viernes, 12 de febrero de 2016

A ver, señores,

uno se levanta, manotea un café, saluda a la mujer y va a la oficina, hace lo suyo, se hace el galán con alguna compañera, sale del laburo, de pasada compra algo y llega a la casa a ver cómo anduvo todo, mirar el correo electrónico, cambiar una lamparita y ducharse. Y listo, se terminó el día. Se va a dormir.
Mientras tanto, otros cumplen un esquema similar, ya sean dentistas, panaderos, operador de grúas...
Otros más, por su parte, están haciendo mierda el mundo, si no efectivamente, asegurándose de que puedan hacerlo; diseñando ICBMs, vendiendo mierda (autos, sobre todo, pero también armas y drogas), tirando por ahí pañales usados, latas, botellas de plástico, o simplemente insultando a alguien que no se lo merece.
En este último párrafo no quiero estar. Es más, hago mucho hincapié en mi vida para no caer en eso. Trato de ser un miembro útil de la sociedad, de mi familia, para mis amigos, y desprecio, rechazo, me aparto de su camino y hasta pongo palos en la rueda a los que salen de la cama sin esta mentalidad. No sé quién dijo que si uno no tiene pensado irse a la cama a la noche con el mundo un poquito mejor de lo que estaba cuando se levantó, entonces no debería levantarse, no se merece ese día.
Entonces: ¿en qué categoría caen los 3500 individuos provistos de entrenamiento, uniformes y armas, que la ciudad de Mar del Plata vomitó a la calle para despilfarrar nuestros impuestos, tomando mate en la plaza Mitre con la nariz pegada al esmárfon? Estimados (i)responsables municipales: para que un idiota use guatsap no hace falta vestirlo de policía. Ejemplo simple y contundente: la ausencia de casco, chapa patente o espejos es motivo de secuestro, y cualquiera que ande un poco por Mar del Plata puede ver que esa regulación acá se ignora asquerosamente. De una centena de motos que uno cruza en una hora cualquiera caminando por la ciudad, se cuentan con los dedos de una mano las que cumplen simultáneamente con los tres puntos que mencioné.
Yo entiendo que curar el cáncer todavía no se puede, a pesar de los miles de millones que se invierten en su investigación. También entiendo que no podemos resolver las inundaciones, por los millones que cuesta la infraestructura. Que no se puede construir autopistas para unir todo el país porque no hay plata suficiente. Que no se puede equipar a todas las escuelas como se debería. En fin, se entiende. Pero detener a esos conductores y secuestrarles el vehículo y cobrarles las multas es barato de ejecutar y, cuando se empieza a cobrar, reporta una entrada de recursos importante y se elimina la anarquía que reina en la calle. Y tiene el beneficio adicional, como efecto secundario, de plantar en la gente la pretenciosa idea de que se vive en un estado de derecho, donde la Ley es el acuerdo de lo que se permite y lo que no, en lugar de la opinión personal, siempre tan polucionada por la ignorancia y la falta de criterio a la hora de determinar (e importarle) si se jode al prójimo. Lo cual me trae a la mente lo siguiente: mucho más importante sería que se ocupen de secuestrar el vehículo a aquellos energúmenos que cambian elementos del sistema de escape para que haga "ruidito". Estimados machitos: tu pito es igual de microscópico y tu auto suena igual de pedorro con o sin ruido. Hacete a la idea. Imbécil. Y además, está pro-hi-bi-do.
Otra: los autos estacionados en las entradas de las cocheras, pero en la parte de la trotadora que está en la vereda pública.
Otra 2: los autos estacionados en las paradas de colectivos.
Otra 3: el no uso del cinturón de seguridad. Si bien esto es mucho mejor que hace unos años, todavía hay mucho para mejorar.
Otra 4: los que tocan bocina sin motivo. La bocina es para situaciones de peligro o emergencia, no para avisarle a alguien que ya estás en la puerta, o que se apure, o lo que sea, sobre todo entre las 8 de la noche y las 8 de la mañana. ¡Imbécil! La ley explícitamente se refiere a los ruidos entre las 10 de la noche y las 6 de la mañana, pero ¿cuánta gente se levanta más tarde de las 6?...
Otra 5: los que van con la música a tal volumen que tenés que esperar a que hayan pasado 50 metros para escuchar lo que estás pensando. Y eso si tenés la suerte de que sea durante el día, porque también lo hacen de noche.
Otra 6: los que hablan por teléfono mientras manejan.
Otra 7: los imbéciles que se dejan las sirenas de las alarmas prendidas. Las sirenas deberían estar prohibidas (de hecho, por lo menos en la Provincia de Buenos Aires medio que lo están: Ley 11.430, artículo 103, inciso 6); nadie les presta ninguna atención y solamente joden. Ya hubo el caso famoso del auto que estuvo 38 horas jodiendo a todo un vecindario. Si al dueño no le interesa, al resto menos, y sí jode. Entonces, ¿qué hacer? Ya que todos tenemos celular, que la alarma, en lugar de sonar, te envíe un mensaje de que se activó. Quizás también un flash de luces para el excepcional chorro: excepcional porque raramente estas alarmas se activan por algo más que un mosquito en un sensor, o un camión que pasó cerca. Esto abarca también a las alarmas de casas y negocios. Malditos hijos de puta que dejan una alarma y se van de vacaciones, y los que vivimos alrededor tenemos que adaptar nuestros ciclos de sueño, o conversación a veces, a los berrinches de la sirenita de mierda.
Podría seguir ad nauseum, pero prefiero ir a disfrutar la lluvia.

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