jueves, 28 de febrero de 2013

vuelta a empezar

Yo era (soy) tímido. Acercarme a una mujer por la que me siento atraído y generar conversación de la nada era tan fácil como afeitarle los huevos a un tigre. Nunca soporté la mediocridad y cortejar a una mujer que no muestra interés por el simple hecho de tener hormonas nunca fue mi rasgo más saliente. Acostarme con una mujer sin sentirme unido mental y sentimentalmente me resulta tan interesante como escuchar un partido de ajedrez por radio. Sin comentarista.
Es así como, una vez de tantas, rechacé la oferta para subir al departamento de una compañera de trabajo a la que alcancé hasta su casa una de esas noches de verano marplatenses que no cambio por nada. Y la señorita en cuestión, a todos los efectos prácticos salvo el nombre, era una Megan Fox. No fue timidez o de puritano; fue amor propio. Esa chica me gustaba demasiado como para usarla. Yo quería más y sabía que acostarme con ella iba a romper una burbuja que nunca más se iba a generar. Me iba a rebajar a mí mismo y a ella. Señoras y señoritas, una perla: los hombres piensan con el pito, pero cogen con la cabeza. Que no hay nada más lindo que el sexo con amor es una trivialidad que, de tan obvia, ya no solamente ha pasado al olvido, sino que se tilda de estúpidos a los que lo cultivan. Pero si además de amor hay un entendimiento, una complicidad entre dos personas, coincidencia, comunicación verbal y no verbal, y todas esas cosas que para mí son esenciales en una relación de pareja, entonces no se limita a tocar el cielo con las manos: tocamos las estrellas. En comparación, el sexo no se despega 10 centímetros del suelo. No es que no me guste, es que, honestamente, da para más.
Es así como mi cabeza me dijo que esto no daba para más, y me separé. Poco o nada de comunicación, desentendimientos que van mucho más profundo que el idioma, falta de ganas de ir más allá de los límites aprendidos. No reparto culpas ni niego responsabilidades. Vivir con un deprimido es un sopapo que nadie se merece, pero los hechos están a la vista y negarlos fue estúpido y me salió caro. Lo menos que me debía era efectivizar algo que tenía decidido hace mucho tiempo, pero que no quería aceptar. Lo hice rápido y lo más explícito e indoloro que pude, pero no hay buenas palabra para malas noticias.
Ahora que la tormenta ya pasó estoy más que satisfecho con el paso que dí y con el alivio que siento. Le deseo lo mejor y que encuentre alguien más adecuado para ella. Ojalá yo encuentre a alguien que pueda llenar el vacío, aunque ahora necesite un período de luto.
Obviamente, estoy solo y un poco molesto con la vida. Ya sé que la mano que me tocó no es la peor, pero te cambio tres de mis cuatro ases por una reina.

4 comentarios:

Irantzu dijo...

Poco que decir porque ya lo sabes todo. Son decisiones necesarias, como tomarse un remedio amargo. El mal sabor irá pasando de a poco. Abrazo.

Martín dijo...

el mal sabor lo tenía de antes, ahora la sensación es más de alivio. Incluso en el trabajo estoy mejor y más animado. Gracias por pasar.

Ashiku dijo...

Tenías demasiada culpa, agradecimiento y sentido del deber en esa relación. Pero nada alcanza para suplir al amor, si no está, te agota y te chupa la energía.

Martín dijo...

Ashiku, no sé cómo se me pasó tu comentario, mil disculpas.
Gracias por lo que decís, creo que es exactamente lo que pasó =/