jueves, 16 de junio de 2011

o.o

No ando bien. No, no es que espero que la ONU me declare patrimonio de la humanidad y mi cumpleaños sea feriado universal y siguen sin llamarme. Pero no ando bien. Para nada.
Volví la semana pasada de estar 17 días en casa, y en lugar de ser una experiencia gloriosa fue peor que venir cada día al trabajo con un jefe de mierda (que no lo tengo), salvo por los 5 días que pasé con mi familia tratando de pretender ser un humano más. Lo intento, juro que lo intento, pero no me sale. Parece que no me enamoré jamás de Novia. Parece que nunca hubiera estado en mi corazón. La quiero muchísimo, de eso no hay duda. Quién podría no quererla. Es linda, buena y graciosa. No graciosa de chistosa, sino de que tiene una gracia de esas inalcanzables para el resto de nosotros los que andamos por el mundo intentando ser buena gente y tener un corazón grande como el que más. Porque ella lo tiene y se lo envidio. Pero en esto parece que salí a mi mamá: prefiero malo inteligente que bueno tonto. El bueno tonto es para tenerlo a tu alrededor y sentirte seguro, pero el malo inteligente es el interesante y no hay antídoto.

[Momento de respirar hondo y reflexionar lo que se pueda.]

Tengo depresión, y se supone que no me puedo sentir bien. Pero ya viene de hace 3 años (oficial) y de todavía más (presentido). Nunca fui una persona fiestera, de esas que hacen la diferencia positiva en una celebración. Siempre me gustó más bien estar a un lado, o atrás, observando y disfrutando cómo los otros sonríen. No me gusta bailar pero envidio profundamente a los que lo hacen. No tomo ni fumo. Conservo la derecha cuando manejo. Cedo el asiento. Tengo rutinas. Me baño en lugar de usar desodorante. Soy fiel. Tengo mal carácter. Soy generoso con aquellos que quiero, en tiempo y dinero.
Y todo lo que soy no ha hecho más que deteriorarse en los últimos años, empezando el día en que conocí a Ex-novia. Linda como pocas mujeres en este planeta (y probablemente algún otro). Inteligente. Buen corazón. Puta. Hasta donde sé nunca me cuerneó, pero durante el año que estuvimos juntos aprendí lo que me había avisado mi padre: nunca preguntes por el pasado de una mujer. Mi padre nunca se ganó mi respeto (ni el de nadie) y por eso tomé su consejo con pinzas. Pero como la mayor parte de la humanidad, me eduqué en una burbuja en todo lo que respecta a la mujer y cuando me vi enfrentado con una realidad que me imaginaba y sabía que existía, pero no esperaba, me mató.
Dicen que lo que no te destruye te hace más fuerte. Idioteces. Hay cosas que simplemente matan partes de uno. Cosas de las que no se puede salir bien. De las que no hay moraleja. Ganancia. Crecimiento. Ventaja. Lado positivo. Cosas de las que, si se sobrevive, uno sale peor y punto. Algo se marchitó, se deterioró, y no hay posibilidad de recuperarlo.
Cuando la conocí yo sabía que no era una virgencita y no me importaba (tan delirante no era), pero me acuerdo que a los 3 días de salir con ella pensé y dije que esperaba que no destruyera mi inocencia.

Pum.

Inoc / encia.

Rota.

Y eso no se recupera. No hay ganancia con perder la inocencia. Uno no necesita ser lastimado de esa forma para volverse más realista, y no hay ganancia en perder toda posibilidad de ser optimista.
Las mujeres nacen con unos 500 óvulos y en el período desde los 12 años o algo así, hasta la menopausia, los van soltando. Cada óvulo es único y no hay otro, y cada uno que se va es un hijo, un ser humano que no va a tener nunca más la posibilidad de nacer y desarrollarse.
Las personas nace con una unidad de muchas cosas, la inocencia es una de ellas. Y la mía ya no me acompaña. La depresión, en este caso, lo que hace es cerrarle el paso a todo un montón de cosas que creo que valen la pena ser vividas. Cosas que tengo, ni siquiera tengo que ir a buscarlas o luchar contra dragones o tempestades para conseguirlas. Es por eso que no tomo y ejecuto la decisión de separarme de Novia. No confío en mí. Sé que no estoy en posición de tomar las mejores decisiones. Pero por respeto a ella y por mí más que nada tengo que encontrar la salida de este infierno, volver a ser yo o lo que quede de mí y poner esta vida en acción, que para eso la tengo. Y no sé cómo, y la ayuda que pido a gritos se me niega.
La semana que viene empieza un nuevo capítulo. Voy a visitar a 2 profesionales que me recomendaron, a ver qué me dicen.

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