...poner la música tan fuerte que no escucho mi propia voz y puedo cantar y gritar y sentir el aire en mis pulmones y la alegría de estar vivo.
...hacer el amor, sin preocuparme de las pastillas que me inhiben o me castran.
...oler el aire justo antes de llover, y disfrutar el aroma del pasto mojado después del aguacero.
...mirar al que está al lado mío en la parada del cole y que me mire con una sonrisa.
...sentirse considerado.
...creer que hoy puede ser un día que valga el esfuerzo de levantarse de la cama.
...equivocarse sin acusaciones ni humillaciones.
...no tener miedo de hablarle a los demás.
...tener prójimos.
...un gesto de amor entre extraños.
...compartir un ascensor sin sentirse incómodo.
Dicen que no ofende el que quiere, sino el que puede. Qué idiotez es pensar que uno puede vivir en un mundo interno sin verse afectado por lo que le rodea.
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9 comentarios:
Claro que es una idiotez, ni siquiera sabríamos hablar, sin los que nos rodean.
¿por qué estás incómodo en un ascensor?
¿Con quién te cruzaste hoy? señalalo que lo peleamos.
Martin.
Que por alla no llueve?
Cómo me revientan los que pretenden humillar al otro si se equivocó. Pufffff
Pensé que esa era la definición de la depresión: un mundo interno donde no te afecta lo que te rodea. Y no al revés.
En esta vuelta, Linda fue la que lo dijo todo.
Ashiku, por más que resulte difícil de comprender y aceptar de qué hablo, es imposible (por lo menos para mí) aislarse del entorno y pretender que los que nos rodean son seres humanos en el amplio significado del término. Mis experiencias acumuladas en 7 años viviendo en este gueto son lo que determina que me sienta incómodo, ya sea en un ascensor como en un parque.
Pablo, con el de siempre, pero el fin de semana puso las cosas (todavía más, si cabe) en negro sobre blanco. Mirá la entrada nueva que cuenta dónde anduve.
Linda, qué bueno verte por acá. Llover sí que llueve, pero yo estoy como apagado y no lo disfruto... =/
Pal, muchacha, creí que esta la sabías: la depresión es selectiva. Hace unos días encontré mi moto machucada en el estacionamiento del trabajo. Sin entrar en detalles, en condiciones normales me hubiera amargado y todo eso; lo esperable. Pero esta vez ni siquiera me irritó en lo más mínimo. Sin embargo, las humillaciones, desaires y arrogancias me hacen muy mal. Lo bueno, en cambio, sin importar su naturaleza, sí que me resbala. Y no hay vuelta que darle.
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