martes, 24 de junio de 2008

abandonar el barco

Iba a responder a SyC un comentario muy lindo que me dejaron y que además llegó justo a tiempo, pero me dí cuenta que el tema da para mucho más así que lo convertí en una entrada en mi blog.
La semana pasada recibí un e-mail cadena con un artículo adjuntado, supuestamente de una publicación alemana. Como el bloguero que lo publicó, encuentro dos cosas que aclarar:
- después de averiguar un rato encontré que ni la publicación ni el autor existen, y que es una creación fraguada por alguien en Argentina al que le tocaron el bolsillo (por no decir los huevos, que queda feo, ¿no?);
- que el origen sea falso no quiere decir que el contenido lo sea, o aunque sea partes de él. Como a veces, por no hacerme malasangre, no me informo, no voy a comentar sobre el contenido del artículo, pero me temo que mucho de lo que dice sea verdad.
El fin de semana tuve una discusión fuerte vía e-mail con conocidos por este tema, gente que se quedó en Argentina porque no le quedaba otra, que se querían ir a toda costa y ahora afirman que se quedaron por la patria. En mi caso me iba relativamente bien, en lo profesional y en lo personal; me fui porque quise especializarme en algo muy concreto y estoy contento con la decisión, aunque extraño como loco. Muchas cosas cambiaron en mí: estoy seguro que algunas para peor, pero quisiera pensar que en el balance soy una mejor persona que hace 6 años. Entonces tenía la creencia de que en Argentina inventamos la corrupción, que el único país con recursos prácticamente ilimitados en comparación a su población y que igual le iba para el diablo, era el nuestro.
Entre otras cosas, también creía que era capaz de tener una discusión adulta, donde el objetivo no era aprender o resolver la situación, sino ganar, y la mejor manera era atacando al interlocutor y hablando más alto que él. Haber salido al mundo a foguearme un poco fue como cursar materias, pero lo que podría equiparar con "inscribirme en la universidad de la vida", o sea, la decisión de abandonar mi burbuja y todo lo que conocía y lanzarme al vacío, fue una de esas emisiones cortas de alguna iglesia evangelista que pasaban a las 7 de la mañana en canal 10 de Mar del Plata, hace unos 20 años. Era un tipo que tenía una tranquilidad para hablar que contagiaba, y siempre daba una charlita de un par de minutos, una parábola con alguna situación imaginaria entre personas, y después sacaba conclusiones. La de ese día fue así: "las pequeñas personas discuten sobre personas, las personas comunes discuten hechos, las grandes personas discuten ideas".
A pesar de no ser mis más queridos amigotes estos alemanes, tengo que destacar lo educativo que resulta tener una discusión con ellos cuando están de buenas. En general son gente objetiva, que no se dejan distraer con cuestiones secundarias y se focalizan en la raíz del problema que tienen entre manos. No atacan al interlocutor, no buscan culpables; lo único que les interesa, casi obsesiona, es resolver el problema. Sin rencores, sin emociones superfluas, con una eficiencia admirable.
Tienen también el otro lado, la otra cara, que aflora cuando pierden el temple: son intratables, infantiles, arrogantes, cerrados, vengativos, envidiosos. Hay que irse con cuidado de romperle la paciencia a un alemán, porque no es nada divertido. Tienen una vozarrona que a mí me hace necesitar pañales.
Hace 5 años que convivo con ellos, y con mucho esfuerzo y probablemente no tanto éxito (tengo carácter podrido) intento aprender de ellos sus cosas buenas y convivir con las malas sin contemporizar, no vaya a ser que me acostumbre y un día ya ni las note. Intento, básicamente, complementar lo que aprendí en Argentina, donde uno hace las cosas con cariño pero también dejando que los genitales tomen una parte demasiado importante en la toma de decisiones. Es decir, trato de adoptar para mi persona y para mi vida lo mejor de ambos mundos, ya que los dos tienen cosas fantásticas que ofrecer, y dejar a un lado aquellas cosas (e incluso personas) que me frenan crecer como ser humano. Algunas cosas de las que aprendí en Argentina quisiera poder extirparlas, pero cuesta, mientras que otras me gustaría conservarlas, aunque no tengo casi con quien practicarlas y se me van atrofiando. ¡Pucha, quiero que la gente me recuerde bien cuando me vaya a tocar el arpa!
La cosa es que hice algo terrible: se me ocurrió avisarles que el bendito artículo era fraguado, y que no se dejaran hacer la cabeza. La reacción de mis amigotes fue simplemente insultarme con cosas desde "hueco" hasta "traidor a la patria", pasando por "desinformado", "resentido", y algunas irrepetibles. Su justificación: que el país está tan mal o peor que lo que dice el artículo, algo que en ningún momento afirmé o negué o nada. Me dolió =(
Cuando alguien, sobre todo un amigo, me habla sobre Alemania o cualquier otro tema en el que me parece que está equivocado y dice alguna gansada, le explico o converso o le pregunto por qué cree eso, pero no lo insulto. No soy lo que se dice "delicado" para expresarme, pero sí sé escuchar. Tengo un amigo en particular que si me dieran 10 centavos por cada idiotez que le escucho, Bill Gates sería mi chofer. Y sin embargo lo adoro, porque como amigo no hay con qué darle.
En fin, la pregunta que me surge es: ¿alguna vez alguien te recriminó haber "abandonado el barco"?

6 comentarios:

Luisa dijo...

MArtin,yo conocí a una familia argentina,cuando yo todavía vivía en México, llegaron con el primer trancazo económico allá por el 2003.Tenían dos hijos adolescentes, los padres jóvenes, de unos cuarenta y pocos años. Él era ingeniero, batalló mucho para encontrar trabajo,los chicos se pudieron adaptar bien al cole y a las costumbres mexicanas...Pero para ella sobre todo, era terrible estar fuera de su país...extrañaba horrores a sus padres, su casa...ellos dejaron Argentina, buscando un mejor lugar para los chicos.Pero al no haber trabajo (llegaron a Monterrey,una ciudad competitiva y caótica como la que más)y estuvieron casi 3 años, a golpe y porrazo...Al final, se volvieron, porque dijeron: pa estar jodidos, mejor en mi tierra que en el extranjero.
Supongo que para los que vivimos lejos de nuestra tierra (los motivos sobran o son lo mismo, la nostalgia es la misma)se nos abren los ojos o la perspectiva que al estar allá, no podemos conseguir...Dicen que los viajes ilustran..y es cierto, viajar, conocer otras culturas, otras formas de ser, nos hace ser tolerantes, adaptables,reconocer la diferencia, que aunque no hagan ni piensen lo mismo que nosotros, no quiere decir que estén equivocados o que no tengan razón. No sé bien qué es lo que te quiero decir, sólo que el estar lejos, quizás podamos ver más los fallos y los aciertos de los que se quedaron, pero sólo por la sana distancia que dan los kilómetros y el tiempo....Quizás no creerían tampoco que uno lo pasa mal...aunque gastemos euros."Ellos" seguramente idealicen europa, como nosotros cuando estábamos "en el barco"...Pero la realidad (tú y yo, lo sabemos) es otra...Nunca pertenecemos al lugar a donde llegamos.Pero cuando regresamos, nos percatamos que ya tampoco somos de allí....¿Valió la pena?...La respuesta a ésa pregunta es lo que realmente importa.
Beso..perdón, me alargué mucho, mucho...

Martín dijo...

en realidad, Luisa, me parece que diste en el clavo. Desde el sur parece que todo en Europa es más bonito, pero cuando uno tiene esa sensación de "impertenencia" es muy difícil disfrutarlo, y encima no todo es bonito, sobre todo en algunos lugares que no voy a mencionar "¡cof! Alemania! ¡cof!"... ;-)
gracias por acompañarme en el sentimiento =)

Luisa dijo...

Ayer usé tu frase de:Si me dieran 2 centavos por cada tontería que le escucho, Bill Gates sería mi chófer....¿a dónde se pagan los derechos de autor por aquí?...
Beso
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Anónimo dijo...

juas! Martín! esto es lo que decía e mi mail... justito.
Lo siento por ti.
Yo llevo 20 viviendo acá y cuando me hacen esa crítica- no me la hacen porque a mi la gente YA me visita con los pañales puestos- yo respondo que disculpen, pero no voy a hacer como que no estoy desde hace 20 años en Alemania y no veo las cosas distintas. Punto.

Anónimo dijo...

donde dice mail debe decir POST.
Ah! y te agrego, yo si estoy agradecida de mi paso por este pais y de su gente... viví 25 años en Chile y tengo amigos de todas las etapas... podre decir lo mismo, pronto, de aquí. No te pidas en 5 años lo que construiste en más de 25 en tu país.
Como me dijo mi hermano: en todas partes es lo mismo.

Martín dijo...

Pal,
lo que dijo tu hermano es cierto... y no. Es que uno siempre sufre por su problema más importante, aunque en términos absolutos sea una tontería. Un niño sufre si se le quita un caramelo. Yo sufro si mi novia se enferma. Y desde el punto de vista de cada uno el sufrimiento es igual de importante. La percepción subjetiva es lo que al final experimentamos. Pero es cierto que, si sacamos la influencia del lugar donde uno crece, es el mismo perro con distinto collar.
Esto lo conversaba hace unos días con alguien: si una persona no quiere a otra, o si la quiere pero no lo demuestra, para la otra persona es exactamente lo mismo al final del día. En este país que me da todo lo que se puede comprar, no logro que alguien me diga "hola, ¿estás bien? me alegro mucho".
Lo de ver las cosas distinto: gracias. Así nomás. Me hacía falta que alguien en una situación parecida me lo dijera. Es que a veces no sé qué pensar.
beso