recuperados, funcionando como si fueran tesoros, que lo son. En la Fundación OSDE hay exposiciones (ayer de un pintor/fotógrafo argentino), el frente del edificio del ANSES es una obra de arte en casi perfecto estado, el Banco Nación y Central son una belleza inimaginable para los estándares de hoy en día, y hay suficientes edificios lindos para repartirlos por 10 ciudades y cada una de ellas por sí sola sería un destino turístico ejemplar.
Infinita Buenos Aires.