jueves, 9 de septiembre de 2021

casco en bicicleta

Nada de aborto, populismo o ponerle mayonesa a una hamburguesa. No, no. Tema contencioso si los hay, lo de usar casco para andar en bicicleta es una de esas cosas que, si bien no desafía la lógica, cuando uno quiere analizar el tema hay que escarbar mucho y verlo desde muchos puntos de vista para ver si de verdad sirve o mejor ni calentarse.
Para empezar, los cascos para andar en bicicleta, o los que se venden como tales, no tienen nada que ver con los que se venden para andar en moto. Resumiendo: son una basura... en comparación. En sí mismos, por supuesto que darle a un cordón de la vereda con 2 cm de poliestireno para absorber lo más que pueda del impacto, o con el marote pelado, son dos cosas bastante diferentes. A igualdad de todo lo demás, mejor con casco. A pesar de lo que sugiere el prontuario y tremendo catálogo de estupideces que los humanos tenemos por historia, algo de inteligencia se aloja en nuestros cráneos y vale la pena intentar protegerlo. Un ingeniero puede ayudar a producir un casco más resistente, más liviano, o más barato (elegí 2, dirían en Boeing), pero un ingeniero también tiraría a su hijo para salvar 2 hijos de otro. Es decir, hay otros factores en esta cuestión que un ingeniero no es el más apropiado para preguntarle. Veamos...
Hay una veintena de países desarrollados donde se elaboran estadísticas del tema, como km en bicicleta realizados, cantidad de accidentes, muertos, tipos de lesiones, etc., y acá es donde alguien que sepa de estadísticas puede echarnos una mano. Uno pensaría que cada uno de esos países tiene su tasa particular de uso del casco y su tasa de muertos por accidentes en bicicleta, y que esos dos números tendrían alguna correlación. Sin embargo, no es así. Para nada. EE.UU. tiene 45 muertos por cada mil millones de km recorridos y Holanda 11, y sin embargo en EE.UU. el 55% de los ciclistas usan casco, mientras que en Holanda nada más que el 1%. La diferencia, dicen, reside en que en Holanda hay una infraestructura fenomenal de bicisendas que se combina con una cultura ciclística muy desarrollada, que hacen que las pocas veces que esos ciclistas se suben al auto, vean las bicicletas con mucha más empatía y mejor predisposición para compartir el espacio en las pocas ocasiones en que se superponen. En EE.UU. no es para nada el caso. En otros países (Finlandia, Francia, Alemania, Japón, Australia, Reino Unido) las estadísticas revelan números intermedios en cuanto a accidentes y uso de casco y con la misma falta de correlación obvia, pero que combinados con una idea de la infraestructura, más o menos respaldan las conclusiones de más arriba.
Más o menos. Hay más factores. Por ejemplo, es razonable esperar que mientras menos gente maneje en bicicleta, menos muertos. Pero no. Un sociólogo nos explica que mientras más gente anda en bicicleta, más presentes están los ciclistas en la mente de sus mayores y más letales enemigos: los conductores de autos. Con ese efecto, las bicicletas se transforman en parte del tránsito y no en algo inesperado, impredecible y fastidioso, y se compenetran y aceptan más una y otra forma de transporte.
Otro ejemplo: uno creería que al margen de las lesiones en la cabeza, la tendencia de la tasa de muertos debería haber empezado a bajar cuando se aprobaron leyes que obligan a usar casco. Y no. "WHAT!?" exclamará usted. No, no bajaron. De hecho, en los países en que había una tendencia a la baja, cuando se hizo obligatorio el uso del casco las muertes se estabilizaron. "Why?" preguntará usted. Pues ni un ingeniero, estadístico o sociólogo pueden estrictamente responder esa pregunta. Hace falta un loquero psicólogo. Resulta que cuando uno empieza a usar medidas de protección, se siente más a salvo, más invulnerable, y aumenta la predisposición a asumir riesgos. Y a los riesgos les interesa un bledo tu predisposición. Si hacés idioteces, tarde o temprano te la ponés y sos otra entrada en alguna planilla.
Como se ve, es difícil aplicar ceteris paribus cuando se quiere analizar aisladamente el efecto de usar casco. Una a favor de usarlo es la tasa de lesiones de cabeza comparadas con lesiones de los miembros superiores, esos que uno extiende antes de aterrizar, y con casco disminuyen a la mitad, más o menos. Eso es todo. Mucho más de eso no se puede asegurar con los datos disponibles, sin entrar en niveles de seriedad típicos de la homeopatía, astrología o discursos de políticos antes de las elecciones.
Y hablando de elecciones, el domingo (en 3 días) en Argentina se vota algo más o menos irrelevante en la teoría (elecciones de medio término, creo que les llaman) pero que sirven de termómetro al partido gobernante y los otros para saber si el escroto de la población ya toca tierra o todavía pasa un hámster caminando por abajo, y yo quisiera analizar las posibles políticas que adoptarían cada una de las corrientes que se postulan para el tema del casco en bicicleta:
- los peronchos regalarían a todos los, las, les, lxs y l@s pobres, pobras, pobros, pobrxs y pobr@s, binaries o no, cascos de pésima calidad, dándole el contrato para su fabricación a algún amigo y por cifras impublicables.
- el resto... no sé.
Ya está, ese fue mi análisis. Porque como en tantas ocasiones (todas desde que nací, si me pongo a pensarlo) vamos a ir a votar no por la mejor opción, sino contra los psicópatas que gobiernan o amenazan con gobernar. Básicamente, el asunto se reduce una vez más a elegir entre gente que no tiene muy claro qué hacer para encausar un poco el país, y gente que sabe muy bien lo que está haciendo pero que no tiene nada que ver con ayudar al país ni a sus habitantes.

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