sábado, 31 de julio de 2021

veritasium

En iutub hay un canal de divulgación científica de uno de esos locos de mente curiosa e inquisitiva que se llama Derek Muller. Ve algo que le llama la atención y se pone a investigar por qué es así y no de otra forma, sin dejar que sus preconceptos, intuiciones o preferencias tiñan el proceso de adquirir conocimientos. Es decir, se contenta mucho más descubriendo la verdad que esgrimiendo gansadas que no resisten el menor análisis, y comparte lo que va aprendiendo sin querer convencer a nadie. Al contrario, invita a que si alguien ve alguna incongruencia o le puede aportar algo, que le avise y en lugar de gritar más fuerte, le da el micrófono. Un muerto de hambre, si se dedica a la política en un lugar como Argentina.
Este muchacho partió un día hacia otra tierra y conoció a la que hoy es su esposa y con la que tiene dos hijos hermosos. Entiendo lo sesgado de mi visión, pero nadie puede culparme por sentir que algo en mi camino no salió como yo esperaba. Quizás esperaba algo ridículo, quizás el camino fue una mierda. No sé exactamente y a esta altura no me importa: solamente quisiera encontrar algo de felicidad para mi alma.
En mi anterior vida (y no me refiero a reencarnaciones, sino simplemente a cuando vivía en Europa) me levantaba una mañana en Múnich, me subía a mi moto, me pasaba todo el día disfrutándola y me iba a dormir en París, o Roma, o Venecia, o Viena, o Liubliana. Tenía un trabajo donde había un respeto tanto del empleado a la empresa como viceversa. Mi sueldo era digno, y si bien el Estado se comía una parte substancial (la mitad, más o menos), no solamente lo que me restaba era más que suficiente, sino que lo que me sacaban lo devolvían en servicios e infraestructura: salud, seguridad, caminos, puertos, investigación y desarrollo, educación. El Estado alemán (y el sueco, el suizo, el finlandés, y un pequeño etc. de esos países a los que, ni curiosa ni casualmente, les va muy bien) es un obsesionado por el bienestar de los alemanes, y se nota apenas uno se baja del avión.
Y del otro lado está Argentina. Sí, sí... ya sé...hay otros países en nuestra situación o peor, pero yo soy argentino y quiero hablar de Argentina. Los otros, con toda la empatía y solidaridad que pueda sentir, no son objeto de mi dolor. Será egoísta, obtuso, pero si no me limito, no tengo forma de empezar a encarar esto.
Ayer fui con Perro a la plaza Colón, acá en Mar del Plata, y me encontré con un muchacho y su perro que ya tengo vistos de otra plaza, y por primera vez cruzamos más que un "hola". Interesantísima conversación con un ser humano con una mentalidad y una formación de vida diametralmente opuestas a las mías. La familia vino de Posadas, Misiones, y desde hace 3 años él trabaja embarcado en  barcos pesqueros. Para el que no sabe del tema, lo poco que yo sé es que es un trabajo tremendamente exigente con el cuerpo, la mente y el alma. Por empezar, salen durante meses, en barcos malolientes, con camarotes compartidos, casi sin higiene, sin intimidad, con personas desconocidas y comparten letrinas (porque a eso no se le puede llamar "baño") y hasta literas, y lo que más me espanta a mí es el tema de los horarios de sueño, que además de ser escasos, son esporádicos y aleatorios, y mientras uno trata de dormir hay otras personas en el camarote escuchando música o jugando a las cartas o discutiendo a los gritos, y en las pocas ocasiones en que pegan un ojo con tranquilidad es muy probable que venga alguien a despertarlo para hacerle una pregunta o directamente pedirle que vaya a ocuparse de algo. El trabajo en sí, ademas de requerir fuerza física, es muy peligroso: se pueden caer al agua, de noche, o lastimarse con las trampas o con los cabos, o resbalarse y caerse y golpearse la cabeza o romperse un hueso. No ven a su familia por períodos prolongados, a veces ni siquiera tienen contacto con ellos. Creo que con esto (tampoco es que sepa mucho más del tema) alcanza para un pantallazo del asunto. Sí creo que vale agregar que ganan un buen dinero, para lo que sea que eso cuente.
La conversación, como me pasa muchas veces cuando la gente quiere saber de mi experiencia en Alemania y cómo se compara con Argentina, se orientó al tema de las reglas, de su aplicación y su control por parte de los que ejercen la autoridad. Lo que siempre reduzco a que el problema no es la falta de reglas, sino la falta de control y de cultura. El problema no está en la teoría sino en la diferencia entre la teoría y la práctica. Una vez que uno educa a los ciudadanos y tiene establecidos los mecanismos de control del cumplimiento de las reglas, ahí se puede mejorar la teoría, y la práctica va a acompañar. Eso, en Alemania, funciona. En Argentina... ni siquiera sabemos deletrearlo. Nos esta tan ajeno y lejano como La Guerra de las Galaxias. Decirle a un argentino que tiene que hacer algo de una forma u otra, o no hacer algo, porque lo dice una regla, es como explicarle a un ateo que tiene que ser buena persona porque lo dice un libro de miles de años escrito por gente que no sabía ni que la Tierra era redonda. Un argentino aprende de chico que no solamente no interesa la teoría, sino que para lo único que puede usarse es para cultivar la diferencia con la práctica, como si fuera una especie de mérito hacer lo que a uno se le canta, sin entender que las reglas son en beneficio de todos y tienen sus porqué, y que nuestro deber no es entender esos porqué sino respetarlas. Pero para llegar a eso, el poder legislativo tiene que cultivar una confianza con la gente, cosa que... bueno... para qué abrir ese tacho.
However... la parte que me fascinó de la charla fue algo mucho más prosaico: la capacidad de este muchacho para dormir en condiciones... sub-óptimas. Viene al caso y me interesa mucho por mis circunstancias actuales, donde alarmas que suenan sin motivo, vecinos con televisor o música o gritos a cualquier hora, ascensores mal instalados (o sea, ruidosos), escapes de motos, bocinazos, y un largo etcétera que se resume básicamente en gente que se caga en el prójimo, se combinan con mi hipersensibilidad a cualquier sonido y una paciencia bastante desgastada, por no decir "tengo las pelotas llenas", que queda feúcho. El resultado es que suelo dormir para el traste, con todas sus consecuencias, incluyendo las obvias (cansancio, mal humor, mal desempeño, baja concentración) y otras no tanto pero clínicamente demostradas, como la bendita depresión.
El tipo este, entonces, me dio la idea de que si él (y seguramente muchos otros) pueden dormir en esas condiciones, yo podría desarrollar esa capacidad. "Te curtís", dijo él justamente, y en la cabeza se me combinó con una conversación que tuve con una amiga mexicana que era vecina mía en Múnich, que comparaba los chicos de su país con los alemanes y cómo la vida difícil te hace duro, y la vida fácil te hace blandito. Los famosos copos de nieve, millenials, woke, autopercibidos, víctimas profesionales y toda una fauna inútil que estamos criando en este caldo ridículo en el que se ha convertido la sociedad, y del que yo también soy producto; no es que me siento en mi pedestal a criticar, como si fuera inmune al tema.
Así que anoche me senté y tuve una seria conversación conmigo: mirá macho, vas a bajar un cambio, te vas a relajar, vas a tratar de acostumbrarte a donde estás y las condiciones en las que te toca vivir, como cualquier hijo de vecino, y te vas a dejar de romperte las pelotas y autosabotearte. Dale... que hay cosas peores. Escuché atentamente, asentí con mi mejor cara de tenés-razón-lo-voy-a-intentar, y me fui a dormir.
No sé si de realista, pesimista (también conocido como optimista bien informado), o que ya llevo un tiempo viviendo en esta piel, pero tuve que superar un buen montón de escepticismo y sacar de donde no tengo una buena dosis de fe/inocencia/credulidad/estupidez, cerrar los ojitos y esperar lo que salga. Si tengo tres títulos universitarios en tres países diferentes, sin haber robado nada ni que me lo regalaran, quiero pensar que es porque sé superar dificultades y lidiar con problemas. Y este es un problema y no sé si lo voy a solucionar, pero pienso intentarlo.
Ampliaremos.

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