viernes, 1 de enero de 2016

volví

Cómo me gusta escribir. Y leer. Y ya que estamos haciendo lista, también me gusta dormir, pero desde hace días que el calor del recién estrenado verano marplatense, las alarmas y el desfase horario se asocian ilícitamente para hacérmela bien difícil a la hora de dejar que Morfeo me parta el mate. Hasta me duele la cabeza y estoy más estúpido que de costumbre por la falta de sueño. Cómo me gustaría dormir.
Leer, decía. Cuando era más chico permanecía horas en el comedor de casa mirando libros, enciclopedias, diccionarios, lo que sea que pudiera encontrar para contestar las preguntas que tenía de qué había en el mundo y de cómo funcionaba. Julio Verne, Asterix y Obelix, Los Felices Hollister, tratados del tema que sea, bibliografías y todo lo que el recién construido edificio de la biblioteca municipal en 25 de Mayo y Catamarca pudiera albergar, con sus cajones de madera llenos de tarjetas para encontrar por tema, autor o título. Acumulé más horas ahí en invierno que en la playa en verano. Y también miraba chicas, solo o con mis amigos.
Ahora estoy en mi pieza y a punto de acostarme, a iniciar el centrifugado nocturno de 3 ó 4 horas hasta que concilio el sueño. Hace días, y sospecho que el calor es solamente una excusa, que me cuesta horrores quedarme dormido, y mirando a la calle desde mi ventana meditaba sobre el asunto y creo que sé por qué: estoy perdido. Muy, muy, muy perdido. No tengo un trabajo al que renunciar; el lugar donde "vivo" no es un lugar para vivir; Novia, con su revelación y viaje y comportamientos, está tecleando desde que le di la etiqueta de tal; económicamente estoy holgado y hasta podría invertir en un par de cosas; tengo un currículum impresionante que me tendría que permitir conseguir un buen trabajo... En fin, el terreno está preparado para pasar la página en más cuestiones de las que me parece que soy capaz de apreciar. Me da miedo, y el miedo es una mierda, una cagada de consejero, un saboteador profesional, un amigo envidioso. Tengo que digerir esto, y quisiera hacerlo lo más rápido posible y sin paralizarme. No quiero que se me pasen las oportunidades. Hice lo que fui a hacer, ahora quiero sentar cabeza, formar familia, fumar en pipa.
Estoy sentado en mi cama, sacándome las zapatillas y a punto de ir a lavarme los dientes. En dos días llega Novia. Me pregunto cómo me sentiré. Por ahora me siento en casa. Me siento mucho mejor que en Sicilia, que no es poco ni sobreentendido. Es que estoy en casa y a eso no hay con qué darle. Casa. Estoy en casa.
Estoy en casa.

2 comentarios:

Linda dijo...

Sentar cabeza? Martín, la cabeza es lo que más usas, yo diría mejor dejarte llevar por lo que sientas, como lo has hecho últimamente.

Martín dijo...

ahhhhh, si tuviera una monedita por cada vez que alguien me dice que pienso demasiado =)
Estás absolutamente en lo cierto, el tema es cómo hacerlo. Estoy demasiado acostumbrado a pensar y repensar cada paso que doy y me cuesta un montón apagar el cerebro y escuchar el corazón.
¿Recetas?