jueves, 22 de febrero de 2024

de putas y beneficio personal

 


En 1694-95, el pintor Luca Giordano hizo una obra sobre la historia del Rey Salomón y su famosa decisión. Muy resumida, la historia dice que dos prostitutas se peleaban por un bebé; ambas decían que era suyo. El rey pidió una espada y dijo que iba a cortar el bebé a la mitad y darle un pedazo una a cada una, a lo que una de las mujeres reaccionó gritando que le diera el bebé a la otra, pero que no lo mate. La otra, mientras tanto, decía "está bien, ni para ti, ni para mí". El rey guardó la espada y le dio el bebé a la mujer que le había implorado, justificando su decisión en que una madre haría todo por su hijo, incluso perderlo, con tal de que estuviera bien.
Nuestro nuevo presidente está intentando, por medios subóptimos, estoy seguro, mejorar la situación del país. Mientras tanto, la prostituta, al no estar en el poder, prefiere partir a la Argentina al medio con tal que otro no tenga éxito. Me siento tentado a escribir que lo más triste es que nunca quiso que a la Argentina le fuera bien, sino que simplemente la usó para beneficio personal. Pero no es cierto. No es diferente a casi la mitad de la población argentina, que desde hace ya casi 80 años piensan que lo mejor para un peronista es otro peronista, o que primero el movimiento. Sí, ya sé que el inciso 8 de Las 20 estupideces peronistas dice otra cosa, pero ese "bidecálogo" dice muchas cosas y, entre imbecilidades, delirios, mentiras, atrocidades y palabras que no significan absolutamente nada, uno no puede evitar hacer sus propias interpretaciones, sobre todo después de 80 años de ver cómo las han interpretado, aplicado, burlado, ignorado o utilizado a piacere, sin otra ética que el beneficio personal.
Solamente pido que, en algún puto momento antes de que mi vida cumpla su ciclo, Dios (o algo así) y la Patria se lo demanden.

sábado, 17 de febrero de 2024

anatomía de mi desconexión

Caso de estudio: tengo novia, y hace un tiempo, 2-3 años, que estamos juntos. Ya pasamos la etapa más pasional y el embelesamiento va dándole lugar al amor perenne. Compañera de trabajo nueva, o de natación, o empezó a ir a la plaza con el perro. Alguien a quien veo regularmente. Atractiva. Inteligente. Disponible. Y atraída por mí, y me lo deja saber.
Uno sabe lo que está bien y lo que está mal, de eso no hace falta hablar. Somos grandecitos y sería insultar la inteligencia de mi hipotético lector.
Pero mis sentimientos... esos están tan accesibles como el centro de la tierra. Que está en otro sistema solar. En una galaxia muy, muy lejana. Surgida en otro universo.
Rebobinando un poco, siendo muy analítico, podría ver que el asunto está estratificado y analizarlo por capas: la primera es la de la simple atracción, esa que te genera ganas de reventarla contra la mesada de la cocina. Simple, previsible, manejable para los que, como me gusta pensar, somos más evolucionados que una bacteria. La siguiente capa es la de atracción mutua, genuina, la misma que sentí al principio por esa novia hipotética con la que empecé este ejercicio. La capa que le sigue es la que aún, quisiera pensar, tengo con novia y que se gestó a las pocas semanas de empezar a salir y ver que era realmente una chica a tener en cuenta para mi futuro. La última capa, que tengo ahora con esa novia y a la que aspiro a largo plazo, esa obviamente está bien a salvo en el castillo de nuestra relación, en la cima de una montaña que crece con el tiempo y las vivencias juntos. Y ahora cae esta terrorista y me tiemblan los cimientos de mi estructura. ¿Qué hago? ¿Qué hacer?
Así que vuelvo a lo de los sentimientos. Lo sexual lo manejo, eso no es misterio. Sé reconocer cuando siento atracción sexual por alguien pero no hay trasfondo, substancia, más allá de eso. Pero lo que le sigue, si se desarrolla en el tiempo, es lo que pone a prueba mi compromiso en la relación que tengo. Uno empieza a preguntarse si lo nuevo no será mejor que lo "viejo". Influye el misterio, lo desconocido. Inevitablemente, la cabeza teje y construye hipótesis y es injusto porque es una comparación entre realidad y fantasía. Pero además de injusto es inevitable. Lo que queda, entonces, es ver lo que uno siente. Porque por más subjetivo que sea, es lo que importa. Creo que, por más filosóficos que seamos, por más ánimos de justicia y todo eso, lo que uno quiere es ser feliz por sobre ser sabio u objetivo. Lo que uno siente es inapelable.
Ahí es donde cagué. Resulta que desde que tengo memoria no logro, más que en contadísimas ocasiones, acceder a esa habitación de la casa que es mi cabeza. Como si no tuviera la llave, no sé. En ocasiones muy contadas y excepcionales he logrado espiar por la cerradura, casi sin quererlo. Pero la generalidad de las veces me es un misterio saber qué siento, y en una situación de prueba como la que describí, no sabría qué hacer.
Por un lado, no confío en mi juicio subjetivo. Simplemente no logro decidir internamente qué quiero más. Termino apelando a métricas para ver si puedo inclinar la balanza para un lado o para el otro, pero parece soldada. Por otro lado, la depresión pone un velo sobre esos sentimientos que sé que están ahí, aunque no logre escucharlos.
En la madrugada, o cuando estoy (más) sensible, o en un estado emocional especial que no sabría describir (si supiera, lo cultivaría)... no sé, en situaciones muy especiales, donde no me siento amenazado, o si me siento particularmente en paz, logro breves momentos de visión y claridad acerca de lo que siento y quiero y necesito. Es absolutamente hermoso. Pero se me escapan, son prácticamente aleatorios, algo así como los eclipses para un mono. Es frustrante. Y como desde hace mucho me reprimo, todo el tiempo, me es difícil apagar ese chip que me implantaron cuando era chico donde todo lo que sentía era feo o malo. Sentía el dolor y la tristeza de las peleas de mis padres y el divorcio en que desencadenó el proceso y no sabía qué estaba pasando y nadie me lo explicaba, o cuando expresaba algo de lo que sentía me decían que estaba mal. Mi abuelo insistía en que los hombres no lloran, por decir algo, aunque hay ejemplos mucho más sofisticados y hasta difíciles de identificar. Como sea, eso de sentir lo que uno siente, valga la redundancia, es una habilidad que nunca cultivé, al contrario: me instruyeron para que me olvide de eso. No hacía falta, mejor no.

miércoles, 14 de febrero de 2024

San Valentín

Cuenta ChatGPT que el 14 de febrero las personas "expresan su amor y aprecio hacia sus seres queridos, especialmente parejas románticas, a través de"... gastar plata. Desde mi cínico punto de vista, gastan dinero para hacer algún gesto de lo que se supone que sienten desde el 15 de febrero del año pasado, hasta hasta el 13 de febrero de este.
¿Yo? Me vine a tomar un café con Perro, mi ser humano preferido, como hago casi todos los días. Es nuestra salida, nuestro momento juntos, ese momento que empieza... que empezó hace casi 6 años, un 15 de marzo de 2018, cuando fui a una granja 30 km al sureste de Múnich y lo conocí a él y a sus 7 hermanos. Si hubiera sabido lo que este saco de pelos iba a hacer conmigo, no me hubiera vuelto a Múnich para volver 3 semanas más tarde a buscarlo; me hubiera quedado ahí, acampando afuera, durmiendo en el piso, si hubiera hecho falta, besando la tierra y agradeciendo cada minuto a partir de entonces, como lo hago ahora. Cada día lo quiero más y mejor, cada día me enseña cómo superarme, cómo priorizar mis sentimientos, cómo uso mi tiempo y cómo tratarlo a él y a los demás. Y además aprendí que lo quiero un poquito menos que mañana. Lo sé y me regodeo en el sentimiento.
Me despierto de una noche de mierda, llena de pesadillas, transpirado, con dolor de cabeza, puteando todas las alarmas y los argentinitos que las pusieron... y lo veo a él y se me dibuja una sonrisa inevitable. Me alegro de que empiece mi día porque lo voy a vivir con él. TODAS las mañanas, y en las ocasiones en que duermo una siesta, también a la tarde. Me siento el tipo más afortunado del universo. Ya ni me interesa si me lo merezco: lo agradezco, lo aprovecho, le doy todo el cariño que puedo, y listo. Lo miro mientras duerme, e gasto lo que haga falta en darle el mejor alimento posible, dejo de andar en moto para pasar más tiempo con él, salimos a caminar juntos, juego con él, dejo lo que esté haciendo cuando me pide mimos, y 32 mil etcéteras todos-los-putos-días, no solamente el 14 de febrero.
Él es el primer y hasta ahora único motivo por el que creo que el universo no me tiene tanto asco. Sentí algo parecido con alguna novia, pero fue una trampa. Quizás la trampa esta vez sea el tiempo, pero por lo menos en esta ocasión está en el contrato.
Hace una semana fue su cumpleaños número 6. Pero la fecha más relevante para mí es el 4 de abril, porque ese día me lo llevé a casa. Lo secuestré, diríamos, y es válido. Realmente, en retrospectiva, así fue, pero él fue el último de la camada en irse de la casa. La dueña, muy inteligente, organizó para que todos, los 8 cachorros, se fueran el mismo día, para que no pasaran una noche solos.
Hoy es el día de los enamorados, dicen los que venden cosas de esas que una secretaria elige. No me consta si en el invento previeron amores platónicos; calculo que les da lo mismo con tal de vender, pero yo lo festejo con el ser que, fuera de mi familia, es la relación más larga y hermosa que he tenido. Agradezco cada segundo. Les deseo una relación de pareja que sea la décima parte de linda que esta que encontré yo con Perro. Me lo deseo a mi también.

domingo, 11 de febrero de 2024

oh, boy

Hice otro descubrimiento.
Estaba hablando con una amiga en la plaza mientras caminábamos, y una vieja de mierda insistió en hacernos saber con su cara lo imperdonable de nuestra existencia, o mejor dicho, de la existencia de nuestros perros. Por lo cual la puteé un poco. No explícitamente, pero no dejé dudas ni lugar a ambigüedades sobre lo idiotamente repugnable que era su actitud.
Como sea, esta amiga me retó porque según ella fui agresivo. En realidad lo de amiga le queda grande, es una persona que no conozco ni hace mucho ni muy profundo, pero me cae muy bien. Le cuida las 3 perras a otra chica que conozco, y en un par de meses le voy a dejar a Perro por unos días porque me voy a Buenos Aires, así que nos vemos en la plaza para que él y ella se hagan amigos. Tenemos buenas charlas, y si ella tuviera 20 o 25 años menos (debe andar en los 60) seguro me gustaría como mujer. Así como está, me gusta como persona y listo.
El tema es que me pegó su crítica. No estoy de acuerdo. De hecho, si de algo me arrepiento es de haber sido benévolo, suave con mi reacción. Vieja de mierda, tendría que haberla tirado en un tanque con ácido. Como si faltaran viejas con cara de ojete y perros alucinantes como el mío. La puta que la parió. Pero bueno, me quedé pensando en por qué me afectó tanto su opinión de mí, y me di cuenta de que no es que me preocupe tanto lo que ella piense, y además lo puedo charlar e intentar aclarar, sino que en mi cabeza se formó la siguiente cadena: si ella, que me conoce poco, piensa eso, otra, que sí me interese romántica y sexualmente, puede caer en el mismo error y formarse la misma opinión y con eso se evaporarían mis ya bastante flacas posibilidades de gustarle. Y no me sobran candidatas ni me faltan defectos, como para andar tirando las pocas que me surjan por defectos que no tengo. En retrospectiva, ahora que lo escribo se me acaba de ocurrir que lo que quiso decirme ese amigo hace unas semanas cuando me criticó de baboso, es otro ejemplo de esto, si bien eso fue distinto porque él sí me conoce, o debería conocerme, y lo que me dijo me afecta porque me desilusiona. Pero el miedo a que una mujer que pueda gustarme también llegue a esa conclusión, existe. Mmmm...
En fin, otra ramificación de mi falta de autoestima. Y van 782 millones, novecient..

sábado, 3 de febrero de 2024

emigrar

Hay tantos motivos para emigrar como gente que emigra. En el último libro que estoy leyendo está lleno de ejemplos. Es un libro con muy breves biografías de escritores, de apenas una página, la de la izquierda, y en la página derecha una foto del escritor en cuestión, hecha por un fotógrafo famoso: Henri Cartier-Bresson, Robert Doisneau, David Seymour, etc. O sea, no escatimaron para nada. El libro es italiano y cada biografía está escrita por una de 8 personas, 2 hombres y 6 mujeres, todos también italianos. Interesantísimo libro, un orgasmo literario y con fotos que acompañan perfectamente el texto sin robar protagonismo, sino que humildemente ensalzan lo escrito. Quizás la única excepción, para mí por lo menos, son las fotos de HCB. Ahí es como cuando algún actor (quien sea) y Anthony Hopkins comparten una escena: el otro desaparece.
Como uno esperaría en la profesión de escritor, hay muchos que emigraron, en particular, parece, de la Alemania pre-nazi y la Rusia pre-revolución, mayormente a Francia (París, generalmente) o a EE. UU. Obviamente, la mayoría huye de la persecución ideológica, aunque algunos simplemente como expresión de descontento y oposición. También los hay que buscan otros horizontes, personales o artísticos. O por razones médicas, como respiratorias, asociadas al clima. Hay gente que emigra por razones familiares, o para escapar del servicio militar obligatorio, o de la guerra, o de la posibilidad de que ocurra. Hay quienes buscan más o mejores posibilidades laborales. Los que buscan aventuras. Por amor. Por desamor. Para escapar de las consecuencias de un crimen que cometieron, o de alguien que quiere cometer un crimen contra ellos.
Aunque el libro tiene más de 500 páginas y apenas voy por la 88, lo que no encontré hasta ahora es un escritor que se haya ido de su patria huyendo de sus conciudadanos y su estupidez, su egoísmo, su visión infantil, su cagarse en el prójimo y su resistencia ultrahumana a hacer las cosas mejor.
Me encantaría poder mirar para otro lado, o que no me afecte (tanto), o tomarlo como irremediable, que dicen que ayuda a aceptar las cosas. Muchas personas, desde los que adoran el sonido de su propia voz, los que se creen cualquier consejito de Instagram escrito al pie de una foto con un viejo o un perro, y más sabia todavía si es en blanco y negro, hasta los que simplemente hablan por el culo sin tener la más puta idea de que pensar es, a veces, útil. Muy, pero muy raramente, los hay que honestamente están interesados en ayudar y le dedican tiempo al asunto, aunque lleguen a conclusiones equivocadas. Lo que no hay, o mejor dicho, hay pocos, es gente que entienda que con 4 alarmas a metros de mi dormitorio, borrachos y drogadictos en cada esquina, algunos ejerciendo política, manejando un vehículo en la vía pública o en uniforme de policía, y una población que insiste en ignorar o lisa y llanamente romper las reglas, es difícil ser feliz, sin importar la "buena onda" que uno ponga. De hecho, está todo tan pervertido y patas para arriba, que la mayoría de los argentinos ya ni saben lo que es normal y creen que lo que hay que hacer es contemporizar con esas cosas, adaptarse, hasta hacerles lugar, incluso, y no mover un puto dedo en corregirlas.
La felicidad o un mínimo grado de satisfacción en la vida (más allá de pequeños pseudologros que se olvidan al día siguiente, como haber conseguido un descuento en un par de zapatillas) son inalcanzables en semejantes condiciones, y es importante entender que no consisten en que esté todo bien, sino en que estén bien las condiciones para vivir. Una vez ordenada la sociedad, puestas en práctica las leyes y demás infraestructura, todavía quedan el cáncer, los desacuerdos, los terremotos, las dificultades para encontrar pareja, haberla pifiado al elegir la carrera y cosas así. Y para enfrentar eso con algo de resto primero tenemos que lograr ponernos de acuerdo en las cosas más básicas y respetar esos acuerdos. Nada de eso ocurre en Argentina.
En otros lados, sí.