Allá por 1978 una señora estadounidense prácticamente desconocida escribió un poema que más tarde se le atribuyó erróneamente a Borges como algo que dijo en 1985 en un reportaje pocos meses antes de morir. Independientemente de la autoría, el poema, que se hizo famoso al punto de ser impreso hasta en tazas y remeras, dice así:
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido; de hecho,
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.
El otro día, mientras iba en moto de Nîmes a Niza a ver el lugar de la masacre que hizo el descerebrado ese con el camión en los festejos de la Revolución Francesa, por algún motivo pensé en este poema y me dije "no, no estoy de acuerdo".
Empecemos aclarando que no tengo ni la mitad de la edad de la autora cuando lo escribió, así que quién sabe, a lo mejor cambio de idea en el futuro, pero por ahora...
Es que el poema se refiere a la mitad de las cosas. Me explico. Uno puede (esto ya lo escribí antes) ser racista por pensar que el ladrón es el negro, por ser negro; pero también es racista evitar culpar al negro simplemente porque es negro, para conservar las apariencias de imparcialidad o, como se usa decir en Estados Unidos, ser políticamente correcto. De la misma manera, en la vida uno puede pecar de excesivamente conservador o de excesivamente descuidado. Trabajar como un marrano y ahorrar y proceder siempre con todos los cuidados, nos priva de acercarnos a las fronteras de nuestra zona de confort, lo que obviamente nos mantiene aislados de la posibilidad de descubrir, sorprendernos y aprender. Expandir horizontes. En definitiva, nos impide evolucionar, que de eso se trata la vida. Trabajar para el futuro significa sacrificar el presente. En cierta medida esto es bueno, pero no puede ser lo único. El extremo contrario, el vivir cada día como si fuera el último, es obviamente malo, así que ni me gasto en explayarme al respecto.
El tema es, como en tantas otras cosas, el equilibrio, y la verdad que en esto no es como una cuerda floja sobre el Niágara, que hay una línea muy fina, o que el asunto es blanco o negro. La realidad es que hay grises, cada uno encuentra y se deleita con diferentes placeres, y hay mucho margen para que cada uno se mueva como mejor le plazca. Un poco de trabajo, ahorro, previsión, cuidado... y la dosis moderada de diversión, de reflexión, de introspección, contemplación, y de locura y espontaneidad, sería fenómeno. No todos podemos llegar a tener un par de yates y ser presidentes de compañías, ni a todos nos interesa. Pero seguro que a pocos les interesa tener que ir a pasar la noche abajo de un puente. Lo que seguro todos queremos, aunque muchos no estén al tanto, es ser amados, tener satisfacciones de vez en cuando, aunque no sean curar el cáncer.
Mi ventaja, entonces, es que todavía no tengo ni la mitad de la edad de esa autora del poema, así que no tengo que desear una nueva vida, sino que puedo poner en práctica todo esto hoy, ahora. Ya.
Y lo estoy haciendo =)
180°. Mirando a los franceses por 10 días que pasé en el sur de Francia, me dí cuenta, y en esto coincidí con la mayoría de los que estuvimos ahí, que no son tan jodidos como los pintan algunas veces con su arrogancia y estrechez. Son abiertos, hacen a uno sentirse bienvenido, y sí, son particulares. Y si uno les habla en inglés esperando que lo dominen, ahí es cuando se les vuelan los patos y lo mandan a uno a la merde. Y en mi opinión, merecidamente. Otro factor a considerar es que Francia es un país extremadamente rico y variado en cuanto a paisajes, herencia, cultura, actitud hacia el trabajo y tecnología. Los franceses tienen muy buenos motivos para estar muy orgullosos de su país, y en mi experiencia el estereotipo de nariz alta y desprecio puede que se encuentre en París, pero lo que es en el resto de Francia... no sé, no lo vi demasiado. Por supuesto que esta es solamente mi tercera estadía del orden de una semana en Francia, por lo que ponerme a juzgarlos y emitir opiniones y enunciados es arrogante, así que me limito a expresar lo que pude sacar de mi limitada experiencia. Espero poder afinarla con más tiempo allá. Por ahora, le agarré la vuelta un poco al idioma y me dieron muchas ganas de anotarme en un curso en alguna ciudad del sur, cerca de la frontera con España. Además, si me voy a vivir a Luxemburgo, el francés me va a venir muy bien para conseguir trabajo.
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