Esta mañana, a las 5:02 en punto, estaba mirando el techo de mi pieza. Sin verlo, por supuesto; demasiado obscuro. Primer pensamiento del día: $15 400.
Ayer salí a dar una vuelta con Perro con la idea de sentarme en un café y leer un libro, pero cuando estaba a una cuadra pasó uno en bicicleta que resultó ser un conocido, así que nos fuimos juntos a tomar algo y charlar, y el libro quedó en el bolsillo. Mientras este chico me explicaba que gana unos decentes 15 000 pesos por un trabajo de 30 horas a la semana (de lunes a viernes, 6 horas por día) cocinando en un centro de día para ancianos, pasó una amiga suya que salió de trabajar, y nos contó que está trabajando en negro en una pizzería que abrió hace poco, 12 horas por día, horario partido, 6 días a la semana (72 horas por semana), y gana 15 430 pesos al mes. Son 600 pesos por día, que equivalen a 50 pesos la hora. Un euro.
Un euro.
¿Por qué?
Ahora mismo, mientras escribo, estoy tan asombrado que me cuesta seguir con las oraciones. Hay que ser un hijo de puta mayúsculo para pagar eso. Sacando las 8 horas que está durmiendo, compran las tres cuartas partes de la vida de una persona por migajas, evaden impuestos y condenan a ese empleado explotado a estar sin seguro de salud ni jubilación, pero te venden una pizza unipersonal por 370 pesos. Y me quita el sueño a mí, porque seguro que el degenerado que tomó esa decisión duerme fenómeno.
Profundizando un poco más, equivale a que si esa posición requiriera la carga horaria usual de 8 horas, 5 días a la semana, el sueldo sería de 8570 pesos. En economía eso se denomina "miseria". 400 pesos al día: una pizza.
Hijos de puta.
Si tiene que ir en colectivo al trabajo, horario partido, y suponiendo que con un colectivo por tramo se arregla, ahí se le van 100 pesos. Si quiere comer algo decente y nutritivo de almuerzo y cena, aunque sea hecho en casa, no necesita menos de 100 pesos por comida. O sea, con 100 pesos al día que le quedan, 5 días a la semana (2200 pesos por mes, o unos 45 euros) el dueño de esta pizzería espera que su empleada pueda vestirse, ir a la peluquería, pagar el alquiler, el gas, la luz, un seguro de salud y ahorrar para su jubilación. ¿Comprar un libro? ¿Ir al cine cada tanto? ¿Salir con una amiga a tomar un café un par de veces al mes?
Y por supuesto surge la pregunta: ¿por qué hay alguien trabajando en negro, a la vista de todo el mundo, a 200 metros de la municipalidad? ¿Los inspectores? Bien gracias, tomando mate, probablemente junto con los hijos de puta que tendrían que haber inspeccionado el edificio donde compré el departamento, que me lo cobraron como si estuviera hecho de californio (tarea para el hogar: ¿cuánto cuesta un gramo de californio?) y lo hicieron (mal) con cubiertas recicladas y sin respetar prácticamente ninguna normativa. Y ahí están los planos, en la municipalidad, sin que nadie haga algo.
Hijos de puta.
Los de la constructora, los inspectores, los jefes de los inspectores. Y los imbéciles de mis vecinos, que viven ahí hace 4 años y esperan que los problemas se evaporen, y nadie quiere ir a un abogado y pagar para accionar contra estos delincuentes de la constructora. En los pocos meses que llevo en el edificio ya puse en marcha una máquina con la que espero revertir la operación y hasta algún resarcimiento. No digan que no avisé. Me costó estrés, plata, tiempo y esfuerzo buscar a la gente apropiada, establecer relaciones, hacer averiguaciones y coordinar todo. Pero la "opción" de no hacer nada me iba a representar una pérdida económica 100 veces mayor y quedarme el resto de mi vida preguntándome si no debería haber hecho algo. O sea, "opción" las pelotas.
¿Qué más?...
Muchas, muchas veces me quedo pensando no solamente en lo hermoso que es Perro, sino también en el misterio de por qué me gusta, por qué me sigue gustando como me gusta a pesar de tenerlo hace ya 16 meses, por qué nunca logré que me guste una chica tanto salvo, quizás, Nadine; pero eso es trampa, porque al lado de ella Kate Beckinsale se ve como La Cosa de los 4 Fantásticos.
Así es que, después del tiempo que llevo disfrutando de la compañía y la locura de un pastor australiano, se me ocurrió algo. Yo tengo la teoría, muy arraigada en el rincón más profundo de mi cableado mental, de que a mí me tocaron un par de cartas bastante chotas para jugarle a la vida. No todas, tampoco es cuestión de prenderse a la moda de hacerse la víctima, pero algunas. 'Ta bien, tengo mi cerebro; pero esa carta juega para los dos lados. Como dijo Rabindranth Tagore: "una mente pura lógica es como una espada todo filo: lastima a quien la usa". Cuando me meto en este tema, el asunto que más fuerte me hace tic tic con el dedito en el hombro es el tema de no haber tenido padre, y lo que mis abuelos maternos hicieron con el material a su disposición cuando todavía no se había secado la tinta de la sentencia de divorcio. Uno trató de educarme como lo educaron a él, nacido cuando se hundió el Titanic. La otra concentró toda su miseria humana, y sin destilar ni diluir nos la metió por la garganta como si fuéramos ganso para foie gras. Sostuve y sostengo que fue más grande el daño que me provocó lo que me contaron que me hizo el ex-esposo de mi madre, que lo que él me hizo.
Escucho Time after time de Cindy Lauper y no logro pensar en nadie, no la asocio con ninguna persona. Amanece, y más que admirar los colores y sacar una linda foto, no puedo hacer otra cosa. Pero Perro me trae una dosis de belleza, interna y externa, que me es irreemplazable y no he logrado encontrar en otro lado, y a la que no puedo renunciar. Es esa botella fría que uno se apoya en el cuello antes de abrirla y tomársela en una tarde infernal de verano. Hoy por hoy es todo lo que tengo fuera de lo que se supone que tenga: techo, comida, y los pocos integrantes de mi familia, que me sobran los dedos de una mano para contarlos. Ni la moto puede darme alegrías en estas calles destruidas al punto de que estoy pensando en venderla por falta de oportunidades de usarla. La fotografía está en un camino intermedio, porque sacar semejante equipo y arriesgarme a que me lo roben me aterra, sin contar con que no estoy en Italia, donde hay, con varios órdenes de magnitud, más oportunidades fotográficas.
Me despierto cada día extrañando horriblemente el andar en moto por los Alpes. En el sopor del despertar, cuando el cerebro todavía no terminó de ponerse las pantuflas para salir de la cama, tengo esa oportunidad única en una cabeza como la mía, una rendija por donde puedo espiar y ver un destello de lo que llevo dentro, saber cómo me siento respecto a cosas de la vida: un lujo que a pesar de tanta terapia todavía se me escapa. Y extraño andar en moto en los Alpes. Extraño el orden, la limpieza, la puntualidad y un montón de cosas más cuyas ausencias se pueden sintetizar perfectamente en una palabra: desidia. Y es una enfermedad no solamente política sino absolutamente generalizada
en todos los niveles. A nadie le importa nada, y no tienen idea de cómo
hacerlo ni de lo que se pierden por no averiguarlo. Después de todo, nuestros políticos no crecen de un árbol especial, apartado del resto del jardín.
Podría seguir por días, y de hecho es lo que hice en esta entrada: escribir por días, buscando un par de momentos de paz para sentarme frente a la computadora y poner mis ideas en orden. Queda claro que si lo conseguí fue apenas. Pido las disculpas del caso.
viernes, 2 de agosto de 2019
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2 comentarios:
Me encantó este post, porque suelo pensar en este tipo de cosas constantemente. La situación está peor en Argentina (y se verán cosas peores, dice la biblia) ((lo siento mucho por tu país, ojalá capeen la ola y se recuperen pronto)) pero por acá digan lo que digan, no estamos bien. Un sueldo mínimo (que es lo que gana la mayoría) son menos de 400 euros al mes, trabajando 45 hrs semanales, sin tiempo para vivir. Peor aún: hay trabajos para los que estudiaste 5 años (acá hay una incipiente educación gratuita para algunos grupos, así que en general se paga, y caro), te endeudas 20 años para pagar esos estudios, trabajas 45 hrs., y ganas... 2 sueldos mínimos. Con suerte 3. Siempre me pregunto, cómo alguien que puede pagar más, duerme tranquilo pagando el mínimo... Seguramente antes de dormir reza para que cambien la ley y el sueldo mínimo sea aún menos. También me pregunto cómo podría alguien salir de la pobreza ganando eso, aunque yo estoy en el grupo de los que invirtieron tiempo (5 años) y dinero (20 años de deuda) para ganar sólo el doble. En fin. Acá no tenemos Alpes, pero si alguna vez embarcas tu moto a la Patagonia Argentina y decides recorrer la carretera austral de Chile, avisa para un café (no en Starbucks). ;-)
hola, sí, sí, hola después de 3 meses...
Yo también me pregunto todas esas cosas, y tampoco tengo respuestas. Tuve la suerte de nacer en una familia que podía darme de comer mientras yo estudiaba en la universidad, y cosas así. Es decir, uno podía concentrarse en lo importante sin distraerse con lo urgente. No es tan común, y cada vez menos. Muy triste.
Y en cuanto me anime a cruzar los Andes te chiflo =)
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