miércoles, 17 de marzo de 2021

accomplishment

La cuarentena que trajo la puta pandemia hizo más que encerrarnos en casa: nos cagó la rutina y muchas de las cosas que dábamos por sentadas, como el almacén de la esquina, el tránsito a la mañana, el café con un algún amigote. Por unos meses, hasta la salida con el perro fue algo así como cruzar la frontera México-EE. UU. con una mochila llena de merca y una bengala prendida en la cabeza. Para alguien en mi situación, donde no tengo un trabajo de oficina o algo así al que volver, la rutina sirve para enmarcar el día y darle sentido, aunque sea de forma y no de fondo, aunque sea para estructurar el paso de las horas y en algún caso hacerlo llevadero. Odio lo de matar el tiempo (el bien más precioso que tenemos) pero a veces caigo en eso. Pero ahora que tenemos mucha más latitud para movernos y realizar cosas, hago poco más que comer, salir a tomar un café, leer un libro, pasear con Perro y muy de vez en cuando cumplir las escasas obligaciones que me impone mi trabajo. Poco y nada más. Durante el verano y con los turistas esas obligaciones eran cotidianas, aunque llevaran solamente un par de horas, y me daban la sensación de haber hecho o logrado algo; acomplished sería la palabra que busco. Ahora que eso mermó muchísimo, como era de prever para marzo, tengo demasiado tiempo en mis manos y esto es malo. Malo para la depre, malo para el pedo en que uno necesita vivir (mirando los números veo que simplemente no me alcanza para vivir, y preferiría ser ajeno a esa información), malo para mi sensación de accomplishment.
Pero como no soy tan estúpido, estoy tratando de hacer lo que hacen las personas que logran cosas en la vida: si tengo limones, hacer limonada en lugar de llorar porque quería manzanas. O lo que carajo sea que complete la metáfora. Es decir: estoy tratando de ver qué puedo hacer con el tiempo que tengo entre manos porque no sé cuándo va a volver a pasar, y es lindo mirar atrás y ver el progreso en lugar de que me invada la sensación de haber perdido el tiempo y dejado pasar oportunidades. Traducido, voy a ver qué puedo hacer en este tiempo libre para ganar ese muy bienvenido dinero extra al margen de lo que ya estoy haciendo, y si eso no es posible ahora por la pandemia y las limitaciones impuestas, por lo menos planear para el futuro e incluso adelantar tareas, si es posible. Por ejemplo, en este momento es inútil intentar viajar en moto pero sí puedo organizar futuros viajes, planear rutas, mirar hoteles, atracciones y cosas así. El presupuesto es lo más fácil y para cuando se levante la cortina otra vez, puedo empezar con las reservas. Mientras tanto, y con probables rutas en el tintero, puedo ir buscando gente para esos viajes. Algunos interesados tengo y es cuestión de mimar los contactos y no dejar morir el interés.
La vida, la ilusión de que tiene importancia vivirla o siquiera algún sentido, es un delirio que solamente pueden permitirse los que no tienen depresión. La clase social, la situación económica o cosas así no juegan ningún papel. Internamente, ni siquiera juega un papel el hecho de que estemos trabajando en la cura para el cáncer. Desde el puesto de conductor, lo único que uno mira es cómo se siente, no lo que aporta en términos de avance científico o a quién le hace bien con su presencia o compañía. Si uno se siente mal con uno mismo no hay pared de diplomas, estantería de trofeos o pila de tarjetas de agradecimiento que hagan la menor mella. Si uno no se siente bien consigo mismo, internamente, subjetivamente, no hay realidad que valga. Y viceversa.
Con esto en mente, estoy haciendo cosas que vengo acarreando en la cabeza y que además de molestar por estar ahí, realmente tiene un efecto positivo si las liquido. Por ejemplo, hurgando en mis pertenencias veo que tengo acumuladas cosas que hace meses o años que no uso. Esas tienen que volar, liberar el espacio que le sacan a mi vida y servirle a alguien más; una cuestión de inventario (pregúntenle a Toyota). También estoy viendo dónde puedo volver a poner el piano electrónico que compré en algún momento y que muy primitivamente aprendí y "tocar", por llamarlo de alguna manera, algo así como caerme del décimo piso y decir que aprendí a ser el hombre araña. Trato de limpiar mi catálogo de música y fotos, por ejemplo, y mi ropero, con remeras que si las uso en público estoy seguro de que un linyera me daría una moneda.
No mucho, en realidad, pero mucho en mi mente, que es donde en realidad importa.

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