sábado, 23 de enero de 2016

una pálida

Rápido, bueno o barato. Elegí dos.
La leyenda dice que eso contestó el ingeniero en jefe a los de Boeing cuando le pidieron que diseñara el 747 en los años 60. Pareciera que ese dilema se presenta en más de un aspecto de esta vida. No existe, que yo sepa, un país donde la gente respete las reglas y sean cálidos. Y parece que no existe la posibilidad de sentirme bien con una mujer, que me trate bien, que sea más o menos linda. Me pasé las últimas 3 semanas con Novia y comprobé que no puedo relajarme. No importa que lo que me hizo haya quedado en el tiempo, la pared de protección que mi corazón construyó a su alrededor para sobrevivir al 2014 no cayó, y como viene la mano, parece que no va a caer. Lo de que no hay una segunda oportunidad para una primera impresión... era verdad. No es que no lo supiera, pero no sabía que se aplicaba a esto también. El amor que pudo haber nacido fue apaleado y encorsetado como un bonsai, para quedarse chiquito y sin arriesgarse a salir y desarrollarse.
Ya estuve en esta situación, por supuesto, pero era más joven. Uno siempre era más joven. Ahora esa arrogancia de "saber" que se puede volver a intentarlo con otra persona cada vez es más tenue, más realista, menos naïve. Y queda en blanco sobre negro el dilema de negociar qué tan bien puedo llegarme a sentirme con otra persona, a cambio de la seguridad que tengo de sentirme so so con esta. Pájaro en mano o cien volando. Por qué uno debe enfrentarse a este dilema, no lo sé. Pero no es justo. Todos tenemos derecho a ser felices, y aunque Neruda haya encontrado el sentido en lo vivido y lo sufrido, y aunque digan que lo que no mata hace más fuerte, a mi me jode igual y se me están llenando las pelotas de darme contra la pared, como si me sobrara el tiempo, como si no doliera. Quién carajo quiere ser más fuerte; yo quiero ser feliz.
Y ahora la pregunta del millón, esa que ya contesté hace 7 años y me salió el tiro por la culata: me conformo con lo que tengo, o me abro y empiezo de cero.
Las primeras tentativas de charlar de esto con los que tengo cerca se encontraron con algo que yo no menciono de tan obvio que es, y ellos se confundieron con que no lo sabía: que no existe la pareja perfecta. ¡No me digas! ¿En serio? Pucha, qué espanto, quién se lo hubiera imaginado. Así que una mina con el lomo de Megan Fox, que en la cama te haga olvidar de cómo te llamás, que juegue al ajedrez como Kaspárov y que sea más buena y sabia que papá pitufo... y virgen. ¡¿No existe?! Y ahora me avisás...
No jodamos.
La separación todavía no la decidí, peo mucha alternativa no le veo. Ya me ensarté 5 años con una que lo único que lamento de haberme separado, es no haberlo hecho antes. Quisiera que hubiera funcionado, sé que es buena mina, y hasta buena novia, pero si no me cierra, si a mi corazón no le cierra, no hay vuelta. Salvo que esté buscando, como pasa bastante seguido, una familia por encima de otras cosas, una madre para mis hijos, una compañera. Pero busco amor, compenetración, complicidad en la cama, poder perderme en sus ojos cuando surgen momentos románticos. No te digo siempre y automáticamente, pero no debería provocarme dolor de estómago cuando la miro y me acuerdo cómo me dañó. Si no fuera por eso creo que tendríamos una muy buena chance, pero como están las cosas... Igual cuando llegue a Alemania voy a ver cómo me siento, qué me dice el instinto.
Y ahí vamos de nuevo, arrastrando la decisión. No aprendo más.

viernes, 1 de enero de 2016

volví

Cómo me gusta escribir. Y leer. Y ya que estamos haciendo lista, también me gusta dormir, pero desde hace días que el calor del recién estrenado verano marplatense, las alarmas y el desfase horario se asocian ilícitamente para hacérmela bien difícil a la hora de dejar que Morfeo me parta el mate. Hasta me duele la cabeza y estoy más estúpido que de costumbre por la falta de sueño. Cómo me gustaría dormir.
Leer, decía. Cuando era más chico permanecía horas en el comedor de casa mirando libros, enciclopedias, diccionarios, lo que sea que pudiera encontrar para contestar las preguntas que tenía de qué había en el mundo y de cómo funcionaba. Julio Verne, Asterix y Obelix, Los Felices Hollister, tratados del tema que sea, bibliografías y todo lo que el recién construido edificio de la biblioteca municipal en 25 de Mayo y Catamarca pudiera albergar, con sus cajones de madera llenos de tarjetas para encontrar por tema, autor o título. Acumulé más horas ahí en invierno que en la playa en verano. Y también miraba chicas, solo o con mis amigos.
Ahora estoy en mi pieza y a punto de acostarme, a iniciar el centrifugado nocturno de 3 ó 4 horas hasta que concilio el sueño. Hace días, y sospecho que el calor es solamente una excusa, que me cuesta horrores quedarme dormido, y mirando a la calle desde mi ventana meditaba sobre el asunto y creo que sé por qué: estoy perdido. Muy, muy, muy perdido. No tengo un trabajo al que renunciar; el lugar donde "vivo" no es un lugar para vivir; Novia, con su revelación y viaje y comportamientos, está tecleando desde que le di la etiqueta de tal; económicamente estoy holgado y hasta podría invertir en un par de cosas; tengo un currículum impresionante que me tendría que permitir conseguir un buen trabajo... En fin, el terreno está preparado para pasar la página en más cuestiones de las que me parece que soy capaz de apreciar. Me da miedo, y el miedo es una mierda, una cagada de consejero, un saboteador profesional, un amigo envidioso. Tengo que digerir esto, y quisiera hacerlo lo más rápido posible y sin paralizarme. No quiero que se me pasen las oportunidades. Hice lo que fui a hacer, ahora quiero sentar cabeza, formar familia, fumar en pipa.
Estoy sentado en mi cama, sacándome las zapatillas y a punto de ir a lavarme los dientes. En dos días llega Novia. Me pregunto cómo me sentiré. Por ahora me siento en casa. Me siento mucho mejor que en Sicilia, que no es poco ni sobreentendido. Es que estoy en casa y a eso no hay con qué darle. Casa. Estoy en casa.
Estoy en casa.