Mirando las estadísticas, la esperanza de vida de una persona hoy en día es un número bastante cómodo si lo escribimos en meses: 1000. Lo que representa 83 años y 4 meses. Unos 30435 días, o 739 500 horas.
Todo eso de los cuales, hoy, 17 de julio de 2015, me comí la mitad. Así es: estadísticamente hablando, la primera mitad de mi vida acaba de pasar y empiezo con la segunda y última. No hay extensiones, ni vales, ni créditos dobles. Nada.
No tengo ni la más pálida idea de cuándo exactamente, ni dónde o por qué voy a morir, pero sí sé que tengo un gran poder en mis manos para disfrutar lo que me queda y hacer lo mejor de ese tiempo. La primera mitad fue mucho aprender, mucha educación, mucho estudio, mucho llegar a una estabilidad económica, mucho sembrar; y aunque eso no termina nunca, hay un punto donde uno tiene que ponerse un compromiso personal de dejar de pelear por seguir ascendiendo en la escala que sea, y empezar a tomarse más tiempo para disfrutar lo que ya logró juntar en el bolsillo, sea económico, emocional, de habilidades, de cosas que uno siempre tiene en el tintero (ese libro, ese viaje, ese beso)...
Quisiera estar más inspirado y escribir algo más contundente, pero el hecho es que este día me asusta. Es como cualquier otro, si no fuera porque... no lo es. De veras marca una distinción clara, un cambio de responsabilidades. Siempre me dediqué a sembrar, por supuesto que al mismo tiempo tratando de disfrutar la vida. Como cuando uno se compra una casa a crédito y trata de pagarla lo antes posible, pero sin dejar de comer y darse algún que otro gusto. Pero ahora se invierten las prioridades: las dos cosas siguen coexistiendo pero el cosechar de pronto se me hace más importante. Sigo sembrando, pero más para mantener lo ganado que para ganar más. Miro más para adentro de mi casa que para adentro de la de otro, preocupándome de lo que otros han conseguido. No es que lo haya hecho demasiado, pero creo que es un instinto usar a otros como referencia de nuestro desempeño, más allá de que haya o no envidia o buenas intenciones.
En fin, 500 meses. Me voy a andar en moto y esta noche cena con amigos.
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2 comentarios:
Me hiciste sacar la cuenta, y no em falta mucho para esos 500 meses. Y bueno, quién sabe si ya pasamos el 50% o no. Quizás estamos al 90% de lo que será nuestra vida y no lo sabemos. No queda más que pensar en el mañana, pero vivir el hoy. La vida es hoy. Y no hay más.
amén. Se trata de usar bien cada día, sin arrastrar el pasado más que lo que sirve. El truco es saber qué sirve ;)
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