martes, 10 de noviembre de 2009

nadar, o no nadar; esa es la cuestión...

Son las 10 y 10 de la mañana y tenía pensado ir a nadar, pero mi tonta garganta decidió despertarse doliendo. Hace 3 ó 4 semanas que debería haber encarado este menester (hacer ejercicio de alguna índole) pero por una cosa o por otra (mentira, es fiaca) no lo hago. El clima, cada día más frío, y la circunstancia de no tener que ir a trabajar no ayudan. Uno se hunde en casa, se amolda, se agarra, como una mancha que la dejan secarse y ya no sale. Para colmo, escribir acá es mucho menos esfuerzo que 50 largos en el estilo que sea. Para colmo, si este fin de semana quiero hacer uso de los pasajes que compré hace 2 meses para ir a Gotemburgo a visitar a una amiga, mejor me cuido.
Rebobinando algunos días, el miércoles pasado me fui en la moto a Bochum, a 600 km de Múnich, a visitar a otra amiga que hace mucho que no veía. La pobre está en la demasiado típica situación en que tiene su computadora portátil, un departamento lindo, celular, está terminando la universidad, consiguió trabajo sin siquiera proponérselo, etc., y sin embargo extraña su vida en Paraguay con su mamá y sus cinco hermanos, cuando comían fideos con queso (pero la mamá no, porque no alcanzaba para todos) durante semanas, el piso de la casa era de tierra y no tenían para zapatos.
En estos 7 años y monedas que hace que me fui de casa es increíble la cantidad de cosas que me acostumbré a extrañar, y que entonces las daba por cantadas: la lluvia, la arena de la playa, los amigos, el "once catorce" (esos colectivos de Mercedes Benz), la plaza Mitre, las estrellas en el cielo, el viento, los Renault 12 y los Peugeot 504, las vacas incontables mirándome al costado de la ruta, los delirios presidenciales (Alfonsín, en este aspecto, era "aburrido"), etc.
Algo que me vengo guardando es que desde hace unas semanas estoy viendo a una psicoterapeuta. La doña es española, unos 40 años, y ya desde la primera cita me di cuenta de que tiene demasiados prejuicios sobre los alemanes, y los tiene muy fijos. Más de una vez me dijo cosas sobre su marido alemán que a mí me parecen improbables basado en mi experiencia, pero no imposibles. Cuando le hablo de mi experiencia con los alemanes, emite una especie de diagnóstico y no hay espacio para la disensión. En la mayoría de las ocasiones no solamente coincide conmigo en mis comentarios negativos de esta sociedad, sino que en general tiene opiniones todavía peores. El problema es, obviamente, que no me interesa la confirmación de mis percepciones (que las tomo como estadísticas) por una persona que no se gana el respeto en base a medir sus generalizaciones (que las asume como estocásticas), y en lugar de eso se la pasa prejuzgando, lo cual es mucho más cómodo que aceptar algún tipo de falencia en la propia capacidad de observar y sacar conclusiones. Parece ser de esas personas que creen que tener cualificaciones en un campo los autoriza a tener opiniones certeras en cualquier campo satélite o relacionado. Como si yo, por ser ingeniero mecánico, pudiera tener la más pálida idea de electrónica. Sí, tengo mi mente formada de la misma manera, pero no los datos. Y por eso adopté la postura o idea (por el camino difícil de darme contra la pared) de que la mejor discusión que uno puede tener sobre cualquier tema no es aquella en la se habla mucho, sino aquella en la que se escucha mucho. Nunca, en toda mi vida, tuve la sensación de haber escuchado demasiado. Pero parece que en mis sesiones con la loquera soy el único.

PD: me voy a nadar.

16 comentarios:

Pablo dijo...

Pero ... ¿si vos sos el que escucha y ella la que habla, por qué es ella la que cobra y vos el que paga?

Ahora no te me vengas a agarrar también la ibéricofobia que con la germanofobia ya tenés bastante.

@lb@ dijo...

Eh! Que contradictorio....

Alicia dijo...

Que raro lo de extrañar... A mi me pasa lo opuesto, cuando pienso en las cosas de Argentina me da como un asquito, y trato de no pensar en eso porque me revuelve el estomago. Debo ser medio bicho raro...

Martín dijo...

Alicia, Argentina es un país con muchas contradicciones, y opiniones hay tantas como opinantes. A mí hay muchas cosas que me sacan de quicio, pero también hay muchas que me provocan lo que describo. Y no tengo ni idea de números que me permitan inclinar la balanza para un lado o para el otro, y tampoco creo que importen.
Uno extraña un lugar como extraña personas, supongo.

Martín dijo...

Ni una fobia ni otra, muchacho, que con las taras que tengo ya hay para entretenerse.

Martín dijo...

Alba, ¿te referís a lo que escribí o al comentario de Pablo?

Luisa dijo...

¿¿"Doña" con minúsculos e insignificantes cuarenta añitos??
(¿se nota que estoy a punto de estrenarlos?).

Martinillo, yo que tú, me iba a nadar y dejaba de visitar ÉSA doña...ya tienes suficientes cosas en qué pensar para que encima, pagues para oír más porquerías, la terapia se supone que debería ayudarte, no crearte más conflictos, eso no es hacer negocio, subo el ocho y no contiene...checa el dato.

Un beso

Martín dijo...

Así es, Luisa, con la rubia estamos llegando a la misma conclusión. Esta psicóloga necesita terapia más que yo, y mi cabeza tiene demasiado como para andar sirviéndole de catarsis por los problemas a resolver de ella. Que al final, como dice Paul, el que paga soy yo, o el seguro médico, ba'.
Y te confieso que en lo que va de las últimas 2 semanas me estoy sintiendo horrible, espantoso, cada vez peor, con peleas con Sabine, sin ganas de levantarme y esas cosas. Me resuena en la cabeza un par de cosas que me conto Sonia por e-mail y siento que tengo que tomar al toro por las astas y que no tengo fuerza ni la seguridad de que tenga sentido o que vaya a dar algún resultado positivo.
Maldita depre. No se la recomiendo a nadie.

pal dijo...

cómo la conseguiste?
Es importante saber por qué uno va con esa y no con otra.

Yo por ejemplo elegí a una mina, no quiero explicar ni discutir ciertas cosas que pasan por ser mujer.
Y además, no quiero una sicoanalista, yo solo tengo un par de complejos que a veces me agarran y no me dejan moverme, no quiero 5 años de terapia hablando de mis padres.
Y si la tipa no es siquiatra no te puede recetar... tampoco te sirve, y así.

Y si te cae mal, tampoco sirve.
La terapia es un trabajo conjunto.

Una amiga sicóloga- es la mamá chilena de una amiga y que trabajó 25 años en Londres... y que odiaba a los ingleses! juas! se me había olvidado...- bien, que me dijo que a un deprimido había primero que estabilizarlo con droga, porque en la crisis no era capaz de escuchar a nadie.

Yo eso si, no voy con alguien que me cae mal o con quién no comparto una visión del mundo básica.

Yo tuve una vieja alemana, pero con mucha experiencia con inmigrantes, era muy buena. Pero claro acá en Tübingen, somos choporrocientos extranjeros de la misma onda y calidad, la vieja ya nos tiene calados. Jejeje
A mi me sirvió, fue bueno darle su vuelta, me alivianó en una época en que estaba "trancada" conmigo misma.
(Yo eso si, no estaba deprimida... pero sentía que venía... soy una cobarde!)

pal dijo...

Uy! Alicia, te agarró la "neurosis del extranjero tipo B"
(Disculpen, no lo pude evitar, ven que mi teoría es empírica?!AH!?)

Alicia dijo...

La neuro...que?? Me cache en die! Espero que no sea grave...
Ah, y para Martin. Anda a nadar y como mi experiencia con españoles en general no es muy buena... larga a esa mina! Muchos, muchos psicologos/as tienen la cabeza medio podrida, yo conoci un par y encima te agarran cuando uno esta mas vulnerable y te dejan peor. Busca otra persona y recalco lo de PERSONA.

@lb@ dijo...

En realidad, era para vos,Martín, pero ahora leyendo tus otras contestaciones es como que te voy comprendiendo.
Ojalá encuentres una buena terapeuta que te ayude a salir adelante, en Alemania, Argentina o en el lugar que elijas para vivir.

Julieta dijo...

Para que la terapia resulte tiene que haber un cierto" feeling " ,entre las dos partes ..Tenés que estar cómodo y si encima te mete sus prejuicios ,no sirve ..
No es fácil dar con el terapeuta adcuado ,el que va bien para uno ,quizá no vaya bien para otro..Cambiá de profesional y listo..Besos

Martín dijo...

así es, chicas, la conexión con el/la terapeuta tiene que estar, si no uno se cierra un poco a las recomendaciones de ese profesional.

Pal, sos como el sombrero de un mago, sin fondo, siempre con cosas nuevas para dejarme rascándome la cabeza.

Alicia, estoy tratando de "obligarme" a ir a nadar. No siempre me sale, pero ahí estoy.

Juan dijo...

Una malsana curiosidad, Martín: ¿de qué zona de España es la interfecta?

Martín dijo...

la estimada viene de Cataluña, hasta ahí sé porque a veces me tira alguna palabra en catalán.