domingo, 27 de abril de 2025

cero defensas

No es la intención arrancar de tempranito quejándome, pero el hecho es que hace 3 o 4 días que llueve intermitentemente y con una temperatura que obligó a sacar la bufanda y el gorro, y en alguna oportunidad hasta me hizo lamentar no tener guantes.
El pronto arribo de Ema/Alessia/Rafaella/Natalia (nombres provisorios pero con buenas probabilidades), la futura compañera, hermana, concubina, cómplice y posible pesadilla de Perro, podría solaparse con un cambio de piso en casa si no planeo bien las cosas. En este momento tengo parqué y en algunas partes, sobre el parqué, alfombra, instalada apenas se construyó el edificio hace casi 50 años. Es decir, el parqué original quedó debajo sin usar y virgen, sin ningún tipo de tratamiento y con restos del pegamento usado para la alfombra, que a su vez está en pésimo estado y es una colección de polillas y ácaros imposible de rescatar. Hay que hacer algo, empezando por sacar la alfombra, lo que me deja 3 alternativas: si quiero parqué, me obligaría a un pulido y renovado de toda la superficie, que son más de 50 m². O puedo alfombrar de nuevo sobre el parqué. Finalmente, puedo sacar todo (alfombra y parqué) y poner un revestimiento como cerámico o porcelanato. Lo de alfombrar tiene básicamente dos ventajas: calidez y el tema del ruido, porque la alfombra absorbe los ecos. Pero las desventajas son las que tengo ahora y con dos perros, insalvables. Renovar el parqué me dejaría el lugar más lindo pero con un piso más delicado. Siendo realistas, con dos monstruitos, tanto la alfombra como el parqué durarían lo que un pedo en un canasto. La conclusión es cerámica (de alto tránsito) o porcelanato, y para limitar la desventaja con el tema del ruido y la calidez al pisar, poner algún tapiz al costado de la cama y bajo la mesa del comedor, por ejemplo. Creo que con eso voy a andar muy bien.
Hasta acá el chitchat.

Mora's dueña sigue ahí, merodeando en mi cabeza y alrededores. Estimo que es más la soledad lo que alimenta esto, que la atracción que me genera su persona, y eso lo deduzco porque a medida que la voy conociendo como que voy recuperando la cordura y veo con más realismo no solo lo de la diferencia de edad, sino su carácter algo ordinario, independientemente de lo otro. Tiene dos características fundamentales, vagina y pulso, y el resto hay que examinarlo fríamente para ver si vale la pena invertir tiempo, esfuerzo y dinero. Obviamente, como con cualquier mujer joven, todo eso se va a la reverendísima mierda cada vez que me la encuentro y nos saludamos con un beso en la mejilla y siento esa piel con la suavidad de la pancita de una chinchilla y el olor de su champú que bien podría oler a Perro de cachorro, ese aroma intoxicante y que me hace temblar las rodillas, contra el que cualquier hombre tiene exactamente cero defensas.

[update 5 días después] Mora's dueña se bajó de mi cabeza, solita y sin ayuda. Se tiró, más bien. Es más: se zambulló. No entro en detalles porque lo que pasó fue trivial y es inútil darle vueltas, pero esencialmente tuvo un error en el trato (y no fue un desliz puntual sino un error conceptual que se develó en una situación) y cuando se lo resalté hizo algo muy humano pero no por eso menos tarado: ofenderse en lugar de disculparse. Y para eso no hay culo, tetas, piel o lo que sea que compense. Ese déficit de carácter en particular no se me da la gana tolerar. Next.
Sin embargo, el episodio me dio la oportunidad de contemplar el tema de una relación con una mujer notablemente más joven que uno. Nunca había pensado seriamente en eso. Claramente, a la mayoría de los hombres nos atrae una chica más joven, aunque a la inversa suele ser más raro. A nosotros se nos acusa de cochinos y a ellas de una de dos: ser interesadas o tener daddy issues. El cinismo, justificado o no, a veces se olvida de la sencillez del amor y las necesidades humanas. La realidad, una vez más, es más compleja. Me pasó en Europa de conocer mujeres, en especial de Europa del este, que venían de una situación muy fea y la sola posibilidad de salir de ahí hacía que vieran a un hombre extranjero con una mezcla de interés y genuino agradecimiento que perfectamente podía ser confundida por ellas mismas, sin malicia, con amor sincero. Algunas no, por supuesto, y sabían bien lo que hacían, pero otras, a todos los efectos prácticos, se enamoraban de su pseudosalvador.
En mi caso, por ejemplo, hombre que se siente atraído hacia una mujer más joven, viene tanto de la parte física como del hecho que tengo muchos miedos que una mujer joven no evoca, no activa, o lo hace mucho menos. No sé qué carajo es en muchos casos, pero el efecto es patente. Ojalá no fuera así. También tiene que ver, a diferencia de hombres más movidos por su libido, con mi amor por lo estético y mi enorme necesidad de una conexión verdadera y profunda. Hay otra chica en la plaza, por ejemplo, flaquita, delicada, con rasgos muy finos que hace acordar a Ana de Armas, que de pensar en abrazarla se me explota el pecho de ternura. No es ganas de darle bomba como idiota; es ternura y admiración por esa belleza idealizadamente inexplorada que lleva a cuestas y, basado en la charla que tuvimos ayer donde me confesó que le gusta un chico de su edad que conozco (y con quien le voy a hacer el contacto), con ciertos valores. Uno se siente atraído hacia eso independientemente de la edad. Ojalá encontrara una así con 15 años más. El asunto es que las probabilidades son ínfimas.
Como sea, pensar en todo esto me hizo crecer un poquito y lo agradezco.

sábado, 19 de abril de 2025

jovencitas II

Difícil empezar.

Anoche salí a pasear a Perro con Mora y su dueña de 22 (el jueves que viene 23) años. Fueron un par de horas muy lindas charlando. Al margen de las consideraciones de edad, que ya mencioné de pasada en la última entrada, voy a concentrarme en el fantasma namber uan de mi vida.
Obviamente, y como sucedió casi cada puta vez que conocí a una mujer desde que tengo memoria de conocer mujeres, mencionó algo de su pasado sexual, o lo suficiente como para que yo haga inferencias, o que mis miedos, mi dark passenger, diría Dexter, las haga. Llegué a casa, me acosté, dormí 3 horas y me tuve que ir a la cocina a mirar una película que terminó tipo 5. Volví a acostarme, y por supuesto di vueltas en la cama una o dos horas más hasta que dormí un poco, pero ni remotamente lo suficiente. De más está decir que estoy hecho polvo. Y mi cabeza es un torbellino.
¿Y qué fue esta vez? Nada nuevo. Mencionó que su última relación, de 8 meses y que acaba de terminar, fue un chongo. Su actitud para nada reflejó lo que dijo, o por lo menos atendiendo a la definición que yo conozco de chongo. Porque cuando una mina está con uno, a) no da todo por esa persona, b) no llora como una magdalena por su pérdida, y c) apunta los cañones 3 grados a la derecha y que pase el que sigue. Mientras escribo esto y lo leo y releo para pulir el texto, más convencido estoy de lo que opino sobre el asunto y que es, al margen de si tengo algo de ella en mi futuro, una buena persona y no alguien capaz de tener una relación esencialmente física con alguien, no exclusiva y sin involucrarse sentimentalmente.
La clave, acá, según me dijeron mis dos terapeutas en Alemania, es (parafraseando) no revolver mierda. Dijo lo que dijo, que para ella se llama así y yo lo llamo relación (más formal, menos formal), y listo. Si bien me propuse no escarbar en su historia, sí me permití hacerle una pregunta sobre sus hábitos y la respuesta fue satisfactoria. De acá en más, todo depende de mis dendritas y axones y sus putas y pervertidas combinaciones. Con el estrés adecuado supongo que van a hacer ebullición con esa mierda que mejor no revolver, y en momentos de tranquilidad simplemente van a dormirse, como cualquier persona normal, según sé. Y eso es lo que trato de cultivar en mí. La macana con esto es que no solamente no sé cómo cultivar eso; no sé qué cultivar. Realmente se me escapa y me frustra, porque nadie es perfecto y sobre todo hoy en día la sociedad nos empuja casi a probar cosas que si por nosotros fuera, y con una familia amorosa y una educación sana, nunca haríamos. Y eso casi no existe. Igual no pienso parar de buscarlo.
Como sea, charlamos, hacemos chistes, nos sacamos el cuero y jugamos a que lo hacemos para molestar a los demás y que piensen que estamos juntos. Lindo. Pero sí, ojalá tuviera 10 años más.

lunes, 14 de abril de 2025

jovencitas

Cuando era chico, recuerdo haber escuchado varias veces a mi mamá, y a su mamá también, decir, quizás no abiertamente, pero igual de claro que a los gritos, que tal o cual hombre era despreciable por mirar siquiera a una mujer que fuera demasiados años más joven que él. La definición de "demasiados" era completamente arbitraria, por supuesto, pero creo que todos podemos hoy en día convenir en que si una mujer puede ser la hija de un hombre, la diferencia quizás sea "demasiado" grande.
Un día empecé a salir con Doctora, de Luxemburgo, nada menos, que era 9 años menor que yo. Ella 33 y yo 42. Aceptable, o por lo menos lo suficiente para cagarme en cualquier comentario al respecto, de mi mamá, de mi abuela o de Jesucristo en persona. Para confirmar ese dato anecdótico, estuvimos 3 hermosos años juntos en los cuales la edad nunca fue un factor de ningún tipo, más que para algún chiste donde yo la trataba de jobata, argumentando que a los 25 las mujeres están vencidas como un yogur viejo. La extraño muchísimo como compañera, pero lamentablemente no como novia. Una pena enorme. Es lamento, no arrepentimiento, de haber tenido que separarme de ella.
Pero el dato mayor y que viene al caso era su hermana, 36 en aquel entonces, casada con un hombre de nada menos que 66, que efectivamente era incluso uno o dos años mayor que mi extraoficial suegro. Al principio hacía un poco de ruido verlos, incluso con el muy conservador comportamiento de los luxemburgueses cuando están en público, que no se dan un beso y apenas se rozan una mano. Pero con el tiempo, además de conocerlos como personas, los conocí como pareja y maduró en mí la idea de que eran el uno para el otro. Al día de hoy, después de 8 años de haberlos visto por última vez, sigo pensando lo mismo. Los envidio completamente por haber encontrado en su vida, más tarde en la de él, a su otra mitad. Porque aunque ese concepto esté cuestionado, yo quiero creer en lo de "la otra mitad". Creo que quizás no todos, pero la mayoría somos capaces de encontrar ese ser que nos acerca a sentirnos más completos, más fortalecidos para afrontar la vida, más optimistas, con más sentido en lo que hacemos. Algo que, salvando a Perro, hoy me falta mucho.
Enter Mora, una pseudo border collie cuya dueña tiene 22 añitos y una cara que es una obra maestra de la genética. Peor todavía, disfruta mi presencia. Y yo la de ella.
La pregunta es: ¿tendría razón mi abuela en criticarme? La respuesta es (la mía, por lo menos): no lo sé. Ojalá tuviera 10 años más. 32 sería mi límite inferior, suficientemente "vieja" para no sentirme un pedófilo, suficientemente joven para tener que aguantarme chistes y miradas reprobatorias de gente cuyo opinión me podría interesar y del otro 99,9999999026% de la humanidad. Si no sabés usar una calculadora, ni Google, te la hago fácil: es toda la población humana en este momento, menos 8.
Uno no elige quién le gusta, pero sí lo que hace con ese sentimiento. Ella, entonces, me hace plantearme estas cosas, y la de si intentar algo, lo de make a move y todo eso. Cómo sería salir con alguien así, porque además de la intimidad, el cocinar juntos, mirar una peli en el sillón y viajar a algún lado, está todo lo demás: los padres de ella (probablemente de mi edad, o quizás incluso más jóvenes), los amigos (inconciliable), y muchos otros detalles, algunos no tan detalles. Extrapolando 30 años hacia el futuro, quedaría condenada inescapablemente a una temprana y larga viudez. Y eso es sólo el comienzo.
Todavía no siento nada más que la alegría de verla cuando nos encontramos en la plaza con otras 20 personas que llevan a sus perros en el mismo horario. Pero eso puede cambiar, y la soledad que vengo arrastrando hace muy, muy difícil ejercer cualquier tipo de autocontrol o levantar cualquier barrera. Sencillamente, el solo pensamiento de que pueda abrazarme (ella o cualquiera, no jodamos) y darme un simple beso cariñoso, hace que se me aflojen las rodillas, como cada vez que veo una pareja en ese acto.
¿Y qué me atrae de ella, pregunta usted? Pues no lo que sospechaban maliciosamente mi madre y mi abuela y que yo dí por cierto hasta que lo hablé con algunos hombres ya maduros. El atractivo de una chica joven es las mucho más bajas probabilidades de pedos arrastrados, prontuario, hijos, y sobre todo de mambos enraizados en autoatribuciones, muy generalizadas hoy en día pero no completamente extendidas, y que parece que esta chica en particular no tiene. Además, les proponés ir a comer pizza y se prenden. Les decís de ir a la playa a sentarte a ver el mar y se prenden. Son más como un lindo pastor australiano que conozco, que se levanta pensando "no sé de qué se trata, pero me prendo". Eso, más que cualquier firmeza pectoral, es el atractivo número uno. Lo demás es yapa y se agradece, pero no es la esencia. En el caso de este chica, me proyecta paz, y eso lo aprecio.