sábado, 12 de diciembre de 2020

desnudarse de verdad

No sé jugar al juego de no sentir, y lo más importante: no quiero aprender a hacerlo. Eso de las cosas a medias no me va. Se ha vuelto normal lo de no acordarse la última vez que se fue a la cama con alguien estando sobrio. Hoy la regla de oro es: el que se enamora, pierde. Es más fácil sacarse la ropa y tener sexo que desnudar el alma café de por medio. Mientras el sexo dejaba de ser tabú, el amor empezó a serlo: "no te hace falta nadie para ser feliz", te dicen; "que nadie te cambie", o también "no dependas de nadie". Desde La sociedad de los poetas muertos se popularizó y está fenómeno el "carpe diem", pero no significa "carpe hominem". No somos pedazos de carne.
Lo más aterrorizante para alguien con una cabeza como la mía es llegar a la triste conclusión de que no voy a encontrar muchas mujeres que compartan esta mentalidad. Ya de por sí es difícil que alguien me guste, 100 veces más difícil que yo le guste a esa alguien, y otros tantos órdenes de magnitud, parece, que valga la pena la coincidencia. Y la edad no ayuda. Es por eso que cuando encuentro una mujer que "califique", que pase las pruebas que mis miedos le imponen, me revienta soberanamente que surjan dificultades adicionales, como si mi cabeza no fuera suficientemente capaz ella solita de cagarme la existencia.
No tenía ganas de describir ciertas cosas que me pasaron con Doctora, pero lo voy a hacer igual porque me parece que aportan. Una de esas cosas es la sensación que me dio, empezando por el estómago y llegando hasta la punta de los pies, cuando se paró cerca de mí y rozó mi pecho con el hombro. Lamentablemente, proporcional a la subida fue la bajada caída.
Soy de esas personas que se les pierde la mirada en el mar, o que les gusta el olor y el sonido de la lluvia, o que necesitan que las miren a los ojos cuando hacen el amor, especialmente las primeras veces. Hay gente a la que eso los pudre, la mayoría por no haber adquirido el hábito de la contemplación (generalmente por miedo a lo que puedan encontrar), por no haber encontrado paz interior en determinados rituales, porque tiene un alma rota... mil motivos. Doctora, en mi opinión, tiene el alma rota. Es por eso que no puede abrirse, decir lo que siente, o quizás incluso no puede ni sentirlo. Hasta ahí la entiendo. Pero lo que no entiendo es el atacar a alguien con la saña con la que ella se me lanzó a la yugular cuando me rehusé a "divertirme" con ella. No señor(a), no lo voy a hacer. Si eso es lo que buscás, te aseguro que no tenés más que levantar la mano y 20 van a formar fila, sin preguntas, sin exigencias raras como que los mires o les digas algo que aunque sea remotamente se pueda malinterpretar como agradable.
Bendita mi atesorada habilidad de no caer en trampas verbales y contestar un ataque con otro, ofenderme, gritar o irme sin escuchar más nada. No fue algo fácil de adquirir, pero agradezco a whatever god may be por tener esa capacidad de discutir sobre lo que se discute y no dejarme arrastrar por el barro. Lamentablemente, los que poseemos esa capacidad estamos en una atmósfera más que enrarecida, donde el aire es tan diáfano que la mayoría no lo puede respirar. La gentileza, la honestidad, la humildad, las buenas intenciones, la búsqueda de la verdad... parece que no jugaran ningún rol en las discusiones. Lo importante no es construir, es ganar. Arrastremos, gritemos y pataleemos hasta someter al otro; los argumentos no importan, así que para qué escucharlos o esforzarse en formularlos.
Al final y como conclusión me quedó lo siguiente: no soy atractivo, soy viejo, fofo, sedentario, cruel, molesto, exigente, delirante, ridículo y me creo perfecto. Y sobre todo, sobre todo... no valgo la pena tomarse un momento y pensar si realmente soy todas esas cosas antes de vomitarlas, ni mucho menos si merezco unas disculpas por haber tenido que escucharlas, y por haberlo hecho estoicamente.
Maldita tu piel, tu perfume, tu inteligencia, tu ironía, tu decencia, porque si no fuera por ellas yo podría pasar la página sin más. Pero si no fuera por ellas tampoco hubiera querido leer tu libro, que ahora sí, cerré.

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