viernes, 15 de julio de 2022

κάθαρσις

Por tercera, o cuarta, o quién sabe cuál vez, vuelvo sobre el tema de por qué escribo acá. No es que me guste martillar con el tema, sino que realmente no sé para qué lo hago, pero me da curiosidad. Como ingeniero tengo ese instinto de desarmar la lapicera y ver cómo es que apretando la punta de atrás con el pulgar, se mete y sale la otra punta. Y así con el resto de las cosas. Por qué el papel higiénico "lujoso" es de 3 o incluso de 4 capas, en lugar de ser de una sola capa, pero más gruesa.
En fin, para qué escribo. Para ser influencer seguro no es, o por lo menos no está funcionando a la escala que debería para que influya en algo. Me leen tres gatos por mes y no dejan un comentario ni aunque regale pasajes y estadía con pensión completa en Bali. Y por eso mismo es que no me sirve para buscar consejo. Pero para ser honesto, tampoco lo quiero.
Creo, por enésima vez, que encontré el verdadero motivo que me trae acá a volcar, vomitar, regurgitar pensamientos acumulados, cosas que me llaman la atención, quejas varias, frustraciones, y también cosas lindas que veo o experimento. Por un lado es porque me gusta escribir, pure & simple. Pero eso es una parte. La otra creo que es para hacer catarsis. Nuestro amigo el diccionario menciona varias acepciones, entre ellas estas, que creo que describen mi situación:
- método de desahogo de emociones que las personas experimentan al manifestar todos los sentimientos que se encuentran reprimidos en su interior.
- eliminación o expulsión de sentimientos, pensamientos y emociones tóxicas que se encuentran dentro de la persona y puede realizarlo consciente o inconscientemente mediante rituales, acciones, palabras o reflejos automáticos, lo cual resulta en una suerte de depuración mental, almática y hasta física.
Es, entonces, una forma de volcar en algún lado todo lo que ocupa mi cabeza y necesito poner en blanco sobre negro para ordenar mis pensamientos, pero también para purgarla, ordenarla, liberar recursos. Siento, muy acertadamente, creo, que si lo escribo puedo liberar mi cerebro del esfuerzo de retener todo y quedarme solamente con lo importante, lo que me hace avanzar y no trabarme dando vueltas sobre lo mismo. Y, repito, me encanta escribir. Me encanta pensar en formas de escribir las cosas elegantemente, con claridad, con metáforas, ironía, creatividad, con un léxico cultivado leyendo. Es un poco de alarde, lo admito sin timidez. Y ojalá inspire. Sobre todo en estos tiempos de correctores mucho más falibles de lo que la gente cree y mensajes de texto que parecen escritos por criaturas de jardín de infantes con... necesidades especiales. Leí hace poco que quien no sabe escribir no sabe pensar, y quien no sabe pensar, alguien va a pensar por él. Muy serio, el asunto.
También disfruto escribir porque me ayuda a aprender a expresarme. Escucho algún programa de radio donde dos locutores/periodistas charlan y exponen sus pensamientos y usan cualquier palabra que tienen más a mano y que no dice ni de rebote lo que quieren expresar, en lugar de buscar el vocablo adecuado y no uno que suene parecido o vaya a saber qué otra estupidez los hace hablar así, pero dan lástima. Uno de los ejemplos que más se repiten es cuando dicen complicado en lugar de difícil, o las neologías tipo bizarro cuando quieren decir raro. Tarados que pretenden hablar inglés (y lo hacen muy mal) y no saben siquiera hablar español. Y para peor, la RAE (una mera escribanía) toma nota sin más y uno se queda pensando para qué moco se llama Academia. Una de las muy pocas contribuciones que hizo en el último tiempo fue la de rechazar el lenguaje "inclusivo".
En fin, para eso escribo. Se siente bien, hace bien, me ayuda a sentirme mejor, es un buen ejercicio mental y, algo que no mencioné, es una rutina que adoro la de venirme a un café, tomar algo rico y filosofar, todo en la soledad de la multitud y el anonimato de publicar mi intimidad.

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