Por más que la tomografía no muestre nada raro, mi cabeza no está bien, eso no es nada nuevo. Pero en estos días la verdad que mi corazón tampoco. Al margen de mi queja general hacia la vida por no darme una compañera, en los últimos días se confabularon algunas cosas para que el panorama esté particularmente sombrío.
Hace poco comentaba sobre la palabra chongo y sobre quien me la presentó. Ayer intercambié una serie de mensajes en el teléfono con ella en los que intenté transmitirle que no me interesan los €20 que me debe del viaje a Croacia, sino encontrarme con ella para charlar. No good. Parece que esa característica tan propia de las mujeres argentinas de hacerse las difíciles está bien desarrollada en esta chica, y yo me siento demasiado viejo para estas gansadas. Por un lado sé que soy una buena persona, con cerebro, y ella es la que dijo que necesita tener conversaciones profundas y no encuentra con quién. Acá podría intercalar ahora-sé-por-qué pero la verdad es que yo también quiero eso, y si bien lo tengo en un par de amigos, una mujer es otra cosa. Así que yo me jodo. Ella puede ser que también, pero yo me jodo.
En la otra esquina, un amigo recientemente adquirido y que hace las veces de socio en mi nuevo emprendimiento de organizar tours en moto, se empacó. Quiero decir que se ofendió por un reclamo mío de algo que él hizo mal y no quiere admitirlo, así que ahora está haciendo una serie de chiquilinadas que ni siquiera puedo pretender estar sorprendido, porque era previsible. Tiene ese carácter y punto. Así es, y esto estaba destinado a pasar, y yo lo sabía todo el tiempo. Ni siquiera era un tema de probabilidades; como en la moto, que la pregunta no es si te vas a caer, sino cuándo.
Y en la última esquina libre de este cuadrilátero está mi mejor amigo acá en Múnich tratando de sacarse un quiste en forma de una tarambana y desagradecida que tiene por novia, que no sabe, y se resiste a apreciar, el tesoro que tiene en las manos. Así que esta semana cuando necesitaba mucho hablar con él, no lo tuve porque estaba embobado ocupado con ella. Si él hubiera estado feliz con alguien que lo quiere y lo aprecia como se merece, y lo cuida en consecuencia, me la como; pero quedarme sin mi mejor amigo porque la está pasando mal me saca de quicio. Sin mencionar que realmente lo necesitaba. Necesitaba más que nada alguien que, sabiendo casi todo de mí, me ayudara a analizar lo que me estaba pasando y me criticara y me hiciera ver dónde la estaba pifiando o pegando. Dónde plantarme y dónde ceder.
Como ya no hay esquinas libres, por ahí en el medio hay una polaca con la que salí antes de conocer a ex-novia y que me gusta bastante, pero simplemente no me llama. Me siento un idiota con mis mensajes e intentos de contacto y no quiero fastidiarla; pero un idiota solo y con ganas de que alguien me aprecie.
Por ahí también está mi amigote mejicano que vive en Stuttgart y cuya esposa es neurótica, paranoica y emocional, y nos está costando la amistad. Estoy siendo optimista, porque hace meses que no hablamos y me pone muy triste. Quiero mucho a este tipo y aprecio muchísimo sus opiniones y sus logros y sus puntos de vista, y lo extraño. Hace más de un año que tuvo una hija, lo cual lo mantiene más ocupado de lo que ya estaba, y a pesar de que hablamos de este tema y me dijo que lo comprende, la realidad es que no la conozco porque no he logrado convencer a mi culo de moverse e ir a la casa a verla. Es patético de mi parte, lo sé, y asumo mi parte de la culpa; pero el hecho sigue siendo que nos estamos separando, y él es parte de un muy pequeño grupo de personas que enriquecen mi vida sin peros.
Así que acá estoy, en mi esquina del cuadrilátero pensando que mi red social tiene muchos agujeros y no sé qué hacer. Quiero corregir lo que sea que esté haciendo mal pero no puedo identificar mis errores, aunque es cierto que a veces las cosas simplemente se descalabran y lo único que uno puede hacer es joderse, aprender y empezar de nuevo.
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