Estoy enfermo. Estoy consciente de que no es la primera vez que empiezo un párrafo, o una entrada, incluso, con esas dos palabras, pero lo estoy. El estrés, los microbios que pueden haber dando vueltas y el polvo de la remodelación que estoy haciendo en casa han logrado achurar sin contemplaciones mi salud. En situaciones así, suelo darme el gusto de comer alguna torta de más o cosas así, dulces, extra ricas, y ayer me pasé de idiota y por supuesto que hoy me levanté con el hígado resentido, borderline inusable. El cóctel acostumbrado x2 y ahora estoy mejor, pero arroz con pollo y mucho limón fue el almuerzo y será la cena. En el medio, apenas un café con leche y una tostada de pan negro con queso crema y mermelada de frutos rojos. No lo ideal (té con limón y un par de galletitas de agua, dicen) pero tampoco panqueques con dulce de leche & nutella y pedacitos de chocolate, for good meassure. El trauma (del piso, no del hígado) va a durar hasta el miércoles, aparentemente, punto a partir del cual puedo reordenar los muebles y después llenarlos con todo lo que les saqué para alivianarlos y poder moverlos. Entre medio de todo eso, tengo que limpiar, porque la casa quedó como si una locomotora a vapor, o lo que es más relevante, alimentada a carbón, hubiera estado funcionando todos estos días. Es impresionante la cantidad de polvo pegado en cada superficie remotamente horizontal y que se metió en todos los rincones de mi vida. Desde la mesa de la cocina hasta el cepillo de dientes. Las cosas electrónicas (cámaras, compu) las puse a buen recaudo, pero todavía me falta sacarlas y ver si el cuidado dio resultado. Hoy, por suerte, terminan con el grueso del trabajo y mañana vienen a das algunos retoques, y listo. Después de eso es limpiar, y después limpiar, y después limpiar, y recién ahí empezar a ver qué muebles pongo dónde y qué pongo dentro de esos muebles, y qué cosas tiro, vendo o regalo. Candidatos a cambios respecto a lo que tenía son: cambiar de dormitorio, poner el escritorio con la compu en otra habitación, y cambiar la mesa del comedor de posición.
Sigo buscando el nombre para Perra. Busco uno humano, de dos o tres sílabas, cuyo diminutivo o apócope sea aceptable (lo que sea que eso signifique), original pero no pretencioso, y tantos otros requisitos que estoy como la gata Flora. Un detalle que surgió es que hace 9 días le mandé un mensaje al criador y todavía no me contestó. Los primeros días no le insistí para no molestar, en caso de que esté ocupado con algo, pero ya pasó demasiado tiempo y probablemente mi mensaje haya quedado enterrado en su teléfono. No sé qué hacer. Ya estaba dubitativo con este tema por todo lo que implica traer un cachorro a mi vida, y esto no ayuda. Al contrario, necesito un empujón para seguir con el tema, no para abortar.
Hoy hace 5 días que escribí el párrafo anterior, y ayer me enteré de una fea noticia. El criador me mandó un audio de 2 minutos y medio contándome que los cachorros están intoxicados. Todavía vivos, pero con muy mal pronóstico. Comieron cebolla de una bolsa de basura que una empleada dejó en un lugar que no debería haberla dejado. En un perro adulto y saludable, con todos sus sistemas (inmunológico, digestivo...) funcionando bien, un 0,5% de su peso en cebolla (100 gr. para un perro de 20 kg) ya es mortal, pero en un cachorro de poco más de un mes la dosis es mucho menor. Lo del chocolate lo sabía, también las uvas, pero de la cebolla no tenía idea. Así que ahí está Ema/Laura, agonizando, peleando por su vida, junto con todos sus hermanitos. Me rompe el corazón.
El dicho ese de que "más conozco a los hombres, más quiero a mi perro", en mi caso se invirtió la forma de formularlo y quedó así: "más conozco a mi perro, menos me gustan los hombres". Cuando empecé a jugar con la idea de tener un segundo perro (de hecho, cuando empecé a jugar con la idea de tener un primer perro), también tomé conciencia de la posibilidad de alienarme más de lo que ya estoy, tomando más distancia de estos humanos que cada vez me resultan más insoportables. Ahora, después de 7 años y medio de soledad, estoy en camino de convertirme en una de esas viejas solteronas con 7 gatos y cajitas de pañuelitos de papel distribuidas por toda la casa en cajas con estampado de florcitas. So be it. ¿O qué otra cosa puedo hacer? Siento que intenté todo, por lo menos todo lo dignamente defendible, y algunas cosas que no. La tristeza de lo que le está pasando a Ema/Laura saca, por ahora, un poco de efecto al resto de las chotadas que tengo en mi vida, y también me hace apreciar (todavía) más la compañía de Perro, escucharlo respirar cuando me voy a dormir, que me venga a hociquear a las 6 de la mañana porque me escuchó pestañear, o que se pare en el medio de la cocina cuando me pongo a preparar comida. No puede ser más dulce.
Por ahora no voy a buscar otro perro, por lo menos hasta que se resuelva la situación de Ema/Laura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario