miércoles, 14 de mayo de 2014

ser humanos

Los pedos que nos meten de chicos en la cabeza son fenomenales. En mi caso, me enseñaron a esforzarme, a dedicarme al estudio, a no usar drogas, a callarme la boca si la situación lo ameritaba, a ayudar a los ciegos a cruzar la calle, y un montón de otras cosas que me han hecho básicamente candidato a una eventual arca de Noé si es que todo se va al joraca. Sé de buena fuente que mi mamá está orgullosa de mí. Como resultado soy un hombre que, viniendo de una familia de clase media en el culo del mundo, logré un título de ingeniero, una maestría en Suecia y un doctorado en Alemania, los tres con honores, y trabajo en una empresa alucinante en Alemania y gano el doble de lo que necesito.
Pero... estoy a la mitad de mi esperanza de vida y solo, sin pareja ni hijos. Soy, lo que se dice, un pobre infeliz. Y no es que busque simpatía ni un "uy, pobrecito", sino que simplemente no logré lo que es importante en la vida, eso que no se puede comprar. En algún momento de mi niñez, basado en el énfasis que recibí en la educación, la honestidad y otras cosas que no son menores, creí que lo demás iba a caer por su propio peso, que en algún momento iba a conocer al amor de mi vida y me iba a casar y tener dos hijos hermosos, mientras que las dificultades se iban a suceder en otros planos, por ejemplo en cuestiones económicas, para los cuales había que prepararse. Y las dificultades económicas en Argentina no son algo para lo que uno necesite imaginación. Pero a nadie se le ocurrió mencionarme que el amor es el verdadero reto. Con un poco de cerebro lo demás se arregla, pero la felicidad reside en la relaciones humanas.
Mis abuelos maternos eran, entre otras muchas cosas (la mayoría buenas), racistas. Pero no se limitaba a los negros sino que se extendía a los indios, los judíos, los pobres, los homosexuales, los hombres con pelo largo o con aros, mujeres con minifalda o pantalones, y un etcétera tan largo que la pregunta "por qué estoy tan arruinado mentalmente" se transforma en "cómo hice para salir tan normalito".
En este punto es lógico indagarme por el papel de mis padres en esto, pero el hecho es que se divorciaron cuando yo tenía 4 años y mi padre literalmente desapareció de mi vida cuando yo tenía 7. El modelo de hombre fue llenado por la figura autoritaria e inflexible de mi abuelo materno, por las apariciones homeopáticas de mi tío (hermano de mi mamá) y por mi mamá misma, que entre muchísimas otras cosas la pobre me enseñó a afeitarme. En definitiva, no sé cómo se comporta un hombre normal. Eso no solamente me pone triste y me afecta, también me jode soberanamente la vida. Es como si cada generación tuviera que desarrollar todas la teorías del álgebra desde cero. Como si no existieran los libros. Un montón de información útil se fue con mi padre y quedé culo p'arriba sin saber a dónde apuntar. Y los espacios en blanco fueron dejados así, o llenados con cosas que no hacen demasiado bien. Y ahí es donde mi abuela materna entró en escena y se especializó en infectarme con su rencor. Un chico de 4 años no necesita eso, ni tiene las herramientas para defenderse o filtrar lo que le sirve y lo que no. Siempre digo que el daño que mi abuela logró con sus dichos sobre lo que mi padre hizo, fue mucho más grande que el daño que mi padre efectivamente hizo. Él simplemente se fue. Ella lamentablemente se quedó para recordármelo. Y para no dejarme cometer errores sin amenazarme con que iba a ser como él. Entre otras delicias.
Muchas gracias.
Pero incluso sin eso, se especializaba en tomar cualquier evento de la vida y corroerlo hasta inutilizarlo y arruinarlo también para los demás. En fin.
De mi abuelo heredé muchas cosas buenas, valores como tenacidad y honestidad, pero también muchos miedos. Esos miedos hacen que trace vallas a mi alrededor con un radio demasiado grande, que dejan afuera a personas que, con un poco de aceptación por los límites que impone el ser humano, podrían agregar mucho a mi vida. Pero por miedo a ser lastimado prefiero dejarlos fuera y sentirme seguro. Como alguien que tiene miedo a ahogarse y nunca deja su isla. Va a vivir largo pero solo, y así se va a morir.
Ahora es cuestión de salir de esto.

2 comentarios:

Irantzu dijo...

Sin importar el lazo sanguíneo que exista, hay que alejarse de la gente que nos intoxica. Claro que eso a los 4 años es imposible de hacer.
Racionaliza. Mira desde afuera a todas esas personas, y date cuenta de que no tienes nada que ver con sus odios, rencores, discursos...
Sobre el amor, te deseo de todo corazón que puedas romper ese paradigma tan importante y bien alimentado en occidente sobre "buscar el amor", "el amor nos hace felices", "todos necesitamos amar (románticamente)", etc.
El mayor objetivo en la vida no es ni ganar plata ni tener a alguien amándote. El mayor objetivo y logro es sentirte completo sin nada de eso. Una vez que uno tiene eso, se puede lanzar en caída libre de donde quiera.
Abrazo.

Martín dijo...

Coincido en casi todo. El casi viene del paradigma occidental. No sé si ese es el caso, pero a mí el amor me hace feliz. Es cierto que uno tiene que estar conforme consigo mismo y amarse saludablemente, pero compartir la vida con los seres amados hace las tristezas la mitad y las alegrías el doble.
Me thinks...