Estar desocupado ocupa más de lo que parece. El hecho de que no tengo una ocupación formal remunerada, donde tengo que cumplir un horario, escuchar a un jefe y hacer una tarea a cambio de un sueldo no tiene nada que ver con estar a pedo.
Como empecé a trabajar a los 14 años... a ver, recapitulemos:
- repartí paquetes para el Correo Argentino,
- lavé platos en un restaurante,
- ordené el depósito en un local de ropas,
- vendí productos de limpieza a domicilio,
- revisé el inventario en un local de artículos de deporte,
- trabajé de administrativo en una immobiliaria,
- hice hamburguesas y limpié baños en un local de comida rápida,
- repartí paquetes con la moto en una mensajería,
- hice de fotógrafo en casamientos y cumpleaños,
- limpié y preparé el desayuno en un hotel sindical de 2 estrellas,
- atendí la recepción en un hotel de 3 estrellas,
- estacioné y lavé autos, y cargué el equipaje en un hotel 5 estrellas,
- cargué datos en una computadora en una empresa de supermercados. Esto fue por casi 5 años, mientras estudiaba los primeros años de ingeniería mecánica en Buenos Aires...
- enseñé física y matemática a alumnos universitarios, privado y como asistente de cátedra en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
En fin, como decía, empecé a trabajar a los 14 años, y esta es una lista de lo que hice antes de cumplir 23 o 24. Al divorciarse mi mamá cuando yo tenía 4 años, mi padre decidió que yo estaba en buenas manos y se divorció de mí. Mi abuelo materno fue el que adoptó el rol de la manutención; él, por ejemplo, tenía dos Rolex, y me dio todo, absolutamente todo lo que necesitaba, y nada más. Su intención era que no me faltara nada pero que al mismo tiempo aprendiera el valor de las cosas. Él empezó de abajo, teniendo que pedir prestado si necesitaba una aspirina, y sabía lo importante de apreciar las cosas por el esfuerzo que representan. Era un hombre excepcional, con falencias y defectos, pero muy coherente. Bien o mal elegido el lugar donde anclamos, el ancla, él, era muy fuerte, y mientras estuvo y (gracias a su legado) después también, sobrevivimos a todas las tormentas.
En fin, con la idea bien cementada de que si quiero algo tengo que ir a buscarlo, la cosa es que desde que era un adolescente que no paro, y eso no tiene nada de malo, si no fuera porque llegué al punto donde me pregunto "a dónde voy", sumado al hecho que ahorré lo suficiente para parar, sentarme al lado del camino, escucharme a mí mismo sin más ruido que el del pasto creciendo, y ver a dónde quiero ir. Un faro fue siempre el de constituir una buena base económica, no una fortuna, pero sí algo donde me pudiera apoyar si quisiera tomar decisiones. No me interesa ser rico, pero sí independiente y autosuficiente. Y ya como que lo logré. Parte de eso son los títulos profesionales que tengo, que me permiten encontrar trabajo prácticamente donde sea y con eso garantizarme la continuidad de lo que conseguí. De hecho, el problema de mi pérdida de rumbo fue eso, justamente: que ya lo conseguí. No pensaba hacerlo tan joven. Pasó en los últimos 10 años, al punto que, antes de lo que pensaba, le puse un tilde a cada cosa en la lista de objetivos que quería lograr en la vida (sacando lo familiar), y eso me dejó... ¿cómo decirlo?... con la estructura armada y no saber qué hacer. Puedo hacer lo que quiera, pero... ¿qué quiero?
Hace ya 9 meses que marqué horario por última vez en la oficina, y para no sufrir el contraste y caer en un precipicio, me dediqué los primeros 3 meses a estudiar italiano de manera formal, con horario, escuela, deberes y demás. 3 meses más pasé en casa, disfrutando y recuperando mi argentinidad, filtrando las cosas que (ahora entiendo) no sirven. Todo ese tiempo traté de tomar distancia de Novia, para ver, por un lado, si puedo bajar el ruido en mi cabeza y escuchar a mi corazón, y por el otro, ver si ella entendía que así no iba a funcionar. Ambas cosas parecen haberse enfilado bien, así que ahora me siento mejor con ella y me animo a mirar al futuro juntos. Y hace 3 meses que empecé realmente a estar desocupado, aunque me mantengo bastante ocupado entre viajes, fotografía y muchos libros. En todo ese tiempo crecí enormemente como fotógrafo y me desintoxiqué de Alemania, aunque el trauma va a tomar mucho más en disolverse, si es que alguna vez se disuelve completamente. También vi, por primera vez en muchos años, más allá de la obvia insatisfacción, que me tengo que ir de acá. Para una persona con depresión es extremadamente difícil saber lo que necesita, lo que le gusta, así que tiene que tratar de descular esas cosas con trucos, como tratar de ver qué es lo que no necesita o lo que no le gusta. Y ahora, después de haber salido al mundo a tomar aire, veo que esta sociedad es corrosiva para el alma como el humo a los pulmones. Se puede respirar pero no se disfruta, y se alimentan tumores que nadie necesita. No, no puede terminar bien. Mejor irme ahora que el daño todavía se puede revertir. Espero.
Siguiente etapa, entonces: Luxemburgo. Novia ya tiene trabajo ahí, empieza en algún momento entre noviembre y enero. Para mí pinta bien porque hay muchas empresas que parece que pueden usar mis capacidades. A ver cómo sale.
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