lunes, 30 de junio de 2014

ruidos

Hace unos 3 años visité una fábrica de artículos de vidrio en la Selva Negra, en la frontera con la República Checa, y compré una especie de platito largo como de 20 x 6 cm para poner un adorno o algo así en el baño, abajo del espejo. En su momento puse un par de velas de té, y más adelante puse una de esas velitas moldeadas como una flor de color rojo. Una belleza. Tan linda es la vela que nunca la encendí. Y es un hecho que en un par de años esa vela se va a derretir o secar y voy a tener que tirarla.
Es una vela hermosa y da pena usarla, pero es una vela y para eso está. Claro que es decorativa, pero si fuera pura decoración no tendría mecha ni sería de cera. Así que la próxima vez que novia esté en casa la voy a encender, no sea que termine su existencia sin haber brillado. Y así es con tantas cosas.
Un amigo siempre dice que hay que llenar la vida, no el día. Me gustaría "limpiar" mi vida de tonterías que simplemente llenan mi día pero no mi vida, y esas cosas que ocupan espacio físico o mental pero no llenan ningún espacio en el corazón. Me vienen tantos ejemplos a la mente...
No digo que todo tenga que tener un significado ultra metafísico profundo; algunas cosas son simplemente un adorno. Pero hay otras que definitivamente nunca debieron encontrar su camino hasta mi vida. Tendría que haber resistido la tentación de comprarlas porque eran lindas, o porque estaban a buen precio, o porque sí. Ocupan espacio en un departamento que cuesta €4200/m². O sea, una vela de té ocupa una superficie que vale 3 centavos ;)
Esta tarde voy a pintar de blanco la pared enfrente de mi cama. Ex-novia la pintó de ocre hace un par de años y me gustó, pero era otra época. Ahora quiero un color nuevo, que deje a mis fotos lucirse. Quiero volver a lo básico, que las formas hablen. Quiero sentirme en paz. Quiero encontrar mi lugar. Quiero encontrarme a mí mismo. Y para eso necesito un espacio íntimo sin ruidos de ninguna clase. Todos lo necesitamos.