miércoles, 10 de diciembre de 2008

Hoy es miércoles 10 de diciembre

y estoy en casa, por fin, después de casi un año. De repente la vida tiene sentido, no solamente dirección; la comida no sólo alimenta: también tiene sabor; las cosas huelen (y bien), no sólo están; el sol calienta, no sólo ilumina; el amanecer indica el inicio de un nuevo día, no sólo el de otra jornada de trabajo. Las personas están ahí, no son un recuerdo o quizás sólo un invento mío. A veces, apelando a la ironía se me antoja decir “volví a la civilización”. La del alma, no la de las estadísticas o del índice de desarrollo, ese que mide cuántos teléfonos celulares o televisores color hay por habitante. De pronto existo. Recién a partir de ahora puedo empezar a honrar la vida. Después de un año vuelvo a escuchar palabras que se volvieron extrañas, como “gracias”, “perdón”, “permiso” y rarezas por el estilo.
Anoche salí al balcón con mi mamá y mientras ella se fumaba un pucho charlábamos sobre el orden o su ausencia, y de las cosas que se ganan o que se sacrifican en su búsqueda. Creo que a veces mi crítica a la falta de orden en Argentina, con todo lo que eso conlleva, puede deberse más a un ensañamiento con que las cosas sucedan a mi manera y no como a otros les plazca. No tengo motivos para creer que mi manera sea peor, pero sí para pensar que no es la única, ni la mejor. Por eso y después de mucho criticar la falta de organización y otras cosas, lo único que lamento es el poco respeto a las reglas pero, si yo mismo las respeto, creo que puedo mantenerme ligeramente al margen de los grandes desastres que pueden pasar si uno las ignora sistemáticamente. Ejemplo: muertos en las rutas. 19 muertos el fin de semana, la mayoría en autos viejos, con exceso de velocidad, sobrecargados, sin cinturones de seguridad ni luces reglamentarias (léase necesarias). Eso, además de no seguir las reglas, es buscar roña. Que viene a ser lo mismo. O se supone que debería.
Me preguntaba si la educación es un fin paralelo al orden (que depende del respeto a las reglas y en cierta forma viceversa) o si era una condición ineludible para lograr ese orden. Hoy tuve una respuesta parcial a esto: fui al dentista y charlando sobre las condiciones en Alemania me comentaba que allá es mejor por la educación que tienen. Sin embargo, al revisar mis muelas de juicio me indicó que normalmente éstas no son bien cepilladas, pero no me explicó cómo hacerlo. Es decir, el tipo obviamente sabía cuál es la forma de prevenir la caries (la educación), pero no se detuvo un momento a explicarme un buen método de cepillado. Estimo que en el precio de la consulta eso se incluye.
La educación, entonces, no es un fin paralelo al orden, es el camino menos imperfecto que conduce a él, así como la democracia es la forma menos imperfecta de gobierno. Y cuando digo orden mantengo en mi cabeza una aversión al orden por el orden mismo; me refiero más bien al orden como herramienta, como resultado de la convivencia justa y equitativa en la que uno depende mayormente de sus capacidades para progresar, y no de amiguismos (que no debe ser confundido con amistad), repartos a dedo e injusticia.
Como en un auto, en una empresa o en un país los cambios tienen que venir de los elementos responsables de la conducción. Ellos no son los que pedalean, no mueven las cosas; de eso se encargan los que componen la masa informe de mano de obra en los últimos niveles jerárquicos, que terminado su horario pueden disfrutar una película sin preocupaciones. Pero lo que sí hacen los conductores, lo que los hace más difícilmente reemplazables y por eso mejor pagados, es su responsabilidad de timonear, de hacer que toda esa fuerza se enfoque en algo útil o fútil, que al final derivará en progreso, mera supervivencia o patético auto exterminio. Sin embargo, el cambio también puede surgir de la masa. Es mucho más difícil porque no hay estructuras de poder formales, o mejor dicho porque tendrían que erigirse fuera de éstas, pero como tal, el cambio todavía es posible.
Conclusión: en Argentina, como en tantos otros lugares donde las cosas podrían funcionar mucho mejor con muy poco esfuerzo, no sucede el cambio por parte de la masa de gente que tiene todo el poder de generar ese cambio, y no tanto por sus políticos, tan convenientemente corruptos y a los cuales es muy cómodo culpar. Esos mismos políticos que votamos, que con nuestro miedo (al aumento de la cuota del auto, por ejemplo), con nuestro silencio, con nuestro accionar diario, no denunciando y exigiendo lo que nos corresponde por derecho y que por obligación debemos demandar, hacen de las suyas sin vergüenza ni consecuencias. Su mal accionar, mala fe, inoperancia y deshonestidad van contaminando y bajando por las escalas de poder hasta los secretarios de gobierno, comisarios, inspectores de las distintas dependencias, arquitectos, curas, carniceros, franelitas y hasta ladrones de gallinas. Al final, todo da lo mismo, esto es un cambalache y nosotros mismos nos confundimos pensando que es normal. Contemporizamos. Perdimos.
La pregunta cuya respuesta podría marcar un punto de inflexión y sobre la que todo nuestro poder descansa es: ¿es este un proceso inexorable? Creo firmemente que no. Creo además que mis acciones, que con 40 millones de argentinos equivale al 0,0000025% de la población, tiene un efecto real y contundente, para mal o para bien, y de esa parte soy 100% responsable.

lunes, 8 de diciembre de 2008

PD

Estimados,
a pesar de Iberia estoy bien, en CASA, disfrutando la playa, el sol y los 30 grados con los que me regala mi ciudad. También amigos, familia, medialunas, milanesas con papas fritas (gracias mami), el olorcito al jabón para la ropa, etc., etc.
Lamentablemente, hay una desventaja: no estoy en la oficina y no encuentro un lugar desde donde escribir tranquilo directamente en internet. Por eso me dedico a escribir en casa en la compu portátil y cuando llegue a Múnich podré publicarlo. Ni hablar de traer el lápiz de memoria al internet-café; mucho virus =( Por el mismo motivo no conecto la portátil a güifi.
Pero los extraño, y los sigo leyendo, ¡eh!
Martín

PD: Pablo, ¿cómo encaja la educación en la lista de requisitos para lograr una sociedad evolucionada? O sea, la verdadera pregunta es si es un requisito paralelo e independiente al de respeto a la ley, o si en realidad es necesario para lograr este último.

jueves, 4 de diciembre de 2008

S&C

Hoy es el gran día gran para Silvana y Carlos. El juicio, si no se aplaza por vaya a saber uno qué motivo, les debería adjudicar la tenencia/adopción/derecho-a-goce/muchas-obligaciones de cuatro soles. Así, todos de un saque. Como la vida a veces a algunos les saca tanto, a otros, muy de vez en cuando, les da todo eso. Es algo que uno debería recordar antes de andar preguntándose por qué la vida es tan injusta. La vida ES injusta, el por qué no importa. Mejor asumirlo y seguir para delante. Los únicos que tenemos voz y voto para lograr que en este mundo la vida sea más justa somos nosotros.
En otro orden de cosas, anoche dormí. Claro, me quedé en lo de Novia y quién no podría dormir con semejante ángel al lado. Y esta mañana, todo calentito en la cama y acurrucado junto a ella, me puse a pensar (cagamo', diría mi hermana). Hay muchas estadísticas sobre las causas de mortalidad infantil en cada país, y como es natural, me puse a pensar en el caso particular del mío, Argentina. Repasemos:
Según un informe de 2001, la tasa de mortalidad infantil (TMI: muertos menores de 1 año, por cada 1000 nacidos vivos) era entonces de 17,9. Las afecciones perinatales y las anomalías congénitas ocuparon el primer y segundo lugar y fueron responsables de casi tres de cada cuatro muertes en menores de un año. En tercer lugar se ubicaron las enfermedades respiratorias, y en cuarto las causas externas. En quinto lugar se ubicaron las enfermedades infecciosas y parasitarias, que ya representaron menos del 6% de las muertes. Como positivo, se puede rescatar el hecho de que las enfermedades infecciosas y parasitarias eran la segunda causa de muerte en 1980, significando el 12%, el doble que 20 años después. Hoy, Diciembre de 2008, la TMI es menor al 14 por 1000. Para referencia, en Suecia es menor al 2,75.
Ahora bien, como soy ingeniero y me es fácil manejarme con números, revisé la tasa de natalidad y la población en el país en 2001 y 2008. Síganme con esto que se pone interesante. Como la tasa de natalidad disminuyó aproximadamente en la misma proporción que aumentó la población, en cada uno de esos dos años nacieron en el país aproximadamente 650.000 bebés. Teniendo en cuenta la TMI del párrafo anterior, unos 12.700 bebés de menos de 1 año murieron en 2001, y unos 9.100 bebés en 2008. Si asumimos un promedio de 11.000 bebés en los últimos 9 años, murieron en el país 100.000 bebés aproximadamente, debido a enfermedades parasitarias, infecciones, enfermedades congénitas o respiratorias, causas externas, etc.
Fantaseando un poco podríamos presumir razonablemente que, en mundo ideal (léase Suecia), la TMI en Argentina podría reducirse a esos 2,75 y de esa manera evitarse la muerte de unos 84.000 bebés en los últimos 9 años. Lo que es más, si nos detenemos por un momento a analizar las causas mencionadas para justificar los valores de TMI, y en especial al comparar con las condiciones en Suecia, vemos que en su mayoría se puede reducir a la falta de controles sanitarios, adecuada educación, alimentación y acceso a instalaciones hospitalarias adecuadas. TODO lo cual se restringe en países como Argentina debido a la corrupción, que viene a ser nuestra enfermedad parasitaria como nación.
En conclusión, cayendo un poco en la falacia y las comparaciones fáciles, la última dictadura militar, con sus 30.000 desaparecidos, apenas si "logró" eliminar a un tercio de los seres humanos que la corrupción mató en Argentina en lo que va del milenio. Y todos somos en parte responsables.

PD: 45 horas y 59 minutos.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

2 días, 21 horas y 18 minutos

Anoche no pude dormir. Soñé con que miraba en el terrario de Nikita y Melba y había dos hámsteres más, y dos conejos. Las pobres estaban aterradas y me miraban con cara de "sacanos de acá". Soñé que la moto se convertía en roja (es plateada), y que la Kawasaki que encargué negra venía en verde (fuchi). Soñé que Novia me retaba por no sé qué. Soñé que tenía gripe. Soñé que... y así toda la noche.
No tengo ganas de hablar, comer, andar en moto (eso ya es grave), salir, entrar, dormir, no dormir... Quiero ir a CASA. ¡Ufa!

viernes, 28 de noviembre de 2008

7 días, 17 horas, 24 minutos

No es difícil adivinar a qué se refiere el título: es lo que me falta para despegar a casa. O mejor dicho, lo que le falta a mi cuerpo, porque todo el resto ya se fue. Y ahora mi cuerpo está bastante inquieto buscando el resto de mí para informarle que todavía estamos acá, que no nos fuimos, y que sería mucho mejor si nos concentráramos en el trabajo en lugar de soñar inútilmente, que no va a adelantar la partida ni por un segundo.
¡¡¡ME-QUIE-RO-IR!!!...
No es que me olvide de que hay gente que, por más tiempo incluso, espera un transplante de hígado, la llegada de un amigo que hace años que no ve, o un soldado que se fue a la guerra, o la condena de muerte, o el juicio que determina si va a ser padre y madre o no; pero todo eso no logra situarme en perspectiva y ayudarme a sobrellevar la espera. Simplemente hacen que, además de estar ansioso por mi propia espera, también piense en toda esa gente y les desee lo mejor.
Grrrrr... ¡quiero ir a casa!

jueves, 20 de noviembre de 2008

desvaríos

Se dice que el mundo es lo que es. No estoy de acuerdo: el mundo es lo que nosotros hacemos de él.
Cuando estaba en la universidad en Argentina y me faltaba año y monedas para completar los estudios de ingeniero mecánico, el gobierno ofreció una beca por un año en donde los principales criterios parecían ser la situación socioeconómica de los postulantes y su desempeño académico. En mi caso, en ambos campos calificaba bastante alto, mientras que un amigo calificaba más bien bajo, sobre todo en lo económico. Es decir, yo tenía muy buenas notas y vivía holgado, mientras que sus notas no eran tan buenas y reciclaba la yerba para el mate.
Por alguna extraña razón, y sin jamás ocultar nada en la entrevista, me otorgaron la beca mientras que a él no. El dinero lo usé siempre para libros de la universidad que de otra forma pedía prestados o sacaba de la biblioteca.
El año pasó y cuando faltaba poco para que la mensualidad se terminara, recibí una carta del gobierno ofreciéndome renovar la beca por otro año. El tema era que yo terminaba en 1 ó 2 meses más, y eso significaba tomar dinero por casi un año que no me correspondía, ya que incluso tenía el contrato firmado para empezar a trabajar en una petrolera en cuanto diera el coloquio. Ergo, la rechacé.
La sorpresa vino cuando lo comenté entre mis conocidos, gente de la que me jactaba y enorgullecía de haber seleccionado con cuidado, gente a la que consideraba normal (que no es lo mismo que común, como me hizo entender mi abuelo), honesta, trabajadora, etc. Casi la mitad de ellos me sugirió aceptar la beca, ya que era dinero y no lo podía rechazar y todos lo hacen y nadie se iba a enterar y...
A principios de los '90 Tato dio su monólogo número 2000, y después de hacer un repaso de los últimos 30 años desde que comenzó, comentó que a pesar de lo estipulado por su libretista (en aquel tiempo Santiago Varela) de que no nos merecemos los gobiernos que tenemos, él sí creía que algo de culpa tenemos. Me atrevo a disentir, o a ir más allá diciendo que tenemos exactamente lo que nos merecemos. Esto, por supuesto, depende de cada uno, pero en el colectivo, como nación, creo que no podemos esperar otra cosa; sería ingenuo esperar que nuestros administradores fueran loables si los que proveemos lo administrado no estamos a la altura de las circunstancias. Creo que la gente debe pensar que los políticos vienen de Marte, o de algún otro lado que no tiene nada que ver con ellos, cuando en realidad son nuestros vecinos, conciudadanos, colegas, conocidos. Son argentinos comunes, fueron a nuestras mismas escuelas, escucharon a los mismos profesores, convivieron con nosotros, por lo tanto no son, en principio, tan diferentes, o con diferentes recursos. Con la diferencia que ellos hacen algo y el resto miramos. O peor, nos olvidamos de las referencias normales y nos volvemos comunes. Empezamos a no pagar los impuestos porque es tirar la plata; a cruzar la calle por cualquier lado, total nadie mira; a tirar el papelito en la calle, si todos lo hacen...
Las normas no son ocurrencias despóticas, son el fruto de la experiencia. Mucha gente cree firmemente que las reglas están para romperse, y se festejan a sí mismos como se festejan esa bola de inútiles en Hollywood una vez al año dándose premios entre sí.
Pero hay un detalle que se les escapa: el derecho a protestar. No es tan obvio como el perjuicio que les hacemos a los que sí se apegan a la idea de vivir en un estado de derecho, o el perjuicio moral que nos hacemos a nosotros mismos, pero existe. Cuando viajo en tren sin pagar, convencido de su justa causa; cuando me robo (porque es robar) una lapicera de la oficina; cuando paso un semáforo en rojo o no freno en la esquina para dejar pasar al peatón... estoy perdiendo el derecho a protestar. Un político corrupto, o cualquier corrupto, siempre se convence a sí mismo de que lo que hace es justo, y que la ley está mal hecha y él o ella se merece lo que obtiene y los demás se merecen el perjuicio de lo que se les está quitando o negando o perjudicando.
No se necesita ser Mozart para detectar una falsa nota, pero hay que ser honesto (y como en el embarazo: no hay medias tintas) para tener derecho a quejarse, a demandar algo mejor. Yo (con lo que me revienta empezar una oración con esta palabra) decido conscientemente cuando rompo las reglas, cuando la diferencia entre la ley y la justicia es tan grande que no lo soporto y elijo la justicia. Pero me aguanto las consecuencias y no protesto y, sobre todo, no miento si me agarran.
Por supuesto que no soy perfecto, ni siquiera es mi objetivo serlo, pero sí lo es acostarme cada noche con la ilusión de que soy un poquitito mejor que cuando me levanté en la mañana, aunque me haya mandado alguna; me quedo pensando en cómo no repetir el mismo error, cómo compensar a alguien si es que lo dañé. Y si alguien me hace algo, trato de buscarle una justificación para su proceder y comprenderlo, para no quedarme con malos sentimientos. A veces no lo logro, pero la idea es intentarlo.
¿Cuántas guerras (ni hablar peleas) se evitarían si algunos más hicieran eso?

miércoles, 19 de noviembre de 2008

las rusas II

Nikita y Melba se están convirtiendo en mis dos compañeritas y concubinas, y como cualquier hembra (humana o similar) tienen sus rayes. Por ejemplo, cuando les tengo que cambiar el colchón de viruta en la jaula, Melba se pone tan histérica que ha llegado a morderme. Nikita, como siempre, se adapta y disfruta la aventura. La curiosidad que tiene es más fuerte que cualquier susto que yo le pueda ocasionar.
Por otro lado, Nikita es un estómago caminando. Desde el día en que las traje me propuse mantener ciertas rutinas con ellas, porque son animalitos muy frágiles y, como cualquiera de nosotros, necesitan un cierto grado de estabilidad, de vez en cuando condimentado con cambio o aventura.
Las señoritas viven en un terrario de 1 metro de largo por 50 cm de ancho y 35 de alto. Para darles más para jugar puse un estante con una rampita así pueden subir y bajar, saltar, trepar y todo lo que a estos bichos les gusta. Para forzarlos un poco a que hagan ejercicio, la comida se la dejo siempre en ese lugar.
La cosa es que todos los días cuando llego del trabajo a eso de las 6 ó 7 de la tarde las saco un rato de la jaula y las dejo caminar un poco por mi falda y remera. Les encanta treparse hasta mis hombros y esperar que las baje con la mano, para volver a treparse. Después de unos 15 minutos las vuelvo a poner en el terrario donde viven.
Resulta que las muy cerdas ya se dieron cuenta que mientras las tengo fuera del terrario aprovecho para poner algo especial para comer (un pedazo de manzana, yogurt, yogurt seco, heno, comida para gatos, etc.) así que en cuanto las dejo otra vez en su lugar, las dos corren y trepan al estante para olisquear qué es lo que les dejé. No solamente eso: si no encuentran nada cada una por su lado, van y se huelen el hocico una a otra para ver si la otra encontró algo. Como último recurso, si todavía no identifican nada, ¡se paran en dos patas y me miran! Entonces les doy algo y me lo tienen que sacar de la mano, para lo cual las hago traspirar un poco cosa de que hagan ejercicio. Nikita es más ágil y generalmente puede agarrar cosas más alto, pero Melba es más grande y se lo saca =( Entonces tengo que sacárselo a Melba y devolvérselo a Nikita, que tiene cara de "¿y yo qué hice?". En el momento le doy otra cosa a Melba y siempre, pero siempre baja la rampa, se mete en el túnel, sale por la otra punta y corre a la esquina a comer.
Cuando las traje las pesé en una de esas balanzas que distinguen hasta el gramo; Melba pesaba 21 y Nikita 20 gramos. Ahora engordaron 6 gramos cada una, están cada día más inteligentes y más en confianza conmigo.

martes, 11 de noviembre de 2008

VI

Mi amiga Luisa me pidió que contara 6 cosas que me hacen feliz. ¿Por qué no 5?... ¿O 7, para el caso? El 7 es un número famoso, bien asociado con el mayor best-seller de todos los tiempos (o por lo menos desde 1456 a esta parte), gracias a Gutenberg. O 12. Pero no, fueron 6. A ver qué sale:

1. estar con mi familia. Son, como toda familia que se precie, un hato de locos con peleas, códigos, vendettas, preferencias, defectos y virtudes. O sea, humanos. Y los quiero y los odio más que a ninguna otra cosa.

2. ayudar. Será cursi, trillado, pasado de moda, obvio, etc., pero es que es lindo sentirse útil, sentir que no fue irrelevante haberse levantado de la cama, ni mucho menos que hubiese sido mejor quedarse ahí, tapado hasta la nariz.

3. vivir. Últimamente estoy reducido a pasar el tiempo, siempre lo estoy llenando con cosas nuevas hasta que sea la hora de las cotidianas/obligatorias como comer, ver una película o dormir, que tienen un horario definido y una duración determinada.

4. aprender. Lo que sea, sobre todo aprender de las personas lo que les gusta y lo que no, para hacer las primeras y evitar las segundas.

5. la música, la fotografía, la escultura. Es una conexión con otras vidas, vividas por personas que tuvieron el don de plasmarlas con ese invento genial que es el arte. Son emociones tangibles. Sin el arte, la ciencia sería un soberano asco y todos pensaríamos igual.

6. viajar. No solamente físicamente. Muchas veces un libro basta. La cuestión es entrar en otro mundo con pasaje de vuelta. Eso me fascina.

Realmente no puedo jurar que estas sean las 6 cosas al tope de mi lista, pero son las que me vinieron a la cabeza después de un día de esperar inspiración.

viernes, 7 de noviembre de 2008

cosas de la vida

...y otros desastres naturales, dijo Pablo (todos de pie y con el sombrero en la mano). Es que tengo tantas cosas en la cabezota que se me agolpan y, por un lado, no logro ordenar y separar los temas como para explayarme sobre uno en particular, y por otro lado no me da para amalgamarlos: no encuentro denominador común.
Pero así no vamos a ningún lado, mejor escribo de algo, aunque no tenga pies ni cabeza.
Para el que me conozca un poco, adivinar a qué me puedo estar refiriendo con lo de "desastres naturales" es más fácil que tener convulsiones de verle la trucha a la CFdeK. Es que por más que uno trate de hacer la vista gorda y agiornarse, es difícil, incluso para un animal como yo, caer tan, pero TAN bajo como los alemanes en el trato al prójimo. Hasta estoy sorprendido por el hecho de que después de 6 años viviendo en este zoológico decadente todavía me acuerdo de cómo se escribe la palabra "prójimo". Pero para no caer en la rutina voy a largar el tema acá. Así, sin más. Después de to', ¿pa'qué? ¡Pa'margarse más!, neeee, gracias...
La moto. El 19 de marzo me entregaron la BMW con su motor boxer de dos cilindros que no hace más que sacudirme, aturdirme y llevarme de un lugar a otro sin pena ni gloria. No más. He decidido venderla, porque emperrarse en un error (haberla comprado) es cometer otro más grande. No señor. Así que hace un par de semanas me largué a la búsqueda de una reemplazante, y sin mucho insomnio surgieron 3 candidatas, todas de 4 cilindros y 150 caballos, cardán, valijas y pantalla ajustable:
- BMW K1300GT
- Yamaha FJR1300
- Kawasaki GTR1400

A groso modo, la BMW cuesta un 30% más que las otras dos, y además es más fea que una patada en los genitales (qué fino me levanté hoy). La Yamaha la fui a probar y no me convenció del todo: deja mucho viento, sobre todo en el casco y con pasajera, y no me convenció para nada la calidad de los plásticos y demás, lo cual justifica un poco el sobreprecio de la alemana. La Kawa, en cambio, la fui a probar este martes... =)))))))) ¡No me alcanzan los chirimbolitos en el teclado para representar la sonrisota que tenía cuando me bajé del aparato ese! Qué belleza de moto, con algún que otro detalle estético que va en gustos, es una hermosura de vehículo para conducir y disfrutar, sin vibraciones, sin ruidos asquerosos, sin fuegos artificiales: contundencia pura. Para eso se inventaron las motos, no para ser prácticas, sino para disfrutar, y esa me hizo disfrutar. Conclusión: en marzo o abril me saco de encima el tractorcito gris y me compro la donna negra. Y todavía me queda vuelto.


Último asunto del día: el cumple de la creadora, aka "mami". Fue el 1ro de noviembre pero la llamé ya el viernes a la noche, después de medianoche en Alemania, aunque en Argentina (al menos en las provincias orientales, porque las occidentales se retobaron y no cambiaron ni mongo la hora) faltaban 3 horas para el día del cumpleaños. Después la llamé el sábado a la mañana, al mediodía, a media tarde y a la noche antes de irme a dormir. Todas las veces se puso contenta y me contó los regalos que iba recibiendo durante el día. La pasamos bárbaro, fue casi como estar ahí.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Donna Velata

Cuando vino mi mamá hace unos dos meses fuimos, entre otros lugares, a París, y en París, al Louvre. En este lugar, orgullosa compilación de lo que se ha podido comprar, recibir en donación, saquear o encontrar, lo que más me fascinó y me robó el pensamiento fue una estatua, nada magnificente, nada promocionada, hecha por el italiano Antonio Corradini en el 1700. En sí no representa la libertad, o la victoria, o todas esas cosas asociadas con una dama joven que se le arrogan a una estatua. Una buena obra de arte, además de técnica, tiene que tener composición y expresar un motivo, contar una historia, resumir una circunstancia. En este caso, sin embargo, la técnica es tan impresionante que supongo que el artista prefirió algo sencillo en lo cual simplemente plasmar su maestría y dominio. Y lo logró. Me dejó como un idiota (ad)mirando su obra por varios minutos, y eso que soy de esas personas que no pueden relajarse y pararse frente a una obra a estudiarla. Los museos, en mi magra opinión, son para recorrer.


Créase o no, es mármol. Lamentablemente la combinación de mala luz y me falta de habilidad hicieron que la foto no haga la más mínima justicia a la belleza concentrada en esta estatua.
Cuando vivía en Mar del Plata (*) veía que en las películas el protagonista muchas veces se iba a la orilla del mar a pensar en soledad. Me daba la impresión de que uno preguntaba y el mar contestaba, cuando en realidad el mar es algo tan inabarcable que se transforma en algo así como un limbo en el cual uno puede flotar sin restricciones y bucear en su propia alma en busca de las respuestas, sin distracciones, con el mar haciendo de escudo entre el mundo exterior, con sus tentaciones, banalidades y demás, y el verdadero ser que somos y que perdemos en la cotidianidad. Eso, más que nada, es lo que extraño al no estar en Mar del Plata. Pero ese día en el Louvre, mirando esa manifestación del nivel al que puede llegar la genialidad humana, me sentí envuelto y protegido como por el mar mismo. La belleza y complejidad de la ejecución, lo inabarcable e inalcanzable de la técnica y la simplicidad de su motivo artístico me superaron y me atraparon. Casi podría afirmar que la extraño. Ese día tenía como objetivo la sala de las esculturas antiguas, donde muchos estudiantes de arte se acomodan con sus auriculares a dibujar con esa luz excepcional que se da en ese lugar, pero me llevé una sorpresa muy linda, gracias a este Corradini.

(*) "...cuando vivía en Mar del Plata" no hace justicia a lo que siento. Normalmente semejante oración haría referencia a la época en que residía en Mar del Plata, donde dormía, comía, trabajaba o estudiaba o ambas, salía, hacía deporte, etc., pero esta vez la connotación es otra, o mejor dicho, es complementaria al hecho de que la palabra principal es "vivía". Cuando estaba en Mar del Plata, o, para ser honesto, antes de venir a Alemania, vivía. Tenía vida. Mis días y mis noches se diferenciaban en algo más que lo que un fotómetro pueda indicar. Quiero recuperar mi vida.

lunes, 27 de octubre de 2008

la Negra, la negra y blanca, y la plateada

Nunca pude ver a la negra Sosa mientras tuve la oportunidad. No recuerdo las veces que vino a mi ciudad, si es que lo hizo. Supongo que sí, pero por alguna razón nunca fui a un concierto de ella, tampoco en los 6 años que estuve en Buenos Aires. Es uno de esos casos en que no sabía de qué se trataba y por eso pensaba que no era interesante. Alguna vez, alguien me dijo que era una mina jodida, y a partir de ahí me interesó todavía menos. Era chico y las opiniones de los demás eran más determinantes que ahora.
El sábado 11 de octubre fui a tomar un café con Novia y ella manejaba. Hacía dos semanas que Novia me venía diciendo que tenía una sorpresa para mí para el lunes 13. Para matar el tiempo en el semáforo me puse a mirar por la ventanilla los carteles en una obra y ahí estaba la negra. Por supuesto al principio me descolocó ver la cara de Mercedes Sosa en Alemania, y antes de que cambiara el semáforo llegué a leer "3. Oktober in...". Como eso ya había pasado me puse en el auto a recitar una letanía de palabrotas en castellano, reclamándole al destino que tirara de nuevo los dados. Digo, ¡me tomo un taxi y viajo parado! La trampa vino cuando la miro a Novia y en lugar de una expresión de acompañante congojo (aunque no tenga la menor idea de quién sea la negra Sosa, como sería de esperar) me encuentro con una pícara sonrisa. Ahí me cayó la ficha. La muy turra compró las entradas e incluso convenció a los padres de venir con nosotros.


No me voy a matar tratando de expresar lo que sentí de verla en estas circunstancias, entre unos 1500 alemanes y quizás 50 latinos, que ni hace falta aclarar que hacían 10 veces más ruido. Y no argentinos, que habríamos como mucho cinco: había peruanos, mexicanos, chilenos, cubanos y hasta brasileros. Una maravilla. Nunca sentí en carne propia tan profundo lo de que no nos diferenciamos tanto y deberíamos dejar de criticarnos y ser más unidos. Los límites políticos no se ven cuando uno se pone a cantar así. Se supone que la pila de años que tiene una persona son directamente proporcionales a lo que se le descarga la pila de energía que lleva dentro, pero la negra se salteó una clase o algo y hace al revés. Por supuesto no faltó la imbécil del personal del teatro que intentó explicarme que no sacara fotos. La mandé a freír calefones. Una cosa que aprendí es a no usar flash para no desconcentrar al artista, y a sacar en lo posible sólo durante los aplausos, para no molestar a los demás espectadores. En resumen: aprendí a respetar a los demás. Pero los alemanes y sus reglas a veces... mejor lo dejo ahí.
Conclusión: ya miré en internet y comprar los discos acá sale 3 ó 4 veces más caro que en Argentina, y como falta nada más que 1 mes, 8 días, 17 horas y 59 minutos para tomarme el avión a casa, voy a aguantarme y esperar.
Ese lunes también fue especial porque por fin Melba y Nikita se instalaron en casa. Melba es en general más tranquila, es blanca y negra, bien definida, mientras que Nikita es más curiosa, activa, confianzuda, y tiene el pelaje prácticamente plateado salvo por la franja en el lomo que la hace parecer un hámster punk =D


Al principio las dos se la pasaban en su casita y apenas salían. Después de un par de días se dieron cuenta de que el asunto iba para largo y además no corrían peligro, y empezaron a asomarse y a inspeccionar la jaula. Ahora, dos semanas desde entonces, van a vienen lo más panchas y hasta me dejan acariciarlas sin salir corriendo. Agarrarlas es otro tema, se hacen rogar un poco más, pero un pedacito de manzana hace las cosas muuuucho más fáciles.
Hablando de cosas más, como decirlo... filosóficas quizás, a nadie sorprende que afirme que la vida muta, florece, enriquece, roba, mata y regala. Como nosotros. Lo que hace la diferencia no es solamente la proporción en que estas cosas están presentes en el vivir diario de cada uno, sino la forma en que nos lo tomamos, cómo lo experimentamos. Hay personas que simplemente existen, otras que viven. Hay una canción, "Honrar la vida", que es hermosa, y con el permiso tácito de su autora Eladia Blázquez (que también nos regaló "Con las alas del alma"), quien lamentablemente murió hace apenas 3 años, me atrevo a transcribirla:

No...
Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir,
ni honrar la vida.
Hay tantas maneras de no ser,
tanta conciencia sin saber,
adormecida.

Merecer la vida no es callar ni consentir
tantas injusticias repetidas.
Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida.

Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida.

No...
Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
honrar la vida.
Hay tanta pequeña vanidad
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical
más alla del mal, de las caídas.

Es igual que darle a la verdad
y a nuestra propia libertad
la bienvenida.

Eso de durar y transcurrir
no nos da el derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida.

No se me ocurre nada para agregar, más que recordarnos a todos lo importante que es la vida. Los bienes, como tales, solamente nos atan. La liberación viene cuando nos damos cuenta de que lo único que cuenta es a quiénes ayudamos, cómo mejoramos el mundo en que vivimos y regalamos sonrisas. Ojalá que todos los parásitos que viven de la especulación y que están provocando todo este revoltijo bursátil se dieran cuenta e hicieran algo útil de su vida.

viernes, 10 de octubre de 2008

la bebota

Ando medio nervioso hoy. Ansioso. Tengo mucho en la cabezota. Viene Mark, un estadounidense de Boston que vive en Aachen, y tener visitas es estresante para mí porque me preocupa demasiado hacerlos sentir bien y a gusto. Me la pasé toda la semana de compras en el súper para que tengan qué comer, rico y variado, y también lavando sábanas y limpiando más de la cuenta (por ejemplo el horno) para que se sientan cómodos. Pero esta vez, lo que más me tensiona es que Mark viene a llevarse la Suzuki.


Desde que me compré la BMW que tenía que venderla. Tener dos motos es un despropósito cuando uno no tiene auto. Este año apenas si le hice 500 km, mientras que la temporada pasada le metí 10.000 km. Además, es tener dinero juntando telarañas en una cochera en lugar de hacer algo útil, como ir a casa. Todo muy razonable, pero hay un pequeño detalle: la quiero mucho. Ya sé, es una máquina, pero de las más lindas y placenteras que conozco. Y con la BMW... para ser honesto no estoy muy fascinado. La empresa acaba de anunciar la K1300GT y me parece que esa es mi próxima. Vamoaver.
Por lo pronto, anoche lavé la Suzuki por segunda vez esta semana, porque la primera fue para sacarle la costra acumulada en los últimos dos años, la segunda fue para la mugre, y tranquilamente puede haber una tercera para la grasa, los espejos, el parabrisas y los detalles. Pero eso se lo dejo a Mark. Ya no tengo tiempo ni ganas, sobre todo porque no quiero estar cerca de ella con el nudo en el estómago.
Como me dijo novia, por lo menos se la vendo a un amigo y probablemente la vea de vez en cuando, en lugar de a un desconocido que quién sabe cómo la va a tratar.

lunes, 6 de octubre de 2008

07.10.2008, 04:54 am

El jueves pasado estuve demasiado ocupado en el trabajo como para siquiera revisar mi correo. El viernes fue feriado en Alemania así que no fui a la oficina, así que no tuve internet. El fin de semana estuve en un casamiento. Ayer lunes anduve de reunión en reunión. La cuestión que por h o por b no pude leer el blog de Silvana y Carlos por muchos días.
Mientras estaba en la iglesia mirando cómo dos personas se unían de por vida, pensaba en Silvana y Carlos, y en las almas que estarían esperando ser recolectadas por ellos.
No voy a caer en el cuento de que me lo presentía, porque ya me pasó otras veces de ilusionarme con que "hoy sí, hoy entro al blog y recibieron alguna noticia". Pero no puedo dormir, hace una hora que dejé a mi novia durmiendo como tronco, y me puse a divagar por internet. Hace 7 minutos miré mi cuenta de gmail y me encontré el mensaje de ellos que entrara urgente al blog, que había novedades. Tengo un nudo en la garganta. Todavía no lo pude leer (estoy demasiado ansioso) pero vi que hay cuatro nombres preciosos que van a pasar a formar parte de la vida de estas dos personas maravillosas y eso, por ahora, me basta. Mañana en la oficina me parece que voy a lagrimear.

martes, 30 de septiembre de 2008

las rusas

En vista de mis reticencias para con la sociedad alemana, he decidido traerme a vivir a casa a dos chicas rusas. Lo hablé con mi novia y está muy entusiasmada, y hasta quiere ayudarme a elegirlas. Las quiero jovencitas, así se acostumbran a estar en compañía mutua y no dependen tanto de mí, que voy a estar en el trabajo todo el día. Quizás a la noche podamos jugar los tres juntos.
Sí, la redacción es maliciosa =P. Lo que quiero es tener un par de hámsteres de la raza Roborovsky, o hámster enano. Al contrario que el hámster dorado, que necesita vivir solo a riesgo de ponerse muy agresivo, los hámster enanos son sociables y hasta necesitan compañeros de la misma especie, y para no terminar con una jaula llena de hámsteres, es mejor comprar del mismo sexo, y si son hembras mejor, ya que es más raro que peleen (al contrario que otras especies, como los humanos). Son muy chiquititos, máximo 5 cm de adultos, y muy inquietos, así que para sentirse a gusto necesitan mucho espacio, lugares donde trepar y esconderse, además de juguetes para entretenerse.


Lo que tengo que tener cuidado es de dónde los dejo para navidad cuando me voy a casa, así que si no consigo arreglar eso los compro recién en enero cuando vuelvo. Los hámster tienden naturalmente a ser miedosos, y si uno no los manipula todos los días un ratito, se desacostumbran y pueden llegar a morder si uno intenta agarrarlos y el animalito está asustado.
Cuando era chico mi hermana y yo tuvimos uno, pero a los 6 meses se escapó y se ahogó en el desagüe del lavarropas. Después tuvimos otro y ese estuvo con nosotros 3 años hasta que murió de viejito. Más tarde, cuando viví solo, tuve 1 y se escapó al poco tiempo, y luego otro que un día al volver del trabajo lo encontré muerto en la jaula, a las pocas semanas de comprarlo. No sé qué hice mal, pero es el día de hoy que me mortifica pensar en el pobre bichito. Esta vez estoy recabando mucha información de internet así me comporto de forma más responsable. Voy a elegir el hábitat con cuidado y a darles todo lo que necesitan sin escatimar, y por supuesto cariño.
En fin, en eso estoy.

martes, 16 de septiembre de 2008

paréntesis

Esta bitácora (ahora sí, no pienso usar más la palabreja "blog"... ¡ja!) se transformó un poco en algo que al principio no buscaba. Cuando empecé a escribir, este era un espacio donde nadie me conocía, a nadie respondía, y en nadie pensaba o le dirigía lo escrito. Ahora, por más que lo intente se dificulta. Hice amigos y los aprecio, y en el ánimo de cuidarlos como se merecen mantengo la temática dentro de lo que creo que puede parecer interesante de leer, cuando la intención inicial era la de ser algo interesante de escribir.
Hoy, sólo por hoy, con su permiso y las disculpas del caso, voy a apagar el micrófono y voy a cantar para mí.

Tengo miedo. La tristeza, depresión, bajón o socavón que tengo en el alma recibió una dosis de vitaminas. No el alma: la tristeza. Cada vez que salgo de este agujero de reglas y limpieza y orden, y me encuentro con el lado humano del mundo (todo el resto que conozco) siento una paz inmediata que me da calor y me hace volver a sentir, a vivir. Cuando tengo que volver a donde vivo (evito hasta el nombre, para no hacerle honores) siento como la piel que está siendo depilada al arrancar la cera. Mi alma ya se pegó al nuevo lugar y cuando tengo que volver la cera se arranca y me duele. Y ese es sólo el principio, porque el dolor no es sólo por la tristeza de abandonar lo que me hacía sentir vivo otra vez, sino por el destino que me espera.
Hace un par de años o más que dejé de disfrutar lo que vivía; ahora, ni siquiera me siento vivo.
Anteanoche, domingo, salí de lo de mi novia para irme a casa. Llovía, hacía un frío inusual y no había prácticamente nadie en la calle. La luz del semáforo se reflejaba en el pavimento mojado. El limpiaparabrisas era un sonido monótono y relajante. Decidí encender la radio y encontré música linda, de esa que uno se acuerda la letra pero prefiere escuchar en silencio, con sonrisa cómplice. Pensé en mi destino, mi departamento chiquito en Munich, amoblado con mucha paciencia y esfuerzo, en mi situación laboral y en la maravilla de persona que encontré y que me ama. De pronto me sentí bien. Fueron los mejores 10 minutos de los últimos... No me acuerdo.
Estar acá me está matando y tengo que encontrar una solución. Es la primera vez en mi vida que digo "no puedo más" y me lo creo. Que me lo digo a mí mismo, como suplicándome que me vaya. Pero ahora ya no estoy solo. Con toda la confusión que me invade, la quiero. Ya no estoy solo y no tengo derecho a tomar semejante decisión por mí mismo. Por suerte siento que lo que gano es infinitamente más que lo que pierdo.
A veces me pregunto cómo será el día en que mi alma vuelva a despertarse. Me imagino un viejo motor (de un tractor, o de un generador) que no ha sido usado en años, quizás olvidado en un rincón de un granero, cubierto de paja y herramientas oxidadas. Entonces es encontrado, restaurado y vuelto a poner en funcionamiento aunque sea para trabajos ocasionales, como por esa clase de gente que siente amor hacia las cosas viejas porque pertenecen a una época en la que ellos no estaban y los hace sentir conectados con ese tiempo pasado que no pudieron disfrutar.
¿Cómo me sentiré? ¿Cómo era disfrutar los besos, sentir mariposas en el estómago, entusiasmarse por el día que comienza, querer hablar con alguien? ¿Cómo era pararse a mirar un atardecer y perderse en alegorías, esperanzas, expectativas, planes de casorio, viajes, proyectos? ¿Y andar en bicicleta sin "Fahrradhelm", sin 27 cambios, sin llantas de aleación, como si andar en bicicleta fuera lindo y simplemente lindo?
Siento que me elevé por los aires y me dejé llevar por el viento. Abro los ojos y sigo acá.
Mejor me voy a almorzar antes de que las panteras aullando en mi estómago se maten entre sí.

lunes, 15 de septiembre de 2008

el descanso merecido

Después de batallar como un loco, por fin se acabaron las vacaciones y llega el merecido descanso en la oficina, con mi silla reclinable, la computadora y los alfajores que me trajo mi mamá para saborear. Ah, sí, y un poco de trabajo.
Es que fueron 3 semanas visitando lugares tan lindos y comiendo tanto, que las patas y la panza me quedaron a la miseria, por decirlo delicadamente. Pero acá estoy. Para bien y para mal, porque hace un par de días estaba parado 5 metros frente a la Gioconda, y ahora estoy devanándome los sesos por encontrar la forma de salir de este lugar, lo cual se me ocurre que va a ser más difícil que robarme el bendito cuadro.
No me gusta, No Me Gusta, NO ME GUSTA y NO-ME-GUS-TA este país. Creo que es la respuesta al grito de Mafalda cuando decía "¡paren el mundo que me quiero bajar!". Así me sentí cuando me metí en la manga para el AF1122 CDG-MUC el jueves a la noche: me estaba bajando del mundo.
Y no le erré.
En fin, voy a suponer que no tengo nada de lo cual despotricar acerca de este lugar y me voy a concentrar en el viaje. Material hay. (Para despotricar también.)
Por empezar, mami llegó el 20 de septiembre, y la fui a buscar al aeropuerto. Estaba fresca como una lechuga así que empezamos con todas las cosas que nos habían entusiasmado estas semanas de planear, reservar, comprar y vuelta a empezar. Fuimos al zoológico de Munich, al castillo de Neuschwantstein, al Nymphenburg, a la Marienplatz, o sea todo lo que pudimos en el tiempito que de hecho estuvimos en la ciudad y sus alrededores.
Viajes dentro del viaje hubo 3. El primero fue a Italia en auto, con hotel en Soave, pero donde pasamos medio día como mucho. Manejamos a Verona y vimos la ópera Aída, al Lago di Garda a conocer Bardolino, Sirmione y Tignale (uno más lindo que el otro), y fuimos en tren a Venecia. De todo, Venecia fue lo que más nos impactó, y el lugar por unanimidad al que volveríamos si hubiera que elegir. En retrospectiva pienso que Venecia no es un lugar en el que viviría; no me gustan las muchedumbres ni pagar precios de turista, y no hay alternativas. Pero pasar unas semanas como experiencia (un trabajo de verano o algo así) me fascinaría.


El siguiente lugar a donde fuimos fue Viena. Me gusta porque tiene todo lo que al turista promedio le gustaría ver, concentrado en un espacio relativamente chico para lo que es la ciudad. Se puede planear con antelación y uno prácticamente no necesita subirse a ningún transporte. La manzana no cae muy lejos del árbol, pero por lo menos en la superficie, en el trato diario, los austríacos (o vieneses, hasta donde pude ver en esta segunda visita) son mucho más sueltos que sus vecinos alemanes. Uno no tiene siempre la sensación de estar interactuando con máquinas. Fuimos a un concierto de música clásica en el Palacio Auersperg, con cantantes de ópera y todo. Una maravilla, y por 54 euros por persona, por lo que recibimos a cambio, un regalo. Éste es el lugar:


Después de 4 días nos volvimos a Munich a pasar el tiempo y a lo último nos fuimos en avión a París. Para ser honesto, al margen de la Donna Velata, de Corradini, en el Louvre, no sé qué contar. En los últimos años vi una pila de ciudades y tuve la oportunidad de conocer gente del lugar, charlar, hacer las compras cotidianas, usar los transportes públicos (no el bus de turistas), caminar de noche por barrios periféricos, etc., y París es la única ciudad por la que no me sentaría ni 5 minutos a pensar si me surge la oportunidad de mudarme ahí. No es ni la imponencia de la torre, ni la tranquilidad de Montmartre (a pesar de una superficial histeria, uno puede abstraerse y disfrutar del entorno), o la belleza arquitectónica o artística de muchos de sus rincones. En realidad sí es eso, pero la principal causa es la sensación de que existo, aunque sea para que me toquen bocina. Tengo la sensación de que esa ciudad espera por mí desde hace tiempo. No la París que todos ven, esperando y deseando en forma activa que yo vaya, sino la que yo llevo dentro, como si hubiera decidido mudarme allá hace mucho y ahora me voy dando cuenta. Suena fenómeno decir "vivo en Munich" o en Miami o en Tokyo, pero yo no pienso en qué tan "cool" es y la cara de alguien en casa cuando le diga que vivo en París. Es algo para mí, que lo saboreo internamente y me llena el alma de esperanza. Me siento tonto, porque sé que es trillado enamorarse de semejante ciudad, pero es así. Lamentablemente, estar con mis suegros me garantizó la constante disponibilidad de planes, sugerencias y exceso de organización hasta lograr transformar una visita como esta en algo estresante. Pareciera que los alemanes disfrutan más leyendo guías de viaje sobre una ciudad, que visitándola. Yo prefiero escuchar, palpar, oler y sentir. Cada loco con su tema. En cualquier caso, a este gato en el marco de la ventana en el barrio de Montmartre no le preocupaba nada:


Una de yapa: mi mamá buscando no-sé-qué-se-le-cayó en mi baño...

martes, 19 de agosto de 2008

la modelo

Me siento como si fuera a escribir un testamento. Es que hace unos meses caí en blogspot por casualidad y me siento cada vez más acunado, a pesar de los tropiezos iniciales, así que ahora que presumiblemente se viene una pausa, me siento en la obligación de avisar. Mi mamá ya casi está acá, y me voy a dedicar a ella durante las próximas 4 semanas, así que no creo que tenga muchas posibilidades de sentarme y ocuparme de mi blog como uno debe durante ese tiempo. Si lo logro, será esporádico y de yapa más que meditado.
El viernes volví a casa temprano y en las flores del jardín había moscas, de esas con colores fuertes, ni muy grandes ni muy chicas, que me pareció que se alimentaban de algo que succionaban de las flores. Me dí cuenta que por más que me acercara, estaban deleitándose en tal forma que no se espantaban, así que corrí a buscar la cámara con mi super-mega-hyper-macro lindo objetivo nuevo y logré un primer plano que todavía me cuesta creer:


Parece que me estuviera mirando y diciendo: "¿te molesta si me lastro un sanguchito mientras charlamos?", como cuando caemos en lo de un amigo que recién llega y necesita sacarse el hambre antes de atendernos. La parte de adelante del objetivo estaba a unos 6 cm de la mosca y la tipa ni se inmutó (<- ¿se escribe así?).
Al día siguiente me sentí con ínfulas de Bob Talbot y me fui al jardín de mi novia y, previo rociarlas con agua, me puse a fotografiar rosas... pero esas no las publico. Son muy malas =( Obviamente lo de las moscas se me da mejor que las rosas.

jueves, 7 de agosto de 2008

llueve

Esta palabra, "llueve", es la primera que me viene a la mente cuando alguien me pregunta "¿cómo andás?" y me va muy mal y no sé cómo describir lo que siento en el alma. Es como ese planeta cochino y perdido en el que vivía Yoda cuando Luke lo fue a visitar para aprender a ser un yedi. Lo cual es raro, porque me gusta la lluvia. Cuando empieza a llover, si estoy en casa me gusta salir a la puerta a disfrutar el acontecimiento, como si hubiera un desfile o algo así. Me serena y me limpia por dentro. Es probablemente una de las pocas cosas que pasan en Alemania y que también pasan en Argentina. Cuando llueve podría decirse que me transporto a un lugar donde me gusta estar, o mejor, que el lugar donde estoy me gusta más. Cuando está soleado es más frustrante porque me gustaría hacer todas las cosas que uno puede hacer en Mar del Plata y acá no existen. Además, en el barrio donde vivo no pasa mucha gente y hay mucho verde, así que sentado en los dos escalones de la entrada de mi casa puedo ver los pájaros y las ardillas buscando comida, pareja, o lo que sea que los motive a moverse enfrente de mí. De vez en cuando un gato color miel obscura se digna maullar y viene a refregarse contra mi pantalón. Hay otros gatos en el barrio, pero son como cabría esperar de los que viven acá: para ellos no existo. Esta última oración es casi la clave de mi resistencia a todo nivel a amoldarme a la situación. Esa sensación de que no existo para nadie, nunca, es lo que me susurra siempre "andate... andate..." y no le hago caso. La plata es dulce. y uno se deja seducir fácil, y más ante las alternativas.
Mi pobre novia carga conmigo, como a un leviatán que no puede despertarse. Sin ella sería menos que mi sombra, y no sé cómo corresponderle, y lo que es peor, no creo poder. Ella jura y perjura que recibe tanto o más de lo que da, pero es porque está enamorada y haga lo que yo haga ella lo saborea. En mi caso, cada vez me cuesta más discernir mis asuntos internos de los externos. Creo que la mejor comparación de cómo me siento es como cuando uno está en la playa y viene una ola que nos da vueltas y vueltas y llegado un momento queremos volver a salir a la superficie, pero no sabemos dónde es arriba y dónde abajo. Todo duele, el aire empieza a faltar, y seguimos sin encontrar una referencia, algo que nos indique hacia dónde ir. Todo lo que creíamos importante se relativiza hasta el punto en que nos sentimos casi tontos por haber puesto alguna importancia en lo absoluto, e incluso lo despreciamos. No poder compartir con nadie nuestros pensamientos y emociones, en la forma en que se suceden, es frustrante hasta lo indecible.
Todo esto hace que la espera parezca asintótica. Lo único que me consuela es la creencia de que el tiempo no lo es.

viernes, 1 de agosto de 2008

macro idea

La semana pasada la empresa decidió premiar mis arduos esfuerzos con un poco más de eurones. Como hacía mucho que me venía dando vueltas en la cabeza lo de reforzar el arsenal de fotografía, no tuve mejor idea que pasar por la tienda más grande de Múnich en el tema. La "ideota" me costó casi 1000 euros, a cambio de un trípode, un lente macro, un flash y un juego de pilas recargables con su cargador. Los resultados saltan a la vista (literalmente). ¿Alguna vez alguien pensó en cómo se ve la axila de una abeja? Pues he aquí la respuesta...


Dicho sea de paso, estoy más que contento con mi lente nuevo, y en cuanto aprenda cómo se usa seguro que voy a sacar fotos más presentables que esto.


Por lo demás, estoy cansado. No duermo bien y tengo muchas cosas en la cabeza. Siempre que cobro un poco de dinero y logro ahorrar siento esa sensación de vacío que me inunda y me abraza. Los problemas de dinero distraen, y hace que uno se olvide un rato de lo importante, así que cuando amainan un poco se nos viene encima lo que de veras nos preocupa, y ahí es donde se me complica. La soledad y la falta de cariño (familiar y social) son como dos perros doberman que nos miran feo, gruñendo y a veces ladrando todo el día. Uno puede ir a trabajar, después tomarse un café, andar en moto, sacar fotos, pero cuando todo está dicho y hecho, hay que irse a cenar solo, y esos dos perros siguen ahí esperando con ansias, y no precisamente moviendo el rabo.
Como contrapartida, mi mamá viene a visitarme en 19 días, 2 horas y 54 minutos. Se queda 3 semanas y vamos a viajar por ahí. Eso me va a hacer muy bien. Ya cuando me preguntó qué quería le dije que no me tiene que traer ningún regalo; lo único que necesito son mimos, que me cocine algo rico (y si es posible, que mi novia se aprenda la receta... ya sé... ya séeeeee...) y que me tenga paciencia. Y hablando de novia, la oma habla cada vez mejor y a veces hasta yo puedo entenderle lo que dice. Y ya me dijo que se alegra de verme, que según me contó Novia, no se lo dice a cualquiera. Mi iluminó el día, o mejor dicho la semana =)

martes, 22 de julio de 2008

Polska y otros pagos

Hace 5 años vivía en Osnabrück y conocí a un polaco que se llama Mariusz, originario de Opole, en al sur de Polonia. Siempre me prometió algún día llevarme en sus tantos viajes a su ciudad y mostrarme lo linda que era. Al final se dio y la semana pasada terminé yendo a su casamiento por iglesia y a la tremenda fiesta que le siguió.
Hace 5 años que empecé a hacerme ilusiones de ir a ese país, pero no me esperaba que fuera tan lindo. La gente tiene un humor espectacular, son súper sanos para los festejos (nada de faltar el respeto con bromas pesadas o juegos donde se humilla a alguien) y tienen una capacidad para el Vodka que no me terminó de asombrar. Los alemanes que estaban invitados cayeron fulminados en 2 horas mientras que los polacos, habiendo tomado mucho más) seguían divirtiéndose y charlando como si la botella en serio tuviera agua. Y a propósito, aprendí que vodka significa "agua pequeña" en ruso... seguro que los "conocedores" ya lo sabían, pero yo de alcohol sé menos que de ruso.


Después de solamente 4 días no sé en realidad cómo es el nivel de vida del polaco promedio, pero otra cosa que quedó claro es que en Polonia, los que pueden, comen bien. Hubo de todo, sobre todo carne en diferentes presentaciones. En 4 días subí 3 kilos, que me propongo bajar esta semana.
Por lo demás, es la primera vez en mi vida que bailo voluntariamente. Habrá sido el sorbito de vodka que probé, lo bien que me sentía con mi novia o el ambiente que se creó con la gente, pero la cuestión es que bailé sin que me tuvieran que arrastrar 4 elefantes hindúes a la pista. Así que después de sacar 507 fotos (no exagero), usar 3 juegos de baterías para el flash y 2 para la cámara, comer 600 kilos de comida, 45 porciones de torta, y 60 botellitas de 1/2 litro de coca-cola (parecía Forrest Gump antes de saludar a JFK), nos subimos al autito y nos fuimos a Praga.
Ya había estado hace dos años pero en invierno, con mi mamá, y fue otra cosa. Ahora estuve con Novia y con un poco más de dinero ahorrado, para disfrutar en apenas un par de días.


La cosa que vuelta a comer como muerto de hambre, pero esta vez caminé toda la ciudad vieja, ida y vuelta infinidad de veces. Mi novia no se cansaba de escucharme contarle todo lo que me acuerdo de lo que leí de Praga a la vuelta del viaje con mi mamá. Le hice de guía turístico, novio, conductor, fotógrafo, contador y banco, todo en uno y gratis. En realidad, gratis gratis no, me gané un caramel macchiato en Starbucks a la vuelta en Múnich, con tarta de queso y todo. Soy una ganga...
Lo que me gustó mucho de este viaje es que pude ver las cosas que me quedaron pendientes de la vez anterior. Normalmente, y más viniendo de muy lejos, uno va a lugares espectaculares como París, Praga o Viena una vez en la vida. En cierta forma es una suerte haberme quedado a vivir acá por un tiempo, porque el sur de Alemania queda en el medio de todo. Es increíble: ciudades como Praga son algo así como ciudades de ensueño a donde uno casi da por sentado que nunca va a poder ir. El destino es retorcido.


Así que esta segunda vez en Praga la aproveché y pude ver por ejemplo la capilla en el castillo, que la vez pasada llegamos a las 5 de la tarde y estaba cerrando =(. Esto solo valió la pena el viaje. Lo más impresionante probablemente de esta capilla es que es eso, una capilla, no una catedral o algo así como me imaginé por el tamaño o la riqueza que contiene. Lo otro que pude hacer fue andar por ahí sin morirme de frío porque esta vez era verano y no noviembre. En fin, la pasamos muy bien y el sábado a las 7 de la tarde nos volvimos, pero con la idea de hacernos otra escapada (son solamente 3 horas en auto) en cuanto podamos.

lunes, 7 de julio de 2008

la Oma

Hace seis meses la abuela de mi novia por parte de madre tuvo un infarto cerebral y quedó paralizada del lado derecho de su cuerpo. Algunas partes de su cerebro quedaron sin irrigación sanguínea así que ahora tiene algunas disfunciones como el habla, la digestión, etc. Sin embargo la vieja (con cari­ño y respeto) de 88 años se las arregla para seguir adelante, aunque esté en un asilo de ancianos con suero y postrada.
Con Novia se nos está haciendo costumbre visitarla los sábados y ella de alguna manera se entusiasma cuando nos ve llegar. Está contenta de que su nieta esté feliz conmigo (y yo también). Le llevamos rosas del jardín de Novia y yo trato de imprimirle un par de fotos de los lugares a donde fuimos. Hace dos semanas estuvimos en el jardín botánico de Múnich y le imprimí algunas fotos de flores, y le dije que así no se le marchitan.
Cada visita es extenuante porque a pesar de los avances con la logopedista apenas puede hablar, y algunas consonantes le cuestan horrores pronunciarlas, como la s y la n. Y cuando por fin larga lo que quiere, lo hace en alemán, así que me quedo pagando. Para peor, Novia tampoco entiende mucho y no tiene mejor idea que mirarme a mí con sus ojitos suplicantes por una aclaración que no le puedo dar, así que me siento doblemente tarado. Así y todo nos arreglamos para estar con ella un rato largo y conversar de nuestras andanzas, alegrías y planes, y hacerla reír un poco.
El asilo es relativamente lindo, con un bosque en la parte de atrás y terraza, aunque estos lugares nunca puedan destacarse por su alegría. Un depósito de viejos es un depósito de viejos, y mientras menos a la vista estén en la sociedad de hoy, mejor. Cuesta unos €3500 por mes aunque la obra social paga la mayor parte, y si uno quiere televisor o algo por el estilo tiene que traérselo de su casa.
La última vez que fui me extrañó que tuviera una sábana blanca y no las sábanas lindas que le había comprado la mamá de Novia. Aparentemente en los hospitales y asilos para ancianos en Alemania las sábanas lindas se "pierden" y sólo quedan las sábanas viejas que provee el estado.
Cuando leí en un blog la semana pasada que estas cosas pasan en Argentina casi que lo entiendo por la desesperación y la pérdida sistemática a lo uno se ve atado dada la falta de recursos y la dejadez en la que caemos sin darnos cuenta. Pero en Alemania tengo una dificultad enorme para encontrar cuál es la excusa de esta gente que vive con todas las necesidades económicas cubiertas y con holgura.

jueves, 3 de julio de 2008

Bahía Negra

Normalmente disfruto ir al trabajo en moto, no por el trabajo, obvio, sino por la moto. Es grande, cómoda, muy potente, imponente, plateada. Tiene asientos y puños calefactables, sistema de audio, navegador, control de tracción, sistema antibloqueo de frenos, sensores de presión de aire en las ruedas, parabrisas ajustable eléctricamente... En fin, un lujo.
Anoche no dormí un corno y entre el calor, la humedad y lo que vi en la tele antes de acostarme no paré de dar vueltas en la cama del hotel. Es que haciendo mi última ronda de saltos por todos los canales de la programación suiza + CNN (como cualquier hotel que se precie, sori gordi), en eso vi gente hablando cristiano y decidí darle una oportunidad de tomar aliento a las pilas del control remoto. En realidad, más que gente eran sobrevivientes de una realidad a la que trato de aproximarme, como si fuera una estufa que me da calor, pero no demasiado para no quemarme. Era un documental sobre Paraguay y la situación socioeconómica de su gente.
Lo agarré empezado, cuando mostraba la muchedumbre vitoreando a Lugo, el ganador de las elecciones presidenciales en la noche del 20 de abril último, que fue el día de la votación. El documental tocaba los temas típicos, como el alto desempleo, la corrupción, la distribución de la pobreza, la falta de industrias, etc. Pero más adelante se ponía duro. Tomaron una ruta como cualquiera en Argentina, donde normalmente no llueve (de hecho, llovía demasiado poco) justo cuando el agua se hizo presente, y en qué forma. El objetivo era las colonias menonitas, esos descendientes de alemanes que lograron transplantar e imponer (en el buen sentido en este caso, diría yo) su estilo de vida.
Después de mostrar las condiciones en que han logrado progresar, el foco del documental pasó a un barco, el Aquidabán, que semanalmente recorre en tres días los casi 1000 km del río Paraguay que separan Asunción de Bahía Negra, en el norte del Chaco paraguayo. Con capacidad para 36 pasajeros llevaba 140, por supuesto hacinados, a un precio de unos 100.000 guaraníes o unos 15 euros. Podría extenderme con las cosas que mostraban en el barco y, peor todavía, cuando llegó a su destino, pero me hacen sentir muy mal.
La gente se muere por falta de acceso a una aspirina. No pueden pagar un pasaje de 100.000 guaraníes que, si no se mueren en el camino, en 3 días los deja en el hospital (bus mediante), y yo gasté 1200 veces eso para satisfacerme un capricho. El intendente de ese departamento paraguayo gana 22 millones de guaraníes (unos 3000 y algo euros) y no hace nada por esa gente.
Mientras trabajo, como mi tarea es básicamente pensar 5 minutos y esperar 15, leo blogs, como tantos otros. Y como ahora estoy más decidido a aguantármela si me quemo con la estufa, leo sobre Argentina. Salud, educación y seguridad son desde mi punto de vista las únicas responsabilidades indelegables del Estado. Y nuestro Estado, con sus integrantes, ciudadanos como uno, vecinos, conocidos, ex-compañeros de la escuela o la facultad, ocupando puestos en forma indigna, inmoral y hasta cruenta, se está encargando de degradar a la nada a las instituciones encargadas de ejecutar esas tres responsabilidades. Y no sé qué hacer. Ni siquiera sé por dónde empezar a hacer algo, qué tiene sentido hacer. Y me temo que aunque lo supiera, me falta valentía para hacerlo.
Por eso hoy al ir en moto al trabajo me sentí muy mal. Me sentí para la MIERDA.

miércoles, 2 de julio de 2008

el parche de agua

Hace ya doce semanas que estoy yendo y viniendo a Suiza y desde el primer día que quiero usar la moto y no me animaba por una cosa o por otra: que se le tenía que hacer la inspección de los 1000 km, que si no quería comprar la viñeta para usar la autopista en Austria, que la viñeta para la autopista en Suiza, que si llovía, que si hacía frío, que si no le instalé el navegador, que si Mickey Mouse se tiñó de rubio...
Pero como esta es la última semana me dije "¡qué buena está mi novia!", pero no tiene nada que ver así que sigo con lo de la moto. También me dije "esta es la mía, la empresa me paga el combustible así que...". Con la vista puesta en el viaje y con la promesa del servicio meteorológico suizo de que iba a haber sol toda esta semana, preparé a la bestia para la aventura: le llené el tanque y le miré la presión a las ruedas. Listo.
Nop. El lunes me desperté a las 3 de la mañana por los relámpagos y truenos. Como el Mini Cooper S que me dieron hace 4 semanas ya lo devolví, y el Skoda de mi novia tenía una reservación para su inspección anual el jueves, no me quedaba otra que ir en moto, así diluviara. Y vaya que diluvió. No es que me moleste salir cuando llueve; me gusta andar en moto en cualquier circunstancia, pero esta vez tenía que viajar temprano, cuando todavía era de noche, en una moto que casi no conozco y, lo peor, habiendo dormido poco. Así que a las 4, después de calzarme las botas, el pantalón y la campera "blindada", el casco y los guantes, me puse en marcha. No hice más de un par de kilómetros que, todavía en Múnich, en una avenida de 3 carriles para cada lado, un auto adelante de mí se pasa de pronto a la derecha. Ahí me doy cuenta que fue para esquivar un tremendo parche de agua de unos 10 metros de largo a que ocupaba todo el carril izquierdo (donde yo estaba) y la mitad del del medio. El auto no llegó a esquivar el agua completamente así que levanto una ola que literalmente me bañó, haciendo que entrara agua en la bota derecha y en el casco.
Mientras tanto, por mi parte intenté frenar lo más posible con la moto sin bloquear antes de llegar al agua, levanté las piernas para no mojarme más todavía, me agarré del manillar bien fuerte tratando de que la moto no se incline, pero solté un poco el acelerador para que la rueda de atrás no pase a la de adelante (o sea, para no ir a parar a los caños). Todo esto con los ojos cerrados porque el agua que me salpicó el auto me entró en los ojos...
De alguna forma me la llevé de arriba. No sé cómo pero salí bien de esa. No podía parar porque me temblaban las rodillas del susto así que tuve que seguir. Lo que me preocupaba ahora era la bota mojada, pero por suerte en cuanto salí un poco de Múnich la lluvia paró y con el aire moviéndose para atrás a 160 km/h se secó en un rato. A pesar de la hora y la lluvia hacía calor así que no me enfrié. La semana pasada estuve enfermo e incluso dos días en cama, así que no quería recaer. Cuando encargué el paquete que incluía los asientos calefactables lo hice más pensando en la reventa que en usarlo, pero tengo que reconocer que es una maravilla. Lo otro que aprendí es que estos alemanes saben hacer motos de viaje. Con todo lo que pasé y sin embargo viajé siempre cómodo, calentito y relativamente seco. Increíble.
En fin, hoy es miércoles y ya hace tres días que me levanto con una sonrisa de oreja a oreja sabiendo que voy a manejar la moto aunque sea 15 minutos para ir al trabajo. Eso y la vuelta son la mejor media hora de mi día. Y encima puedo estacionar directamente en la cochera subterránea de la oficina, en lugar de tener que usar el estacionamiento que está a 10 minutos a pie, y al sol. El auto era un sauna finlandés cada tarde :S
Para terminarla de adorar está el tema del consumo: 6 litros cada 100 km, y no venía precisamente manejando como una abuelita yendo a la iglesia el domingo. Hoy voy a ver si voy un rato a Zúrich. Supongo que va a ser la última. Me pone un poco triste ahora que lo pienso...

martes, 24 de junio de 2008

abandonar el barco

Iba a responder a SyC un comentario muy lindo que me dejaron y que además llegó justo a tiempo, pero me dí cuenta que el tema da para mucho más así que lo convertí en una entrada en mi blog.
La semana pasada recibí un e-mail cadena con un artículo adjuntado, supuestamente de una publicación alemana. Como el bloguero que lo publicó, encuentro dos cosas que aclarar:
- después de averiguar un rato encontré que ni la publicación ni el autor existen, y que es una creación fraguada por alguien en Argentina al que le tocaron el bolsillo (por no decir los huevos, que queda feo, ¿no?);
- que el origen sea falso no quiere decir que el contenido lo sea, o aunque sea partes de él. Como a veces, por no hacerme malasangre, no me informo, no voy a comentar sobre el contenido del artículo, pero me temo que mucho de lo que dice sea verdad.
El fin de semana tuve una discusión fuerte vía e-mail con conocidos por este tema, gente que se quedó en Argentina porque no le quedaba otra, que se querían ir a toda costa y ahora afirman que se quedaron por la patria. En mi caso me iba relativamente bien, en lo profesional y en lo personal; me fui porque quise especializarme en algo muy concreto y estoy contento con la decisión, aunque extraño como loco. Muchas cosas cambiaron en mí: estoy seguro que algunas para peor, pero quisiera pensar que en el balance soy una mejor persona que hace 6 años. Entonces tenía la creencia de que en Argentina inventamos la corrupción, que el único país con recursos prácticamente ilimitados en comparación a su población y que igual le iba para el diablo, era el nuestro.
Entre otras cosas, también creía que era capaz de tener una discusión adulta, donde el objetivo no era aprender o resolver la situación, sino ganar, y la mejor manera era atacando al interlocutor y hablando más alto que él. Haber salido al mundo a foguearme un poco fue como cursar materias, pero lo que podría equiparar con "inscribirme en la universidad de la vida", o sea, la decisión de abandonar mi burbuja y todo lo que conocía y lanzarme al vacío, fue una de esas emisiones cortas de alguna iglesia evangelista que pasaban a las 7 de la mañana en canal 10 de Mar del Plata, hace unos 20 años. Era un tipo que tenía una tranquilidad para hablar que contagiaba, y siempre daba una charlita de un par de minutos, una parábola con alguna situación imaginaria entre personas, y después sacaba conclusiones. La de ese día fue así: "las pequeñas personas discuten sobre personas, las personas comunes discuten hechos, las grandes personas discuten ideas".
A pesar de no ser mis más queridos amigotes estos alemanes, tengo que destacar lo educativo que resulta tener una discusión con ellos cuando están de buenas. En general son gente objetiva, que no se dejan distraer con cuestiones secundarias y se focalizan en la raíz del problema que tienen entre manos. No atacan al interlocutor, no buscan culpables; lo único que les interesa, casi obsesiona, es resolver el problema. Sin rencores, sin emociones superfluas, con una eficiencia admirable.
Tienen también el otro lado, la otra cara, que aflora cuando pierden el temple: son intratables, infantiles, arrogantes, cerrados, vengativos, envidiosos. Hay que irse con cuidado de romperle la paciencia a un alemán, porque no es nada divertido. Tienen una vozarrona que a mí me hace necesitar pañales.
Hace 5 años que convivo con ellos, y con mucho esfuerzo y probablemente no tanto éxito (tengo carácter podrido) intento aprender de ellos sus cosas buenas y convivir con las malas sin contemporizar, no vaya a ser que me acostumbre y un día ya ni las note. Intento, básicamente, complementar lo que aprendí en Argentina, donde uno hace las cosas con cariño pero también dejando que los genitales tomen una parte demasiado importante en la toma de decisiones. Es decir, trato de adoptar para mi persona y para mi vida lo mejor de ambos mundos, ya que los dos tienen cosas fantásticas que ofrecer, y dejar a un lado aquellas cosas (e incluso personas) que me frenan crecer como ser humano. Algunas cosas de las que aprendí en Argentina quisiera poder extirparlas, pero cuesta, mientras que otras me gustaría conservarlas, aunque no tengo casi con quien practicarlas y se me van atrofiando. ¡Pucha, quiero que la gente me recuerde bien cuando me vaya a tocar el arpa!
La cosa es que hice algo terrible: se me ocurrió avisarles que el bendito artículo era fraguado, y que no se dejaran hacer la cabeza. La reacción de mis amigotes fue simplemente insultarme con cosas desde "hueco" hasta "traidor a la patria", pasando por "desinformado", "resentido", y algunas irrepetibles. Su justificación: que el país está tan mal o peor que lo que dice el artículo, algo que en ningún momento afirmé o negué o nada. Me dolió =(
Cuando alguien, sobre todo un amigo, me habla sobre Alemania o cualquier otro tema en el que me parece que está equivocado y dice alguna gansada, le explico o converso o le pregunto por qué cree eso, pero no lo insulto. No soy lo que se dice "delicado" para expresarme, pero sí sé escuchar. Tengo un amigo en particular que si me dieran 10 centavos por cada idiotez que le escucho, Bill Gates sería mi chofer. Y sin embargo lo adoro, porque como amigo no hay con qué darle.
En fin, la pregunta que me surge es: ¿alguna vez alguien te recriminó haber "abandonado el barco"?

lunes, 16 de junio de 2008

Novia

Tengo una novia que es un ángel. Parece un ángel, se comporta como tal, y se merece las alas por aguantarme nomás. Soy detallista y exigente de una manera y hasta tal punto que hacen que el Sr. Monk parezca un punk. En lo que se refiere a novias, tuve una experiencia aterradora, por decir poco. ¿Confiar en alguien? ¿Yo? ¿Después de las decepciones que tuve? Ni loco. Para terminar de complicarla, estoy con unos despioles en el trabajo que no sé hasta dónde voy a aguantar. Todo esto hace que me la agarre con quien sé que me la va a perdonar: mi novia Novia. Ella me escucha, me sigue, soporta mis brutalidades emocionales, me perdona mis locuras, ataques irracionales, prejuicios, estupideces, etc., y hasta el asma espiritual que me aqueja desde que vivo en este país, y que ya casi no me deja respirar hondo y tranquilo. Tiene la paciencia de una madre, el lomo de una vedette pero sin cirugías, la mirada de un cachorro de golden retriever, la piel de un bebé y su inocencia también.


Una de las cosas que más admiro de ella es cómo me protege de mí mismo y procura ser ella la que reciba los golpes con tal de que yo no me lastime. Una y otra vez me acompaña en todo sin pedir nada cambio. Mi asquerosa compañía la llena tanto que no necesita nada más de mí.
A veces se comporta como una hija chiquita, que quiere que le expliquen todo. Esa es la Novia que me irrita. Apela a "soy rubia, no puedo pensar", o algo así. Pero el 99% de las veces que la desafío a arreglárselas sola, lo hace, y bien. Otras, es la novia que me acompaña o que la acompaño en la aventura de la vida. Mis tristezas con ella son la mitad, y mis alegrías el doble. Otras veces es mi madre, que me protege y me guía, me habla con tono barítono cuando sugiero poner a un nene de cabeza en el inodoro para no escucharlo llorar. Pero todas son lindas, aunque yo no siempre pueda verlo. Si pudiera pedir un deseo para mejorar nuestra relación, sería: "poder dar más". En eso estoy en seria desventaja.

miércoles, 11 de junio de 2008

sin título

Hoy fue uno de esos días donde uno se pregunta para qué está donde está, y peor todavía, a dónde ir, porque nada de lo que hago parece contar, y nada de lo que podría hacer me atrae. Es curioso (re)descubrir cómo, teniendo tantas posibilidades, nada me llena. Estoy en un país que se da el lujo de rechazar su entrada a la unión europea; trabajando en cosas en las que, si alguna vez las soñé, las descarté y hasta me di palmaditas displicentes como diciendo “dale, flaco, seguí barriendo”; con la moto que siempre quise y, por las dudas, otra más; auto de la empresa, con todo pago, etc. Pero mi familia está en Argentina, la mitad de mis amigos también y la otra mitad desperdigados por el mundo, y la persona que está al lado mío, que es de oro puro, no la puedo disfrutar en toda su dimensión. Estoy cansado. Hoy fue un día de mierda.

jueves, 29 de mayo de 2008

¡110 mi abuela!

... bueno, en realidad mi abuela cumplió 90 el lunes. Pero 110 es lo que dicen estos degenerados de la policía suiza, que estaba manejando el viernes 18.04.2008 a las 16:13 horas, en la A53 de Hinwil a Rapperswil. Iba a 94. Me acuerdo porque puse el control de velocidad y lo miré apenas disparó el flash amarillo. Cerdos. Y ni siquiera puedo decir que por lo menos lo disfruté, porque me quise hacer el legal y, pensando que el límite era 100, iba a 94. ¡¡¡NOVENTA Y CUATRO!!! Pero no importa la pataleta, las amenazas, torturas o acciones evasivas. 260 francos tirados a la tesorería de estos degenerados. No me fastidiaría tanto, si no fuera por dos razones: se viven quejando de estupideces, y hay gente que se muere de hambre. Así que darles dinero me parece una burla a la humanidad.
El otro día, tirado en la cama recién hecha del hotel, oliendo a rosas, recién bañado con agua caliente al toque de un grifo, bien alimentado y satisfecho, prendo la tele para encontrarme con un reporte donde mostraban como en África hay unos 8 millones de personas comiendo lo que dejan las moscas. Rescatan los pescados podridos de la basura y los ponen a secar al sol, hasta que se mueren los gusanos, y después se los comen.
260 francos suizos equivalen a 162,50€, suficiente para alimentar a una familia somalí tipo (madre y 4 ó 5 hijos, porque el padre murió en la guerra y 3 hijos ya murieron de tuberculosis) durante 1 mes. ¿Y a dónde van a parar los 162,50€? A que los uniformes de los policías suizos estén bien planchaditos, o a peinar las vacas lilas, o a instalar más cámaras de velocidad.
Hace 3 años, volviendo de la Laguna de los Padres en unas vacaciones que me pasé en casa (cuando mi mamá todavía no había vendido el Fiat Uno) me pararon al comienzo de la avenida Luro dos policías que tenían unos 50 años y el mismo uniforme que el día que salieron de la academia. Los agujeros que tenían en el uniforme eran casi tantos como los dientes que les faltaban. Me informaron atentamente de mi exceso de velocidad (80 en lugar de 60) y me pidieron que pensara en mi seguridad y la de los demás. No corrí más (bueno... casi). Ni siquiera me insinuó una coima. Casi me quedé con ganas de que me pusiera una multa, a mí y a todos los inadaptados como yo, para que él tenga una mutual con los recursos suficientes para pagarle el dentista. Para que mi sobrino pueda cruzar la calle por la esquina sin preocuparse de que José Machito le quiera enseñar que él no es nadie y José se compró la calle. Así que esos 162,50€, 815 pesos argentinos, más o menos un sueldo mínimo en mi país, van a parar a Suiza con sus urgentes necesidades.

martes, 27 de mayo de 2008

el nombre no lo dice todo

Tomé una decisión trascendental: cambiar el nombre del blog. Hacía rato... no, desde el principio que me sentía incómodo poniendo nombre y apellido. Cuestión de intimidad, demasiadas películas de espías o lo que fuera, pero me daba cosa. El problema era que mi neurona se negaba a proponerme un dominio que no estuviera ya tomado por alguna otra persona. Hoy se me ocurrió por fin: martinenmoto. Fulero, ¿no? Por eso quedó lamotodemartin. El que entra no le va a encontrar sentido hasta que llega a marzo de 2008, e incluso en ese punto se preguntará "¿y esto?". Pero bue, así quedó.

Hoy no tenía pensado escribir, pero entre mis direcciones de internet acumuladas en "favoritos" vaya a saber uno desde cuándo, encontré una que me ligaba a un tema que me da espina: ¿qué tanto hay de cierto en lo de la aducida arrogancia de los argentinos? Obviamente, tengo mis propias teorías, fruto de mis propias experiencias, lecturas, miedos, aspiraciones, afectos y odios, cualidades y defectos. Los que más agresivamente se han expresado al respecto han sido nuestros parientes latinos más lejanos (en km): los mejicanos. En general, los que han estado en Argentina se refieren a nosotros con afecto, salvo la proporción (igual que en cualquier otro lado) de los que han sufrido alguna experiencia desagradable, de cualquier tipo, no necesariamente relacionada con la gente en sí. Los peores comentarios los he escuchado, insólitamente, de las personas que jamás han siquiera visitado la Argentina, y son los que más autorizados se sienten a hablar. Los argentinos lo hacemos también.
En mi caso, estuve en agosto del año pasado en México para el casamiento de un muy buen amigo (mexicano) con el que siento que somos como hermanos aquí en Alemania. Después de apenas una semana en el D.F. me volví, con los sentimientos más dulces acerca de la gente que conocí. Tienen un don de gente y unos modales hermosos.
Pero volviendo a lo de la arrogancia que se nos adjudica a los argentinos, que me voy de tema. Hace muchos años coleccionaba la revista "Muy Interesante". Hoy me da casi vergüenza porque no es muy científica, pero hay una sección que todavía releo cada vez que voy a casa: la de citas famosas. Una de ellas decía algo así como que el ser humano tiende a criticar lo que le disgusta de sí mismo. En mi opinión, es un efecto muy complicado, y contra lo que uno puede actuar si está conciente de sí mismo y de lo que está intentando juzgar. No soy muy afecto a esa frase de que "no hay que juzgar"; creo que hay que hacerlo, pero con honestidad. Es muy importante usar la misma vara para los demás que para uno mismo. Y ser valiente, reconocer los errores y procurar mejorarlos. Recién después de incorporar a nuestras vidas la firme intención de seguir estos principios, es cuando podemos decir que poseemos aunque sea la perspectiva adecuada y sentirnos mínimamente autorizados a mirar a los demás frunciendo el ceño. Y cuando nos critican, no sirve eso de que "¡ah, porque vos sos perfecto!"; no hace falta ser un virtuoso del piano para detectar una falsa nota.
En fin, además de que los psicólogos ya han justificado con sus estudios que lo que tendemos a criticar es lo que tememos o no nos gusta de nosotros mismos, está el nada despreciable factor de la ignorancia, que nos lleva a prejuzgar, entendiendo como prejuicio al juicio sin averiguaciones suficientes. Si a todo esto le sumamos una boca floja... Por eso mi abuelo decía: más vale quedarse callado y que la gente piense que sos tonto, a hablar y que se saquen la duda.

lunes, 19 de mayo de 2008

Maxi y el lavarropas

Tengo una hermana un poco más grande que yo, y la muy pervertida, después de 3 años de casada, se mandó la cochinada con el marido. Así que ahora tengo a Maximiliano, mi sobrino. El cretino es cabeza dura como el padre, encantador como la madre, y rompepelotas como ambos multiplicados. En 2 años, 11 meses y 13 días se las arregló para domesticarnos a todos; nos falta dar la patita. A los 5 segundos de conocerlo me vomitó encima, y a los 15 minutos otra vez. Maxi 2, Martín 0, por si quedaba alguna duda. Así que dos remeras al lavarropas y todavía ni tenía 6 meses. Si alguien quiere la receta para el coctel de papilla con leche materna avisen.
El caso que ayer intenté hablar por teléfono con mi hermana en Mar del Plata y no hubo caso. El pendejo está empeñado en que la madre le pertenece y cualquier intento de comunicación con el exterior deber ser removido de raíz: arrancando el cable del teléfono, por ejemplo.
Pero tiene sus momentos. Cuando fui a casa en diciembre mi hermana y el marido se tomaron la tarde de vacaciones de paternidad y nos lo dejaron en casa. El pendex se quedó fascinado con el lavarropas y no entendía a dónde iba tanta agua, hasta que descubrió que salía por la manguerita a la pileta del lavadero, y de ahí al desagüe. Helo aquí investigando la cuestión...


En fin, como dice mi mamá: "cuando eras chico daban ganas de comerte; ahora que creciste lamento no haberlo hecho".

miércoles, 30 de abril de 2008

zzzzzzz...

Los lunes tengo que manejar de Múnich a Hinwil (300 km, o unas 3 horas y media), y los viernes de vuelta. En la semana duermo en un hotel que tiene un desayuno bastante pasable, y que queda a 10 km del trabajo, unos 15 minutos en auto.
Este lunes salí de casa a las 6 de la mañana y llegué a la oficina a las 10. Me fui al hotel a las 8 y media de la noche. No dormí lo que debería porque al imbécil de la iglesia del pueblo se le ocurrió anunciar el fin del mundo con la campana: a media noche y a las 6 de la mañana. Ayer, trabajé de 7 y media de la mañana hasta las 9 de la noche. El de la campana no jodió. Hoy llegué a la oficina también a las 7 y algo. Estoy hecho polvo, y como mañana es 1 de mayo y no se trabaja, hoy todavía tengo que manejar esas 3 horas y media a Múnich. Son las 3 y algo de la tarde, me estoy durmiendo y no me puedo concentrar más en nada.
Me voy.
Hasta la semana que viene.

martes, 22 de abril de 2008

¡cucú!

La tierra de los relojes cucú, al contrario de lo que muchos (yo incluido) creen, no es Suiza, sino Schwarzwald, o sea la Selva Negra. Sí, como la torta.
En fin, lo de los relojes fue mi primera decepción. La segunda fue la falta de vacas lilas. La tercera, los 6 euros que me cobraron por una ensalada que no alcanzaba para empachar a un hámster, en un restaurante piojoso. En el trabajo no hay comedor, así que todos los días tengo que dejar un ojo y la yema del otro para apagar los aullidos, bramidos y retorcijones de mi pobre panza y poder concentrarme en lo que hago. Una buena: el litro de súper cuesta 1,25€ en lugar de 1,60€ como en Alemania. Otra es que en el trabajo hay muchos extranjeros, así que hay buen ambiente.

viernes, 11 de abril de 2008

tostadas frías

Estoy de un humor raro. Es que el lunes tengo que viajar a Suiza por trabajo y tengo la sensación de que el lobo que me espera allá se está afilando los dientes. Será ese miedo de no saber exactamente en lo que me meto. Dije que sí sin pensarlo demasiado... mmm... nop, no quiero ir. Quiero estar con mi mamá y que me haga la leche y el miñón con manteca y azúcar (nunca entendí por qué azúcar va con acento).
Qué cosas se acuerda uno en los momentos más insólitos. Cuando era chico mi mamá siempre me tostaba el pan (miñones o flautitas, aunque en caso de falta de abastecimiento por inundación o terremoto se aceptaba pebete) en la cocina a gas sobre la tostadora, que era una simple rejilla sobre una lámina de metal con agarradera de alambre, tan endeble y piojosa que aunque la hicieran de uranio enriquecido no valdría más de 50 centavos.
La cosa que el Martincito se fue haciendo Martín, y mami se rehusó a seguir haciendo las tostaditas para el nene de acuerdo a sus necesidades básicas de nutrición: 14 veces por día. Así que no me quedó otra que aprender a untar la manteca en el pan, espolvorearle el azúcar y todo eso. Al principio era la aventura de prender la hornalla con el Magiclik o los fósforos (¡gracias mami!), pero después ya me dio fiaca, así que decidí no tostar más el pan y mandármelo así nomás. A esto lo llamé tostada fría. Todo un orgullo. Una de mis mejores y más elaboradas recetas.
Evidentemente, la ventaja principal radica en las 0,0000002 calorías que uno se ahorra al evitar semejante esfuerzo físico, con sus riesgos de desgarro, hernias, contracturas y demás. Ni hablar el ahorro de un combustible fósil como el gas, y de la reducción en la producción de CO2 al no consumirlo. La desventaja, evidentemente, es que la manteca habita en la heladera, y el pan ya no está caliente, así que es como untar ladrillo. ¿Alguna vez trataron de untar ladrillo en lugar de manteca? Se complica.
Como ya soy un tipo grande y sumamente inteligente (la semana pasada aprendí a levantar la tabla del inodoro antes de hacer pipí) ahora que vivo solo se me ocurrió dejar un platito la noche anterior con un poco de manteca para el desayuno. A la mañana cuando me levanto ya está blanda y se facilita la historieta.

Conclusión:
Hace unos días me compré una tostadora eléctrica. Odio lavar el puto platito de la manteca todos los días. ¡Encima que me tengo que levantar temprano para ir a trabajar!...

martes, 1 de abril de 2008

¡¡¡con retraso pero llegó!!!

Y sí, llegó el día en que alguien leyó mi bitácora. ¿Cómo sucedió? ¿Qué pasó con internet? ¿Dónde pusieron los dedos para caer acá? Vaya uno a saber. Pero no importa, estoy feliz. Debo, sin embargo, pedir enormes disculpas a mis comentaristas por no haber leído antes sus comentarios. Es que, como se habrán dado cuenta, escribo desde el trabajo y no se hace fácil. Espero sus visitas en el futuro con ansias.

Y para sumar felicidad a semejante momento, agrego lo que por fin llegó también el miércoles 19 de marzo, en un momento de piedad por parte de la nieve en Munich: mi moto. Mi nueva bebota, que se suma a la vieja (mi Suzuki) hasta que tenga tiempo de venderla.


Hasta estuve medio mariposón y me compré un casco nuevo que hiciera juego con la pintura. El único problema hasta ahora fue que una hora después de la emotiva ceremonia de entrega (hasta me ofrecieron café en el concesionario mientras terminaban de revisar los niveles) empezó a nevar y no paró hasta el viernes pasado. Así que recién el sábado pude darle una merecida tunda al acelerador, pero con mesura, que no tiene ni 10 km bajo las ruedas. Espero que haber invertido mi sueldo de los próximos 5.000 años me traiga tantas satisfacciones como con mi anterior amor.

En otro frente, mi jefe me ofreció la oportunidad de ir a Suiza (en una pueblo cerca de Zürich) por 10 semanas para aprender cosas nuevas y colaborar en un proyecto. Hasta me dan un autito para poder moverme, lo cual me hace MUUUUUY feliz. A mi preciosa novia no tanto, pero lo hablamos y esta maravillosa persona me prometió todo su apoyo. Se agradece y se necesita.