miércoles, 23 de marzo de 2022

planeta π

Ame. Tiene novio.

Dentista. Hablando con un amigo, reflexionaba sobre el hecho de que en mi contexto esta mina actúa como una especie de representante del sexo femenino, con toda la frustración que eso conlleva en mi experiencia. La invitación a un café no se cristalizó, no pasó nada, a pesar de que en dos ocasiones le mencioné algo. En una ni me acuerdo qué dijo, y en la otra mandó "el finde capaz". Andá a cagar. Aunque al día siguiente me mandó un mensaje (porque hablar por teléfono es passé) a ver si quería ir el domingo a ese lugar tan lindo que le recomendé. Sí, el único día de la semana que cierra. A esto le siguió un breve "diálogo" tan estúpido e inconsecuente que ni lo recuerdo, no valió la pena una puta dendrita. Como decía, hablando con ese amigo, que resulta ser una de las personas más inteligentes que conozco, me aconsejaba hacerme a la idea de que estoy tratando con half retarded children (sic) que se ubican detrás de una especie de barrera de potencial que todos tenemos que superar para sincerarnos con alguien. Demasiado pronto y piensan que somos extraños, peculiares; demasiado tarde y somos unos cerrados de mierda, inaccesibles, con un costo/beneficio pedorro. Pero es algo a lo que todos queremos llegar cuando tenemos intenciones genuinas y sinceras. No necesariamente morales ni sanctas, pero deseamos ser honestos, abiertos con la otra persona. Deseamos conexión, al nivel que sea, al nivel que cada uno necesita.
Entiendo que la conexión que yo necesito es profunda, fosa-de-las-Marianas profunda. Es mucho, ya sé, pero es hermoso, y me pareció detectar en Dentista el potencial para conectarnos así, además de que es inteligente; o, más posiblemente, también por eso. Pienso que yo no estoy sometido a esa barrera de potencial que mencioné arriba; simplemente puedo abrirme y ser sincero con cualquiera. De hecho, lo cultivo. Me gusta mucho ser así. No tengo miedo a exponerme, a mostrar mis debilidades, a vestirme zaparrastroso y que piensen que soy pobre, estúpido o lo que sea que a cada uno le dé miedo que descubran de sí. No me molesta, ni siquiera en función de lo importante que sea para mí la otra persona. Sospecho que esto viene en parte del hecho de que mi propia opinión sobre mí es muy baja, y cuando alguien tiene una mala opinión de mí es como que siento cierto alivio de no tener que esforzarme en ocultar la verdad: que soy inquerible, resultado último de conocerme. Patético, lo sé, y mi familia, mis amigos y yo estamos trabajando en eso, creo que con algún progreso. Ni siquiera me molesta dar lástima. Muchas veces escuché (siempre de mujeres, no sé por qué) decir "no quiero dar lástima" o algo parecido, y no entiendo dónde está el problema. Dar lástima es solamente un síntoma, no el problema en sí. Es, postulo, un buen síntoma: siente lástima quien nos aprecia. Alguien nos aprecia y eso es bueno.
Desde la auto-invitación a un café, Dentista nunca más se me acercó en la plaza. Pasó de largo diez veces. Hasta su perra más chica me vino a saludar, pero no ella. Es raro, incluso en este contexto, con una persona tan rara y difícil de escrutar como ella. Sí me la crucé, y dos veces le mencioné el asunto para darle pie a que concrete e igual quedó en la nada. Hasta ahí lo puedo digerir. Pero hace un par de días la vi sentada en el pasto charlando con uno de esos ejemplares masculinos que te dan ganas de darles mejor uso como sujeto de experimentos médicos, porque lo que es como hombre nos hace quedar mal al resto, además de que no lo veo haciendo ninguna otra contribución a la humanidad. Más bien molesta. No voy a entrar en detalles del porqué, pero es mi opinión de ese tipo en particular y ver eso me dolió y me hizo enojar. No sentí celos, porque ella no me debe nada y... bueno, no sé... no sentí celos. Pero me molestó su preferencia, su elección, y tiene que ver con mi verla como representante del sexo femenino. Otros, de mucha menor valía en mi opinión, logran cosas que yo no. Algo estoy haciendo mal, o varias cosas: de algunas estoy consciente y, o las trabajo, porque entiendo que son pedos míos (timidez, por ejemplo), o las cultivo, porque creo que yo estoy en lo correcto y me cago en lo que los demás hagan (usar al otro). Pero otras (¿cuáles, carajo?) definitivamente se me escapan. Una amiga me recomienda volver a invitarla yo a un café o lo que sea, pero realmente me parece una combinación de rebajarme demasiado, cargosear, y ser necio ante la evidente falta de interés de su parte. Probablemente podría pasar por alto una, pero las tres... Así que acá estoy, pensando todavía en ella y en todas las otras, no solamente molesto por la situación, sino también desilusionado por sus preferencias y, haciendo extrapolación, con las preferencias de todas las otras mujeres de este planeta π que es Argentina.
Dicen que uno tiene que ser feliz, no esperar que otra persona lo complete, y un montón de pelotudeces mal. Lo dice gente que nunca tuvo moto, o cualquier otro de esos tesoros en la vida que resuenan con cada ser humano. Porque si por una de esas putas cosas del destino uno se queda sin moto, o sin pareja, claro que la vida sigue, pero uno ya probó lo bien que podía estar, ya probó el siguiente escalón de la evolución de la felicidad, y renunciar a eso es una reverenda mierda.

Yo. Extraño encontrar la mano de mi novia bajo las frazadas, guardar su foto en el teléfono, hablar de ella con un amigo, lavarnos los dientes juntos. Molestarla. Planear una salida. Contarle una de las 400 estupideces que se me ocurren por minuto, sobre todo las más indecibles, racistas, machistas o egocéntricas. Comprarle un regalo chiquito, de esos que el valor pasa exclusivamente por saber que la otra persona pensó en vos. Extraño extrañar. Incluso, apenas tengo alguien con quien hablar; en persona, por lo menos. Y mis grandes amigos de los últimos años están lejos y alejados. Hacer nuevos amigos en un lugar donde la gente necesita concentrar el 90% de sus recursos en llegar a fin de mes sin que los maten o se les acabe la comida, onda que deja poco para cultivar el crecimiento personal, y sin contar que en lugar de leer un libro escuchan alguna estupidez en feisbuc. Cuando alguien pasó por el proceso que pasé yo, de salir de este cul du monde y pasear por los lugares que paseé y conocer a la gente que conocí... hablar del clima, escuchar cumbia y discutir de populismo con gente que no sabe nada... es por lo menos duro, requiere paciencia, y despierta el mismo interés y satisfacción que poner los testículos en una hielera.

lunes, 14 de marzo de 2022

temas cotidianos

No podía dormir. Me acosté temprano y a las 4 de la mañana mi cerebro me despertó, y a las 5 y media ya estaba harto de elucubrar gansadas y de dar vueltas en la cama así que me levanté. Prendí la luz, fui al baño, abrí la canilla y salió agua. Me lavé la cara, me sequé con una de las tres o cuatro toallas frescas y me fui a la cocina. Abrí la heladera y tenía una mermelada de frutilla y otra de durazno, queso crema, dos clases de pan, café italiano y descafeinado, platos, cubiertos, tazas. Puse el pan en la tostadora eléctrica y el agua a precalentar en el microondas, para después hacerme la moca en la hornalla a gas. Mientras se preparaba todo elegí una de las 12 remeras que tengo en un cajón y uno de los 6 ó 7 pantalones, y me vestí.
No conozco la historia que tanto ucranianos como rusos coinciden en que empezó hace 8 años en Crimea, no hace 8 días en Luhansk, pero por decisión de UNA persona, en este momento hay un montón de seres humanos que no tienen nada de lo que yo dispongo en los primeros 10 minutos de mi día, que no es ningún lujo ni ninguna aspiración delirante. Y en unas semanas probablemente tampoco tengan a dónde volver una vez que esta locura amaine. No va a haber ropa, ni casa, ni país. Y no veo cómo eso es justificable fuera del DSM.
Los argentinos, esta masa informe de irresponsables, venimos de 75 años de un culto a un hijo de puta clientelista, condimentado brevemente con regímenes militares, más un par de pausas de esta catástrofe sistemática y recurrente en manos de chantas ineptos, también conocidos como políticos. Pero, hace ya dos años, los clientelistas volvieron a hacerse de las cajas nacionales y al poco tiempo empezó la puta pandemia, la cuarentena y la excusa para más clientelismo, alcanzando un nivel nunca antes visto. Cuando por fin empezaron a llegar las vacunas y parecía que íbamos a alcanzar la convivencia con el virus, Vladimir vio demasiadas boludeces en las tapas de los diarios y decidió aportar algo más substancial, más digno de primeras páginas. Gracias, fiera, estaba aburrido 👊. LPM. No exagero cuando digo que mirando las imágenes de lo que está pasando, me dan ganas de llorar. Me invade la tristeza en una forma que a los que nunca vivimos la guerra nos resulta difícil de empatizar. La mayoría de mis compatriotas no saben lo que ven cuando miran esas imágenes. Una casa derrumbada por una bomba significa 5, 10, 50 seres humanos huyendo en busca de seguridad, sea en lo de un pariente o en otro país, dejando su vida atrás. En mi primera navidad fuera de casa (solamente fueron dos) fui con una amigo a su casa en Tübingen, al sur de Stuttgart, y jugué un partido de fútbol con sus amigos y un refugiado de la guerra de los Balcanes. Era arquero en nuestro equipo y era también un muerto en vida. No había chispa ni nada parecido en los ojos, no había reacción. Era un autómata que cumplía con sus obligaciones cardiorrespiratorias y poco más. No tenía familia, no hablaba el idioma, no tenía su propia cama en el lugar donde lo alojaban. Verlo de cerca me cambió la vida, porque me dio una perspectiva a la que no había sido expuesto nunca antes. Fue y es horrible, pero expandió mis horizontes como ser humano.

Un poco más cerca de mi vida diaria está un problemita que me surgió con Perro y no sé qué hacer. En la plaza donde voy normalmente, donde ya tenemos un grupo habitual de perros y sus dueños, hay un bulldog francés de 11 meses con una energía altísima y particular. Es tremendamente rompe cocos y de alguna manera a Perro lo detonó y se le tiró encima. Jamás había hecho algo así, por más molesto que fuera otro perro. A lo sumo se defendió de un ataque o un perro agresivo o dominante, pero nunca atacó. La situación exacta, en ambas ocasiones, fue que Perro tenía en la boca una pelota con la que estaban jugando a tirar y traer, y el otro trató de sacársela. Otros perros también hicieron, pero evidentemente de una forma menos energética o invasiva, supongo. Los perros se mueven muy rápido y es posible que el bulldog ese haya gruñido o hecho algo que Perro interpretó como agresión y reaccionó, pero ya pasó un par de veces y no me gusta. Lo que menos me gusta, sin embargo, es el hecho de que hasta este punto siempre tuve confianza absoluta en él de que no era agresivo. Ahora... no importa cuantos 9s ponga después de la coma, es 99,99999% seguridad, no 100%. Es decir, ya no estoy seguro. Y eso me rompe el corazón y me impide relajarme. Y peor: no sé qué hacer para prevenir, corregir, o lo que sea que hay que hacer en un caso así. Ayer los observaba juntos y Perro parece haberse quedado molesto. El otro es extremadamente cargoso y confianzudo, lo entiendo, pero no me pareció que al punto de tener que tirársele encima así, sobre todo teniendo en cuenta la diferencia de tamaño, que deja al bulldog muy en desventaja. Perro, evidentemente, lo ve distinto.