sábado, 4 de noviembre de 2017

€648,71

A fines de septiembre se me metió en la cabeza comprar un lente gran angular para mi cámara. Después de investigar un poco sobre el tema, me decidí por uno que cuesta unos €1000 en un negocio y unos €900 en los vendedores en internet. Pero antes de darle el ok a la compra, decidí dejar el tema reposar una noche en mi cabeza. Lamentablemente, siendo como soy, ya en la cama saqué el teléfono y me puse a ver una vez más, y encontré una oferta increíble por €648,71. Así y todo dejé pasar la noche, y al día siguiente ya decidido lo compré.
Cuatro semanas más tarde, con las pelotas por el piso y después de muchas llamadas al servicio de atención al cliente, por fin recibí un paquete... con un monitor de 32 pulgadas. Lo mandé de vuelta, cancelé mi compra, y entretanto me compré otro lente en otro lugar, por suerte a muy buen precio. Finalmente, después de casi 6 semanas, recibí mi dinero de vuelta.
Estaba emprendiendo la nada fácil tarea de tornar una actividad por la que siento pasión en algo que me dé de comer, y se pinchó simple y llanamente porque el imbécil que acepté de socio decidió tomarse a pecho su título de imbécil y no dejar pasar un minuto más sin que el mundo se entere. Y aunque sé que el mundo está lleno de estos, este me tocó a mí y me arruinó básicamente el año. Así que ahora no sé a) qué mierda hacer con mi vida y b) qué mierda hacer con todo el trabajo y dinero que invertí hasta ahora. Creo que un rollito y un poco de vaselina están a la orden del día.
En cuanto al tema pareja, estoy... realmente no sé cómo describir la situación. Estoy con una persona que tiene tantos o más conflictos que yo, externos e internos, que la convierten en un desafío constante, que le quitan casi toda posibilidad de relajación y diversión al estar juntos, y hasta llegan momentos en que hacen mella en casi todo lo que atesoro en mi día a día. Es inteligente, linda, y tengo la ventaja de que, me guste o no, conozco todo lo que se puede conocer de una pareja en cuestiones íntimas y mayormente me he repuesto de casi todos los pedos mentales que eso me activa. Pero es una chiflada que no sabe cómo vivir la vida, no tiene casi contacto con la realidad, tiene un empleo que esporádicamente le da de comer y un perro que le quita mucha libertad de decisión. En situaciones de estrés se tensa de una forma que no sé qué hacer con ella: me ataca, me cuestiona y me tensiona de una forma que ya es insalubre. Confunde el amor que le regalo con deber de asistirla y atajarla cada vez que toma una mala decisión. Es desgastante.
Y lo último y no por eso menos importante es que estoy viviendo en Alemania. Múnich. Con todos sus encantos. No me voy a poner a enumerarlos ahora porque, realmente, no me dan ganas. Tener que vivirlos ya es suficiente, no necesito refregármelos.
Resumiendo: me levanto, uso el baño, quizás me ducho... a veces lo hago durante el día o antes de acostarme. Me preparo un café y una tostada. Después del desayuno lavo las cosas o las meto en el lavaplatos. ¿Y ahora? YouTube o Google tienen algunas cosas útiles para informarse sobre temas que a uno le interesan, cosas que surgen en la cabeza en algún momento y encuentra un rato para chusmearlas. También leo, en este momento una novela en italiano que me sirve para aceitar lo que aprendí. Almuerzo solo o con alguien que tenga un rato en el trabajo. Salgo a caminar, quizás al supermercado. Si el día está lindo encuentro una excusa para ir en moto a algún lado.
Cuando se vienen las 7 de la tarde empiezo a pensar en la cena, como algo, veo alguna película, me lavo los dientes y me voy a dormir.
Hoy por hoy, los €648,71 que me devolvieron por el lente gran angular que nunca me llegó son lo más excitante a lo que puedo aspirar. No construí una casa, ni fundé una empresa, ni cuido un jardín. No tengo hijos, y parece que nunca los voy a tener. No me voy a perder ninguna noche de sueño para pasear por el comedor hasta que se duerman, ni me van a pedir consejo, ni plata, ni las llaves del auto. No los voy a inscribir en ningún colegio. No voy a ir a su casamiento. No voy a tener nietos. Voy a celebrar mi cumpleaños solo y no voy a recibir regalos. No voy a ser más importante ni dejar más huella que un cambio de dirección de una brisa. Mis cosas irán a un depósito por un tiempo, después al ejército de salvación, y finalmente a la basura. No dejé nada, no me llevo nada conmigo. Como si nunca hubiera existido.

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