Una amiga se fue de vacaciones y me ofreció la casa para descansar, porque donde estoy tengo problemas con el idiota con el que comparto el departamento, así que necesito un lugar donde pueda sentirme seguro y relajarme. Ya van dos noches que paso acá y si bien durante el día estoy fenómeno, a la noche duermo malísimamente por todos los pensamientos que se aferran a mi cerebro y me zarandean toda la noche.
Pero... esta chica y su marido son lo que podría decirse clase alta. No digo millonarios, que quizás lo sean, pero la pasan bien. Tienen caballos, un Mercedes, trabajos alucinantes y un pasar muy, muy holgado. Él en particular. La cosa que se fueron de vacaciones y me ofrecieron su casa, y el marido insistió en que me diera el gusto y probara su auto, así que me dejó la llave: un Maserati Ghibli. Ahora bien, hay 2 motorizaciones, ambas V6: diésel de 275 caballos o naftero, en versiones de 330 o 409 caballos. El bicho en cuestión es el naftero más "débil", si se le puede llamar así a tanta potencia.
Hace un rato volví de dar una vuelta con el coso ese y estoy alucinado. Me puse muy nervioso cuando lo saqué, y no ayudó el que la cochera y la puerta de salida son 2 milésimas de milímetro más anchas que los espejos del auto, así que hay que sacarlo y entrarlo con vaselina, mientras que los 88 sensores de proximidad no dejan de hacer ruidos de todos los tonos posibles, más algunos que ahuyentaron a varios perros tres cuadras a la redonda. Pero no lo rayé =P
Pero no es solamente el auto. El lugar donde viven, por ejemplo... el comedor solo es más grande que todo mi departamento. La cocina tiene todos electrodomésticos con computadoras, teclas y qué sé yo qué, y en cada habitación hay baño en suite. Todo, desde el rallador de queso hasta el auto, cuesta 10 veces más que el ítem equivalente en mi casa. El frasco de 500 ml de aceite de oliva cuesta €14. La alfombra de 2x3 m en la esquina del comedor cuesta €3000. La estufa a leña (del tamaño de un secarropas chico y un poco más alta)
está hecha a mano nada menos que en Liechtenstein, y cuesta €12000. Y así. Es agotador. Y el asunto sigue también con las medidas: la mesa donde comen ellos dos mide 120 x 230 cm. El sofá ocupa 7 metros cuadrados. El televisor es de 65 pulgadas.
Y no es solamente los números; los muebles en general son de un gusto impecable, aunque me atrevo a echar mano de mis prejuicios y asumir que eso se debe más a ella (mitad griega) que a él (100% alemán), pero en mi defensa quiero argumentar que a ella la conozco desde hace más de 10 años y de cuando era soltera, y el mobiliario en su mayoría le pertenece.
Todo esto está muy bien y podría perderme en más descripciones y detalles, pero el punto es que me estoy relajando. El que todo sea gratis (desde mi posición), ayuda a relajarme más todavía. El que el estúpido de 3 años con el que comparto mi departamento no esté presente, o que estoy a la vuelta de un parque hermosos, que las paredes sean tan gruesas que a los efectos prácticos es como no tener vecinos, que todo sea tan generoso sin ser decadente... Es simplemente cómodo. Al punto que hoy, después de varias, muchas, demasiadas semanas me senté a escribir, a para completar el cliché, con Perro durmiendo al lado. Necesitaba mucho este esta pausa Milka.
Algo que me está volviendo loco es el tema de la mudanza. Por un lado está la cuestión en sí de abandonar el lugar en el que me encuentro y adoptar otro, al margen (y eso fue lo que impulsó la decisión) de que el lugar que abandono sea Alemania y el lugar que adopto (ahora sí, por elección) sea Argentina, mi lugar natal. Pero las implicaciones de esa decisión me asedian, más a medida que se acerca el momento del viaje. No puedo dormir, paso cada noche con miles de pesadillas, transpiro, doy vueltas, me desvelo a mitad de la noche o no me puedo dormir cuando voy a la cama o me despierto a las 4.
Pero dejando todo eso de lado, la cuestión logística y burocrática de esta mudanza no es para nada simple. Muebles, artículos personales, electrónicos, vehículos, perro y un servidor... cada uno de esos ítems requiere diferentes medio, papeles y dinero que hay que coordinar para que sucedan en un lapso determinado. Es como Operación Tormenta del Desierto a pequeña escala. Del lado alemán, por suerte está, cómo no, lleno de alemanes y se soluciona con plata. Del lado argentino es un poco más difícil e impredecible, pero lo voy llevando. Todo va saliendo y de a poco se van alineando los planetas, pero no está siendo fácil y a veces estoy al límite o más allá. Ah, sí, me olvidaba: la depresión. Esa es una valija por la que Lufthansa no me cobra nada, no pesa nada (por lo menos no se puede medir en kilos) y no ocupa espacio, y sin embargo ahí está. Por momentos la siento más pesada que el contenedor de 40 pies donde meto todo, y por momentos es una pelotita de pimpón. Por ahora la llevo.
Así que acá estoy, saboreando una muestra gratis de la buena vida en lo que a dinero se refiere. Sin novia, pero con perro y moto y mucho que hacer para la mudanza. No veo la hora de sacar a los alemanes de mi vida y presentar a Perro a mis sobrinos.
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