Mientras tanto me voy a ocupar de algo que también me viene comiendo el coco un poco: ¿por qué un blog? Esto es algo que me pregunto constantemente. Me surge cuando hay eventos en mi vida que no me decido si ponerlos al alcance del mundo o dejarlos bajo la alfombra de mi neo-córtex sin que a nadie le incumba. A veces, porque me absorbe el trabajo, o un viaje, o porque tuve que formatear el podrido disco duro otra vez, o por lo que sea, pero la cuestión es que no tengo tiempo o ganas de sentarme a recolectar los hechos en una entrada en el blog; y mucho menos con prosa agradable. Ni hablar de inspiración.
Y este fin de semana, ¿qué me pico? Simple, estoy enfermo. Engripado, me parece. Igual. Estoy en casa sin un moco que hacer y con temperaturas bajo cero afuera, así que son las condiciones ideales para revivir este hábito de escribirle una carta al mundo. A ver quién contesta.
De vuelta: ¿por qué un blog? Ya me di cuenta: para complementar la realidad de mi vida.
¡¿Lo qué?!
Fácil. Soy un inmigrante en un lugar nada amigable. Soy una persona con una vida interior enorme. En mi cabeza surgen y se extinguen civilizaciones, especies, máquinas y toda una serie de teorías que no tengo forma de discutirlas y cotejarlas. Soy curioso, inquieto, y más que nada, totalmente consciente de que hay tanto por descubrir y tanto que me estoy perdiendo. A nivel geográfico nada más, el mundo está lleno de cascadas, fiordos, acantilados, playas, puentes, auroras y una infinitud de cosas para fotografiar. La gente. Las máquinas, que me fascinan. Las comidas.
Y a medida que voy descubriendo más y más, necesito contárselo a alguien.
Además, por vanidad. Me gusta inspirar, pero no solamente para que me admiren por subirme un mes a una moto y manejar con lluvia y frío a lugares que en mi mente de adolescente podían tan bien estar en Plutón, sino también porque creo que a todos nos hace falta que nos recuerden algo muy trivial: la vida es demasiado corta para prestarle atención al "no se puede". Mi abuelo me enseño muchas cosas, algunas también cosas que no hacer, pero la que más me quedó fue esta, y con los años veo que fue la más cierta y la más útil: mientras no dañes a nadie, hacé lo que a vos te haga feliz. En esa frase se encierra el respeto al prójimo y a uno mismo, la originalidad por sobre la mentalidad de manada, la confianza en uno mismo, la introspección, la capacidad de observación y la inteligencia.
No son conceptos fáciles de entender, y mucho menos de llevar a la práctica hasta el punto en que forman parte inseparable de uno, más necesarios que la siguiente bocanada de aire. Pero es la única receta para ser profunda y verdaderamente feliz. Por supuesto que no incluye el 100% de las situaciones de la vida, sino que deja muchas puertas abiertas, mucho agujeros. Pero como punto de partida, no encontré uno mejor.
Y a medida que va pasando el tiempo y conozco más personas, más culturas, y más de mí mismo, me doy cuenta lo fácil que es perderse cuando uno navega entre cuál celular me compro, a dónde van mis impuestos, el calentamiento global o los secuestros exprés. Y mientras tanto nos olvidamos de nosotros mismos, hasta el punto en que nos volvemos incapaces de reconocer qué es lo que nos hace bien. A veces es un simple café en el balcón después del trabajo, y jugar con un hijo si se lo tiene, o leer un libro. A veces es visitar a un amigo o un familiar. O averiguar la diferencia entre aun y aún. O aprender una melodía nueva en el piano o la guitarra. Lo importante es no perdernos de vista a nosotros mismos.
Este blog, entonces, me proporciona un interlocutor, a veces mudo, a veces anónimo, con quien discutir mis ideas. Ese interlocutor que el lugar donde estoy, esta sociedad (tan evolucionada pero con miembros tan empobrecidos a nivel humano) es incapaz de proveer. Y sin interlocutor no hay discusión, y sin discusión no hay evolución. Alguien que me dé un garrotazo cuando propongo estupideces, o que me dé ideas nuevas, puntos de vista inexplorados, o una palmada en el hombro. Para todo lo demás está la tarjeta de crédito.
Un párrafo más y me doy por satisfecho por hoy. Me fui a casa por 5 semanas y media. En los 10 años que hace que dejé Argentina, viajé a casa 15 veces y esta fue el viaje más largo y, gracias a un empujoncito de la empresa donde trabajo, una de las que más disfruté. Y entre otras cosas, además de mucha paz interior y un capítulo nuevo en mi vida, me traje esta foto...
Atardecer en los acantilados de Mar del Plata, verano 2012-'13
6 comentarios:
Me llegó eso que dijiste, de que hay tanto acantilado, fiordo, y demás paisajes y personas por conocer... tanto por ver, aprender, escuchar... El mundo está allá fuera, pero, para mí, también está un poco adentro del computador... por eso me gusta internet, porque me acerca a muchas de esas cosas, y porque se pueden debatir ideas, o al menos expresarlas tan extensamente como uno necesite hacerlo, se puede "viajar" a través de foto y videos (actualmente estoy viendo Long Way Round, es antigu, pero nunca lo había visto)... Yo necesito ese ejercicio mental de leer a otros, redactar lo mío, intercambiar ideas, aprender, comentar, ver fotos, videos, escribir un blog...
me alegro que te haya gustado. Y si de viajar por internet hablamos, te recomiendo thelongestwayhome. Impresionante.
lo buscaré! grax!
Muy buen blog ¡quiero más! Saludos desde ARG.
Flavia, perdón por el retraso en contestar, es que tuve un asunto que atender y recién ahora estoy de nuevo en el blog =/ En estos días cuento algo acá mesmo.
Estuve leyendo un poco el tuyo y me gustó mucho, sobre todo el poema de Mario Benedetti "No te rindas". Como que me queda como anillo al dedo, ¿vio?
Gracias por responder por acá y por mi propio blog. Y citando a Benedetti también ... "Ud. sabe que puede contar conmigo. No hasta 1, 2 o 3, sino contar conmigo". Y contar me remite a narrar, pero también a tener en cuenta al otro ¡qué lindo! Besos transatlánticos.
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