viernes, 24 de febrero de 2017

11 segundos luz

Digamos que esta mañana nació un bebé, y en dos años ya es capaz de caminar a unos 5 km/h. Y sale a dar una vuelta. Y no vuelve. Y va, y sigue, sin parar, las 24 horas del día, los 365 días del año, hasta que muere de viejo a los 76 años, que es lo que dicen las estadísticas que vive un hombre nacido en Argentina. En ese tiempo va a haber recorrido 3 240 000 km. De hecho, 3 meses antes de cumplir los 11 años va a haber pasado por la luna. De llegar a Marte ni hablar; tardaría otros 1200 años en el mejor de los casos, cuando Marte alcanza su oposición respecto al Sol.
Esto y muchas otras cosas se turnan en mi cabeza para acceder a la capacidad de cómputo de mi cerebro. No para. Todo el día estoy preguntándome cosas, algunas más relevantes, otras académicas, y buscando respuestas. Es agotador. Fascinante... pero agotador.
La nostalgia es una de las características de las personas propensas a la depresión, y en mí no falta. El comparar mi vida con la de otros, tampoco. Claro, hay otros que tienen cáncer, viven en Sierra Leona o están en guerra, pero oh sorpresa no es en esos en los que pienso. Un fotón tardaría 11 segundos en cubrir esos 3 240 000 km. En esos pienso: en los que encontraron a su otra mitad, que no tuvieron que comerse 2 horas y media en el 54 para ir del trabajo a las clases nocturnas en la facultad. Los que no viven en Alemania. Los que están cerca de su familia. Los que se van a acostar a la noche con un mínimo de sensación de haber hecho algo por el prójimo o por el mundo. Y sobre todo, pero todo todo, pienso en los que se sienten amados.

jueves, 16 de febrero de 2017

la vida en moto

No hace ni tres semanas que escribí acá la última vez. Pensé que hacía más, y ya me estaba sintiendo culpable, como que lo tenía abandonado el asunto.
Pero hubo buenos motivos. Desde que llegué a Múnich estuve enfrascado en ver si podía organizar un recorrido en moto para los clientes de una empresa que se dedicó por una década a esto, hasta que el año pasado el dueño y alma del asunto murió. Él era el que convocaba, el que ideaba y el que realizaba los recorridos, y a pesar de los precios la gente viajaba. Lo conocí hace casi dos años y cuando vio que yo andaba mucho en moto por acá y por muchas áreas donde llevaba a sus clientes, más el hecho de que yo estaba trabajando para la empresa que fabricaba las motos que él conducía, me propuso formar parte del negocio. El año pasado empezamos a elucubrar juntos un modelo que nos permitiera bajar costos y expandir el mercado, pero cuando las cosas iban encaminadas tuvo un infarto y simplemente se fue. Esto, además de dejarme laboralmente sin perspectivas, también me afectó en lo personal, porque era un tipo muy querible y con el que era un placer tratar.
Al contrario que la mujer.
Por esas vueltas de la vida la mujer recibió una empresa vacía, sin activos tangibles prácticamente (la flota había sido vendida para renovación), pero con una base de clientes interesante. Así que en enero la contacté y desde entonces estuve tratando de organizar un viaje, algo que nos permitiera ponernos a prueba como equipo de trabajo. Lo interesante de esto es que lo que uno pensaría que es estresante fue lo interesante, mientras que lo que tendría que ser sobreentendido se transformó en una ridiculez.
Para trazar un recorrido uno tiene que tener en cuenta tantas cosas: el tamaño del grupo, los que lo integran, la geografía, el clima, la disponibilidad, calidad y precio del alojamiento, las atracciones, y un largo etcétera que cuando uno lleva muchos años haciéndolo se transforman en intuitivo y ya ni las tenés presentes en forma consciente. Pero hace falta mucha experiencia, y eso es raro, caro y en general simplemente no está disponible. Hablar un par de idiomas ayuda mucho, y saber tratar con clientes ni hablar. Y contrario a lo que indica el sentido común, esta mujer no solamente no lo vio, ni siquiera cuando se lo deletreé, sino que gastó toda la energía (la suya y la mía) en intentar establecerse como la referente en la materia. También intento venderme que era el alma oculta de la fiesta cuando su pareja hacía el negocio, la que digitaba todo desde atrás de bambalinas.
La confianza implica tomar decisiones sin experiencia. Pocas veces uno conoce con precisión todas las consecuencias e implicaciones, pero uno tiene que tomarlas. Hay una porción de datos que uno tiene y el resto se asumen basado en la experiencia. Cuando uno no conoce a alguien y tiene que confiar en su criterio, corre riesgos. En mi caso y después de apenas 3 semanas me empecé a dar cuenta que no era confianza en sus capacidades lo que me harían trabajar con esta doña: sería estupidez. Llana y sencilla. No es pecado no saber, pero sí hacer como que se sabe; el efecto Danning-Kruger. Llegó un punto en que tuve que empezar a barajar la idea de que ella en su cabeza está honestamente convencida de que puede hacer esto. Pero como no le llegué a tomar bronca, espero que le caiga la ficha antes de que le cueste demasiado caro. Porque al no poder vender esos intangibles de la empresa lo antes posible, está sangrando valor como una degollada. Y no lo asume. Pero lo me encendió la luz roja en mi sistema límbico fue más que nada que la agarré mintiéndome, y no una sino en varias oportunidades, y en cosas en las que básicamente no tenía necesidad, eran fácilmente comprobables o se apoyaban en que el que las dijo (el marido) se lo dijo sólo a ella y en oposición a lo que me expresó el a mí directamente. Y en casi todos los casos eran mentiras que implicaban hablar mal de alguien.
Por mi parte, estoy planeando viajes y yendo en la dirección que me había planteado con él. Clientes potenciales tengo, gente que me conoció haciendo lo que ellos están dispuestos a contratar, y también tengo muchísimas ideas para sacar esto adelante y amigos apoyándome. Y con respaldo económico también cuento, que no es un dato menor. No es que me sobre, pero algo tengo ahorrado.
Así que acá estoy, por fin encaminado después de andar tan perdido. De veras que me perdí, en algún punto del camino me solté la mano a mí mismo y empecé a dar vueltas como un bote sin timón. Ahora lo que necesito es encontrar pareja. Me encantaría encontrar amor romántico, una linda relación con ella, donde quiera que esté.