viernes, 17 de junio de 2011

la última vez

Para no ser tildado de materialista o frío, uno debería pregonar, o incluso aceptar como principio, que la felicidad no se puede medir. Medir es básicamente comparar, y para eso se necesitan dos cosas: una unidad de medida y un cero. Yo creo que los encontré. El tema es un poco difuso, de hecho incluso cuesta encontrar el punto cero a partir del cual medir, pero se me ocurrieron un par, mientras que la unidad de medida es la misma que el tiempo. Podemos elegir segundos, minutos o días, eventualmente hasta años, dependiendo la magnitud de lo que vamos a medir.
El punto de partida sería alguno de estos:
  • la última vez que miramos las estrellas,

  • la última vez que salimos a caminar porque llovía,

  • la última vez que un “te quiero” se nos escapó de los labios,

  • la última vez que caminamos haciendo equilibrio por el cordón de la vereda,

  • la última vez que escuchamos nuestro propio corazón latir,

  • la última vez que extrañamos a alguien que todavía está en nuestra vida,

  • la última vez que venía el cumpleaños de alguien valioso para nosotros y supimos exactamente qué regalarle,

  • la última vez que nos fuimos a dormir en paz,

  • la última vez que nos despertamos y nos alegramos de estar vivos,

  • la última vez que comimos unas papas fritas tan ricas que no les agregamos nada,

  • la última vez que comimos solos sin sentirnos solos,

  • la última vez que nos sentimos verdaderamente acompañados…

Por supuesto que esta escala funciona al revés: mientras más chico el resultado más felices somos. ¡Pss!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es decir, cuánto más grande la distancia desde la última vez que los eventos citados en esta lista sucedieron menos feliz es uno, verdad? ...

A ver ...

Primero me encanta tu lista, me parece que refleja a una persona llena de vida y que se fija en los detalles. Claro que como todo detallista, puede también pasarse de la raya hasta ser quisquilloso o pesado. Caso presente. No tú, yo.

La última vez que nos miramos en los ojos de alguien y nos pintó una sonrisa en la cara.

La última vez que bailé y me moví con ritmo junto con él.

La última vez que sentí la arena del mar en mis pies.

La última vez que me nadé en una alberca natural.

La última vez que la adrenalina me quitó y metió aire a los pulmones al mismo tiempo.

La última vez que me tiré en el pasto viendo los árboles cerrarse muy por encima mío.

La última vez dibujé a carbón a esos que amo.

La última vez que me sentí útil y necesitada. Pero de verdad.

La última vez que no quise nada más que lo que tenía.

La última vez que disfruté los colores de un atardecer con calma y sin prisa.

La última vez que no necesite tener que correr para no llegar a ningún lado.

Hay, Martín ...

Martín dijo...

Lo de no necesitar correr para no llegar a ningún lado. Eso me quedó más que todo. Siempre siento la necesidad de no estar donde estoy, sin importar dónde sea que estoy.
Gracias por la visita.
Y sí, es una linda lista... =)

Ashiku dijo...

No había leído este escrito antes, Martín, me parece maravilloso, hermoso, sublime. Qué lindo te quedó, me encanta porque tiene una estructura racional para enfocar el tema profundamente humano de estar bien, feliz, en equilibrio.

En definitiva, una suerte de ecuación o fórmula para mensurar un sentir. Hermoso, hermoso. me lo copio para releerlo a veces, ¿puedo?

Martín dijo...

gracias. Me llevó algunos días escribirlo. Llevaba un papelito donde escribía las cosas que se me ocurrían para la lista.
Es impresionante que hace más de 6 meses que lo escribí y calza perfecto con lo que vivo ahora.

Ashiku dijo...

Y más hermoso me parece ahora que sé cómo trabajaste para dejarlo así.