miércoles, 30 de abril de 2008

zzzzzzz...

Los lunes tengo que manejar de Múnich a Hinwil (300 km, o unas 3 horas y media), y los viernes de vuelta. En la semana duermo en un hotel que tiene un desayuno bastante pasable, y que queda a 10 km del trabajo, unos 15 minutos en auto.
Este lunes salí de casa a las 6 de la mañana y llegué a la oficina a las 10. Me fui al hotel a las 8 y media de la noche. No dormí lo que debería porque al imbécil de la iglesia del pueblo se le ocurrió anunciar el fin del mundo con la campana: a media noche y a las 6 de la mañana. Ayer, trabajé de 7 y media de la mañana hasta las 9 de la noche. El de la campana no jodió. Hoy llegué a la oficina también a las 7 y algo. Estoy hecho polvo, y como mañana es 1 de mayo y no se trabaja, hoy todavía tengo que manejar esas 3 horas y media a Múnich. Son las 3 y algo de la tarde, me estoy durmiendo y no me puedo concentrar más en nada.
Me voy.
Hasta la semana que viene.

martes, 22 de abril de 2008

¡cucú!

La tierra de los relojes cucú, al contrario de lo que muchos (yo incluido) creen, no es Suiza, sino Schwarzwald, o sea la Selva Negra. Sí, como la torta.
En fin, lo de los relojes fue mi primera decepción. La segunda fue la falta de vacas lilas. La tercera, los 6 euros que me cobraron por una ensalada que no alcanzaba para empachar a un hámster, en un restaurante piojoso. En el trabajo no hay comedor, así que todos los días tengo que dejar un ojo y la yema del otro para apagar los aullidos, bramidos y retorcijones de mi pobre panza y poder concentrarme en lo que hago. Una buena: el litro de súper cuesta 1,25€ en lugar de 1,60€ como en Alemania. Otra es que en el trabajo hay muchos extranjeros, así que hay buen ambiente.

viernes, 11 de abril de 2008

tostadas frías

Estoy de un humor raro. Es que el lunes tengo que viajar a Suiza por trabajo y tengo la sensación de que el lobo que me espera allá se está afilando los dientes. Será ese miedo de no saber exactamente en lo que me meto. Dije que sí sin pensarlo demasiado... mmm... nop, no quiero ir. Quiero estar con mi mamá y que me haga la leche y el miñón con manteca y azúcar (nunca entendí por qué azúcar va con acento).
Qué cosas se acuerda uno en los momentos más insólitos. Cuando era chico mi mamá siempre me tostaba el pan (miñones o flautitas, aunque en caso de falta de abastecimiento por inundación o terremoto se aceptaba pebete) en la cocina a gas sobre la tostadora, que era una simple rejilla sobre una lámina de metal con agarradera de alambre, tan endeble y piojosa que aunque la hicieran de uranio enriquecido no valdría más de 50 centavos.
La cosa que el Martincito se fue haciendo Martín, y mami se rehusó a seguir haciendo las tostaditas para el nene de acuerdo a sus necesidades básicas de nutrición: 14 veces por día. Así que no me quedó otra que aprender a untar la manteca en el pan, espolvorearle el azúcar y todo eso. Al principio era la aventura de prender la hornalla con el Magiclik o los fósforos (¡gracias mami!), pero después ya me dio fiaca, así que decidí no tostar más el pan y mandármelo así nomás. A esto lo llamé tostada fría. Todo un orgullo. Una de mis mejores y más elaboradas recetas.
Evidentemente, la ventaja principal radica en las 0,0000002 calorías que uno se ahorra al evitar semejante esfuerzo físico, con sus riesgos de desgarro, hernias, contracturas y demás. Ni hablar el ahorro de un combustible fósil como el gas, y de la reducción en la producción de CO2 al no consumirlo. La desventaja, evidentemente, es que la manteca habita en la heladera, y el pan ya no está caliente, así que es como untar ladrillo. ¿Alguna vez trataron de untar ladrillo en lugar de manteca? Se complica.
Como ya soy un tipo grande y sumamente inteligente (la semana pasada aprendí a levantar la tabla del inodoro antes de hacer pipí) ahora que vivo solo se me ocurrió dejar un platito la noche anterior con un poco de manteca para el desayuno. A la mañana cuando me levanto ya está blanda y se facilita la historieta.

Conclusión:
Hace unos días me compré una tostadora eléctrica. Odio lavar el puto platito de la manteca todos los días. ¡Encima que me tengo que levantar temprano para ir a trabajar!...

martes, 1 de abril de 2008

¡¡¡con retraso pero llegó!!!

Y sí, llegó el día en que alguien leyó mi bitácora. ¿Cómo sucedió? ¿Qué pasó con internet? ¿Dónde pusieron los dedos para caer acá? Vaya uno a saber. Pero no importa, estoy feliz. Debo, sin embargo, pedir enormes disculpas a mis comentaristas por no haber leído antes sus comentarios. Es que, como se habrán dado cuenta, escribo desde el trabajo y no se hace fácil. Espero sus visitas en el futuro con ansias.

Y para sumar felicidad a semejante momento, agrego lo que por fin llegó también el miércoles 19 de marzo, en un momento de piedad por parte de la nieve en Munich: mi moto. Mi nueva bebota, que se suma a la vieja (mi Suzuki) hasta que tenga tiempo de venderla.


Hasta estuve medio mariposón y me compré un casco nuevo que hiciera juego con la pintura. El único problema hasta ahora fue que una hora después de la emotiva ceremonia de entrega (hasta me ofrecieron café en el concesionario mientras terminaban de revisar los niveles) empezó a nevar y no paró hasta el viernes pasado. Así que recién el sábado pude darle una merecida tunda al acelerador, pero con mesura, que no tiene ni 10 km bajo las ruedas. Espero que haber invertido mi sueldo de los próximos 5.000 años me traiga tantas satisfacciones como con mi anterior amor.

En otro frente, mi jefe me ofreció la oportunidad de ir a Suiza (en una pueblo cerca de Zürich) por 10 semanas para aprender cosas nuevas y colaborar en un proyecto. Hasta me dan un autito para poder moverme, lo cual me hace MUUUUUY feliz. A mi preciosa novia no tanto, pero lo hablamos y esta maravillosa persona me prometió todo su apoyo. Se agradece y se necesita.