domingo, 26 de marzo de 2023

suponete

Perro cumplió 5 años, y uno de mis objetivos más importantes al plantearme tenerlo, era lograr ser gentil, aunque sea con él, con la esperanza de que me haga de trampolín para con el resto del universo. Puedo decir con mucho orgullo que logré ese objetivo, y no sé bien si me pone más contento el ser más humano o el lograr tratarlo mejor, casi como se merece. Con lo que adoro a este bichito, es un flor de logro el alcancé y me hace sentir muy bien.
Tengo una relación más bien pedorra con la humanidad y en parte depende de mí; esa parte la quiero mejorar. El problema, desde el principio, fue una mezcla de falta de ejemplo en temas que requerían tolerancia, empatía, cosas así, y una serie de eventos desafortunados, supongo. El divorcio de mis padres, haber sido criado por una madre sola, con una familia materna también con sus cuestiones sin resolver... sin masticar, siquiera. Mala receta.
Mirando lo que logré con Perro, tanto en él como en mí, pensé: ¿qué pasaría si ahora, con lo que sé, pudiera criar a mi versión recién nacida? Una copia de mí, un clon, un yo que viajó en el tiempo, lo que sea que le dé marco a semejante escenario. La cuestión que yo, a mi casi medio siglo y después de mi experiencia con Perro, pudiera intentarlo conmigo, quizás no para mejorar a mi yo de ahora, pero sí al futuro yo, al yo que yo hubiera podido ser si hubiera recibido más cariño en lugar de ser obligado a mamar tanto pedo sin resolver. Ya de adolescente había pensado en esto y reconocí el patrón, y me prometí hacer todo lo que pudiera para no perpetuar el problema. A la postre, cumplí cabalmente: no tuve hijos. Algo así como acabar con la pobreza matando a los pobres. No era exactamente lo que tenía en mente.
Siempre quise mejorar y sigo con esa tesitura. Lo intenté y logré en cierta medida con la ayuda, ya sea en forma de charlas, consejos o como modelos a seguir, de parejas, amigos, familiares, personajes ficticios (Batman, Richard Gilmore) o reales (San Martín, el jardinero en mi trabajo, Richard Dawkins); todo lo que me sirviera para incorporar lo que hay que hacer, alternativas a conductas que yo aprendí y que me llevaban a resultados que no eran los mejores, pero también ejemplos de lo que no hay que hacer, mirando los resultados que obtienen otros.
Y sin embargo, Perro, un perro, es quién más me enseñó a ser humano. "Gracias" ni siquiera rasca lo que le debo.
Como decía, me puse a pensotear en qué pasaría si yo, con lo que sé ahora, con todos los errores que detecté y los que pude corregir, pudiera volver en el tiempo, buscar y encontrar a mi versión de chiquito y criarme, criarlo. Un rulo espacio-temporal o algún invento retorcido de película de ciencia ficción, una versión de borrón y cuenta nueva pero con el diario del lunes. ¿Cómo lo haría? Lo primero que me sale anotar en la listita es que me daría más ánimo. Cultivaría como pueda mi autoestima. Me abrazaría. Me escucharía. Me hablaría. Me acompañaría. Me explicaría. Sería cómplice. Hablaría mejor de los demás. Me daría más esperanza. Me llevaría de viaje, y si no tuviera dinero, aunque sea a una playa a algunos km de mi ciudad. Seguramente no tendría el celular ni siquiera en la mano cuando estoy con él, conmigo. Cultivaría la piedad y la disciplina, y el no perder los estribos, que aunque esto lo logro más y más con Perro, me temo que con un humanito seguramente es un desafío bastante más grande. No pude dejar de notar que los perros son mucho más puros y simples en sus intenciones, mientras que los humanos tienen, además de intenciones, caprichos y hasta maldad. Como sea, creo que sería mucho mejor padre que mis padres. Me metería mis histerias en el fondo del orto, a mi pequeño e indefenso proto yo no le haría recriminaciones ni pases de factura, no le gritaría sin ton ni son ni lo insultaría. No lo abandonaría. No lo culparía por ser estúpido: nadie nace sabiendo. Los adultos somos responsables de los errores de nuestros chicos. Lo felicitaría por sus logros, le explicaría lo mucho que se merece si se esfuerza y es buena persona consigo mismo y con los demás. Lo abrazaría cuando mete la pata y le enseñaría el valor de semejante oportunidad para aprender de su error, y aprovecharía para contarle el secretito ese de tratar de aprender de los errores ajenos, que es más barato.
No tengo motivo alguno para pensar que esta posibilidad se va a dar, solamente me tengo a mí ahora, de grande, exactamente de la edad que tengo y con muchas cosas ya asentadas en mi cabeza, sin permiso ni bienvenida de mi parte. Y no sé qué hacer para ser un poco más feliz. Me siento muy perdido y con demasiado equipaje emocional y mental. En el papel está todo pipí cucú salvo por el hecho mencionable de que no tengo pareja; pero si por algún motivo alguien tuviera que escribir un reporte sobre mí, diría que tengo techo y comida y salud y esas cosas nada despreciables, pero le sería difícil detectar que socialmente, desenvolverme en mi día a día es como para un explorador caminar por la jungla con un machete cortando ramas, tropezándose, esquivando serpientes, arañas y tigres y tormentas y precipicios y fuego y buscando comida y agua y refugio. O sea, un poco difícil. Muy tristemente estoy llegando a la conclusión de que en Argentina no hay una mujer lo suficientemente inteligente para gustarme, pero lo suficientemente estúpida para gustarle. Ufff.