jueves, 8 de abril de 2010

por ahí

En Semana Santa en Alemania, en lugar de tener jueves y viernes santo, tienen solamente el viernes, pero a cambio también tienen el lunes feriado. En principio me quiero guardar la mayor cantidad posible de vacaciones para ir a casa, pero igual me tomé el jueves y el martes, y en total tuve 6 días libres que usé para irme en moto, solo, al sur de Francia. El viaje lo planeé con etapas de unos 400 km por día, cosa de poder disfrutar la moto un rato y las ciudades por las que paso otro rato.
El itinerario (donde hice noche) fue así: Múnich -> Besançon -> Le Malzieu-Ville -> Avignon -> Niza -> Sondrio -> Múnich. En el camino visité Lyon, Millau (donde está el viaducto), Aix en Provence, Saint Tropez, Cannes, Mónaco, Saint Moritz y vaya uno a saber qué más.
El mejor hotel de los 5 en los que estuve fue el de la segunda noche, en Le Malzieu-Ville, en un lugar que apenas figura en el mapa. Los dueños son un matrimonio jubilado, que después de tener hotel en París por 30 años vendieron todo y se mudaron a este lugar, compraron una granja con una casa vieja y la remodelaron y convirtieron en este hotelcito con solamente 6 habitaciones y lugar para 10 personas en total. No tienen empleados, son nada más que ellos dos, y nunca cierran, salvo para navidad para pasarlo con la familia. Cada habitación es una maravilla de gusto y dedicación y atención al detalle, y la comida es casera, del mercado local, y no tienen ni congelador ni microondas. Y se nota. Todo es espectacularmente fresco y rico. La habitación en sí no fue cara, 60€, pero la cena costó 26€, y valió cada centavo. Eso sí, el resto de los días me llené en el desayuno y comí apenas un sandwich o algo así. El presupuesto no era estrecho pero tampoco infinito. Como perla me sale mencionar que de postre esa noche comí un queso batido con crema y mezclado con mermelada casera de frambuesa. Mi paladar, después de eso, quedó en el séptimo cielo.
El navegador que compramos con Novia resultó una basura irritante que se salvó de terminar su corta existencia en la bahía de Saint Tropez porque me acordé que la mitad la pagó Novia, que si no ya estaría haciendo las funciones de coral. Tiene una pantalla táctil que interpreta lo que se le da la reverenda gana y hay que andar tipeando las cosas cinco veces hasta que se le canta entender a dónde uno quiere ir. Esta semana lo llevo a ver si me lo cambian por algo más útil, como una bolita de papel usado, por ejemplo. O una birome vieja.
Volviendo a lo del viaje, de los 6 días que estuve fuera, 2 llovieron, no mucho pero lo suficiente para molestar y que no hubiera posibilidad de sacar buenas fotos, y los otros 4 días me la pasé arriba de la moto disfrutando las rutas fantásticas del sur de Francia y la costa azul. Incluso hice videos con la cámara montada en el frente de la moto. A modo de muestra, acá van algunas de las fotos que saqué:

Unos km antes de salir de Alemania...


Un rato después de llegar al primer hotel en Besançon, Francia...
(¿se nota la diferencia? ¿eh? ¿eh?)


En el centro de Lyon...


En Pont du Gard, un acueducto construido por los romanos en el año 19 antes de Cristo. Mide como 250 metros de largo y unos 50 de alto. Es GRANDE. Es increíble que los tanos hayan podido hacer semejante obra hace 2000 años...


El famoso Puente de Avignon...


Un mercado en Aix en Provence... (¡ñam, ñam!)


Saint Tropez, con sus botecitos y yates de recontralujo, todos apiñados...


Mansiones en la costa azul (esta es chiquitita, más bien un ranchito; había otras...)


En el último tramo del viaje, el que va de Niza a Múnich, casi no saqué ninguna foto, por varios motivos: el paisaje no era tan interesante, por lo menos comparado con lo que llevaba visto; estaba cansado y quería nada más llegar; cruzando los alpes me caí en la nieve. A la moto no le pasó nada, apenas un rasponcito de nada, pero mi orgullo resultó severamente dañado. Cualquiera que se compre una moto y pretenda no caerse comete dos errores: vive una fantasía inexistente, y tiene la actitud incorrecta, lo cual puede matarlo. Por eso, cada vez que me subo a la moto soy consciente de que me puedo matar, y en consecuencia manejo con mucho cuidado. Pero por más que uno lo intente, hay situaciones desconocidas y que resultan de la acumulación de errores y factores, y ahí pasan los accidentes. En mi defensa, hace 15 años que no me caía en la moto por error mío, pero esta vez fue casi diría necesario. Para aprender, me refiero. Una vez más el navegador me mandó por donde se le dió la gana y yo subestimé el hecho de que no estamos en verano, sino apenas a principios de la primavera, así que cuando salí de Sondrio para hacer el último tramo a Múnich me encontré cruzando los alpes a 2200 m de altura, en lugar de a 1000 metros como lo había planeado, y encontré nieve en la ruta, nieve ya pisada por autos y por eso compacta y con cero agarre. Por suerte iba muy pero muy lento, unos 3 km/h (más lento no podía ir porque perdía el equilibrio), y apenas toqué la nieve me fui al suelo. Un camionero que venía atrás se bajó enseguida a ayudarme a levantar la moto, y después de recuperarme del susto seguí mi camino, esta vez a 1 km/h y con los pies abajo. El parche de nieve tendría unos 150 metros de largo, y tardé unos 20 minutos en cruzarlo, haciendo pausas y descansando, no solamente del esfuerzo físico de aguantar la moto, sino también de la adrenalina y el susto que tenía, porque la situación era bastante fea. Pero al final lo logré y pasé sin caerme. Me siento orgulloso de haber aprendido la lección y ahora sé que la próxima vez que encuentre nieve casi seguro que no me voy a caer. Pero mi orgullo herido sigue ahí =( En fin...
Por lo menos el accidente pasó en el punto más alto del cruce, así que sabía que era tan estúpido seguir como volver, y seguí, y no encontré más nieve. De hecho la ruta desde ahí hasta que crucé la frontera con Austria era una preciosura de curva y contracurva siguiendo el cauce de un río. Ahhhhh... nirvana motociclística... ¿qué más se puede pedir?
Eso, qué más. Por ejemplo, que la depresión no hubiera venido conmigo al viaje. Que se hubiera quedado en Múnich. O que se hubiera perdido. Pero no, ahí estaba, vivita y coleando. Es justamente en estas situaciones, cuando todo está bien, cuando el dinero sobra y las preocupaciones típicas de su falta se evaporan, uno está en un lugar lindo, sin extrañar nada, sin sentir que nada falta, cuando los planetas se alinean y uno por fin se encuentra a solas consigo mismo, es cuando se pone en evidencia lo que está mal. Y soy yo mismo lo que está mal. Estoy deprimido, sin posibilidades de disfrutar las cosas buenas que me pasan. Siento hambre, frío, sueño, y poco o nada más. Menudo descubrimiento. No es que no lo supiera, pero tenía la esperanza de que me diera un respiro con semejante viaje. Apenas lo tuve en el km 837, cuando iba a Avignon, que me puse a cantar, solo, a los gritos, con la voz retumbando adentro del casco. Me duró un rato y listo.
Pero valió la pena. Conocí lugares con los que soñaba algún día en estar, aunque sea de paso, y aunque sea sabiendo que no pertenezco a esos ambientes de glamour (palabra estúpida y sin sentido si las hay). Hice un viaje en moto de casi 3000 km y sobreviví, lo cual no es poco. Conocí cultura y gente y cosas grandes de la genialidad humana y de la naturaleza. All in all, un buen momento de mi vida.
Y sí, ya estoy planeando el siguiente... ;-)

17 comentarios:

pal dijo...

Yo hice ese viaje pero en vez de bajar- al mar- subí al Macizo central. En auto además.Y si, se disfruta mucho.
Fué el verano en que dejamos el auto en Valance, o mejor dicho, se quedó el desgraciao.
Al año siguiente estuve en invierno en los alpes franceses y al pasar por las ciudades de Alsacia pedimos un fondue... es raro como se puede disfrutar tanto cosas tan simples. Lo lindo es que en invierno las ciudades no están tan llenas de turistas.
Que pena mi falta de interés fotográfico, porque las dulcerías son de lo más lindo que hay en esta zona.
Un besito y me alegro cuando viajas y te ventilas.
ps: qué miedo me dan las motos... y te salvaste. Caerse no es nada, levantarse es lo importante.

Alicia dijo...

Lindo viajecito! Me da un poco de envidia para ser sincera... pero bueh, ya llegara. O no, quien sabe.
Buenas fotos. Una curiosidad, que camara tenes? Por aca estamos planeando cambiar la camara pronto por algo un poco mas pro; la fotografia es una de mis artes favoritas.

Martín dijo...

ay, Pal, me podré dejar muchas cosas cuando salgo de viaje, pero la cámara siempre está.

Martín dijo...

Alicia, la cámara es irrelevante. Como dice un innombrable, lo que cuenta no es la varita, sino la habilidad del mago.
Pero igual te digo: una Nikon D80 con un Nikkor 18-200 y, cuando la luz acompaña, un filtro polarizador. Tengo varios chiches más, pero eso es todo lo que llevo de viaje, por lo menos hasta que me compre un gran angular.

Pablo dijo...

Me encantó el ranchito de adobe y paja a orillas del mar, pero mi favorita sin duda es la foto de la quesería.

Laura Palisa dijo...

Me desilucionó el puente avignón!
Qué lindo viajecito... qué susto la nieve y qué barata la sacaste!
Amo la moto. Bah la mia no llega ni al talón de la tuya pero tienen ese no se qué que embruja y que los no motoqueros no comprenden ni a palos.
Te leo bien, Martín. Vamos que vamos! Me alegra mucho leerte asi.

PD. hay mas fotos en tu picasa?? avisáaa!!

Martín dijo...

Pablo, esa foto de los quesos era nada más que la punta del iceberg. Terminé comprándome unas galletitas rellenas de crema de chocolate, que me las zampé ahí mismo, y una especie de paté a base de basílico, tomate y hierbas, que me la estoy guardando para una ciabatta que vi en la panadería de la estación de tren cerca de casa...

Martín dijo...

Laura, lo del puente es duro de aceptar, pero la realidad nos cuenta que en 1660 fue el último gran derrumbe del puente, y lo que queda de los 22 arcos originales es lo que se ve en la foto: 4 mustiosos arcos que no van a ningun lado. Debería llamarse "el muellecito de Avignon"... =P

Martín dijo...

Ah, me olvidaba: no, fotos en mi Picasa no hay muchas. No soy muy amigo de publicar. Consume tiempo. Por lo mismo evito el feisbuc.

Martín dijo...

me olvidaba (bis): tuve una recaída, no ando bien. Ayer, hablando de eso con Novia, me decía que me admira por cómo sigo intentando vivir. No creo que merezca ningún mérito hacer lo único que me queda. El mérito lo gana uno cuando hay opciones, y yo no tengo ese lujo. O sigo cinchando, y sonamos feo.

Alicia dijo...

Un buen fotografo saca lo mejor que se pueda sacar con la camara que tiene en las manos, por eso cuanto mejor la camara, mejor la calidad de la foto que puede sacar.
Se que el fotografo es lo importante porque despues de todo es el cerebro detras del lente lo que importa. Sin embargo, la camara es el "ojo". No es lo mismo mirar el mundo siendo miope que con vision 20/20...
Anyway, creo que vamos a comprar una Canon EOS 7D y ver si nos da el bolsillo para un buen lente. Despues te cuento la diferencia con la que tengo ahora (una modesta Canon EOS Rebel).
Levanta el animo que tenes que seguir sacando fotos!!

Martín dijo...

Alicia, si mal no recuerdo vos vivís ahí por el norte, donde hay buenos precios. Te recomiendo leer a un tipo, Ken Rockwell (google) que escribe sobre fotografía. Es un payaso, opina demasiado sobre demasiadas cosas y se mete en camisa de once varas, pero de cuestiones básicas de fotografía algo sabe, aunque no tenga talento.
La cosa es que me parece que estás encarando mal el tema. Invertí tiempo, esfuerzo y dinero en lentes, no en la cámara. Yo empecé con una Rebel, después una 350D, me prestaron una 450D, una 50D y probé intensivo una 7D y hasta una 5D. Ahora tengo Nikon por la oferta de lentes y otros detalles, pero LA CÁMARA NO IMPORTA. Vos hacés la foto.
Cualquier cámara moderna tiene calidad de sobra para lo que cualquier persona puede llegar a pedirle.
Es como comprarse una máquina de escribir más moderna, o una compu con procesador de texto, para escribir mejores libros...
Mi viejo es fotógrafo, y con una cámara de esas desechables logra mejores fotos que yo con mis miles de euros en equipo en la mano.
Es cierto, la cámara es el ojo, pero en lo que hay que gastar es en objetivos, no en el cuerpo en sí. Si te comprás una 1D MkIV y un tamron 18-270, te aseguro que tus fotos van a sufrir. Mejor una rebel con un 24-70 L.

Martín dijo...

Alicia, sigo...
Si tu Rebel es digital, y tiene una linda pantalla en la parte de atrás, gastate los casi 2k$ en un lindo objetivo L, que una 7D hace poco y nada para mejorar las fotos. Uno se compra una 7D si es pro (como 2da cámara) o semi-pro. No porque las fotos salgan mejor, sino porque es más rápido para operar los controles, que son más.
Cámaras más grandes, más pesadas (la 7D te va a partir el cuello), con más botones, son para gustarle a los hombres, que adoran jugar con eso.
Repito: si tenés un presupuesto determinado, usalo en lentes, que duran décadas, y no en cuerpos, que duran (máximo) 5 años, y no hacen diferencia más que en la operación, no en el resultado.

PD: perdón por la locuacidad, es que mi suegro se la pasa quemando euros en cámaras, lentes y accesorios, y no tiene ni pito de idea de fotografía. Ahora que lo pienso, quizás sea precisamente por eso que sigue comprando equipo en lugar de mejorar su técnica y su arte.

pal dijo...

Martín! me encantó este post sobre cámaras y fotografía. Me encanta cuando se ve que la gente sabe, y sobretodo cuando tiene una perspectiva de lo que está haciendo. Me encantó. Y claro, quedé super convencida. Si sacara fotos, seguro que te seguía el cuento.
Le voy a pasar el dato a mesié, porque igual no se le aceptan las compras de nada que no sea estríctamente necesario... jejejeje...

Y comparto lo de Laura... lo del puente de Avignon es difícil de digerir... si a uno no le avisan, no lo ves y sigues de largo.

(Y qué tienes en contra de la locuacidad?? ah? contra las palomas y los alemanes, y ahora esta...)

pal dijo...

Ah! y háceme el favor de sacrle una fotito a las pastelerías y mandarsela a Pablo... me gustaría verle la cara. JA!

Martín dijo...

¡JA! Siempre que entro en una pastelería pienso en sacarle fotos a todas las cosas ricas que veo, pero me da vergüenza pelar la cámara ahí nomás y empezar a disparar como un pobre etíope que nunca vio un cacho de crema... Voy a revisar el tema a ver si te puedo dar el gusto.

Martín dijo...

La locuacidad me gusta cuando cabe, pero en el contexto del blog es como que se aprecia la brevedad... creo =/