miércoles, 7 de abril de 2021

y perfeccionista

¿Cómo empezar?... Esto es una vuelta de rosca a esto.
No me gusto. No me llevo bien ni conmigo y, casi inevitablemente, tampoco con los demás. Si veo que me llevo bien con algunas personas automáticamente intento atesorarlas, hacerme amigo y conservarlas en mi vida. A veces funciona, a veces no. Los seres humanos me dan miedo y por buenos motivos.
Tratando de no caer en la victimización, el hecho es que cuando nací me encontré con que una de las dos personas que tenían que cuidarme "se ha retirado/está en una reunión/se fue de vacaciones/está enfermo/no, no dejó dicho cuándo vuelve". Ya empezó mal la cosa. Me contaba un terapeuta que entre los 4 y los 8 años de edad los chicos empiezan a entender que hay dos sexos diferentes y además de identificarse con uno u otro miran a uno de sus progenitores y lo toman como modelo para desarrollar y afianzar su identidad, no solamente sexual sino también en un abanico de aspectos mucho más grande: honestidad, actitud frente a los problemas, hacia el prójimo, con el dinero, ética de trabajo... un montón de cosas. Hoy en día este tema específico de la identidad sexual y su rémora, la identidad de género, está espantosamente contaminado por ideologías y fanatismos que arbitrariamente agregan órdenes de magnitud a variaciones que en realidad son ínfimas en cantidad y relevancia para la sociedad, y se banalizan a capricho y placer de gente que ni sabe del tema ni se dan cuenta del daño que hacen a los que realmente necesitan apoyo con estas cosas. Nos meten sus opiniones como el alimento a los pobres gansos que se crían para foie gras. Al margen de eso, extrañamente no tengo ninguna cuestión abierta sobre mi sexo o mi género, genotipos, fenotipos y todas esas cuestiones, pero sí una serie de rasgos que me falta desarrollar y miedos que están fuera de proporción, así como mi inhabilidad para lidiar con ciertas cosas: conflictos, inseguridades, sensibilidades... cosas así. Ejemplo tonto: mi mamá fue la que me enseñó a afeitarme.
Fui a un colegio elitista. Fantástica educación, pero religioso y elitista, lleno de cretinos crueles (todos los chicos lo son) pero además arrogantes, que cuando se enteraron de que me hacía pis encima me segregaron, acosaron y defenestraron. O sea... lo normal. Y yo era inteligente y sensible. Genial combinación. Solía entender temas más rápido, me acordaba de todo, y no soportaba pensar como el resto ni mucho menos que el resto pensara por mí. Nunca, nunca logré encajar en esa manada, y creo que en ninguna otra, para ser honesto. Me duele mucho eso. Uno no llega a desarrollar la sensación de pertenencia porque hay algo que no encaja, y cuando uno es chico piensa que es uno el defectuoso, y no todo el resto. Sí, estadísticamente es más difícil que sean muchos los idiotas equivocados en lugar de uno, pero en retrospectiva...
Siguiendo con la cronología, dos días antes de cumplir 12 años tuve una operación seria que me tuvo en cama unos 6 meses. En ese tiempo no recuerdo haber recibido visitas; seguramente habré tenido algunas, pero la verdad es que no me recuerdo. Mi abuelo me ayudó a desarrollar el amor por los libros así que leí muchos, y sobre todo se profundizó mi tendencia a la introspección y al desconfiar de las personas. Adelantando el casete (pucha que soy viejo), soy un adulto que no tiene la menor idea de cómo desenvolverme en compañía sin chocar con los demás. Me cuesta muchísimo mantener las pocas relaciones que logro establecer, y siempre demando paciencia y cuidado de los que me rodean y también un esfuerzo enorme de mi parte. Tengo que compensar mi falta de capacidad y paciencia con los demás, con un montón de estrategias para no explotar o molestarlos.
No me gusta conocer gente, no me gusto yo, no me gusta que me conozcan. Creo que veo inevitable que me dejen una vez que sepan cómo soy. Trato de caminar derecho, erguido, para que me acepten. Me cultivo como persona (aprendo idiomas, acumulo títulos, educo a mi perro...) para que me acepten. Hago un montón de cosas para ser agradable a primera vista y estirar lo más posible el período inicial en que la gente me acepta, hasta que me conocen bien. La idea subconsciente, y con los años cada vez más consciente, es compensar lo que yo percibo como una falta de valor en mi persona, una pila de defectos que me hacen, tarde o temprano, execrable a los ojos del mundo. Inaceptable. Imposible de querer. Inmerecedor de cariño.
Por supuesto que tengo familiares, amigos y conocidos que me quieren, pero según yo, en mi corazón de corazones, es porque no saben lo que soy realmente. O no conocen a nadie más y tienen que resignarse conmigo. O porque se olvidan que cualquiera podría hacer eso que les gustó, o que muchos lo pueden hacer mejor, o que me salió así de casualidad, o que no vieron las otras cosas que hice mal, o que... Mi terapeuta una vez me dijo 7 excusas típicas que usan los que tienen baja autoestima para responder a un cumplido. Fue triste, escalofriante.
Mi teoría personal (seguro que algún profesional de la salud mental me lo retrucaría) es que las experiencias que uno tiene al principio en cualquier tema, forman el cableado, el hardware, y lo que uno aprende después es una especie de software que se le pone encima. Parches, arreglos, suplementos, pero nunca queda o funciona como algo que hubiera sido bien hecho de movida. Hoy en día intento recordarme que soy esto o aquello que me hace valioso, pero subyace siempre el íntimo convencimiento de que en realidad no valgo nada. No es que lo creo: lo sé. Y el que opine distinto es porque no me conoce lo suficiente. Lo escribo y lo leo y admito que es una idiotez, pero así es como funciona en mí.
Uy, uy, uy...

No hay comentarios.: