martes, 25 de agosto de 2015

pasando la página

Renuncié a mi trabajo hace unos días, y necesitaba primero hablarlo oficialmente con mi jefe antes de comentarlo, por una cuestión de respeto hacia él y hacia la cadena de mando. No hay un factor único sino una combinación de principalmente 3:
- los alemanes: no me extiendo en esto.
- Novia se va. Se recibe de doctora y se va a su país, tal y como me dijo hace casi 2 años cuando nos conocimos, así que no hay sorpresas ni malentendidos.
- el laburo, que se ha vuelto político, arrogante y aburrido.

Ninguno de estos factores es decisivo por sí solo, e incluso dos de ellos tampoco alcanzarían:
- los alemanes son lo que son y si uno se rodea de buena yerba, como en mi caso, se sobrevive. Es desagradable, pero se sobrelleva.
- tampoco lo de Novia es la muerte, podría quedarme acá por unos meses y pelearla; incluso ella estaría interesada en hacer un poco de experiencia en otro hospital o consultorio.
- lo del trabajo se lleva; en otro lado tendrán otras mierdas. El paraíso no existe.

Pero a estos aspectos negativos se combinaron otros que me tiran a irme a otro lado, como que mi situación económica me lo permite, obviamente, y hasta podría tirar por años sin laburar. No es mi intención, de hecho me provoca vómitos pensar en semejante vida sin trabajar o producir, pero alcancé ese punto.
Algo muy importante es que necesito parar. Hace unos años anduve muy, muy mal. Me agarré una depresión galopante, con varias situaciones donde estuve demasiado cerca de apagar el interruptor; llegué a estirar la mano. No se lo deseo a nadie. Hace 2 años y algo, casualmente (o no) cuando me prestaron una moto en Argentina, la marea empezó a cambiar y mejoré. Empecé a ver la luz al final del túnel y logré empezar a disfrutar la vida otra vez, después de 5 años de oscuridad. Si alguna vez conociste a alguien con depresión (espero que no), sabrás de lo que hablo. Largué los medicamentos, largué a mi novia, bajé las horas de trabajo... En fin, la cuestión es que necesito darle el golpe final a esto y darme tiempo para reconstruirme, como esas sopas deshidratadas. Necesito estar conmigo, hacer lo que me gusta, vaguear un poco, crear, reír, llorar.
Es por todo esto que me voy a tomar 6-8 meses libres, empezando por un curso de idioma italiano en Sicilia en septiembre y octubre. Después me voy en moto a Grecia, Turquía, etc. No tengo la ruta planeada. Y en diciembre voy a casa. En enero al sur, por ejemplo a San Martín de los Andes a visitar a Bigotes, un conocido. En febrero no sé, ya veremos cómo va. Probablemente ya me empiece a picar lo de buscar trabajo.