lunes, 14 de marzo de 2022

temas cotidianos

No podía dormir. Me acosté temprano y a las 4 de la mañana mi cerebro me despertó, y a las 5 y media ya estaba harto de elucubrar gansadas y de dar vueltas en la cama así que me levanté. Prendí la luz, fui al baño, abrí la canilla y salió agua. Me lavé la cara, me sequé con una de las tres o cuatro toallas frescas y me fui a la cocina. Abrí la heladera y tenía una mermelada de frutilla y otra de durazno, queso crema, dos clases de pan, café italiano y descafeinado, platos, cubiertos, tazas. Puse el pan en la tostadora eléctrica y el agua a precalentar en el microondas, para después hacerme la moca en la hornalla a gas. Mientras se preparaba todo elegí una de las 12 remeras que tengo en un cajón y uno de los 6 ó 7 pantalones, y me vestí.
No conozco la historia que tanto ucranianos como rusos coinciden en que empezó hace 8 años en Crimea, no hace 8 días en Luhansk, pero por decisión de UNA persona, en este momento hay un montón de seres humanos que no tienen nada de lo que yo dispongo en los primeros 10 minutos de mi día, que no es ningún lujo ni ninguna aspiración delirante. Y en unas semanas probablemente tampoco tengan a dónde volver una vez que esta locura amaine. No va a haber ropa, ni casa, ni país. Y no veo cómo eso es justificable fuera del DSM.
Los argentinos, esta masa informe de irresponsables, venimos de 75 años de un culto a un hijo de puta clientelista, condimentado brevemente con regímenes militares, más un par de pausas de esta catástrofe sistemática y recurrente en manos de chantas ineptos, también conocidos como políticos. Pero, hace ya dos años, los clientelistas volvieron a hacerse de las cajas nacionales y al poco tiempo empezó la puta pandemia, la cuarentena y la excusa para más clientelismo, alcanzando un nivel nunca antes visto. Cuando por fin empezaron a llegar las vacunas y parecía que íbamos a alcanzar la convivencia con el virus, Vladimir vio demasiadas boludeces en las tapas de los diarios y decidió aportar algo más substancial, más digno de primeras páginas. Gracias, fiera, estaba aburrido 👊. LPM. No exagero cuando digo que mirando las imágenes de lo que está pasando, me dan ganas de llorar. Me invade la tristeza en una forma que a los que nunca vivimos la guerra nos resulta difícil de empatizar. La mayoría de mis compatriotas no saben lo que ven cuando miran esas imágenes. Una casa derrumbada por una bomba significa 5, 10, 50 seres humanos huyendo en busca de seguridad, sea en lo de un pariente o en otro país, dejando su vida atrás. En mi primera navidad fuera de casa (solamente fueron dos) fui con una amigo a su casa en Tübingen, al sur de Stuttgart, y jugué un partido de fútbol con sus amigos y un refugiado de la guerra de los Balcanes. Era arquero en nuestro equipo y era también un muerto en vida. No había chispa ni nada parecido en los ojos, no había reacción. Era un autómata que cumplía con sus obligaciones cardiorrespiratorias y poco más. No tenía familia, no hablaba el idioma, no tenía su propia cama en el lugar donde lo alojaban. Verlo de cerca me cambió la vida, porque me dio una perspectiva a la que no había sido expuesto nunca antes. Fue y es horrible, pero expandió mis horizontes como ser humano.

Un poco más cerca de mi vida diaria está un problemita que me surgió con Perro y no sé qué hacer. En la plaza donde voy normalmente, donde ya tenemos un grupo habitual de perros y sus dueños, hay un bulldog francés de 11 meses con una energía altísima y particular. Es tremendamente rompe cocos y de alguna manera a Perro lo detonó y se le tiró encima. Jamás había hecho algo así, por más molesto que fuera otro perro. A lo sumo se defendió de un ataque o un perro agresivo o dominante, pero nunca atacó. La situación exacta, en ambas ocasiones, fue que Perro tenía en la boca una pelota con la que estaban jugando a tirar y traer, y el otro trató de sacársela. Otros perros también hicieron, pero evidentemente de una forma menos energética o invasiva, supongo. Los perros se mueven muy rápido y es posible que el bulldog ese haya gruñido o hecho algo que Perro interpretó como agresión y reaccionó, pero ya pasó un par de veces y no me gusta. Lo que menos me gusta, sin embargo, es el hecho de que hasta este punto siempre tuve confianza absoluta en él de que no era agresivo. Ahora... no importa cuantos 9s ponga después de la coma, es 99,99999% seguridad, no 100%. Es decir, ya no estoy seguro. Y eso me rompe el corazón y me impide relajarme. Y peor: no sé qué hacer para prevenir, corregir, o lo que sea que hay que hacer en un caso así. Ayer los observaba juntos y Perro parece haberse quedado molesto. El otro es extremadamente cargoso y confianzudo, lo entiendo, pero no me pareció que al punto de tener que tirársele encima así, sobre todo teniendo en cuenta la diferencia de tamaño, que deja al bulldog muy en desventaja. Perro, evidentemente, lo ve distinto.

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