viernes, 22 de diciembre de 2023

algunas respuestas

Como hace unos meses que disfruto de una cierta tranquilidad y rutina, y seguramente de un par de personas indicadas con las que filosofar, estoy empezando por fin a encontrar respuestas a algunas de las muchas preguntas que me surgen constantemente.
Una de las más importantes: ¿por qué me gusta una determinada mujer y no otra? ¿Cómo es que no cuadra esa recriminación que tantos me hacen respecto a que soy muy selectivo? O peor, que busco exclusivamente minas muy lindas.
Algo que no se puede elegir es lo que a uno le gusta. Te gusta algo y no te gusta el resto, y listo. No salgo con minas que fumen: es como besar un cenicero, un asco total. No salgo con hombres: tienen pito, y con el mío me es suficiente. No me gustan las gordas; la gordura es un reflejo de debilidad de carácter, y todas las excusas del mundo no me han movido de mi postura al respecto. Yo también estuve medicado, conozco gente con problemas hormonales, de tiroides, deprimidas... y lo único que interesa es el balance entre lo que entra al cuerpo y lo que gasta. El resto es pirueta semántica, tolerable en un infante preescolar que está descubriendo los límites de los adultos que le dan forma a su vida, patético en cualquier adolescente, ni hablar un adulto legal. Aprecio y admiro la inteligencia, la necesito en cualquier interlocutor, y la conversación es la herramienta que nos posibilita el tesoro más grande que uno puede acumular: la conexión. De ahí sale el mejor sexo, efecto nada despreciable. Aprecio y admiro la belleza, pero acá tengo que dedicarle un párrafo.
Mi mundo de chico era una porquería. Nací en un hogar en plena desintegración, con dos padres que estaban a punto de divorciarse y que finalmente lo hicieron cuando cumplí 4. Me hacía pis encima y en la cama. Me trataban para la mierda en el colegio. Soy inteligente, sensible y delicado; jodida combinación. Pensemos por un segundo en los opuestos: pelotudo, que no me entero de nada y lo poco que me entero, me resbala, receta de manual para ser feliz. Eso hizo que, para compensar lo terrible que me parecía y me parece el mundo, lo compense con nichos de belleza: mi dormitorio, la fotografía, mi profesión (2+2 es 4 acá y en la China, si sos zurdo o de derecha, mujer u hombre), mi perro... y en lo posible, mi novia. Mi novia, la mujer que esté conmigo, a mi lado, cerca, tiene que ser medianamente linda. Tiene que hacerme sentir paz, para de alguna manera calmar la tormenta constante que se sucede en mi cabeza, como la Gran Mancha Roja en Júpiter, que ahí anda dando vueltas desde hace más de 3 siglos. Ese efecto, en realidad, es el que busco en muchísimas cosas de las que hago. Lamentablemente, para que una persona, una mujer, en este caso, me provea de eso, un factor enorme es una cierta belleza, que no consiste simplemente en tener un lindo culo y esas cosas, sino en lo que proyecta. Una simpleza, una falta de historia (en mi cabeza, por lo menos), una cierta tranquilidad... no sé, es difícil de poner en palabras.
Otro factor que merece su propio párrafo es que sea fina. Esto último, de hecho, lo descubrí hace apenas una década y lo subestimé hasta hace poco. No pensé que fuera tan importante y medio como que no le presté atención, pero ahora me doy cuenta de que cuenta, y mucho. Que no sea grosera, que tenga modales, que no sea barata... incluye incluso cosas como que no sea promiscua, porque, como escribió una vez alguien, el sexo implica automáticamente perder un poco la dignidad. Y el único motivo que yo veo para puentear eso es el amor, en cuyo caso creo que no, que no se pierde ni un poquito de dignidad.
De lo mucho o poco que uno puede descular inicialmente por simplemente mirar a una persona, la belleza y la delicadeza de modales (lo fina que sea) son los 2 factores que me atraen de una mujer. Si están esas dos cosas, me empeño en conocer el resto de lo que busco en una pareja: la inteligencia, la ironía, la calidad como persona... Ahora que lo pienso, iba a poner "calidad como ser humano", pero como tengo a Perro, no estoy seguro de que eso englobe todo lo bueno que uno puede tener en su carácter. Pero claro, una mujer no es un perro. Por suerte. Sin menospreciar a una u otro.
También creo que tengo un mejor entendimiento de por qué estoy solo, más allá de un conformista "porque soy demasiado exigente". A ver: si busco una rubia de ojos celestes en Estonia o Suecia, se diría que soy conformista, pero si vivo en Bolivia... Entonces, buscando exactamente lo mismo, a uno se lo cataloga de diferentes maneras. Supongo que es aceptable que me digan que baje el copete, o que me adapte... Ok, ponele.
El problema radica en que lo que describí último sobre buscar una rubia es solamente un ejemplo gráfico para presentar el problema. Lo que busco en una mujer, además de lo que vengo parloteando en esta entrada, es que tenga determinación, independencia de pensamiento, valores, formación, algo de mundo y no que viva en una pompa de jabón. En Europa esto es fácil, mientras que acá, en el culo del mundo, y un culo del que el mundo apenas se entera y viceversa, se torna mucho más difícil. Mucho más difícil. En el interludio entre mi relación de 5 años y la que siguió 18 meses después, que duró 3 años, debo haber salido con 20 o 30 chicas, de las cuales apenas invité a salir a un par. El resto simplemente o me invitaron ellas, o surgió naturalmente el encontrarnos a cenar o charlar en algún contexto. Acá eso es casi impensable. Sucedió así con la cardióloga, y resultó ser una imbécil infradotada sin la menor idea de la vida o de cómo llevar adelante una relación romántica, en su caso, con un hombre. No quiero extenderme para no mostrar la hilacha de lo mucho que me molestó ese episodio de mi vida, pero me molestó mucho. Se nota igual, ¿no?
Y desde entonces, de hecho, desde hace ya demasiados años, vengo sin atraer a nadie como a mí me gustaría. O no me enteré. O no me gustaba. Como sea, estoy solo y me aterra seguir así. Ayer desayunaba con un amigo, Ventanas, y en algún momento me dijo que no cambiaba más porque me dí vuelta a mirar una chica que pasaba. Lo que él no sabe, porque le cuesta mucho leer a las personas más que para reafirmar sus sospechas negativas, es que estoy desesperado, desahuciado, me animo a decir sin miedo a exagerar o dramatizar. Creo que hasta contengo la respiración cuando veo pasar una mujer, a ver si se da vuelta y por algún puto giro del destino surge algo. Me duele físicamente cada posibilidad perdida. Siento como si pasara el corazón por un rallador de queso. Es feo, y he aquí otra respuesta a por qué estoy solo: porque no tengo en mi vida un pool de mujeres de donde "pescar" algo. Aparentemente soy de los que pescan en una pecera. Soy tímido, no puedo encarar mujeres en un bar, tampoco creo que ese sea el ambiente propicio, y tampoco voy a bares. No voy a la facultad, no estoy en una oficina con compañeras de trabajo, no tengo un negocio donde vengan clientes de la zona... No sé, no le veo la vuelta a este asunto. Una veta es que algún amigo me presente a una amiga de la novia o algo así, una prima, esas cosas, pero no se ha dado.
Como siempre, estoy en un café con mi compu portátil que se le está acabando la batería, así que hasta acá llego. Hej då.

domingo, 17 de diciembre de 2023

de cómo cruzar la calle

El fin de semana pasado vino un amigo de visita, Gerente, alguien en el que me veo forzado a pensar para no sentirme tan mal acerca de mí mismo cuando siento que mi vida es un desastre y he tenido mala suerte o/y una serie de muy idiotas decisiones. No me gusta hacer eso, pero a veces siento que tengo que parar la caída anímica de alguna manera. Es algo en lo que insistía mi abuela materna ("no te quejes, que hay otros que están peor", como si eso fuera un motivo de alegría) y con lo que no estoy de acuerdo, pero a fin de cuentas soy un pequeño humano después de todo.
¿Que cuál es el tema con Gerente? Que tanto su madre como su padre pasaron por 3 matrimonios. Ella todavía vive y después del tercer divorcio por fin entendió y no volvió a casarse, mientras que el padre, aún casado con la última esposa, falleció hace pocos meses dejando un historial de alcoholismo, violencia familiar tanto hacia sus 3 cónyuges como hacia sus hijos y un notable desprecio hacia Gerente; admito que no sé si era generalizado, hacia todos los hijos, o solamente hacia él. El hermano, mientras tanto, un par de años más joven y, da para sospechar, resultado de estos mismos padres, se pegó un tiro en la cocina de su casa hace 3 años, para estas fechas, dejando una esposa y 3 hijas de entre 5 y 8 años.
Esos son parte de los ingredientes nada envidiables que hacen a Gerente. Algunos de los efectos son que sufre de una ansiedad monstruosa y un muy tenue asidero de la realidad, lo que lo lleva, entre otras cosas, a desarrollar opiniones "únicas", por decirlo delicadamente, y que derivan en una cierta arrogancia a la hora de expresarlas y defenderlas. Por ejemplo, no le gustó Venecia: "muy desordenada". Andá a cagar.
La cosa que salimos a caminar, y a las 3 cuadras empezó a corregirme cómo tengo que cruzar la calle. Unas 10 cuadras más tarde logré que se calle, no sin antes llenarme la cabeza con una serie de sus observaciones; así, con el pronombre posesivo "su/s", porque es justamente lo que hace la diferencia marcando la distancia con la realidad. La ignorancia es entendible y casi aceptable porque vive en Argentina, donde es muy difícil aprender del ejemplo. La norma escrita existe y es esencialmente idéntica a la de Alemania o Suiza; el asunto está en la práctica, totalmente disociada de la teoría, al punto de que los argentinos no solamente no siguen las reglas, tampoco las conocen y en demasiados casos ni siquiera saben que existen semejantes cosas. O peor: las reglas son para los otros, o para los boludos. Divino. Y no se las enseñan a los hijos, por supuesto. Cualquier chico de 11 años sabe perfectamente los colores de los sables láser de cada personaje de La Guerra de las Galaxias pero no saben cruzar la calle civilizadamente.
Yo sí, y si alguien me conoce (él, por ejemplo), debería saber que habiendo vivido en Suiza o Suecia sé cómo cruzar la calle. También, sabiendo las historias de Rosa Parks o de San Martín, uno tiene que aprender de esos ejemplos y defender lo que es correcto, no a pesar de sino justamente debido a los riesgos y las dificultades. He tenido esta discusión infinidad de veces, aunque a niveles menos ridículos y curiosamente con gente más ignorante, y ya aprendí que en definitiva se trata de que los demás no se sienten cómodos viendo que yo defiendo lo que es correcto y dejo atrás un mundo mejor de lo que estaría si me comportara como me piden, mientras ellos se dejan amedrentar y contemporizan con la mediocridad imperante. Y creo que ya lo dejé claro otras veces: lo de mediocre, en este contexto y como están los argentinos, es un cumplido.
Gerente, entre sus muy pobres excusas para su comportamiento (usando toda una contorsión semántica para no asumir que se resume a una sola cosa: miedo, basado en su ignorancia y su paranoia) niega que la cosa haya mejorado, como yo le mostré. Repito: se lo mostré. Los autos hoy en día frenan cuando te mandás a cruzar la calle. Alguno, cada vez menos, protesta, pero eso es todo. Hay que hacerlo con cierta sutileza, siguiendo algunas reglas no escritas: tener en cuenta quién maneja, la distancia, la velocidad, si efectivamente las leyes de la física le permiten frenar, su tiempo de reacción, si viene al teléfono (la mitad) o si el auto es de varias décadas de antigüedad... no sé, hay factores. Si es hombre o mujer, por ejemplo, influye en el hecho de que las mujeres son más taradas a la hora de frenar de pronto, se congelan más fácil, mientras que los hombres son más reacios a dejar pasar a otro hombre (sienten que su estúpida hombría está en tela de juicio), mientras que se les dispara la amabilidad a la hora de dejar pasar a peatonas. Nótese que dije "dejar pasar", no "respetar la prioridad". La semántica importa. Es muy triste que la gente crea que el conductor tiene la facultad de "dejar pasar". Como tal, es tarea de uno anticipar que puede haber peatones que quieran cruzar en el próximo cruce y comportarse en consecuencia para respetar su prioridad. El conductor no "deja" nada; hace lo que dice la Ley y punto. La Ley. ¿La qué?
Y ahí estuvimos, perdiendo 20 minutos de nuestras vidas, Gerente defendiendo arrogante e ignorantemente algo tan obvio como indefendible, y yo tratando de que entendiera que, si no quiere aceptar los riesgos y contribuir a mejorar esta sociedad, por lo menos puede dejarme a mí tranquilo con el tema. Ni siquiera le pido que admita la realidad, solamente que se calle y se deje de joder.

domingo, 26 de noviembre de 2023

el silencio

 Hay silencio en mi vida. No voy a dramatizar siguiendo esa oración con algo tipo "hay demasiado silencio". Pero hay mucho silencio. No en decibeles, sino en importancia. Mi vida en este momento no es importante, o sea, no es relevante. Me muero y el mundo sigue girando; nadie se va a enterar por una semana. Y si bien es una prueba difícil de pasar sin deprimirse, con algo de inteligencia puedo dedicar el tiempo de ocio a leer libros y pensar en mi vida, pero productivamente. El peligro conmigo en este asunto de pensar es caer en un círculo donde simplemente me quejo sin proponer ninguna solución, pero lo que estoy tratando de hacer es pensar en los por qué de mi situación, para tratar de tomar las riendas y no repetir errores, si fueron míos, o deshacerlos, si fueron de otros. Case in point: el acoso y el maltrato que sufrí en la escuela por parte de mis compañeros cuando era chico. Ya en jardín de infantes me desayuné con que la mayoría de las personas son estúpidas, y algunas incluso malas. Ya lo mencioné, pero los peores, por contraintuitivo que suene, son los estúpidos, porque son inimputables. Esos no se los corrige con reglas; a los malos, sí. Con reglas y control, y cuando no las respetan, castigo en forma de multas o cosas así. Los estúpidos son incapaces de adoptar las reglas, por eso los alemanes apuestan a la educación más que a la imposición a la hora de adoptar reglas. Tienen una población inmunda a mi entender, pero educada. Eso lo reconozco y lo admiro.
Pero me voy de tema.
El asunto es que de chiquito, con mis dendritas apenas formándose, adopté el paradigma de que los humanos me resultan peligrosos, poco confiables, dañinos. Me acuerdo en la colonia de vacaciones, tendría unos 6 años, estábamos jugando al fútbol (no me acuerdo si yo era parte del juego o me quedé al costado mirando) y empezó a llover. El lugar era enorme, tenía canchas de rugby, fútbol, piletas, quinchos varios... gigante. Así que cuando empezó a caer agua todos salieron apurados al comedor del lugar, bajo techo, y yo me encontré solo, al costado de la cancha y con la pelota. Yo no era gran cosa jugando así que raramente me pasaban la pelota, y por eso rara vez la tocaba. Y ahí estaba, solo, en paz, con la pelota, mojándome mucho. Pasaron 20 minutos y la sensación de paz era abrumadora, dulce, intoxicante. Y adictiva.
No creo que ese haya sido el primer episodio, pero me marcó. Acostumbro ubicarme al costado de los lugares donde haya mucha gente, la espalda a la pared, lejos de los ruidosos e impredecibles, de los burlones. Esos no los entiendo, no me gustan para nada. Schadenfreude. Horrible.
Mal comienzo.

Hay un segundo rasgo que desarrollé ya desde chiquito, y no sé exactamente cómo describirlo, o por lo menos no tan bien como el miedo a los demás: la necesidad de cariño. O de amor, o de reconocimiento, o de aceptación. Eso: de aceptación. Es que llamar a esto inseguridad o complejo de inferioridad o baja autoestima me parece que apenas rasca la dimensión del asunto. Mirando para atrás, creo poder explicar cada gusto o afición que tengo como la búsqueda de oportunidades para hacer algo bien y que me haga más aceptable a los ojos de los demás, o aunque sea de alguien. Lo más triste es que a estas alturas estoy persuadido de que aspirar a eso es una locura, que nadie jamás va a poder verme con buenos ojos. Simplemente no soy merecedor de amor o admiración. No me refiero a una admiración tipo Messi o Elon Musk o Taylor Swift. Es algo más íntimo, más low key, más humano. Con que alguien admire mi fotografía estoy más que conforme. Pero cada vez que recibo un cumplido cierro un poco los ojos buscando motivos ulteriores.
Esto ya lo conté pero acá va de nuevo. Una vez, mi terapeuta alemán, que era un capo, actuó lo que pasaba en mi cabeza cada vez que recibía un cumplido o un elogio de alguien:
- "no sabés la cantidad de veces que lo hice hasta que salió así",
- "cualquiera puede hacerlo",
- "no es tan bueno como vos creés",
- "no sabés del tema, por eso te impresiona",
- "algo querés de mí para decir eso",
- "en todo lo demás soy un desastre",
- "fue suerte".
Eran 7, y raramente me las acuerdo todas. Creo que eran esas.
Como dije, el muy guacho no me las dio en una listita: las actuó. Para que me quede bien claro lo estúpidas de mis excusas para no aceptar un puto elogio. No funcionó completamente, pero ayudó a por lo menos reconocer lo que ocurre cada vez que estoy en esa situación. No podía erradicar el problema porque lo de no admitir cumplidos es un síntoma del problema, no el problema. Y el problema no pudimos solucionarlo porque el tipo se concentró en sacarme de la depresión y que no me pegara un corchazo, y para cuando más o menos lo había logrado, me vine. Lástima.

Para estos dos temas tengo 2 soluciones, y no sabía que existían esos dos problemas hasta que hice terapia, y no terminé de entender su origen hasta que no surgió esta etapa de silencio en mi vida y pude rumiar sobre el asunto. Esas dos soluciones tampoco sabía que tenían que ver con esos 2 problemas, pero así es. Por un lado, Perro. Perro me abre puertas, le caigo 10 veces mejor a 10 veces más gente. Y como es una extensión mía, y en gran parte mi obra (yo lo crié y lo formé y lo eduqué), realmente me siento merecedor de los elogios que la gente le hace abiertamente. Por otro lado, no tengo la moto para mostrarle al mundo que "la mía es más grande" (aunque sea un efecto colateral apreciado en algunos casos puntuales), pero sí para alejarme de los humanos. Cuando estoy en la moto, es mi superpoder. Soy Batman. Estoy más allá, me muevo en otro plano y, sobre todo, soy inalcanzable, intocable. Y ahora me doy cuenta de por qué me afectó tanto el que me la lastimaran la semana pasada.

No sé cómo redondear y cerrar esto. Estoy demasiado molesto con lo que pasó y lo que me va a costar dejarla bien otra vez, y ni hablar de lo económico, aunque soy lo suficientemente realista como para apreciar mi situación y estar lidiando con esta estupidez y no con un tumor o unos idiotas con bandana verde o del color que sea, entrando a mi casa y degollando a mi familia.

lunes, 20 de noviembre de 2023

y andar en moto

Andar en moto también tiene valor. Y te la hacen difícil, tirando a imposible. Argentina agarra cada pequeño nicho de la vida donde creés que podés tomar distancia de la mierda en que se ha convertido, o que más probablemente siempre fue, y lo arruina, lo infecta, lo contamina. Te cobra impuestos usureros, te pone trámites inútiles, repetitivos, e injustificablemente caros, te roba, te viola, dispone de tu tiempo, y cuando eso no alcanza te tira un idiota encima. O por detrás, como ayer a las 9:45 de la mañana camino a mi trabajo, parado en un semáforo, sin ninguna posible culpa como se lo mire. Reemplazar el silenciador va a ser casi imposible y lograr que el seguro de ese idiota lo pague, imposible². La puta madre que lo parió. La actuación de la policía fue, por ser generosos, patética. Uno no zafaba pero fue tolerable, por lo menos no molestaba. La otra... hacía que la misoginia pareciera un concepto injusto pero no por cruel sino por ser demasiado generoso y tolerante, por darles demasiado crédito. Difícil justificar el cambio de paradigma que buscan las mujeres cuando piden que se las tome en serio, si dejan que ejemplares como esa imbécil salgan a la calle sin una mordaza que por lo menos lo deje a uno dudando de si es estúpida, en lugar de sacarse todas las dudas en los primeros 2 segundos de haber abierto la boca. "El seguro te paga todo"... menos mal, ahora sí me quedo tranquilo. Que la moto tenga un valor subjetivo y objetivo que tiene nada de nada que ver con lo monetario, a esa ameba se le escapa totalmente. Los esfuerzos y sacrificios que hago para seguir teniéndola, en condiciones de marcha y cumpliendo los requisitos legales, también. Maldita imbécil, ojalá te trague la tierra. Y la reputísima madre que lo reparió al malnacido ese que manejaba el VW Gol que me chocó. Cuando le pregunté qué pasó, me iba a decir lo que estaba haciendo para no verme, pero como estaba el policía al lado se interrumpió y nunca completó la oración. Maldito pedazo de mierda.
Llevé la moto de vuelta a casa, la metí en la cochera, y mañana veremos qué dice el seguro. Por lo pronto, conseguir ese silenciador en particular va a resultar en una búsqueda del tesoro. Después vendrá el tema de lograr que llegue a mis manos.

Kahu. Sigo con esa palabra, me encanta. Caracteriza tan bien lo que somos Perro y yo que vuelvo una y otra vez a la palabra. Y ahora que la tengo en mi vocabulario me cuesta más aceptar términos como "dueño" o "mascota". Incluso me pasa que me encuentro en la calle y alguien le chista a Perro y a mí me dan ganas de decirle "¿qué te pasa?, no lo trates como si fuera un perro". Es un perro, pero al mismo tiempo es más que un perro en el sentido quizás algo despectivo del término. Algo que me saca especialmente es cuando le dicen "juera"; ahí me dan ganas (y lo he hecho) de acercármeles y gritárselos en la cara. Me encanta el efecto que tiene.
En resumen, Perro es lo mejor que tengo y el valor que tiene en mi vida probablemente es fuera de proporción, y cuando tenga novia pierda algo de ese halo que le creció. Espero que no, pero creo que sí, que va a suceder. Por ahora, lo quiero como a nada en mi vida. Ojalá viviera 1 minuto menos que yo. Así sabría que no sufrió mi ausencia y tendría el delirio de encontrármelo del otro lado.

lunes, 6 de noviembre de 2023

sin dormir

Me despierto de otra siesta que nunca dormí y desde la cama veo la pared del pasillo donde mi mamá colgó mis tres diplomas: el de la carrera de grado, el de la maestría y el del doctorado, los tres con honores. Hoy cambio sábanas y toallas, repongo lamparitas quemadas, hacho leña y tomo reservas para mis puhkemajad (porque, aparentemente, en estoniano la "d" es para el plural). No me molesta para nada lo que hago, al contrario, me encanta, y mucho menos me molesta haberme quemado las pestañas en los estudios. Amé cada segundo y mataría porque el resto de mi vida se tratara de aprender más y dar exámenes para saciar mi síndrome de overachiever. Pero a medida que se asienta la soledad y consigo lidiar con los problemas y acomodo o adapto mi nicho a las necesidades de mi vida, la falta de amor se hace más patente. Me doy cuenta de cómo los objetivos que llenaban mi vida de 8 a 17 en otras épocas y todos sus satélites, y que llenan la vida de miles de millones de personas en todo el mundo, son en realidad vacías. A quién carajo le importa si entregaste un proyecto a tiempo, respetando el presupuesto y sin que se mate nadie, si cuando te morís lo único que queda, como máximo, es una plaquita con tu nombre o tu firma en un formulario en un sótano de algún organismo público que tuvo que aprobar algo. ¿Diseñaste un Pagani Huayra II que rompió una marca de vuelta en el Nürburgring? Pues no solamente cabe perfectamente la pregunta de "a quién carajo le importa", sino que un par de semanas más tarde encima vino otro y en 6 minutos pulverizó la marca a la que le dedicaste años. En serio: imaginate explicándole eso a alguien (San Pedro, si querés) que tiene que hacer un resumen del valor de tus aportes a la humanidad.
¿Y entonces... qué? ¿Qué tiene valor?
Los hijos. Eso tiene valor. Y el amor de pareja; de una mujer, en mi caso. Eso tiene valor. Por supuesto disfruto de mi familia, esencialmente mi hermana y mis sobrinos, pero aunque junto con Perro son lo mejor que tengo y me son indispensables, no es lo mismo ni suficiente.
Y plasmar belleza. Eso también tiene valor. Ver la belleza en tu mente y eternizarla en una imagen mediante una cámara, una Nikon D600 en mi caso, con sus 28 botoncitos, diales y selectores. A eso le dicen "fine arts", en inglés; en castellano pareciera que se dice "bellas artes". No me convence la traducción, prefiero "fotografía artística", pero ahora que lo pienso, creo que no es correcto. No matter.
Hacer algo, y hacerlo bien, que mejore la vida de alguien. Eso también tiene valor. Aunque no haya plaquita con tu nombre. Como una donación anónima y que nunca se la contás a otra alma.
No tengo hijos, ni encuentro amor de pareja, dos cosas que para mí van de la mano; idealmente, la primera consecuencia de la segunda. Pero el "mercado" en Argentina, o Mar del Plata, no parece tener algo que ofrecerme, y si lo tiene, o soy un estúpido que no sabe aprovechar la oportunidad, y sinceramente no sé qué pensar. Que soy un delirante, un inútil, que tengo mala suerte... no sé. Pero me entristece que me pase esto. Con todos los defectos que sé que tengo, sé también que tengo mucho para dar y necesito a alguien. Digo, hay gente que no quiere, o no quiere reconocer que quiere, estar con alguien.
Pero tengo a Perro, que no es poco lo que me da, incluida la oportunidad de darle. No hace más que quererme y enseñarme a vivir, y le estoy infinitamente agradecido. National Geographic nos cuenta que en hawaiano uno no se llama a sí mismo “dueño” de una mascota, sino su kahu. Kahu tiene muchos significados, como guardián, protector, acompañante, cuidador… básicamente, alguien a quien se confía la protección de algo precioso, algo amado. Lo que un kahu protege no es su propiedad, sino una parte de su alma. Si me hubieran dicho esto hace años, antes de tener a Perro, hubiera mirado para arriba como si me dijeran que la tierra es plana. Hoy me resulta tan obvio que me resulta difícil imaginarme que alguna vez no fuera así.
Y saco fotos. Y después de décadas de dedicación puedo decir que en ocasiones logro realmente plasmar belleza de lo que veo alrededor de mí, y me llena de orgullo. Lo logro incluso no estando en Italia. Incluso en Argentina, donde apenas hay oportunidades de sacar equipo fotográfico.

Hace bastante que tengo algunos niños de 50 a 70 años pidiéndome que organice un tour en moto por algún área de Europa. Me puse a bosquejarlo y tiré un par de líneas, y fieles a la tradición argentina, están todos achuchados. A uno se le murió el gato, al otro le salió un gasto, otro prefiere ir a otro lado. Si supieran lo que son esos viajes. Pero bueno, la cosa es que no creo que prospere. La idea todavía tiene pulso, pero está con respirador y no me gusta forzar las cosas. O, para ser sincero, no tengo la energía, ni para eso ni para varias otras cosas.

domingo, 29 de octubre de 2023

excelente receta

Tenía tanto para decir anoche, tanto que quería retener en mi cabeza hasta que pudiera cumplir mi ritual de venir a un café a sentarme tranquilo y volcarlas acá. Pero esta mañana me levanté en un estado que se puede describir mejor como de contusión, estupefacto, anonadado, sorprendido, profundamente desilusionado y (lo peor) asustado. Porque si estos degenerados siguen otros cuatro años no van a tomar prisioneros, y van a tener piedra libre para lo que sea. Si estos hijos de puta ganan el 19, lo que ahora se ve como la inflación más alta de los últimos 34 años nos va a parecer una modorra al lado de lo que se viene. Y yo me voy. Y no quiero irme.
No quiero porque mi sentido de la justicia y mi intolerancia a que los malos se salgan con la suya son extremos. No quiero porque, a pesar de que hoy por hoy no nos merecemos algo mejor, nos lo deseo, empezando por la educación. El resto, teorizo, saldrá casi inevitablemente. Digo... se me ocurre...
Anoche, a medida que iban haciéndose públicos los primeros resultados, el horror iba asentándose en mi mente. Estoy descorazonado. No quiero porque insisto, neciamente, en encontrar el amor de mi vida, tener propiedad privada, cultivar algún arte o afición, o salir de mi casa sin miedo, todo en este caldo de idiotez, ignorancia y resignación, que nos condena a estancarnos sin poder asomar la nariz. Nos están desollando vivos y los votan. No paran de inventar métodos para que haya cada vez más pobres, para que los pobres que hay tengan cada vez menos, para que lo poco que todavía tienen valga cada vez menos y lo que no tienen cueste cada vez más, y los votan. Algo así como los israelíes votando por Hamás. No piensan, no quieren pensar, no quieren que los demás piensen. Quieren gritar "su verdad" (no tienen la más puta idea de lo que están diciendo cuando esputan esa idiotez) y escuchar nada ni a nadie. Qué capacidad de síntesis tenía ese que acuñó lo de no seguir a quienes digan (generalmente a gritos) haber encontrado la verdad, sino a los que se dedican a buscarla.

Este texto lo empecé hace ya casi una semana, y pasados los días me doy cuenta de lo acertado que es y de lo lastimosa y precaria de la situación de mi país, que es, to put it mildly, espantosa: sin moneda, sin Ley ni instituciones, sin economía sostenible, sin compás moral ni ético. Con un clientelismo desenfrenado, los votantes bovinos no son capaces ya de distinguir la corrupción como inaceptable sino simplemente parte inherente no solamente de la política, sino también de prácticamente todos los aspectos de la vida diaria. En otras ocasiones, los que votamos por otras opciones estuvimos enojados con la habilidad del candidato populista (en cualquiera de sus sabores: vainilla, chocolate o polenta) para persuadir a los más indefensos mentalmente. Ahora, con lo obvias que son sus tácticas y sus facetas pervertidas, estamos enojados con lo reverendamente pelotudos que son los votantes. O vendidos. Que aunque el remedio sea distinto, ya da lo mismo.

viernes, 20 de octubre de 2023

lindo lunes

Semana difícil, esta última. Venía bien, hasta que el domingo (el anterior) noté que tenía una molestia en la garganta. Hice mi día, y cuando me fui a acostar la molestia había pasado a ser muy presente. El lunes me desperté con un feo dolor de garganta, que tardó poco en convertirse en afonía, mocos y demás, con los que todavía estoy lidiando. El gusto y el olfato bien, gracias.
Sumado a que intenté hacer el mayor reposo posible, el poco de fiebre que presumo que tuve influyeron en que mi estado de ánimo se fuera a pique. Tampoco es que cayó mucho, por el simple hecho de que ya estaba bajo para empezar, pero bajó más todavía. Pensé en la basura radioactiva que es la política argentina gracias a los secuaces degenerados herederos del teniente coronel, a nuestra propia estupidez (porque, hasta donde sé, no vinieron de Marte), y la típica maldición de los países ricos en recursos naturales.
También aportó lo suyo el tema del trabajo, que está un poco más flojo que el año pasado, que fue particularmente bueno. No importa las reservas que uno tenga: que afloje el trabajo, pega. El no tener pareja, curiosamente, me pegó más desde un punto de vista teórico que práctico. Como siempre, me entristece sobremanera mi situación, pero no hubo ningún punto donde pensara que necesitaba a alguien que me hiciera una sopita o cosas así.
El turbo del auto volvió a darme problemas. Ya sea que es culpa mía, por maltratarlo cuando estoy furioso por algo, o que no sea culpa mía, me afecta. Uno me frustra porque me siento un idiota por no poder comportarme mejor, y el otro porque está fuera de mis manos; parece que no importa lo que haga, me tengo que resignar a que algo se va a joder con ese puto turbo.
Lo de mi ponerme furioso es un tema importante. Estoy aprendiendo a controlarme, respirar hondo y todos esos trucos que no son más que parches, implementar un montón de protocolos para intentar minimizar los efectos de algo que no debería pasar en primer lugar. El verdadero progreso sería que no haya furia, que las cosas más estúpidas no me detonen, pero es que tengo un nivel de frustración enorme del que arranco ya mal. Y en mi opinión, ese nivel de frustración está muy justificado. La estupidez con la que tengo que convivir es arrolladora y me es imposible contemporizar. Los argentinos se despiertan en coma y se van a dormir en coma. No creo que sepan deletrear la palabra respeto, y el peor desconocimiento es ese que uno no sabe que desconoce. No voy a decir una frase falsamente modesta (la peor forma de arrogancia, escuché una vez), pero puedo argumentar que estoy algo más educado y civilizado que el promedio de argentino; sin embargo, mi mayor ventaja es saber que soy un asno en the big picture y acomodo mis actitudes en función de esa realidad. Esta es la gran diferencia con estos imbéciles: o son agrandados que creen que la tienen atada y el resto tiene que escuchar sus "verdades", o realmente ni intentan mejorar en lo absoluto y viven flotando a la deriva mental. Tienen todo este caldo de mediocridad y pisoteo del prójimo tan interiorizado, que ni siquiera se quejan de las cosas más básicas. No se quejan porque ni las ven. Y así es imposible que las vean en sí mismos cuando ellos son los que se lo hacen a los demás. Los pocos que tenemos estándares más altos, y apenas a ras del suelo ya lo es, caemos en la volteada, porque está todo tan arraigado que ni siquiera te dejan ser respetuoso. Parás con el auto para dejar pasar al peatón y los de atrás te tiran el auto encima y te tocan bocina, y los peatones que iban a cruzar se te quedan mirando con cara de que les exigiste la ecuación de Navier-Stokes.
Y este domingo votan. Vota el drogón ese de 16 años que está tirado en la plaza hace meses y que no se acuerda ni de su nombre y que no puede caminar 5 metros en línea recta, y su voto cuenta igual que el de un profesor universitario que habla 6 idiomas y sabe cosas complicadísimas, como la división de poderes del Estado o que no existe la educación "gratuita", ni prácticamente nada gratuito.
Tampoco es que su voto sea desubicado. Vote a quien vote de los 3 candidatos, al drogón lo van a representar. Una mina que no puede ni hablar, un loco y un tipo que no se le puede creer absolutamente nada de lo que dice. Lindo lunes y los siguientes 4 años nos esperan.

domingo, 8 de octubre de 2023

¿todavía me querés?

Primer fin de semana libre en mucho tiempo. Tendría que mirar el calendario de reservas para saber cuándo fue la última vez que tuve las cabañas desocupadas y al mismo tiempo no hubo nada que arreglar y pude rascarme un poco. El fin de semana pasado limpié las estufas a leña (se habían tapado y una incluso ya no prendía) y alguna cosita más, y este fin de semana no tengo nada para hacer. Aparentemente esto liberó mi cabeza para pensar de las suyas. Algunos episodios, sobre todo con Perro (el ser más bueno y gentil que conozco) y uno que otro mientras estaba con algún amigo intentando conversar, me hicieron repensar actitudes que tengo y mi estado mental en general.
Por ejemplo, ayer estaba en un café charlando con un amigo de algo importante, íntimo, trascendental, y en su camino a la salida un par de personas se nos pusieron encima para preguntar cosas de Perro, que estaba lo más pancho abajo de la mesa. Es decir, les importó un bledo interrumpir una charla y molestar al perro, ellas querían un poco de atención. Que si es hembra o macho, que cuántos años tienen, que si es el perro más lindo que jamás vieron, que si se parece a Toti, el perro de la vecina del primo de una tía. a) A mí qué carajos me importa. b) ¿Sos ciega, estúpida o simplemente te cagás en el prójimo? c) Si me hubiera levantado esta mañana de la cama pensando en evacuar dudas cinológicas, me hubiera sentado al lado de vos en tu mesa cuando entré al café y te hubiera preguntado qué necesitabas saber. No fue así, ¿no? No, no fue así. Cerrá la puerta cuando te vayas.
En Alemania, con todo el cariño que me despierta, o en Suecia, con todo el cariño en serio que me despierta, la gente es respetuosa. La única salvedad que recuerdo es que los camareros en Alemania son bestias, porque tienen menos tacto que una locomotora cayendo de un puente, pero son respetuosos en general. La gente no siente que tiene el derecho de venir a romperte las pelotas para lo que es, en definitiva, realmente sólo buscar atención. Y eso que les encanta escuchar el sonido de su voz. Los suecos son puro respeto. ¿Y sabés qué? Me acostumbré enseguida a eso. Uno se acostumbra rápido a lo bueno, y después lo extraña. En este experimento psiquiátrico que llamamos Argentina la gente está absolutamente convencida de que la simpatía es más importante que el respeto, es decir, ese intento de codificar las interacciones humanas que llamamos reglas. ¿Querés comentar algo? Dispará, aunque el tipo esté en el inodoro, o con un tremendo problema, o haya otras 30 personas atrás tuyo en la fila. Y la parte más linda es cuando decís algo, reaccionás a ese pisoteo de tu tiempo y tu paz, y te tildan de jodido, maleducado o intolerante. Imbéciles.
Estas cosas no me pasaban mientras vivía en Suecia, en Alemania, Suiza o incluso Italia, si bien los tanos probablemente eran más parecidos a los argentinos pero no me di cuenta porque nunca superé el período de luna de miel. Pasaban semanas sin que alguien me rompiera las pelotas, y acá no pasan 2 minutos. Preguntas sobre Perro me hacen cada 50 metros en una calle medianamente transitada, y parece que perdí mi derecho a salir a tomar un café y disfrutar de un mínimo grado de introspección, haciendo cosas como leer un libro o mirar por la ventana. No, mi trabajo, parece, es escuchar a los demás. Si eso no es arrogancia 50/50 con me cago en el prójimo...
Como dije, un par de estos episodios me pasaron estando con amigos tratando de tener una conversación, y me tuve que bancar adicionalmente la crítica por ser antipático o alguna estupidez así. Ok, soy antipático. ¿Y? Tengo todo el derecho. No jodo ni le falto el respeto a nadie, simplemente los paro o me voy a otro lado cuando intentan romperme las pelotas. También tengo todo el derecho a eso. Me exprimo la neurona pensando dónde está el problema, cómo puede ser que no sepan semejante pavada.
Eso me deja donde estoy: solo, sin nadie que me entienda. Probablemente la única persona que comparte mi visión de las cosas está al otro lado del mundo, en Melbourne, y casualmente también está solo y es, en general, antisocial como yo. Crucialmente (iba a decir "más importante", pero no estoy seguro de que realmente sea así), no tengo pareja. Esto se mezcla con muchos otros factores, como el hecho de que en Europa me "mal" acostumbré a que las mujeres sean mucho más razonables que las criaturas semiretardadas que ofrece Argentina, y que si te encuentran mínimamente interesante hagan algo para acercarse en lugar de subirse a un pedestal que sólo las argentinas asumen que existe. Ayer escuché de una chica algo que siempre pensé: eso de hacerse la princesa es el mejor método para asegurarte de que cualquier tipo que se te aproxime sea el que pase la prueba de la caza, la insistencia, y que no tenga nada de los valores que hacen a un hombre una buena pareja. Manga de pelotudas. Sí, hoy estoy así.
Ponele que tengo razón en todo. Ponele que el mundo es un asco y yo soy bueno. Estoy solo y así voy a seguir, cada vez peor. De hecho, esa es mi conclusión de estos días: estoy cada vez peor, cada vez más asqueado de estos bichos con los que tengo que compartir mi existencia, porque no logro tomar la suficiente distancia porque se me tiran encima para preguntarme estupideces sobre Perro porque de alguna manera están bajo la muy equivocada impresión de que quiero escucharlos y explicarles algo. Gente que no entiende el concepto de cruzar por la esquina se preocupa más por charlar de un perro con alguien que está en su mundo y tiene todo el derecho a que no lo acosen.
Pienso en mi madre, que de alguna manera no la extraño porque se puso muy chota en los últimos años y me educó demasiado rencoroso y no supo protegerme de los monstruos que acechaban y quedé así como estoy ahora y por más que descule todas las explicaciones no logro mejorar.
Y eso me trae a la naturaleza de Perro, que cada vez lo envidio más por ser tan hermoso de carácter. Y me pregunto cómo hacer para parecerme más a él y menos a mí. También me pregunto cómo es que me quiere tanto si a veces tengo las reacciones de mierda que tengo, pero se lo agradezco de corazón. Lo mejor de todo es que tengo la inteligencia de aprender de él, no al ritmo que me gustaría, pero aprendo, y también que lo adoro y lo aprecio no en función de lo solo que por lo demás me siento, sino porque él es adorable.

domingo, 24 de septiembre de 2023

nuestro gran secreto

Voy caminando por la vereda, y unos 30 metros antes de la esquina hay una entrada a la cochera de un edificio. Estúpidamente diseñada, el portón de la cochera está a unos 2-3 metros para adentro de la línea municipal, es decir, medio auto. Llegó un Einstein argentino y puso su camioneta ahí, es decir, el paragolpes trasero en el cordón de la vereda, y el delantero a centímetros del portón de la cochera. ¿Paso para los peatones? Bien, gracias; otro día, en otra vida. No es la primera vez que veo esa camioneta ahí mismo. Esta vez, el conductor se estaba bajando y le pregunté si de verdad iba a dejar la camioneta ahí. "De verdad" porque realmente para cualquier persona con un mínimo de actividad neuronal era desubicado, además de prohibido. El "señor" me explicó muy arrogantemente que eso era una entrada de cochera, para eso estaba ese espacio. Tuve que preguntarle sinceramente si estaba drogado.
Impotencia.

Voy paseando por la plaza, Perro se acerca a otro que estaba de la correa de su dueño, y el hombre en cuestión le grita a Perro de mala manera para que se vaya. Cuando lo miro, me espeta que los perros tienen que estar de la correa (no es cierto) y que su perro muerde. Le explico que si sabe que su perro es agresivo tiene que ponerle bozal (lo dice la Ley). Me amenaza con pegarme, aunque fue un poco menos elegante es su prosa. Un tercero, amigable pero sin idea de la vida o de las reglas de convivencia en sociedad, me consulta cuál era mi inconveniente, por qué insistía en que lo que estaba haciendo el hombre (evidentemente conocido o amigo de él) era incorrecto. Le propuse el siguiente ejercicio, muy simple, de 3 puntos: 1) imaginate si ese hombre fuera como yo y discutiera civilizada y constructivamente la situación, cómo terminaría, 2) imaginate ahora lo opuesto, que yo fuera como ese primate analfabeto y reaccionara como él, hacia dónde escalaría la situación, cómo terminaría, 3) en cuál de los dos mundos te gustaría vivir. La respuesta está en Suecia, en Alemania, en Suiza y en muchos lugares más, lugares donde... digamos "casualmente", se vive bien, tranquilo, civilizado. Lugares donde rige el Estado de Derecho. Lugares que, sospecho, no tan casualmente son prósperos. Primate analfabeto sigue gritando y blandiendo el puño, sospecho que un poco el típico (y patético) soltame que lo mato.
Impotencia.

Cuando llegué de Alemania empecé a ir con Perro a una plaza cerca de casa, y encontrarme con varias personas haciendo lo mismo. Entre ellas, una chica medianamente linda pero con la que nunca logré una conexión en particular, a pesar de mis torpes intentos. En algún momento, hace un par de años, se mudó a otra parte de la ciudad y ya no la vi. Hasta que un día me la crucé por el centro y me contó que, por su trabajo, anda bastante por la calle. Breve charla, chau. Volvimos a cruzarnos otro par de veces, más de la breve charla y chau. El martes al mediodía me la crucé, y tras breve charla pretendí continuar la tradición de chau y seguir mi camino, pero siguió dándome charla, hasta que en un punto me dijo de ir a tomar un café en algún momento. Bueno. Seguimos charlando un buen rato, y ya despidiéndome volvió a mencionar el café. Como nos seguimos mutuamente en Instagram pero ella no publica casi nada, le pregunté si lo revisaba de vez en cuando, me dijo que sí, y le dije que le escribía. Lo hice esa noche preguntándole su número, así charlábamos por WhatsApp, que es más cómodo, y le aclaré que el mío está en mi perfil de Instagram (por mi trabajo). Miércoles a la mañana me manda su número. Al mediodía le mando un audio que me avisara cuando andaba por el centro, así café... Nada. No entiendo. Vuelve a la cabeza la frase de mi amigote de Melbourne, cuando le contaba las actitudes típicas de las argentinas en esta área de las relaciones humanas, con el otro sexo: half retarded children.
Impotencia. Y cansa. Y peor todavía, erosiona. Hace poco escuchaba que la obscuridad no es solamente la ausencia de luz, sino más: la ausencia de esperanza. Cuando ya no creés que exista la luz, aunque en ese momento no veas un pomo.

Nuestro gran secreto, el de los argentinos, para lograr tener uno de los países más ricos del mundo y ser de las naciones más pobres, es nosotros. No son nuestros políticos, que no vienen de otro planeta; esos son simplemente el resultado natural y inevitable de usar una de esas máquinas de peluches para elegir a quienes nos dirigen. Y el secreto de Suecia, Alemania, Suiza y muchos más es que no tienen argentinos para infectarlos con su estupidez obcecada, empeñados en cagarse el futuro y pisar sistemáticamente la vida de los demás.
Impotencia.

¿Y ahora?

miércoles, 13 de septiembre de 2023

políticos, jugadores de rugby y lavandina

Imaginate una institución educativa buscando nuevo personal para el nivel pre-escolar, y un ex jugador de rugby de 57 años se postula con este currículum:

Tengo solamente 8 o 9 denuncias por toquetear nenites
Me autopercibo pansexual, hindú y de 7 años
Mis pronombres son chete/cheti
No uso el baño (es heterocispatriarcal hegemónico); hago pis por la ventana y caca en el cajón del escritorio, frente a les alumnes

Pues bien, esta es la situación para las próximas elecciones: ninguno de los candidatos a presidente son tan presentables y aptos como el estimado jugador de rugby para maestra jardinera. Y acá están, presentándose, lo cual en sí es una locura de parte de cada uno de ellos 3, pero los votaron ya en las PASO, lo cual es una locura de los 23,1 millones de resignados, idiotas, ignorantes y/o soretes que fueron a las urnas y malgastaron un sobre. Los 3 impresentables que quedaron son solamente un destilado de la oferta inicial, no el resultado de algún tipo de filtro más que el numérico. Viva la democracia.
En Alemania, a la hora de obtener la ciudadanía hay que rendir, además de otros requisitos, un examen de conocimientos cívicos: cuántos legisladores, qué se festeja el 3 de octubre, cómo encaran la macroeconomía, etc. El examen consiste en 33 preguntas (30 de Alemania en general + 3 de la provincia donde uno reside en particular) de un catálogo de 310 (300 + 10), y hay que contestar correctamente un mínimo de 17 para aprobar. Casi todos los alemanes a los que sometí a la prueba no obtendrían la ciudadanía, siempre por un par de puntos, aunque en su defensa la erraban en cuestiones anecdóticas, como la fecha exacta de un acontecimiento o alguna regulación medio rara y poco cotidiana. Igual es mucho no saber siquiera la mitad, pero pienso que hay matices.
Esto originó que en mi opinión se debería pasar un examen de civismo cada equis años para poder ir a votar. Algo así como el examen de conducir, que tiene que estar vigente. No sé el período de validez, ni la dificultad del examen, ni si debería o no ser obligatorio, pero definitivamente pienso que algo por el estilo debería existir, aunque con el nivel actual de la educación, eso solo no creo que alcance. La gente no tiene comprensión de texto, no cumple con normas tan elementales como respetar la vida, propia (ej. usar el cinturón de seguridad) o de los demás (frenar ante un peatón), así que veo la cosa muy cuesta arriba y a mucha distancia. Como decía Ricky Gervais en Humanity: "Paremos con los plebiscitos, con preguntarle a la persona promedio su opinión. ¿Sabés lo estúpida que es la persona promedio? Todavía vendemos botellas de lavandina con la leyenda "no ingerir". Dejemos de poner esa leyenda 2 años, y ahí sí, preguntémosle a la persona promedio."
Tiene demasiada razón.

domingo, 10 de septiembre de 2023

Salomon Tauber

En The ODESSA File, Frederick Forsyth cuenta tanto las experiencias de un judío durante su estancia en el sistema de ejecución de la Solución Final implementada por los alemanes en la Segunda Guerra, como su vida durante los últimos años previos a suicidarse, 17 años después de finalizada la guerra. Es en esta última parte donde puedo sentir un poco de empatía. No es victimismo, por favor, no pretendo ni vivir ni sentir la milésima parte de lo que ese pobre hombre y tantos otros habrán pasado, pero tengo un asomo de idea de cómo se siente cuando uno no tiene ya ni ganas de ponerse a buscar una excusa para levantarse de la cama, o siquiera para tomar la próxima inhalación de aire. Suerte que el corazón y el diafragma trabajan solos.

Esta semana fue espectacular en lo laboral/económico, y una cagada en lo sentimental. Es normal. Cuando uno no tiene que preocuparse por lo que hay en la heladera, la cabeza tiene tiempo y el hábito de ocuparse de otras cosas, como de lo que hay en el corazón. Haber conocido a la chica esa de Necochea me despertó de esa modorra en la que uno cae cuando pierde la esperanza, no ya de encontrar a alguien, sino de que ese alguien exista. Uno se conforma y deja de buscar. No hace falta bañarse tan seguido ni estar impecable vestido. ¿Para qué? Ni responder ilusionado cuando alguna pregunta de qué raza es el perro, o mirar quién está compartiendo la cola del supermercado. Ni entablar conversación con nadie, eventualmente. ¿Para qué? Si es una pérdida de tiempo.
La modorra es una mierda, pero es cómoda. No hay esfuerzo involucrado, solamente un no arriesgarse y va formándose la cáscara. Pero habérmela cruzado me hizo acordar a lo que me hacía sentir despertarme y poder agarrar la mano de alguien, hacer juntos algún plan para el día o decir algún chiste. No tengo nada de eso.
Una vez leí que se piensa que meter a un tipo en una celda 20 metros bajo tierra es cruel, pero ahora se sabe que encerrarlo en algún lugar con una ventana, desde donde pueda ver el mundo exterior y lo que se está perdiendo, es mucho peor. Pues miré por la ventana. Tiene más que ver con mi estado que con esta chica específica, por supuesto, estoy consiente, pero no por eso jode menos.
Cuando cumplí los cuarenta estaba esperando la tan mentada crisis de esa edad. Nunca me agarró nada, ni parecido. Ahora sí, pero no porque me sienta de pronto viejo, no es así. Es paulatino y hasta ahora vengo adaptándome bien a las reducciones apenas pixeladas de mis capacidades, físicas y mentales. Pero lo que me pone enormemente triste es pensar que me estoy volviendo cada día menos y menos atractivo, y cuando quiera acordarme ya no voy a estar en condiciones de tener ninguna pretensión en una mujer. Voy a estar decrépito y, por mera reciprocidad, esperar volver a tocar un lindo culo va a haberse convertido en un delirio, una estupidez. Eso me pone triste. Me faltan 10 minutos para el medio siglo y me veo tranquilamente de una década menos, pero no puedo disfrutalo.
La traductora no estaba asqueada conmigo, lo noté. No sé hasta dónde podría llevar la impresión que le causé, pero sé que no fue negativa. Pero vive a 370 km/4 horas, y aborrezco las relaciones a distancia. Queda descartada. Pero fue lindo estar y hablar con ella, y sospecho que para ella fue igual. Curiosamente, desde que volví de Necochea prácticamente no volvimos a hablar, ni por chat en Instagram, ni por WhatsApp, ni por audios, ni mucho menos llamada. Como que los dos reculamos. Por lo menos yo. En realidad no tengo ningún dato como para adivinar qué es lo que le pasa a ella más que el silencio de radio, que generalmente no presagia nada bueno.

Salomon Tauber murió solo, y aunque se podría argumentar que todos lo hacemos, él vivió solo los últimos años de su vida, sumido en los escombros de su alma, de los que nunca se reconstruyó ni despegó. Horrible. Mi tío murió hace 10 años, y si bien no estuvo en ningún campo de concentración ni nada por el estilo, estuvo solo y sin haberse casado ni tener hijos. Siempre estaba si uno necesitaba algo, pero muy, muy poco más. Cuando me fui de Argentina y venía un máximo de dos veces por año lo veía igual que cuando vivía acá. No quiero seguir así, solo, sin haber encontrado amor. Mi padre me dejó, mi madre, si bien se ocupó bastante, logró que hoy no la extrañe. Sí, entiendo que tengo varas muy altas para juzgar a la gente y hasta sé por qué tengo esas varas a esa altura, pero tengo más que buenas razones para que sea así. Al abuelo extraño. Y hay cosas que lamento no haber encarado en la relación con mi tío, como decirle de ir a tomar un café juntos. Ahora entiendo que él estaba limitado y creo que hubiera aceptado. Podría haberle preguntado cosas, no sé, por qué no se casó, o qué pensaba de Perón. Yo qué sé.
El asunto es que ahora estoy en sus zapatos pero, por lo que sé, bastante más infeliz con mi situación. Quiero amor, quiero charlas, quiero intimidad. Lo quiero con mi pareja, con mi familia y con mis amigos. Si no, no los quiero. Así funciono, pero no sé cómo conseguirlo.
Varios hombres adultos vinieron al funeral de mi tío y lloraron. Soy de la opinión que cuando una mujer llora, pasó algo feo, pero cuando un hombre llora, hay algo mal en el mundo, algo que hay que hay que arreglar. No sé, me preocupa más cuando veo un hombre llorar que cuando veo una mujer hacerlo. Pero él no se casó y vivió solo y sin consecuencias. Quisiera que me extrañen, quisiera inspirar, quisiera que alguien piense que lo inspiré para algo bueno. Eso cuando me muera. Ahora quisiera que alguien me vea como su refugio, su roca y su proyecto.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Necochea

Ni el fútbol, el golf, el rugby, el básquetbol, la natación... el deporte más popular en Argentina es cagarse en el prójimo. Y la tecnología solamente lo hace más posible, más delicado. Intentar disfrutar tranquilo un desayuno en un café pagando la décima parte de un salario mínimo es toda una caradurez. Mejor condimentarlo con la radio, YouTube o lo que mierda sea que le mandan los amigos a la mitad de la gente que está en las otras mesas. Arriba el celular, abajo el prójimo.

Esta semana fui a Necochea a conocer en persona a una chica con quien me escribo hace un tiempo. Desde el año pasado, creo, cuando fui a esa ciudad por primera vez en un par de décadas o más. Necochea es cerca, pero para un marplatense es medio irrelevante, y si el marplatense estaba en el otro hemisferio del planeta, además está medio lejos. El tema es que el año pasado fui a hacer algo de turismo y no encontraba un puto café, y como esta chica me seguía en mi perfil de fotografía y yo sabía que era de ahí, le mandé un mensaje por Instagram pidiendo socorro; admito que con algo de esperanza de que quisiera encontrarse conmigo. Después de ese breve intercambio empezamos a chatear, y eventualmente entramos más en confianza. Me hace acordar a mi ex de Luxemburgo en el aspecto inteligencia y humor, dos cosas que tiene en un grado que ya por separado son tan fáciles de encontrar como la criptonita. Las dos en la misma mujer... es como dijo un guía cuando hice una excursión cerca de El Calafate: tan probable como ver un puma en el medio de la ruta, saltándole a la yugular a un guanaco.
La cosa que chateamos de vez en cuando, cada vez más seguido pero muy lågom, sobre todo de los políticos y alguna cuestión de la sociedad argentina. Ella vive en La Plata, es traductora inglés-español, más que nada para farmacéuticas, creo. Hace poco hizo algo para DHL (alemana) y tuvo una dificultad para cobrar el trabajo así que la ayudé con el asunto, y eso hizo que por primera vez habláramos por teléfono. Ya me había mandado algún mensaje de audio y por supuesto me gustó la voz, no tanto en el sentido del timbre, que sí, era lindo, sino la forma de hablar: es al mismo tiempo fina y boca sucia si la situación amerita. Es divertido escucharla.
Así que fui a Necochea. Ella fue a visitar a los padres y yo a cobrarme la invitación a un café que me hizo por lo que la ayudé con DHL. Dada la distancia, y yo aborrezco con toda el alma las relaciones a distancia, tenía la esperanza de que fuera algo fea, o tonta, o feminista, o cualquier detalle que me sirviera de excusa para descartarla como potencial historia romántica. En las 2 horas y media que estuvimos charlando, none of it. Carajo.
Como siempre, el 10% de mi cerebro sobró (sí, soy arrogante, ¿y qué?) para atender la conversación, mientras que una parte del resto manejaba la estrategia del encuentro. En un momento flirteamos, nos brillaron los ojos, y dejé que se prolongara por 5 o 10 segundos y corté. ¿Por qué? Aunque sea de mala educación, respondo con otra pregunta: ¿para qué?
En fin. Estoy en un café (como siempre que escribo), acabo de terminar el desayuno y tengo la panza tan llena que no puedo pensar.

lunes, 21 de agosto de 2023

agendas

Después de la limpieza inicial del departamento de mi mamá, donde mi hermana y yo nos repartimos lo que tenía algún valor (económico, sentimental o lo que fuera) y descartamos lo que no (lo vendimos, regalamos o tiramos), quedaron cosas, sobre todo mías, que simplemente se acumularon con las cuatro décadas que viví en ese lugar en diferentes períodos. Después de todo, nos mudamos en los '80, mientras yo estaba en la secundaria, y me fui a estudiar a Buenos Aires, después volví, después me fui a Europa y ahora volví. Mi dormitorio siempre estuvo ahí, intacto, y con tanto ir y venir lo usé como depósito de cosas que me eran importantes, como un dibujo de cuando iba al jardín de infantes, mi diploma de la facultad o una piedrita de una playa de Lípari. En algún momento de los 16 años en que estuve en Europa, mi mamá se tiró el lance de hacer algo con esa habitación, darle algún uso, a lo cual me opuse en términos para nada ambiguos. Opciones muy violentas e irreversibles fueron deletreadas en detalle y por suerte nunca pasó a mayores. Mental, emocional o comosequieramente, nunca estuve en condiciones de prescindir de esos 10 m².
Ahora que el inmueble pasó a ser de mi patrimonio, me enfrento con cajas y cajas de recuerdos que, siendo honesto, es difícil justificar seguir guardando. Nadie va a querer jamás ver mi talón del pase de abordaje de Alitalia del 27 de diciembre de 2002, cuando volví por primera vez a Argentina después de pasar la navidad en Tübingen con una familia alemana escuchando un discurso de preguerra de Hitler. Tengo, creo que sin exagerar, más de 1000 números de teléfono de los cuales la mitad no recuerdo el nombre de la persona, otros que no me interesan, otros que sé positivamente que ya no están activos porque se fueron del país donde los conocí, otros incluso de gente muerta. Leer cada uno de esos nombres significó una operación de minería cerebral tanto por el esfuerzo como por revivir el contexto, los sentimientos adosados a esos recuerdos, y el preguntarme qué será de esa persona. Finalmente, qué hacer con ese número, o buscar a la persona en internet.
Encontré por ejemplo el nombre de una chica con la que sentí una conexión inmediata, de esas que hacen que uno se tome en serio Before Sunrise/Sunset/Midnight. Fue en una fiesta en la casa del amigo de un amigo, era la hermana del anfitrión, tenía novio, estudiaba medicina en Buenos Aires. Creo que fue en el '95 o en el 2000. Ahora no me acuerdo porque esas fueron dos de las agendas que revisé hasta ahora y estaba en una de esas. Era pelirroja, creo que se llamaba... Romina... creo, ahora no estoy seguro. Pero tenía su dirección de e-mail en el formato nombre_apellido@hotmail.com, y pensé que era lo más piola del mundo tener la dirección de e-mail así y esa misma noche registré la mía. Pero al margen de esos detalles, dos cosas quedaron grabadas en mi historia: 1) fue la primera vez (de muy, muy pocas, ya sabemos) que sentí esa atracción, y 2) hubiera firmado lo que sea por pasar el resto de mi vida con esa mujer. Todavía hoy, con el diario del lunes, sigo con esa y muchas otras sensaciones que me generó. Era un modelo de mujer, en muchos aspectos, algunos muy poco obvios y muy personales míos. 30 años después sigo buscando lo que vi en ella esa noche.
Rebobinando unos cuantos años (hasta el '87 u '88), encontré un cuadernito verde que usé de diario, manuscrito y apenas legible, íntimo en su momento, vergonzoso en retrospectiva, con faltas de ortografía y rebozante de la ingenuidad propia de un chico de apenas 14 años recién cumplidos y sin padre con quien hablar, que todavía no se perdía un capítulo de Robotech. El 95% del cuadernito habla de una chica que había conocido en natación que tenía un cuerpo despampanante, más considerando que tenía apenas 13 años. La cara más o menos acompañaba, sin desentonar con los 11 puntos del cuerpo. No era la velita más brillante de la torta y eventualmente aprendí que los hombres tenemos que perseguir a las mujeres, cosa que nunca pude digerir. Todas las derivaciones de esa oración sigo viviéndolas hoy en día. Como siempre en historias así, mucho más pasó en mi cabeza que fuera de ella, cosa que me da ternura de mi yo de hace 35 años.
Sin ser el sujeto de mis escritos casi diarios, esa libreta relata mis caminatas de 23 cuadras hasta el cole en el invierno marplatense. Entraba 7:40 y podía ver el amanecer sobre el mar cuando cruzaba la plaza Libertad. Hacía un par de años había salido Top Gun y encima del uniforme me ponía una campera de aviador que tenía unos parches de escuadrones cocidos por mi pobre madre. Era la campera más linda del mundo, con todos los bolsillos que puede necesitar un ser humano y sus vecinos y familiares. Era mi uniforme de idiota, y yo era feliz. Los curas me retaron más de una vez por llevar eso, y ahí fue cuando empecé a pasarme bien por el orto las reglas que no tenían otro sentido que gastar papel y tinta.
Todavía me quedan 8 o 10 agendas, que voy a tratar de filtrar en los próximos días para ya terminar con esto. Es desgastante repasar el pasado y sus actores, nuestras decisiones, las fracturas y procesos que nos hicieron lo que somos. Soy frágil, soy complicado, soy un lío de emociones. Despacio y con cuidado, tratando de no despertar a la bestia.

lunes, 14 de agosto de 2023

Tren Nocturno a Lisboa

"We leave something of ourselves behind when we leave a place. We stay there, even though we go away. And there are things in us that we can find again only by going back there. We travel to our souls when we go to a place. Now we have covered a stretch of our life, no matter how brief it may have been."

De la letra de Amadeu, de la película "Night Train to Lisbon". Está llena de párrafos como ese, que te sacan la respiración por un minuto mientras las escuchás y las repensás. Hermosa película. Una sola teta (innecesaria, como en el 90% de los casos, aunque aceptable porque le saca romanticismo a la escena en donde dos miembros de la resistencia se acuestan más para liberar tensiones y tener un asomo de normalidad que por un amor que no hay forma de cultivar en esas circunstancias), excelentes diálogos, escenografías y música, y la historia es lindísima. No abundan de estas.
La cuestión que este Amadeu, de donde sea que haya sacado lo que escribió, la pegó completamente. Hasta de un lugar como Múnich, Alemania uno puede volverse con ese sentimiento. Es una cuestión de supervivencia, como los travestis que se prostituyen y hasta bajo tortura y con un polígrafo argumentan que ellos tienen el control y su vida y su "trabajo" son dignos.
Y sin embargo, ni siquiera se me ocurre empezar a argumentar el porqué no pienso volver ahí. No digo que no vaya a hacerlo, no puedo predecir el futuro; pero digo que lo voy a evitar todo lo posible. La vida es eso que sucede mientras nosotros estamos distraídos haciendo planes o mirando cortos en YouTube, Insta o la droga del momento.

"A decisive moment of life, when its direction changes forever, is not always marked by large and shown dramatics. In truth, the dramatic moments of a life determining experience are often unbelievable, low key. When it unfolds its revolutionary effects and insures that life is revealed in a brand new light, it does so silently. And in this wonderful silence resides its special nobility."

No sé si el silencio es requisito sine qua non, porque a veces el ruido de los eventos enmascara su importancia o incluso nuestra risa o llanto, según el caso; pero muchas veces somos ajenos a la cascada de consecuencias, su efecto mariposa. Los años, para los que no somos tan inteligentes, no nos permite predecir mejor lo que va a pasar sino que apenas nos enseña a callarnos la boca para no decir demasiadas estupideces.
Como los comicios de ayer. Había 35,4 millones de argentinos habilitados para votar y se presentó el 69,6%: unos 24,64 millones. De esos, un tercio votó a los sociópatas degenerados que forman parte de la mafia que tenemos en el gobierno, lo que significa que 6,46 millones de argentinos tienen entre nada y polenta en la cabeza. Una minúscula minoría de esos, además de ignorantes y suicidas son asesinos, y se llevan una hermosa tajada de nuestro bolsillo a costa de un tendal de miseria. Cada verbo y adjetivo que usé en este párrafo está cuidadosamente seleccionado.
Otro tercio de los que fueron a votar, 6,7 millones, votó por gente que sabemos que son impresentables y a gatas tienen una efímera noción de qué es lo que le conviene al país, conceptos agarrados con alfileres que en cualquier momento saltan y a la menor oportunidad de cagarla la van a cagar porque son esencialmente ineptos.
Un tercio más de los que votaron, 7,1 millones, se decantó por un desaforado que entenderá mucho de tecnicismos en economía pero tiene la misma capacidad que yo de gobernar. Y espero ruego estar profunda y cabalmente equivocado. Ese tercio no votó porque comprendían mínimamente lo que votaban sino por bronca contra lo que hay y las alternativas establecidas. La bronca no es buena consejera. Votar porque es diferente no es garantía de nada.
Pero algo sobre lo que no escucho ni el pedo de un ratón es ese 30,4% de votantes habilitados que no fue a votar, y resulta que son 10,76 millones de personas, que sumados a los 1,15 millones que votaron en blanco son casi 12 millones de personas. Esa fue la opción más elegida, que no hay que ser un genio para saber que refleja la opinión de la mayoría. Porque fuera de los 6,46 millones que eligieron al crêpe, hay casi 29 millones de personas que saben contra qué votar, pero que también están conscientes de que no hay nada a favor de qué votar. No hay UN puto candidato que valga dos pesos. Qué próximos 4 años, madre mía...

jueves, 3 de agosto de 2023

imbéciles

Anoche quedé de cama. Salí a tomar un café con un amigo para relajarme, hablar de bueyes perdidos y pintura para calefones. En eso cayó un amigo mutuo que si bien lo aprecio, será porque tuvo un ACV hace unos años o porque es así, pero la cuestión es que se hace más difícil hablar con él, y también hablar con otras personas estando él presente. Parece que estuviera en una dimensión paralela, muy cercana a la de los demás pero no suficientemente superpuesta. A veces está, muchas veces se fue. Es raro.
El resultado, bastante predecible, es que me irritó. Lo que no preví era que lo iba a irritar a mi amigo con el que estaba tomando el café, al punto de que se generó una charla/discusión sobre política que no llevaba a ningún lado porque uno estaba enojado por otras cosas y el otro, como expliqué, es un poco... no sé... desordenado para pensar y le cuesta escuchar. Conclusión: en algún punto di por terminada la velada, pagué, saludé y me retiré. Una pena.
Llegué a casa, intenté relajarme y llamó un amigote de Australia para charlar de cosas profundas, y surgió lo del chongueo de la señorita con la que salí el viernes. Intentó ayudarme a superar las trabas que tengo respecto al tema, no porque no coincida conmigo, al contrario (pocos hombres son inmunes a una historia de promiscuidad de una posible pareja), sino porque él tiene las mismas reservas pero una escala aceptable. A mí, el solo hecho de hablar del tema me cansó mentalmente y me irritó un poco, no por culpa de él sino del tema y todo lo que acarrea. Pasé la tormenta más fuerte de mi vida con este asunto hace ya 20 años, demasiado sufrimiento y desgarro interno como para que me queden ganas de una segunda vuelta. Prefiero lidiar con que la señorita en cuestión fume o se drogue; sobre eso no hay un componente moral más allá de lo autodestructivo.
Algo que lamentablemente quedó claro de todo este episodio es que la inspectora en cuestión quedó fuera de carrera, a pesar de su clara intención de que la lleve a dar una vuelta en moto. Realmente no me gusta despilfarrar recursos que me son valiosos y escasos. Una pena, porque le sobran un par de características que busco en una mujer, como la ironía y la sensualidad. Pero cuando pienso por ejemplo en que me toque para agarrarse cuando la moto acelera, y lo relaciono con usar a un hombre como un consolador... asquito. A mi edad, las hormonas son lo suficientemente bajas como para que el cerebro empiece a tener algún peso a la hora de juzgar las cosas y tomar decisiones. Una pena.

[varios días pasaron]

Ayer a la tarde el invierno nos regaló con 23°C. Alucinante. Después de la vuelta obligatoria en moto, agarré a Perro y nos fuimos a pasear. Íbamos cruzando la plaza y en un banco estaban charlando, de espaldas al sendero por donde íbamos, dos hombres de unos 27 años y el perro de uno de ellos, similar a un pastor inglés, algo más chico. Cuando ya los habíamos pasado, el perro atacó a Perro. Perro siempre tarda en reaccionar como debería. Primero se retira, y recién cuando entiende que el otro no va a aflojar, ahí sí, se da vuelta y hace lo que hay que hacer. Para entonces, el otro ya algo le había hecho porque cojeaba un poco. Lo revisé pero no pude encontrarle nada, sobre todo por la cantidad de pelo que tiene, pero por suerte después de unos minutos ya ni se acordaba o no le dolía. Sí quedó medio alterado el resto de la tarde, más mimoso, algo ansioso. El dueño del otro perro era un pobre imbécil. Que si humanizo a mi perro (jamás insultaría así a Perro equiparándolo con nosotros los humanos), que si él hace 20 años que está con perros (la experiencia no significa nada; uno puede hacer mal las cosas 37 años), que si así se comunican los perros (no, así atacan los perros imbéciles, que son así en función de sus dueños imbéciles como vos, imbécil). Le dije que era un imbécil que no tenía idea de lo que hablaba, y que cada palabra que decía lo confirmaba. Tuvo el tino de callarse. Le advertí que la próxima no iba a ser tan amable.
Esta mañana me levanté pensando en que Perro nunca atacó a nadie, nunca se mostró agresivo, ni siquiera hosco cuando estaba celoso porque sintió miedo de que lo cambie por otro perro al que le hice mimos 2 segundos. En los 5 años que van a hacer desde que llegué a este psiquiátrico a cielo abierto, ya lo atacaron varias veces. Y me pregunto por qué. Y me contesto, no hace falta rascarse mucho pensándolo: Argentina está llena de imbéciles. Imbéciles sentados en la plaza, imbéciles manejando (por llamar de alguna manera a lo que hacen), imbéciles caminando, imbéciles vestidos de policías, imbéciles de políticos; muchos imbéciles. "La imbecilidad (el dicho decía "estupidez", pero acá no pega así que lo adapté) es como la muerte: el muerto no se entera, son los de alrededor los que sufren."
Las cosas están mal en Argentina, y vivir tranquilo es una utopía. Uno quisiera pensar que la inseguridad es que te entren a tu casa cuando te fuiste de vacaciones o que te roben el auto si lo dejaste afuera toda la noche, pero en este pobre proyecto fallido de país el otro es el problema. Uno es el problema. Me incluyo por no evadir lo que sea que me toque, pero no es difícil ver que no es mucho. Intento no joder, es lo que me enseñaron desde que tengo memoria. Mis derechos terminan donde empiezan los de los demás. Me costó entender la frase pero no el concepto, que lo incorporé de chiquito y bien. La cagada es que somos demasiado pocos los que la tenemos grabada.
Saqué turno para el consulado italiano para tramitar la ciudadanía.

miércoles, 26 de julio de 2023

35

Uno de esos mensajes con una lista de preguntas que dan para pensar. Voy a tratar de contestarlas, pero sin obligaciones. Si alguna me incomoda o no tengo ganas de pensar en el tema, o de pensar, la paso y listo.

1. ¿Qué edad tendrías si no supieras tu edad?
Claramente, 4. A esa edad, a veces antes, el hombre deja de madurar mentalmente y lo único que aumenta es el precio de nuestros juguetes. Y eso no solamente lo acepto: lo adoro, lo cultivo y lo proclamo ante valles y nubes. Y me resulta abominante los que pretenden estar por encima de esto.

2. ¿Qué es peor: fallar o nunca intentar nada?
Nunca intentar nada, obviamente.

3. Si la vida es tan corta, ¿por qué hacemos tantas cosas que no nos gustan y nos gustan tantas cosas que no hacemos?
Porque es más cómodo. Como recostarse en un sillón de primera clase mientras se hunde el Titanic.

4. Cuando todo está dicho y hecho, ¿habrías dicho más de lo que has hecho?
No estoy seguro de entender esta.

5. ¿Qué es lo que más quisieras cambiar del mundo?
Lo barato que se la llevan los injustos, los indecentes, los tóxicos.

6. ¿Estás avanzando en aquello en lo que creés, o te estás afirmando en lo que estás haciendo?
70/30.

7. Si la expectativa promedio de vida humana fuera 40 años, ¿cómo vivirías tu vida de otra manera?
Tarde para cambiar nada. Hace rato que pasé los 40. Ahora, si tuviera 30, quizás hubiera sido peor ser humano. El ostracismo y otras cualidades llevan tiempo cultivar. La sabiduría, el conocimiento, la contemplación, saber escuchar... pucha, hasta saber agarrar una puta cuchara lleva tiempo. Antes la gente vivía 40 años y menos todavía, pero la vida era más supervivencia que otra cosa.

8. ¿Hasta qué punto tuviste el control del curso que tomó tu vida?
Diría que bastante más de lo que me alcanza para no quejarme por eso.

9. ¿Estás preocupado en hacer las cosas bien o en hacer lo correcto?
No son excluyentes. De hecho, hasta están relacionadas. Y sí, lo estoy, y lo hago.

10. Si pudieras ofrecerle a un recién nacido un consejo, ¿qué le aconsejarías?
Contené la respiración 10 minutos.

11. ¿Qué es lo que sabés hacer diferente a la mayoría de las personas?
Escuchar.

12. Qué es lo que tanto querrías hacer y todavía no hiciste? ¿Qué está frenándote?
Casarme con el amor de mi vida. Encontrarla.

13. ¿Te estás aferrando a algo que necesitás soltar?
Sí.

14. ¿Apretás el botón del ascensor más de una vez? ¿Realmente creés que eso lo hace andar más rápido?
No, no soy tan pelotudo. Y no.

15. ¿Por qué vos sos vos?
No creo ser tan sabio como para responder eso.

16. ¿Fuiste la clase de amigo que vos mismo querrías como amigo?
Lo intenté, y creo que me salió.

17. ¿Qué es lo que más agradecés?
La vida. Las oportunidades que se me dieron y mi inteligencia, pasión y determinación para aprovecharlas.

18. ¿Qué elegirías perder: todos tus recuerdos o la capacidad de tener nuevos recuerdos?
Paso. No por privacidad o algo así: simplemente me parece medio gansa la pregunta.

19. ¿Es posible saber la verdad sin antes desafiarla?
Sí.

20. ¿Alguna vez se hizo realidad tu peor miedo?
Todavía no.

21. ¿Te acordás de aquella vez, hará como 5 años, que estuviste tan pero tan enojado? ¿Importa en este momento?
Sí. Sí.

22. ¿Cuál es tu recuerdo más feliz de la infancia? ¿Qué lo hace tan especial?
Así de pronto no recuerdo nada feliz de mi infancia.

23. ¿En qué momento de tu pasado reciente te sentiste más apasionado y más vivo?
Cada vez que Perro se reclina en mí para que lo mime.

24. Si no es ahora, ¿cuándo?
Cuando sea el momento para mí.

25. Si todavía no lo lograste, ¿qué tenés para perder?
Unas cuantas cosas.

26. ¿No sentís que viviste este día cientos de veces antes?
Por suerte, no.

27. ¿Cuándo fue la última vez que caminaste a ciegas apenas iluminado por el débil brillo de una idea en la que creías fuertemente?
Cada minuto del último medio siglo.

28. ¿Cuál es la diferencia entre vivir y existir?
Eladia Blázquez lo explicó genial en "Honrar la Vida".

29. ¿Cuándo es el momento de dejar de calcular riesgo-beneficio y meterle para adelante con aquello que pensás que es lo correcto?
Nunca.

30. Si aprendemos de nuestros errores, ¿por qué siempre tenemos tanto miedo a equivocarnos?
Pregunta mal formulada, que asume cosas que no son necesariamente así. Paso.

31. ¿Qué harías distinto a lo de siempre si supieras que nadie te va a juzgar?
Nada. Me importa demasiado poco si alguien me juzga.

32. ¿Cuándo fue la última vez que prestaste atención al sonido de tu respiración?
Anoche, como cada noche.

33. ¿Qué es lo que amás? Alguno de tus actos recientes, ¿expresó ese amor abiertamente?
A la vida, a Perro. Sí.

34. De acá a 5 años, ¿recordarás lo que hiciste ayer? ¿O anteayer?
No recuerdo lo que desayuné...

35. Ya mismo, a cada instante, se toman decisiones. La pregunta es: ¿estás decidiendo por vos mismo o estás dejando que otros decidan por vos?
Trabajo en favorecer lo primero y hacer mierda la posibilidad de que pase lo segundo.

domingo, 23 de julio de 2023

chongo II

Respecto a la inspectora del edificio donde tengo el departamento, que adelanté la última vez que la tenía en la mira para salir a tomar un café, salimos. Conclusión: no voy a repetirme así que acá la triste evolución del tema con 6 años de anticipación.
Para quien quiera buscarlo, hay un artículo sobre esto en Clarín del 29 de noviembre de 2015. Es una mamarrachada de lectura, sesgada, tendenciosa y de un nivel intelectual que sugiere la autoría de una anchoíta, pero que ilumina si uno sabe leer e interpretar texto, cosa que en el último intento publicitario de otro olvidable candidato a algún curro que se abre con las próximas elecciones, no logran hacer casi la mitad de los pendejos argentinos y el buen muchacho promete solucionar mágicamente. Como sea, aconsejo leer el artículo, así el análisis que voy a hacer ahora tiene más sentido. Si no, a disfrutar de lo que viene, pero después no digan que no avisé.
"Y llaman chongos a sus circunstanciales aventuras amorosas." Aventuras sexuales, fiera, sexuales, no amorosas. Garche, manoseo, transpiración. Y gratis, sin ninguna remuneración de por medio. No llegan ni a putas. (Y sí, hablo solamente de ellas, que son las que me interesan para encontrar una compañera que valga 2 pesos. Lo que ellos hagan me importa un bledo.)
"Conozco chicas que por no estar solas se bancan a cualquiera que las denigra”. No como vos, que te denigrás sola, pedazo de repelotuda. A ver: prestame 100.000 dólares. ¿No? ¿Por? Ah, obvio, no me conocés. Cómo saber si te los voy a devolver. Es entendible, 'ta bien. ¿Qué te parece si me prestás 1000? ¿Tampoco? Ok, aunque veo que por lo menos lo pensaste 2 segundos. ¿100 tampoco? ¿Y 20? Sí, 20 sí, perfecto. ¿Y el culo, también? ¿Me lo bancás 2 minutos? Ando un poco tenso. Ah, ¿el culo, sí? Mirá vos. Te dejo que saques solita tus conclusiones.
Según la luminaria que escribió este artículo, los chongos son una pareja sexual o un amigo con derecho a roce, algo así como un compañero de tenis, y nos tira un pedazo de sabiduría de monje tibetano: "...se ha producido una modificación en la vida sexual femenina. La mujer también exige, no se acomoda o somete como antes y aceptan de buen grado los vínculos ocasionales". A ver, desenmarañemos los eufemismos, porque la semántica importa y esto no es solamente una cuestión de nomenclatura. Esta imbécil está proponiendo que una mujer se enfrenta a una dicotomía donde las únicas dos opciones son someterse o hacerse puta (que no prostituta, porque esas por lo menos cobran). Amor (que ya vimos que no entiende bien lo que significa, o para ser exactos, ni siquiera la pega en el mismo código postal), proyecto de vida, decencia (y no me refiero a algo puritano, sino a un mínimo de respeto por uno mismo y por los demás)... nada significa un choto. Capitalismo con personas como si fueran envases vacíos, carcasas de un otrora ser humano que puede usarse y descartar.
Una de estas putas entrevistadas (Silvina, se supone) comenta que podés tener "una noche genial con alguien y al otro día nunca más lo viste". Me la juego que la imbécil no tiene idea de lo que es una noche genial, caminando con alguien lado a lado, tan concentrados en la charla que para cuando levantás la vista no tenés idea de dónde estás ni cuánto tiempo pasó; que te despedís con los ojos húmedos (no la vagina) y te vas a tu casa pensando que cada cosa que ves tiene un propósito y que lo entendés, y si no, seguro que es un buen propósito porque el que hizo eso también hizo toda la cadena de acontecimientos que te llevaron hasta ese momento en tu vida donde tuviste una noche genial con alguien. Y probablemente esté amaneciendo.
La siguiente puta a la que la autora del artículo le asigna un párrafo, Romina, es mentalista: nos aclara que los hombres piensan que las mujeres están a su disposición. Mirá vos. Otra genia que propone que "divertirse" es que le eyacule un desconocido, y la única alternativa es "bancarse lo que venga". Sus palabras, no mías. Mmmm... ¿Alguien más ve potato/potahto?
Otra perla imperdible de la autora sobre estas 80% pelotudas, 80% putas, 80% malas personas: tienen la autoestima muy bien plantada. ¿En serio? De todas las alternativas que se me ocurren en 4 segundos, como ingeniero y hasta donde puedo honestamente sortear mi sesgo, esa no entra en el top ten, y esta gansa se tomó seguro una semana para pensar en el tema, ¿y eso le salió?
Graciela, sin entender para nada lo que está diciendo, por lo menos expone más claramente la situación: le molesta andar cambiando las pilas del vibrador, así que los tiene de carne y va rotándolos. Felicitaciones.
Una última limadura de arista: ¿qué es un "amigo con derechos"? ¿Derecho a qué? ¿A usarme? No, gracias. Eso no es un amigo. Y esos no son derechos.
Las cosas son para ser usadas, y las personas para ser amadas. Este mundo viró a la inversa y yo no.
Cada vez más tengo ganas de cortármela, ponerla en una vitrina y dedicarme a ver si puedo encontrar el patrón de los números primos. Sería menos frustrante.

miércoles, 19 de julio de 2023

destinos

Raramente sé qué tanto derecho tengo a quejarme. No solamente tengo un techo sobre mi cabeza, tengo tres. Uno de ellos es una basura usada y chica, que me vendieron como si estuviera hecho de unobtainium, fuera nuevo y tuviera 9 m² más de lo que en realidad tiene, así que estoy en juicio con la constructora. El otro es un emprendimiento, no sin problemas constructivos pero más o menos bajo control, y es el que me da de comer. El tercero es el que heredé de mi mamá, en el cual me crié desde los 9 años, me siento muy a gusto y cada día que paso ahí recupero un poco más de mi alma, mi historia y mis ganas de encarar la vida. De a poco va a volver a ser lo que ha sido desde que nos mudamos ahí hace 40 años: mi 0,0 de coordenadas. Es el lugar que más me gustó de todos en los que viví, que son entre 25 y 30 (me mudé mucho, sí). Y encima, me costó $0. Triste lo que tuvo que pasar para que cayera en mis garras, pero así funciona el círculo de la vida y la muerte. Otro aspecto que tengo cubierto en mi vida es la comida: siempre tengo por lo menos 3 quesos diferentes en la heladera. Eso, en Argentina, es ser realmente afortunado, y cada día que pasa desde junio del '46, más.
Un amigo me contaba, muy triste, lo feo que se siente porque tiene la sensación de que está exactamente en el mismo lugar que hace 20 años: arranca el lunes, para para comer, ducharse y dormir, y vuelta al trabajo, y así hasta el sábado a la tarde que hace algo más o menos lindo con la novia, duerme media hora más el domingo y vuelta a empezar. Lo entiendo: el hámster en la rueda, de lo cual logré salirme y no paro de estar agradecido. Si hay algo que no necesito en mi vida es rutina y un opa que me diga qué hacer.
Otro amigo, de y en Melbourne pero que conocí en Múnich, y que en cualquier momento vuelve a irse a Alemania, me contaba que no cree que Australia sea el lugar adecuado para mí. Los australianos son gente poco profunda, que no reflexionan demasiado, y tanto él como yo somos lo opuesto y buscamos una pareja con la que filosofar un poco. Algo que ya venía preocupándome sobre la opción de mudarme allá era el tema de llevar a Perro: Australia tiene un control de fronteras, en particular el de mascotas, con muchísimas limitaciones y trabas. Si lograra entrarlo (big if) sería caro, largo y complicado, y en todo caso involucra una cuarentena de como mínimo 10 días... no fucking way. Y ese dato que me aportó este amigo medio que tiró a Australia al fondo de la lista. O más bien la pateó de la lista, bastante lejos. Cayó al lado del Titan, de hecho. En fin...
Alemania, como dije la vez pasada, no está en mis intenciones. Italia o Luxemburgo serían ideales. Italia, sobre todo. Pero este hiato en mi carrera de ingeniero me jugaría en contra, y los sueldos ahí no son tan altos. Decisions, decisions...
Lo que voy a contar ahora me suena más a estar escribiendo un newsletter (como merda se diga castellano... ahí busqué: se dice boletín) que una entrada en este blog pedorro mío, pero da.
En el edificio donde tengo el departamento por el que le estoy haciendo juicio a la constructora, la administración tiene una inspectora para coordinar el mantenimiento y demás. Es una chica joven, de hecho, muy joven, 29, y desde el principio pegamos onda. Divorciada, con una hija chiquita. Entre la guardería, la madre y el ex, tiene su tiempo propio. Hoy la invité a tomar un café. Me la hizo muy fácil, me la dejó servida, digamos. Necesito su opinión profesional por el problema con el techo en mis cabañas, y se ofreció a asesorarme fuer del trabajo. De ahí a un café había sólo un paso, y ella dio la mitad. Veremos.
Hay otra cosa que me está pasando, y no sé cómo encararla. Sé que depende un poco de mi estado de ánimo, y hoy fue un día difícil, pero tiene que ver con lo que uno deja. Es que estoy sacando cosas de un par de muebles en una pieza de servicio que tenía mi mamá en su departamento y no puedo evitar pensar en lo que quedó de su vida, y lo que puede llegar a quedar de la mía. El tema me acosa. Es miedo a ser insignificante, y a morir. Siempre tuve miedo a cómo moriría, si con dolor, si de cáncer, etc., pero ahora me preocupa lo que dejo y el hecho de que ya no voy a poder disfrutar más la vida. Me resulta súper triste. Ayer tuve un problema con Perro, un comportamiento que tiene en determinadas situaciones donde ladra y no puedo hablar con otra persona, y ya probé de todo y lo único que me queda es el castigo físico, por leve que sea, y me atormenta hacer eso. Me pone muy pero muy mal, y sé por experiencia que funciona. Eso es lo que más me molesta: el hecho de que no tengo que enseñarle el comportamiento que deseo que tenga, sino que tengo que mostrarle lo serio que es el tema, y me molesta soberanamente que no lo entienda hasta que no llego a ese extremos. La cuestión es que me afecta y me hace ver más negativamente todo el resto de mi vida, y me siento frustrado y pesimista. Se me va a pasar, pero el miedo va a persistir, lo sé.
Por lo pronto corté en un 95% con YouTube y parentela. Prefiero hacer otras cosas con mi tiempo. Tengo que retomar la lectura, y a pesar del frío tremendo que está haciendo, las caminatas. No es que no salgo, pero salgo bastante menos y no es bueno. Por eso estoy acá, en un café, escribiendo: si me quedara en casa a merendar sería un desastre. Sobreviviendo.

martes, 11 de julio de 2023

seguimos

 

Algunos creen que sólo un gran poder puede contener el mal, pero eso no es lo que he encontrado. Son las pequeñas acciones cotidianas de la gente común las que mantienen a raya la oscuridad.

Todos sabemos que esto no lo dijo Gandalf porque el tipo no existe, pero sería lógico pensar que lo escribió el autor de El Señor de los Anillos, J.R.R. Tolkien. Tampoco. Resulta que esa línea no estaba en el libro, sino que alguien la agregó al libreto para la película, supongo que Peter Jackson, Fran Walsh y/o Philippa Boyens.
Esta fotito, que me apareció de la nada en Instagram o Pinterest o yo qué sé, viene muy al caso porque hace poco fue una fecha patria y mucha gente salió con la escarapela, puso estados de WhatsApp o publicaciones en Instagram con la bandera argentina, colgó una bandera del balcón, o mandó alguna composición de imágenes de rincones lindos de mi país con música dramática/emotiva. Fenómeno. Y cruzaron el semáforo en amarillo obscuro. Y estacionaron donde está prohibido. Y pararon en la senda peatonal o en el medio de un cruce o la salida de una cochera. O dejaron la caca del perro en la vereda. Dejaron plantado a un cliente. O no pagaron lo que debían. O dispusieron de algo que no era suyo: impuestos, patrimonio, tiempo.
Desde mi punto de vista, a los argentinos, buena yerba (quizás se me cuela algo de wishful thinking ahí) pero horribles ciudadanos, les gusta llenarse la boca de palabras como patria, trabajo, esfuerzo, y critican a los políticos y las vicisitudes, y no son capaces de un poco de disciplina aunque su vida dependa de ello. El asunto, la urgencia de esto, es que no es una cuestión hipotética, un ejercicio intelectual: su vida (no su muerte) depende efectivamente de ello, pero pedirles que pongan ese esfuerzo cotidiano y metódico de respetar las reglas, al prójimo (que es para lo único que existen las reglas) les es tan ajeno como pedirles que vuelen aleteando con las manitos. Es gastar saliva y tinta al reverendo pedo. Las pequeñas acciones cotidianas de la gente común, sin anuncios estridentes o fuegos artificiales o grandes presupuestos, esas se les escapan intelectualmente como si estuvieran enterradas en un manual de física cuántica escrito en finlandés. No hace falta pavimentar la 9 de Julio en platino, ni hacer un puente de 8 manos entre Buenos Aires y Johannesburgo, ni encontrar la cura para el cáncer. O hacer leyes nuevas (si las viejas son ignoradas) o aumentar las penas (si no se controla que se cumplan las reglas). Simplemente tirar el papelito en el tacho, y de ahí para arriba. Si todos, o aunque sea la gran mayoría, empujamos para ese lado, de a poco los corruptos de arriba se van a ir muriendo y los van a reemplazar gente proba y eventualmente incluso capaz.
Vivir en Argentina es un ejercicio de supervivencia física, mental y emocional. Y esto no es el resultado de Perón (en gran parte), de los ingleses (en pequeña parte) o de si la luna está en capricornio (en ninguna parte): es nuestra falta de educación y cultura, y nuestra ineptitud para organizarnos.
Ayer fue un ejemplo monstruoso de esto: salí a comprar queso y llevé a Perro. Ida y vuelta: 10 cuadras. Cruzando la plaza, 2 perros (con una dueña conocida en la plaza por su desinterés por la agresividad de sus canes, y que ya han mordido a una decena de perros y a más de un par de personas) atacaron al mío. Cuando lo defendí, por supuestos no solamente me echó la culpa sino que salió con "argumentos" (entre comillas por lo inválidos y ridículos) que además no tenían un pomo que ver con lo que estaba pasando.
Seguimos caminando.
Pasando por la puerta de un edificio, sale un perro sin collar ni correa ni nada y se le tira encima al mío. Misma historieta.
Seguimos caminando.
A pocos metros pasando una bocacalle, un auto sale de estar ya prácticamente estacionado de la mano izquierda y a toda velocidad cruza para estacionarse sobre la mano derecha, justo cuando el semáforo de la bocacalle estaba cambiando. Antes de que se ponga en verde (de hecho, solamente llegó a cambiar de verde a amarillo el que estaba cortando la calle que cruza, ni siquiera en rojo) una motito sin chapa patente arrancó a todo trapo. Resultado: se comió el auto. Los dos se putearon, charlaron, y finalmente siguieron su camino. Es decir: ninguno tenía seguro. Y ninguno tenía una mínima idea de lo que estaba haciendo, y no me refiero a conducir un vehículo solamente, sino a vivir en sociedad. No es una extrapolación tirada de los pelos, y también se extiende a los dos idiotas (i)responsables de los perros.
Seguimos caminando.
Un camión de cemento cruzado en la vereda y en uno de los carriles de circulación, sin ninguna posibilidad de paso para los peatones o para la mitad de los autos. ¿Alguna señal, un conito, una banderita, algún obrero, una pasarela?
Seguimos caminando.
Llegando a la siguiente esquina dobla, sin indicar, un camión MB 1114 a toda la velocidad que la física permite sin volcar, cuando nosotros, peatones, estábamos iniciando el cruce. Si yo, que casualmente tenía prioridad, no paraba, me moría. Y Perro.
Seguimos.
Intercalado entre todo eso, sorteamos las barricadas que ponen en la vereda los albañiles de los edificios en construcción que hay en cada cuadra, sin pasarela ni nada de lo previsto en el código de obras privadas de la municipalidad.
Llegamos a la quesería.
A eso, que la mayoría de los argentinos da por aceptado, que han normalizado en sus vidas por resignación o ignorancia, que no se dan cuenta de lo que están viviendo y cómo los defenestra psíquicamente, se le suma la inseguridad, la imprevisibilidad y la falta de infraestructura. Sin entrar en cuestiones más macro tipo la inseguridad jurídica o la corrupción.
Salimos de la quesería.

jueves, 6 de julio de 2023

a diseñar

Tengo ganas de ponerme a diseñar un auto optimizado exclusivamente para el mercado argentino. Para no hablar muy en el aire ni empezar de cero, la idea es tomar como base un modelo en particular y, con algunos retoques y cinceladas para sacarle cosas innecesarias, bajarle el precio y ahorrar algo de peso aprovechando las costumbres de manejo de los conductores locales. Voy a elegir uno que personalmente me gusta, el VW Vento, ni modesto ni pretencioso, que se vende a unos 32k dólares y asoma de fábrica con 1476 kg. Veamos qué sale...

Por empezar, podemos olvidarnos del catalizador y el silenciador. El medio ambiente nos importa una mierda y el prógimo (o como se escriba) mucho menos. Con eso nos ahorramos unos 20 kg del sistema de escape y tranquilamente 300 dólares, y ni hablar del gramo o dos de platino, rodio y paladio, que no son baratos. Como efecto secundario, mejora también el espacio interior porque liberamos lo que ocupan esos componentes en el piso del vehículo. Empezamos bien.

El sistema eléctrico se puede simplificar enormemente. Por ejemplo, las luces de giro: no hacen falta, evidentemente, ni las de emergencia. El argentino (por lo menos el que viene atrás, si es que alguna vez un argentino piensa en otro) es mentalista y adivina que uno va a doblar o detenerse o entrar a una cochera. Es fascinante. Científicos de todo el mundo estudian las propiedades telepáticas de los conductores argentinos. Así que nos ahorramos la palanquita a la izquierda del volante, las lamparitas (o ledes, depende qué tan modernoso es el vehículo) de las luces en sí (adelante, atrás y en los espejos externos), conmutadores, fusibles y esas cosas, y encima todo el cableado, que tranquilamente son unos 12 metros. Muy al tuntún diría que nos ahorramos 5 kg y otros 300 mangos. En el mismo rubro podemos también sacar las luces de adelante, total, el argento pone en toda situación los faros antiniebla, con lo cual perfora las retinas de los que vienen de frente o circulando delante de uno. Mucho más divertido. Como dije, el projimoh... Diría que acá ahorramos otros 6 kg (las dos ópticas delanteras) y seguro 600 dólares más. Y viendo cómo la gente en Argentina ignora completamente el significado de palabras difíciles y de muchas sílabas, como mantenimiento y preventivo, y ni hablar si están en la misma oración, también podemos sacar las ópticas traseras con esas luces raras que cuando uno frena se prenden para advertir al prohjimo; es decir, deberían prenderse, si uno se molestara cada año bisiesto en verificar que funcionan. Otros 3 kg inútiles de andar llevando a pasear de acá para allá al reverendo pedo, y ahorramos 200 dólares. Palmaditas muchas en la espalda, ¿no?

Tema carrocería: los espejos, el interior y los exteriores. Ya sé que soy lindo, no hacen falta. Y nos ahorramos todo el sistema de regulación y esas cosas, y mejora la aerodinámica de nuevo. 2 kg y 200 dólares. Todo suma.

Los cinturones de seguridad. El argentino maneja espectacularmente bien, a tal punto que a cada rato se rasca el costado de la cabeza preguntándose por qué Hamilton no llama para preguntar cómo hace para manejar tan pero tan bien. Así que como no choca, no hacen falta los cinturones. Bingo: entre el cinturón en sí, las hebillas, el sistema inercial y los anclajes, debe ser algo así como 1 kg y 50 dólares por cinturón, y el Vento lleva 5. Tampoco hacen falta las bolsas de aire, supongo. La verdad que para eso no tengo números, pero mirando autos similares, estimo que cada bolsa debe pesar 1 kg, y entre la bolsa en sí, el cableado y los sensores, estamos ahorrando 100 dólares por cada uno, y un Vento tiene 8. Así que ahí 'ta: otros 8 kg y 800 mangos. Aplausos y papel picado.

¿Cómo vamos? Recapitulando:
Escape: 20 kg y 300 dólares
Luces: 5+6+3 kg y 300+600+200 dólares
Espejos: 2 kg y 200 dólares
Cinturones y bolsas de aire: 5+8 kg y 250+800 dólares
Total: 49 kg y 2650 dólares

De nada.