En el mundo real hay que no solamente frenar sino que hay que mantener el control del vehículo, y todo con conductores y situaciones (camino, clima, cansancio...) que distan abismalmente de lo ideal. Es por eso que prácticamente todos los vehículos comerciales hoy en día vienen con el famoso sistema anti-bloqueo de frenos. Pero, comparada con un auto, en una moto hay una cuestión más: mantenerse vertical. En un auto, con suerte y espacio el asunto puede terminar en un trompo y su correspondiente susto. En una moto, lo más probable es una caída, sobre todo si se bloquea la rueda delantera.
Y eso fue lo que me pasó el lunes. La moto que me dieron estaba equipada con ABS pero en la 6ta pasada falló, y cuando pasaba los conos que indican el punto donde uno tenía que empezar a frenar yo llevaba 90 km/h. La rueda delantera bloqueó y para cuando reaccioné (o sea, largué el freno para recuperar tracción) la moto ya se estaba inclinando a la derecha. Mi reacción fue la normal: patear el suelo con la pierna de ese lado. Esto puso la moto de nuevo bajo control pero el patadón al suelo hizo que mi pierna saliera disparada para atrás y golpeara el cuadro de la moto con la pantorrilla. El resultado fue algo que en inglés se llama muscle compartment. Y no, en castellano no parece tener una traducción literal, sino un nombre más específico que no logro encontrar. Cualquiera sea el nombre, después del primer viaje en ambulancia en mi vida, me pasé 48 en observación en el hospital. Y ahí conocí a Patrick.
Todos conocemos a alguien que en algún momento de su vida tendría que haber doblado hacia la derecha y dobló a la izquierda. Y a partir de ahí fue todo cuesta abajo. El giro equivocado de Patrick no fue muy original, pero no por eso dejó de ser efectivo como factor para arruinar su vida: las drogas. Desde la adolescencia hasta los 28 años con drogas duras, y hasta la actualidad con sintéticas que lo ayudan con el resabio de la dependencia y el enfrentar la vida diaria en un país que no da lugar a humanos. Patrick es un ejemplo claro de lo que queda cuando se toma a un ser humano y se lo deja macerar en drogas, y las redes de contención que deberían ser la calidez, comprensión y capacidad de margen de error, factores humanos si los hay, brillan por su ausencia.
Cuando murió, su padre le dejó más de lo que necesita para vivir sin trabajar, pero Patrick maneja un taxi. Y pinta. O dibuja. A lápiz, acuarela u óleo, no importa. Encontró su válvula de alivio y se aferró, porque acá aprendió que si espera a que alguien le tienda una mano, se va a morir esperando. Y esperar que alguien te tienda una mano ya es una muerte agonizante y cruel como para que encima te miren como a un bicho que no se sabe de abajo de qué piedra salió.
Compartir con este muchacho dos días una habitación de hospital me hizo recordar lo admirable que es la resiliencia humana, y me dejó pensando que a lo mejor tengo algo por hacer.
Hoy, leyendo un poco por ahí mientras pantorrilla de mi pobre pierna se decide si quiere seguir siendo azul o vale la pena cambiar a verde o amarillo, llegué al blog de un tal Carlos que me recordó algo que siempre quise conseguir con este: algo positivo, que a uno le ilumine un poco el día. En su lugar, además de mis andanzas por en moto por las europas y algún que otro episodio fotográfico o
Que los blogs de inmigrantes en Alemania empiecen con un "quiero aclarar que es sólo una generalización, no todos son así" y después se despachan, debería ser algún tipo de aviso por sí solo. O que cuando un inmigrante hable de estos seres diga "conocí a [el nombre de algún alemán] y es tan pero tan simpático/bueno/agradable que no parece alemán" debería ser suficiente.
En fin, ya lo prometí antes pero esta vez lo hago oficial, o por lo menos público: trataré de ser más positivo. O sea, evitaré hablar de los alemanes y concentrarme en las cosas de mi vida que valen la pena mi atención, en lugar de aquellas que me trastornan.
No soy una persona de sonrisa fácil, pero cuando sonría lo hago honestamente y, sobretodo, le dedico sonrisas a los que me rodean. En los últimos tiempos mi cuota de sonrisas a estado a dieta y quisiera recuperar esa actitud. Por mí y por los que me rodean. Empecemos así:
=)
7 comentarios:
MUy bien, Martín, me parece que vas bien encaminado. Acordate que si hacés algo bueno -así seá una sonrisa- por los que te rodean, eso vuelve a vos, siempre, te hace sentir mejor y ser mejor.
Y es así, aunque acá no funcione. Pareciera que las reglas humanas no se aplican a los teutones. ¡Miravó'!
=P
Con alguno va a funcionar y, por lo menos, vos ganás por no andar con cara de tuje.
Increíble...pienso igual que tú..la única diferencia es que vivo en Suecia...
Angelica, ¿te gustaría explayarte un poco?
Angélica se explayaba, y abandonó. Haz que vuelva Martín, yo la extraño!
Y tú, valiente otra vez. Dar esos cambios radicales no es fácil. Pero dale, ve lo malo y óoodialo sin amargarte, y ve lo bueno y valóralo en lo que vale. O busca la manera que mejor te sirva para vivir aterrizado en la realidad pero contento. :)
puuufff... si yo supiera cómo hacerla volver =/
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