sábado, 23 de agosto de 2025

me chupa 3 huevos la velita que te regalaron

Tengo una propiedad de alquiler temporario al sur de la ciudad, en un barrio con mucho verde y tranquilidad, pero cerca (como todos, en realidad) de la basura social que cultivó el populismo. Ayer, mientras me preparaba un tardío almuerzo, me llamó un vecino para decirme que la puerta de entrada estaba abierta. Cuando llegué, faltaban electrodomésticos como televisores, microondas, tostadora y un par de cosas más. Tengo seguro así que estimo que lo grueso de los poco más de 1200 dólares me los va a cubrir. Pero la herida a la tranquilidad no va a cicatrizar así nomás. Y ya se hace sentir.
Por empezar, anoche me costó conciliar el sueño, que logré recién bien pasada la medianoche. Tipo 5 de la mañana me desperté y no pude volver a dormirme hasta las 8 o algo así. Me desperté de nuevo a las 9 y pico y ya me levanté. Para nada descansado, sobra la aclaración, y con dolor en el cuello.
Con cero delirios de que los vayan a agarrar, tuve que pasar por la comisaría a hacer la denuncia para dársela al seguro y empezar el trámite para que me paguen lo robado. Mientras esperaba y después mientras declaraba, escuché de una nena de 16 años que despareció tomándose el colectivo equivocado y el celular se le quedó sin batería, y de un carpintero al que un vecino de 18 años, que él conoce desde que nació, le robó herramientas, siendo esa la vez número 47 que le pasa. Y hay un asesino suelto por el que ofrecían recompensa por datos que lleven a su recaptura. Lo mío, obviamente, es muy chiquito. Afortunado, podría decirse en cierto (aunque no poco perverso) contexto.

Hoy hace una semana desde el robo y los párrafos de arriba, y estuve ocupado con cosas buenas y cosas malas, o feas, o molestas. Estas últimas fueron sobre todo la reposición de lo robado, aunque "sabiendo" (cruzo los dedos) que el seguro me va a devolver el dinero. Esencialmente reventé la tarjeta como hacía rato que no lo hacía, y según la del seguro me van a depositar el dinero antes de que Visa quiera lo suyo. De nuevo, cruzo los dedos.
Las cosas buenas que también me mantuvieron ocupado fueron básicamente una chica que tiene una reserva en mi propiedad, con la que empezamos a charlar por chat. Limitada la charla, entonces, pero hoy en día es como la norma. Así que la invité a cenar. En realidad la invité el miércoles pasado para ir el jueves a un lugar muy lindo que conozco, pero no podía. Lo bueno fue que no me dijo "no puedo" sino "mañana no puedo, ¿el próximo jueves?". Perfecto.
La semana extra de espera, however, se hizo larga, así que el lunes la invité a un café el martes. De nuevo no podía, y me propuso el miércoles. Fuimos.
Horrible. Todos mis miedos, todos mis traumas, todos los dioses y los demonios se conjuraron y me temblaba el cerebro y el pecho. No podía sostener la conversación. Estaba profundamente aterrorizado, al punto de que no podía pensar, apenas podía seguir el hilo de la conversación. Era tan disruptivo lo que estaba sintiendo que tuve que decírselo, para que no pensara que soy imbécil. Estuvimos 3 horas charlando y esto fue a mitad de la cita, más o menos. El encuentro terminó bien, nada más, pero yo quedé agotado. Llegué a casa sintiendo ganas de llorar y de no verla nunca más, no porque ella fuera horrible, sino por lo que yo sentía oprimiéndome el pecho. Por suerte, una charla con un amigo me puso los patitos en fila, porque el jueves todavía íbamos a ir a cenar. El motivo de mi pseudo ataque de pánico, aunque me tomó un buen rato de introspección descularlo, fue lo de siempre: miedo a que fuera promiscua, a que me bombardeara con historias de sexo con hombres con los que no tenía una relación de pareja. Creo que es eso, porque como ya expliqué un trillón de veces (o así se siente), este tema no lo tengo completamente dilucidado y casi que he tirado la toalla con intentar hacerlo. Compré la explicación de mi terapeuta: son miedos, a qué exactamente, a pesar de los candidatos, permanece un misterio, pero miedos al fin.
El jueves, entonces, ya mucho mejor, fuimos a cenar conmigo solamente con los miedos normales en una situación así: decir algo inapropiado, no gustarle... lo de siempre. A pesar de que nos recagamos de frío (el restaurante es en una casona vieja en la costa, con escasa aislación, y la calefacción no estaba a la altura) la comida era rica y la compañía también. La charla fluyó y me sentí cómodo sin esfuerzo. Cuando nos subimos al auto para volver y arranqué, me invadió la necesidad de tomarle la mano, al punto de no poder concentrarme en lo que me estaba contando. Se lo dije, y me tomó la mano derecha entre las suyas y se la llevó a la falda. "Fue hermoso" es poco. Mi mano, y el resto de mí, estaba en el cielo. Esa noche nos besamos.
Fast forward algunos días. Por supuesto en algún momento surgió la necesidad de prevenirla acerca de este fantasma que tengo enterrado en mi psique, una especie de mina antipersonal sobre la que ejerzo poco barra nada de control. A pesar de eso, anteanoche hizo un comentario, tangencial, lo admito, que no solamente activó este asunto sino que fue desubicado; algo sobre su "primera vez". Como si a alguien le gustara imaginarse a su pareja en una situación sexual con otra persona que no sea uno, y mucho menos esa situación sexual, más relevante, diría, que las otras. A ver: tiene un hijo, 38 años y no es monja, así que si yo no soy un estúpido delirante, sin ser para nada promiscua lo normal es que haya tenido un número de parejas en las que el sexo naturalmente fue parte. Todo bien. Pero no hay necesidad de referirse a eso en una charla con quien parece ser tu pareja actual, de traerlo a colación. Son cosas que uno sabe, pero de las que no habla al pedo. No solamente son intimidades como cagar o sacarse los mocos, son cosas incómodas y que si no generan aunque sea un poquito de celos, inseguridad o cosas así, no es normal. Repito: un poquito. Pero no importa lo superado que tenga uno el asunto y lo rápido que lo haga a un lado, a nadie le puede gustar tener presente la imagen de su pareja con otra persona.
El efecto que tuvo no fue devastador pero me afectó. Y fue, por supuesto, recurrente, es decir, con algo de charla (entre otras cosas me dijo que ella un poco siente lo mismo) me sentí mejor, pero después volvió. Esto es así y se lo avisé. Le avisé que tenía este problema, le avisé que no tenía margen de maniobra, y le avisé de los efectos que tendría. Es una mierda, es desproporcionado, es lo que quieras adjetivarlo, lo sé. Lo sé y tenés razón, pero avisé y expliqué y rogué no pisar ahí.
En el momento tiró un "perdón" (no es buena haciéndose cargo de sus errores, y "no es buena" es un understatement brutal en su caso) pero nada más. Y aunque me dijo que a ella también la habían hecho sentir insegura un par de comentarios míos, en retrospectiva recuerdo que lo que yo dije sobre mi pasado fue en respuesta a una pregunta específica de ella y circunscribí mi respuesta a esa pregunta, sin expandirme ni explayarme en nada.
La conclusión de todo esto es que se enojó por cómo reaccioné a su comentario, un comentario que le avisé y expliqué que para cualquier otra persona hubiera sido desubicado y para mí además fue detonante de mis miedos. En retrospectiva, y junto con otras actitudes y reacciones que le vi, me doy cuenta de que, casi como la cardióloga hace... ¿4 años?... tiene que sacar la cabeza de su puto culo (excuse my French), mirar un poco alrededor, aprender a hacerse cargo de sus errores y no huir. No tengo ganas en este momento de explicar por qué digo esto, pero me sobran los motivos. Le tuve toda la paciencia del mundo y le toleré que me mirara con escepticismo y desconfianza por una experiencia que ella tuvo donde estuvo a punto de casarse con un tipo que resultó un controlador semi-violento (lo de semi es porque ella se fue a tiempo, no porque él no fuera violento). Cuando por fin logré que se abriera, la escuché con atención, tacto y hasta cariño mientras ella me contaba su peor historia, aunque en mi cabeza pensaba que en mi rarocosómetro ni movió la aguja, pero cada uno se toma las cosas como puede, no como quiere. Como yo con su comentario sobre su primera vez.
En definitiva, acá estoy, en mi café acostumbrado, con una tristeza tamaño Titanic y mi ánimo a la misma profundidad, otra vez solo y dudando que jamás vaya a encontrar a alguien. Vale agregar que esta chica es una preciosura: una cara hermosa, un cuerpo de infarto, inteligente, irónica, pícara, dulce, graciosa, fina, cálida, decente, luchadora, independiente, emprendedora, generosa... Seguramente se me escapan algunas cualidades que no me vienen a la cabeza en este momento. Lamento enormemente que no haya funcionado. Hasta me hizo pensar que a lo mejor sí existe lo que busco, pero parece que pedir que se hagan cargo de sus errores es, en las mujeres, un delirio mucho mayor a pedir que sean vírgenes a los 40.

Por favor, qué tristeza tengo.