lunes, 21 de septiembre de 2009

París

Sí, la ciudad. La de la luz, de la torre, del arco. La del Louvre, del Sena y de Montmartre. Todas cosas que no me canso de apuntarles con la cámara y disparar como si fuera gratis. "Que lo es", me diría alguno que me ve con una cámara digital. Pues no, no lo es. Mi querida cámara tiene un disparador con una vida útil esperada de 50.000 ciclos, lo que se traduce a 2 centavos de euro por foto. Y cada vez que voy a París saco alrededor de 500 fotos, lo que me desgasta la cámara en el equivalente a unos 10 euros.
Pero volviendo a la ciudad en sí, es increíble las respuestas que genera. Muy poca gente es indiferente a París. Algunos le huyen, en su mayoría franceses que la ven como la capital, igual que en tantos países donde la capital también es un lugar de viajar al centro temprano y volver a viajar por la tarde, siempre rodeado de muchos, muchos, muchos malhumorados, apurados y dormidos. Buenos Aires no es diferente, ni Berlín, Estocolmo o Nueva York.
Pero París, por algún motivo que podríamos rastrear hasta mediados del siglo XIX, es una ciudad que lo pone a uno a disfrutar. Gracias a Francisco José (el marido de Sissi) pasa lo mismo con Viena, aunque en menor medida. De alguna manera, visitar París significa cambiar algo en la visión de uno, en la actitud, en el estado de ánimo, que le permite disfrutar más la vida. Es una mezcla entre lo que creemos saber de los franceses (como su arrogancia, que no es necesariamente mala), su espíritu latino, su idioma, su paisaje urbano, sus museos y monumentos, y tantos etc. Una cosa que le falta a París es variedad, pero es muy difícil que lo que tiene lo deje a uno descontento o buscando más. París, en lo que es, está muy por encima de todas las demás ciudades.
Después está la comida. Los franchutes, como los tanos, comen bien. Son rebuscados, finolis, pero el resultado es más que potable. Los tanos preparan simple y tienen buenos ingredientes. Los franchutes rompen con la preparación. Pero al final, en París hasta las papas en los locales de hamburguesas son más ricas. Nunca, pero nunca comí en un restaurante en París. Siempre me meto en alguna panadería o baguetería y me zambullo en lo que tengan a la vista, que me lo dan en una bolsa de papel (en Buenos Aires, en Remedios de Escalada, hay un almacén de techo alto, con mostrador y estantes de madera, que venden unas galletitas de vainilla y chocolate que no vi en ningún otro lado, y me las daban en una bolsa de papel; las compraba los sábados antes de ir a la facultad). Me voy a una plaza o me siento en algún lado, o camino más lento, y me concentro en lo que como y lo disfruto. Gasto 5 veces menos y soy 5 veces más feliz. Hasta el agua mineral es más rica: hay una marca que viene con un gusto muy suave a durazno y naranja y burbujas chiquitas, lo que en Argentina le llaman ligeramente gasificada.
Y el mito de que los franceses van a la mañana temprano en el subte comiendo una baguette de a cachitos es cierto. Y para los que no vamos a trabajar sino a visitar Notre Dame, el crujido del pan fresco y el olor (porque los franceses no me olieron particularmente feo) es una tortura. Hasta que por fin llego al centro y puedo tomar por asalto anfibio (por la baba) una panadería. Baguette, tarteleta de mousse de chocolate, pancitos saborizados, que patatín, que patatán... y quedo pipón hasta media tarde.
En fin, quería escribir de París. Muchos consideran que viajar es ver edificios famosos, museos y demás. A mí me gusta la gente, la comida, las calles, los olores y sonidos. Ver cómo, en contra de lo que uno pueda mitificar tal o cual lugar o monumento famoso, los locales transitan junto a la torre o a la Bastilla como si se tratara de un cruce de calle más. Y mientras tanto los demás nos ilusionamos con visitarlos.

Mi estimada París,
este año no me queda ni para comprar una mísera postal, pero el que viene te voy a visitar. Besos. Martín
PD: y si me puedo quedar, mejor.

7 comentarios:

*La Casalinga* dijo...

Ohhhh, Paguí...Paguí...!

Estuve muchas veces en Paris y, salvo por los parisinos, todo es perfecto.
Desde el perfume que despiden esos carritos callejeros que ofrecen crepes rellenos con Nutella hasta el olor característico que hay en los subtes. Los grises matizados de su edificación centenaria, los adoquines. Lo bares!!!! pintados de verde decorados con plantas y flores,con sus mesitas en la calle.
Los taxis, las veredas aaaanchas o angoooostas,depende por donde se vaya caminando.

Paris es mágico.

Hay un rastaurante en donde, si pedís de postre mousse au chocolate, te traen un frasco de vidrio gigante lleno,, pero lleno de esa exquisitez. hay que comerlo solo, todo lo que se quiera (auqnue luego de la tercer cucharada ya te sentís pipón) porque, si tu compañero prueba un poco, un poquitín, ya te cobran doble porción. Cosa de franceses!

El agua en Argentina se llama "finamente gasificada". Quisieron hacerlo delicado y les salió cursi.

Pablo dijo...

Hay lugares que se quedan con uno, a mi me pasa sin ir tan lejos (da para un post). Francia es de los lugares que no quisiera morir sin ver primero.

Martín dijo...

¡Esa era! "Finamente" gasificada, no "ligeramente". Mecachoendié, si la habré pensado...

Martín dijo...

Pablo, si me permitís (y si Sonia confirma) Lago di Garda no está nada mal. Italia, bah...

Martín dijo...

PD para Sonia: cuando estaba por ir a París por primera vez, muchos me advirtieron sobre los paguisinos, su asquerosidad, etc. Pero hasta la mosca más negra parece clarita si le ponemos un fondo más negro todavía, así que para qué te la voy a hacer larga, tanto a mí como a los que estaban conmigo, los parisinos nos parecieron bastante amables. Es que veníamos de Alemania...

pal dijo...

Tengo la misma opinión de París y lo más loco ... la re misma opinión de Viena!!!! (y aunque si tuviera que cambiar de ciudad me iría a Londres a ojos cerrados), me parece que lo que me dijo mi hermana es lo que mejor la describe:

Yo estaba a punto de abrir la boca y describir lo que sentí cuando llegué la primera vez a París- a visitar amigos,el único motivo por el que viajo- e iba aburrida de lo de "wie Gott in Frankreich..." (como diós en Francia) de los amigos alemanes, y de la manía acá en el sur por los franceses, los adoran los aman los idolatran... y quería justo decir que cuando llegué... cuandollleeeeeegueeeeeeeéeee... eso le decía y antes de todo eso, va mi hermana me mira y me dice, "París es una de esas ciudades que supera todas tus expectativas." Y si, viejita, así nomás es.
De Viena, caulquier día escribo un post. Pero el bisabuelo de Mesié era Vienés y tiene parientes allá... me encantan los austriácos y su mescolanza de pueblos... y me encanta su alemán, tienen un acento precioso...en fin, supongo tú ya a estas alturas tendrás otra opinión.

ps los franceses me caen bien, claro, no todos, que contigo hay que tener cuidado... pero te corrijo, de latinos no tienen nada. Lo que no es, en mi caso, un insulto... ni lo contrario.
Me voy a estudiar. Un beso.

Martín dijo...

Pal: honestamente de los austríacos no tengo muchas opiniones, apenas algunas observaciones y experiencias, la mayoría neutra. Pero ya sabés lo que dicen: la manzana no cae muy lejos de la árbol.