viernes, 16 de mayo de 2014

sombras

"I am lonely, yet not everybody will do. I don't know why, some people fill the gaps and others emphasize my loneliness. In reality those who satisfy me are those who simply allow me to live with my idea of them."

("Me siento sola, pero no cualquiera me sirve de compañía. No sé por qué pero mientras algunas personas llenan el vacío, otras lo enfatizan. En realidad los que me satisfacen son los que simplemente me permiten seguir viviendo con mi propia imagen de ellos.")

Esta frase resume tantas otras que simplemente tratan de recordarnos o enseñarnos que las decepciones, más que por la persona o el evento que nos decepciona, ocurren por una cuestión de expectativas no cumplidas. O sea, ocurren por lo que nosotros esperábamos. En esto se basan por ejemplo las estafas: en crear expectativas, que luego nos motivan a entregar algo. Sin violencia física, sin coerción.
Por una combinación de mi educación, genes y experiencias, soy un desastre de miedos. Cada vez que conozco a una mujer empieza en mi cabeza una especie de cacería de brujas para determinar el grado de confiabilidad que le puedo adjudicar. Algo así como una valoración, un puntaje, que se basa en varios criterios que nos son comunes a todos (que si fuma, que si cambia de novio como de corpiño, que si se acuesta en la primera cita, etc...) pero también otros que quizás desde un punto de vista académico y en un mundo perfecto tendrían sentido, pero en este mundo humano no. Me refiero concretamente a si tuvo algún... ¿cómo decirlo?... desliz. Si en algún momento se apuró, o si quiso probar algo, o si se sentía sola y se dejó seducir sin mucho análisis, etc., etc., etc. O sea, si hay algo en el currículum que lo puede volver prontuario.
Yours truly no es un santo. He tenido mis errores, mis debilidades. No mucho para contar, de hecho, y totalmente justificable, y siempre con honestidad y buenas intenciones. Pero en un par de casos apuré los capítulos de una historia por inseguridad, por dudar de mis verdaderos valores, o simplemente porque los olvidé. Eso no me hace malo, solamente me hace humano.


En mi opinión, el sexo es como la sombra que puede proyectar una relación. La conexión íntima precede a la conexión física, que es simplemente una proyección de la primera. Pero la sombra puede engañar. Dos objetos pueden estar a distintas distancias de la luz pero sus sombras tocarse. Algunos se conforman con ese contacto limitado a sus sombras, yo no. Es como que necesito llegar al sexo tomado de la mano de la mujer con la que estoy. No es algo que hago para entretenerme (el nivel más bajo), para establecer la conexión (una lotería), sino para disfrutar en el plano físico algo que ya se da en el plano emocional y también, idealmente, en el intelectual.
Pero para llegar a tener en claro estos conceptos tuve que aprender, y ese proceso se dio por transferencia de las experiencias de otros, y también por las propias. Cuando uno se va a la cama con alguien esperando algo y obtiene mucho menos, es una experiencia muy lamentable. Lo único que uno puede hacer a falta de una máquina del tiempo, es aprender la lección.
Y acá es donde está mi problema: cuando conozco una mujer y encuentro en detalle que tuvo experiencias como esta, me activa una serie de miedos que me toman por asalto y no me dejan vivir. No me dejan disfrutar la relación, apreciar lo que tengo ahora. Me surgen dudas de mi valor para la persona, de si lo que tengo para ofrecerle es especial o si por el hecho de que vivió algo parecido con otra persona ahora yo no tengo oportunidad de entusiasmarla, encantarla, alucinarla. Ya sé, ya sé...
Algo interesante de todo esto es que si me queda claro que la mujer en cuestión estuvo algo así como oficialmente de novia, entonces no me molesta. Es como que lo acepto, lo entiendo, lo asimilo como parte de la vida. Es una obviedad casi insultante pero lo voy a decir igual: no espero una mujer de mi edad que sea virgen.
Pero cuando la doña tiene una historia menos que perfecta (de lo cual no tengo definición coherente), con algo que me active estos miedos... cagamos. Es como que la idea que tenía de la persona se me hace añicos y cada vez que surge una situación íntima me surgen dudas, desconfianza, casi terror. ¿Terror de qué? No sé. No estoy seguro... de ser abandonado, engañado, usado, lastimado. De no ser apreciado. De dedicar años de mi vida a quien no se lo merece. Ni idea.
Cuando tenía 9 años me mudé al departamento donde todavía vive mi mamá. Tiene un comedor hermoso, grande, con alfombra. De la cocina o de los dormitorios hay que recorrer un buen pasillo hasta llegar al comedor. Es un pedazo importante de la casa que no usamos muy seguido. De noche, si uno cierra bien las persianas queda casi totalmente a oscuras, y cuando yo era chico le tenía miedo a la obscuridad, así que al comedor evitaba ir, prendía todas las luces posibles en el pasillo, pero igual me angustiaba ir.
Un día me harté y me fui al comedor, puse una silla en el centro, apagué todas las luces y me senté como media hora hasta que me sentí cómodo. Se me pasó el miedo. Lo enfrenté y lo vencí. No había monstruos ni fantasmas ni nada.
Este miedo que me origina conocer algún detalle de la historia de mi novia que preferiría no saber (que exista no me importa, lo que no quiero es saberlo, lo cual es un poco tonto) quisiera poder definirlo para poder enfrentarlo. Pero ni siquiera estoy seguro de a qué le tengo miedo.
Y en eso estoy.

2 comentarios:

Irantzu dijo...

Sigue buscando y enfréntalo. Te pasará igual que con la oscuridad, estoy segura.

Pd.(IMHO, sex is overrated! Para mí, es como besar con todo el cuerpo. Nadie se pasa rollos con los besos, ¿por qué con el sexo sí? ---> no lo digo por ti, lo digo en general... a día de hoy, sigue siendo un GRAN tema en la sociedad, el cuándo, el dónde, el cuánto, el cómo, el con quién...)

Martín dijo...

No te podés imaginar cómo deseo que tengas razón =/
A veces me flaquea la confianza en mí mismo para superar esto.