martes, 1 de septiembre de 2009

la cena de Juan

Juan, el de Luisa, le hizo al mundo una pregunta buenísima que me dejó pensando un par de días, y cito: ¿cuáles fueron vuestra mejor y peor velada?
Antes, la semana pasada, otra pregunta, quizás todavía más profunda, la leí en lo de Mónica en su entrada una fina línea, pero esa voy a tratar de responderla en otro momento porque por ahora no tengo respuesta, y le quiero dedicar todo lo que se merezca a una entrada así de importante.
La cuestión que anoche cuando me fui a dormir me empezó a trabajar la cabeza, y ahí fue cuando me acordé de, no sé si la peor, pero seguro una de las peores noches de mi vida. Fue en la víspera de Año Nuevo, en el '99. Todos andaban con que si cambiaba el siglo/milenio o no, pero la cosa es que en aquel entonces yo estudiaba el último año de ingeniería en la Universidad Nacional de Mar del Plata, y en verano trabajaba para mantenerme el resto del año y no andar mendigando a mi mamá. Ese verano en particular conseguí, gracias a un compañero de estudios, y uno de mis mejores amigos, un puesto de botones en el hotel 5 estrellas que está enfrente a playa grande, ese que todos los que pasan con el auto le gritan al pobre portero de capa y galera cosas como Batman, David Copperfield, pingüino y muchas, muchas otras no tan repetibles. Normalmente se ocupaba de esos menesteres (la capa y la galera) un tal Andrés que tenía muy buena presencia.
Pero esa noche de celebración, donde lo importante es estar con la familia, uno de los más o menos 30 botones tenía que cubrir el turno de la noche de esa noche. Y como yo era el más nuevo, no hubo mucha discusión.
El hotel, por supuesto, había organizado una cena de gala a todo trapo, con un cubierto que costaba un sueldo mío por comensal. Unos minutos antes de la media noche, algunos borrachos, otros no tanto, ricos, famosos, gatos, todos los que se animaron a dejar su mesa por un momento salieron a la vereda a ver los fuegos artificiales. Como nota aparte, lo que la mayoría no sabe es que en ese hotel hay una terraza en el piso 15 que da también a la ciudad, no solamente al mar, y ahí es donde se ven los fuegos artificiales, que son mil veces más que las tres cañitas voladoras que dispararon los que estaban en la playa.
En fin, mi familia en casa cenando, todos en el hotel disfrutando, y yo sintiéndome la persona más desdichada del planeta. Ahí mismo me juré que nunca, pero nunca más iba a volver a poner el trabajo o sus derivados (léase dinero) por encima de la familia. Y eso incluye nunca salir a cenar en épocas donde el personal del hotel/restaurant/lo-que-sea, que también son seres humanos, tienen que estar con su familia. Sí, ya sé, hay gente que está sola, que necesitan ese pequeño extra de dinero, que lo que sea, pero son los menos.
¿Y la mejor? No sé si puedo señalar una en particular, pero cada Noche Buena, Navidad, Año Viejo y Nuevo que pasé con mi familia cuando mi abuelo todavía vivía fueron muy buenas veladas. De los últimos años quizás puedo mencionar una cena que tuve en 2006 con la amiga de un amigo a la que apenas conocía, pero por esas vueltas de la vida terminamos los dos solos en un restaurant a orillas del puerto de Hamburgo. Ella luego se convirtió en amiga (ahora vive en Berlín y hace poco la fui a visitar con Sabine), pero en aquel momento fue una situación de compromiso, casi por quedar bien con ese amigo mutuo que jugó a cupido, y terminamos teniendo un vínculo intelectual muy fuerte que nunca se extendió a otra cosa. Esa noche en particular descubrí que podía tratar a una mujer como a un amigo inteligente sin miedo a ofender, sin prejucios y sin trabas. Supongo que habrá ayudado la falta de atracción física de mi parte. En cualquier caso el lugar, la compañía, la comida y mi desesperada situación personal hicieron que esa velada la disfrutara a tal punto que la guardo como la última velada agradable de mi vida. Después de esa, creo que mi alma se dio por vencida y acepto que mi cuerpo está residiendo en este lugar, y se apagó. Después de esa, cualquier ingestión de cualquier cantidad y calidad de comida, en cualquier evento, situación o localidad que fueran fuera de este zoológico, fueron una ocasión de alegría y agradecimiento para con la vida.

14 comentarios:

Pablo dijo...

El trabajo de hotelería es negrero desde el principio de los tiempos, no sólo para los botones, para todos los empleados hasta el gerente general. La Tana tuvo un cargo de supervisión en el Sheraton de Buenos Aires y realmente pasamos las fiestas más olvidables. Recuerdo que una Navidad la dejaron salir 10 minutos antes de las 12 y yo la esperaba afuera en el auto con la botella de champú fría y dos copas, listo para brindar; ¿sabés qué me dijo? no te entusiasmés que tenés que manejar hasta casa. Mujeres.

Linda dijo...

Martín: Me encantó que le dedicaras el mejor momento de tu vida a la compañia de una amiga,dicen que la amistad entre el sexo opuesto no existe, pero yo también cuento con la dicha de tener a un excelente amigo desde la universidad y la verdad el también me ha brindado muchos de los mejores momentos de mi vida.
Saludos Martín.
Pablo. te falto el Benditas...Benditas Mujeres;)

Juan dijo...

Seguro, Martín. Trabajar cuando todos los demás disfrutan debe ser un suplicio. Por otro lado, discrepo sobre eso de que tu alma se haya apagado. Dedicas mucho de tu tiempo a la reflexión. Ya con eso vas de gane.

Julieta dijo...

Qué fea noche pasaste en el hotel ,pero bueno ,hay trabajos que alguien tiene que hacerlos ,olvidalo..Y muy bueno que hayas pasado una muy linda velada con una mujer sin otro interés que la mutua compañia ,se puede dar, aunque dicen que no existe la amistad entre el hombre y la mujer..Tengo muchos y muy buenos amigos ...
Tu alma no se apagó ,puede que esté dormida ,pero el hecho de que te des cuenta y pienses en ello ya es alentador ....Un beso

Martín dijo...

Pablo, estoy de acuerdo. Siempre pensé que los hoteles y lugares que sí o sí están en esas fechas con gente, deberían mantener un personal mínimo, y de ser posible que sean los propios dueños.
¡Ahí 'tá!

Martín dijo...

Linda, esa chica es creo que la persona más inteligente que conozco. Es impresionante. Creo que borracha todavía puede diseñar una central nuclear. Difícil de olvidar la calidad de la charla en esa velada. Algo que, debo confesar, extraño en veladas más recientes.

Martín dijo...

Juan: ¿te referís al ginecólogo? ;)

Martín dijo...

Juan y Julieta, Julieta y Juan: a mi pobrecita alma estoy tratando de mantenerla, aunque sea en este estado vegetativo. Ya sé que habrá tiempos mejores, pero tengo miedo y me daría mucha tristeza que se me pase una hermosa etapa de mi vida sintiéndome tan miserable.

Luisa dijo...

algo hay en los fuegos artificiales que me hacen sonreír e intentar no parpadear para no perderme ningún brillo o trayectoria...no sé cómo expresar la explosión de nostalgia que me inunda cuando presencio un evento como ése...
¿o será el olor a pólvora lo que me mata de gusto?(soy una amante del fuego,pirómana reformada gracias a los sustos, reprimendas y cintarizas bien ganadas en mi niñez)...

Curioso que una de tus cenas favoritas haya sido con una mujer/intelectual..¿de qué habrán hablado y lo que es más:que te haya gustado tanto???... ;o)

Martín dijo...

A mí, Luisa, me pasa con el fuego. A muchos, creo. Tengo un amigo en el norte de Alemania que para su cumpleaños hace cordero patagónico (ba, el cordero es de un pueblo cerca de Bremen, pero lo prepara como en el sur de Argentina), y el fuego arde hasta altas horas de la madrugada, cuando ya hasta el perro quiere dormir. Y entre charla y charla uno se queda mirando el fuego, como hipnotizado, y la mente vuela. Y podés terminar en cualquier lado =)
De esa persona lo que me gustó (y me sigue gustando) fue la charla. ¿Qué te pensaste, pervertida? ;D

Anónimo dijo...

Mejor velada: La última, igual que los orgasmos, el último es el mejor, y la velada porque todavía estoy viva.

La peor: Debe ser una de esas en la que aúnque esté viva no me acuerdo lo vivido.

...

Se me hace que te veías regio con tu traje de David Copperfield ;-)

Anónimo dijo...

Fe de erratas:

Mejor velada: La última. Porque igual que con los orgasmos, el último es el mejor, la última velada es la mejor porque todavía estoy viva.

La peor: Debe ser una de esas en la que aunque esté viva no me acuerdo lo vivido.

... Pff!!

No me pasó lo que a Pal con los acentos y su laptop; sin embargo, esto es mucho peor porque no puedo poner puntos, comas y acentos donde deben ir.

Martín dijo...

Mónica, te envidio. Yo ni siquiera me acuerdo de mi última velada buena. Digo, buena buena... ;) no sé si nos entedemos... La maldita depre no deja títere con cabeza.

Luisa dijo...

Hola hola...pasaba a saludar.
¿cómo va todo??
Sólo eso.

También a dejarte una brasita de carbón que tengo en algún recuerdo de buenos fuegos de otros tiempos, que te de calorcito.
Ánimo,tiarrón!!
Empuja pal'ante, que vienen detrás.