domingo, 15 de abril de 2018

€250/kg


Les presento a Perro. Perro es un pastor australiano que recogí con casi 8 semanas. Estuve mirando un par de criadores y me dieron la sensación de que los perritos eran poco o nada más que mercadería, pero la señora que me vendió a Perro simplemente tiene una granja con 3 caballos, 5 gatos y 4 pastores australianos, y cada par de años la hembra queda embarazada y vende la mayoría de los cachorros. Son sus perros y los quiere y trata como tales así que están bien alimentados, reciben amor y cariño, y tienen un lugar limpio donde estar y jugar.
Otra cosa que me atrajo de esta señora es que la madre de los cachorros, a pesar de ser de raza pura, no tiene papeles. Al padre lo importó de Estados Unidos y él si tiene papeles, pero como la madre no, los cachorros tampoco tienen. Podría sacarlos, inscribirla y no sé qué más, pero no le interesa. Por eso también los vende más baratos, como un 30% menos que un criador con papeles y la mar en coche. Hay muchos que se dedican a exhibiciones, concursos y esas estupideces, como si el perro fuera un juguete. En mi opinión: que coleccionen estampillas.
Pero bueno, ahí está Perro, pobrecito, creciendo conmigo: la bestia de las relaciones interpersonales. Por un lado estoy luchado con todos los desafíos típicos que implica tener un perrito: limpiar atrás de él, alimentarlo adecuadamente, enseñarle a no ir al baño ahí donde esté, estimularlo, entrenarlo, etc. Pero por el otro estoy lidiando con lo más difícil: yo. Mis pedos, locuras, miedos. Mi resistencia bajísima a la frustración. Estoy intentando darle disciplina y estructura, pero sin ser autoritario y que el perro haga todo como un robot. No quiero que me tenga miedo. No le pegaría nunca, pero el otro día estaba tan frustrado que le pegué un grito, o mejor dicho, le  alcé la voz. Igual se asustó y por un par de horas se mostró intimidado, desconfiado. Ahora que me conoce más, incluso si lo reprimo levantándolo del pescuezo, se asusta por un rato pero viene a mí por mimos.
En definitiva, él está aprendiendo a vivir, yo estoy aprendiendo a enseñar. Me encanta, y muy en parte por eso es que me decidí a tener un perro, pero no quiero que él sufra como mi conejito de indias. Sería injusto y cruel. Es un perrito muy tierno, gentil y sensible, y estoy tratando de darle todo eso y al mismo tiempo enseñarle los límites (dónde no hacer pis, que cosas son para morder y qué cosas no) pero sin aplicar castigos. Dicen los que saben que los perros necesitan límites y reglas claras, que eso los ayuda a desarrollar su autoestima y a lidiar mejor con situaciones, pero la línea de lo que es una "respuesta proporcional" a lo que se intenta corregir es insondable para mí, por lo menos por ahora. Así que en eso estoy, en aprender. Una cosa en particular que sí aprendí de esta raza es que así como son de inteligentes (casi como un border collie o collie fronterizo) también son muy sensibles, y uno en lo posible no debe gritarles, sobre todo en este período crítico de cachorros donde el cerebro es una esponja y son más susceptibles de adquirir traumas. Obviamente esto incluye cualquier maltrato o trato fuerte, pero en particular los gritos los afectan.
Hasta ahora una vez le alcé la voz y otra vez lo tomé del lomo, como hacen las madres y que me habían dicho que estaba bien, pero el grito que pegó me asustó tanto que enseguida me puse a investigar más y esa excusa de que las madres lo hacen es relativa, porque lo hacen solamente cuando el cachorro es muy chiquito y después ya no. Así que por lo que sé ahora, nunca más lo voy a tomar así del cuello a menos que un experto me explique bien si es aceptable o no. Por lo que gritó, en mi opinión le dolió, y lastimarlo no es una opción. Espero haber pecado de ignorancia, pero ahora que tengo más información veo que es una crueldad y no no tengo ninguna intención de hacer eso. De hecho, me quedé tan mal que aunque alguien me dijera que sí es un buen método de hacerle entender que hizo algo mal, no creo poder volver a hacerlo. En cualquier caso, las dos veces que lo castigué se quedó claramente afligido y me tuvo miedo, y tuve que ser muy paciente y darle muchos mimos para que se le pasara, y así y todo le llevó unas 3 horas. Mirando en internet vi que otras razas de perros se recuperan en menos de un minuto, y además si el perro en particular es tímido, eso lo empeora, y este perro es tímido. Así que si algún dueño primerizo como yo lee esto, aprendan de mis errores.
Así que una cosa que hago cuando no me hace caso o daña algo o de alguna manera me siento frustrado con él es respirar hondo, recordarme a mí mismo la obviedad de que no lee mi mente ni tiene un manual de instrucciones de cómo vivir con humanos y sus pertenencias, y lo llamo con todo el cariño que puedo esbozar (si es falso se da cuenta, así que ojo) y espero lo que haga falta. Y funciona. Todas las veces. Funciona.
En fin, yo sabía muchas de estas características cuando decidí comprar un ejemplar de esta raza, así que no puedo más que asumir la responsabilidad y adaptarme y mejorar. Despertarme y ver su sonrisa casi tonta y su colita batiendo como loca es premio más que suficiente y, quién sabe, a lo mejor en un par de años los dos nos entendemos y llevamos bien.

jueves, 5 de abril de 2018

Dobri Dobrev

Esto es lo que pasa con la edad: uno se vuelve cínico, y va por la vida con los ojos cerrados... artículo.
Estuve dos días en Sofía y por supuesto visité la catedral, y probablemente estaba ahí parado a metros de mí y no lo vi.


Me avergüenzo.