lunes, 21 de enero de 2019

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Me gustaría encontrar una metáfora más romántica, más floreada, algo que me haga sentir mejor conmigo mismo, pero esto es lo que se me ocurrió: soy una radio rota. No encuentro la sintonía en qué funcionar, ni hablar de encontrar un programa que me guste. Dadas las cosas que me están pasando, estoy muy introspectivo estos días, más de lo acostumbrado, y lo que veo asusta. Si agarro una agenda de hace 10 ó 15 años y miro la lista de personas que ya no están en mi vida y, lo más importante, el porqué, la cosa se me complica. Por más honesto que me ponga, hasta donde alcanzo a ver no puedo decir que estuve mal, que debería haber pedido disculpas o cosas por el estilo. No es intransigencia, sesgo u obstinación. Con la personalidad fuerte que tengo y la delicadeza de locomotora que a veces se me escapa, estaría solo y nadie podría dirigirme la palabra si no hubiera aprendido, como mínimo, a intentar reconocer mis equivocaciones y disculparme, que lo he hecho y en abundancia, incluso años después, por el simple placer de hacer a alguien sentirse mejor al ofrecerle las disculpas debidas. Especialmente significativo para mí fue cuando me disculpé con 3 ó 4 personas a las que traté con saña cuando estaba en lo peor de la depresión y ellos no se lo merecían. Después de años, cuando me sentí mejor y salí de ese horror, me puse manos a la obra y las contacté y expliqué lo que me pasaba y que no eran ellos los que hicieron algo malo, que era yo, etc., y les ofrecí mis más sinceras disculpas. En cada caso fue un peso enorme que me saqué de encima pero, más significativo, ellos se sintieron valorados y pudieron disponer de una explicación para mi comportamiento que no incluyera necesariamente el que yo fuera una mierda.
Pero de lo que hablo ahora es otra cosa. Esas situaciones en las que decidí sacar a alguien de mi vida fueron cosas en las que sinceramente no encontré en dónde fallé y por eso no me disculpé, y a la vez consideré que la otra persona actuó con malicia o simplemente no llenaba lo que yo busco en un ser humano y que necesito para dejar que se me acerquen. Soy muy selectivo cuando elijo con quién paso mi tiempo y, por experiencia, en la única dirección en la que voy a mover esos criterios es para arriba. Más de una vez relajé esos filtros y lo único que obtuve fue soplamocos de diferentes calibres. Bob Marley decía que "todo el mundo te va a lastimar, sólo tienes que encontrar por quién vale la pena sufrir".
Este paso que tomé para venirme de Alemania a Argentina está tornándose muy caro en términos emocionales. Sabía que no iba a ser fácil, pero a pesar de todos los recaudos tengo que reconocer que estoy sufriendo el cambio más de lo que había previsto y no sé ni cómo va a evolucionar la situación, ni cómo voy a lidiar con ella. Me está sobrepasando. Un estado construido para exprimir al ciudadano sin contraprestación, una sociedad que, a pesar de tener buen corazón, está muy atrasada e incivilizada, y mi estructura social de efecto homeopático, hacen que las cosas cuesten más de lo que deberían y a veces más de lo que uno tiene fuerzas para resolver. Todo esto me está llevando a interpelarme a mí mismo y las decisiones que tomé durante todo el año pasado y que me llevaron a esta situación, e incluso las que abarcan el proyecto que tengo en marcha para la construcción de la propiedad a alquilar. Realmente, no sé dónde estoy parado ni a donde puedo ir.
Como no puedo lidiar con todo lo que me está pasando sin sentirme aplastado, opto por refugiarme en varias cosas. Número uno en esa lista está andar en moto, cosa que no es posible, así que paso a la que le sigue, ubicada en el puesto 743: leer. Los libros, sobre todo novelas como las que escribe Frederick Forsyth, son un escape de la realidad, donde los buenos y los malos se diferencian por sus creencias y sus amos más que por sus métodos o la nobleza de sus objetivos. En el puesto 744, muy pegadito al anterior, está el sacar fotos, cosa que con la nada sutil naturaleza de mi equipo se me hace muy arriesgado y por eso lo tengo relegado. Una pena. En la semana que me pasé en Buenos Aires y el día en Colonia del Sacramento pude retomar un poco eso, pero me hubiera gustado más. Hubiera necesitado más. Mar del Plata, hay que admitirlo, no es la Toscana o Sicilia.
Como sea, esta radio necesita encontrar una estación donde quizás pasen una música decente, los locutores no griten y no se interrumpan todo el tiempo, no rompan con políticas idiotas donde se vayan de mambo para intercalar palabras como "inclusivo", "empoderar", "feminista", "todes", "aborto", y toda esa verborrea de moda de gente que no son la velita más brillante de la torta y por frustración, ignorancia y discapacidad cognitiva prefieren agarrar la primera bandera que les pasa por delante antes que ejercer el peligroso ejercicio de pensar. No sé si todo eso tiene que estar en la estación que yo sintonice, pero en cualquier caso aunque sea me gustaría tener con quién escucharla, aunque sea su radio. Más que nada, necesito no volver a caer en la depresión (como estoy cayendo) y lograr encausarme sin volverme loco. Hace meses que no duermo 2 horas seguidas. Las cosas que he estado destapando de mi madre y sus mañas y la influencia en mí, mi personalidad, mi destino, mi capacidad para lidiar con la realidad... no son lo que se dice alentadoras. Eso, y el no poder deshacer mi equipaje, el no poder sentarme a tomar un café con un amigo; básicamente la sensación de que no pertenezco acá o, de hecho, en ningún lado. No es la primera vez que lo siento, pero las otras siempre tuve una moto en la que sentarme y anestesiar el sufrimiento que me producía el no encajar, el no sintonizar con nada, nadie, ni ningún lugar.
En este punto, y como es un blog y me gusta alardear de mis talentos como escritor, buscaría cómo cerrar esto elegantemente, pero igual que con la metáfora con la que abrí, no estoy de ánimo.
Hasta la próxima.

2 comentarios:

Alicia dijo...

Mira, una vez que te vas, es muy dificil volver porque ya sos otra persona.
Si encima es Argentina de lo que estamos hablando, y en este momento especial (que no es tan especial porque la historia de ese pais esta llena de esos momentos) tenes que ser un super heroe para sobrevivir.
Ademas los mambos personales te acompañan donde vayas...
No te digo regresar a Alemania, pero hay otras opciones donde poder recomenzar.
Yo hace 6 meses que me fui de USA porque me lleno las bolas, y no quiero despertarme un dia y ver que balearon a mis hijos en la escuela.
Pero en vez de Argentina elegi Irlanda. Una cosa intermedia, digamos.
Mi humilde opinion, suerte.

Martín dijo...

Gracias Alicia. Sí, lo de que los mambos nos acompañan ya lo había asimilado hace unos años cuando escuché que la gente tira la plata al irse de vacaciones para tomar una pausa de los problemas internos. Los externos sí, se quedan ahí esperando, pero los internos ni siquiera hay que pedirles, se anotan primero, los muy guachos fieles.
Lo de volver a ir a Alemania lo trato en la próxima.