lunes, 15 de febrero de 2016

presente

La depresión me respira en la nuca, producto de demasiada actividad en algunas áreas de mi vida y de demasiado silencio en otras. Con Novia no estoy bien, se me acumularon algunas cosas que hizo y no me hacen gracia, mientras que falla en otras que me son bastante importantes. Ergo, estoy buscando algún motivo para conservarla pero, o no lo encuentro, o no tiene fuerza suficiente, o yo soy el que no tengo (más) fuerza para dedicarle a esta relación. Como escribió el autor italiano Fabio Volo: hace falta demasiada energía para disfrutar el presente cuando no hay esperanza de futuro.
Paz, de esa que vive en todos nosotros pero nos cuesta encontrar el silencio para sentirla y disfrutarla, es a lo que estoy aspirando estos días. Estar en mi habitación me ayuda enormemente, porque ahí es donde me siento seguro y contento de mí mismo (cosa muy rara), mientras busco poner mi cerebro en modo teflón, ese estado genial donde todo me resbala. No es que las cosas no interesan o no importan, sino que me encuentro bien conmigo mismo y logro tomarse un momento para disfrutar de mi propia compañía, del lugar donde me encuentro, de las texturas, los olores, los sonidos, la luz, el viento si lo hay... en fin, lo que en inglés se llama mindfulness, que supongo que se puede traducir muy bien como "concentrarse en el aquí y ahora"; es un reflejo de la idea de que el pasado es historia, el futuro un misterio. Lo que queda, lo único que tengo, de hecho, es el presente, así que podría acariciarlo como a un cachorro de labrador recién comprado y disfrutarlo, pensando en todo lo que nos podemos dar mutuamente.
Todo lo que pasó, desde las mordeduras de Alemania hasta los atardeceres en Italia, todo me hizo lo que soy. Pero ya es historia. En cuanto a mañana, ni siquiera tengo idea de lo que voy a desayunar. Conseguiré trabajo... probablemente. Una familia propia... quizás, lo deseo con toda el alma. Un lugar al que llamar mío... eventualmente. Todo el miedo que tengo me está estancando. Debo, si quiero empezar a moverme, elegir un rumbo. El resto me va a salir, lo sé, me tengo confianza. No me da miedo dejar el pellejo en algo, esforzarme física y mentalmente para algo. No me da miedo pasar frío o hambre, no sería la primera vez.
El otro día me hice un pequeño y no completo inventario de las dificultades que pasé para llegar a donde llegué profesionalmente y es increíble. Era un tren, con un empuje monumental, garra, instinto, inteligencia, dedicación, sacrificio, resistencia... ponía todo para lograr lo que quería. Ahora, como no tengo ese querer, tengo un montón de recursos quietos pero deseando salir, como esos perros de trineo que los tienen sin usar. Necesito un objetivo, algo que me despierte el alma y que la ayuda a salir de la depresión, o por lo menos a correr más rápido. Ni siquiera necesito EL objetivo, solamente uno, uno bueno, decente, valioso. Novia hubiera cumplido ese rol de indicarme en qué dirección apuntar, por lo menos, aunque sea geográficamente, pero no logro superar el miedo que plantó en nuestra relación, y para ser sinceros, ella tampoco. Y el miedo, no el odio, es el opuesto del amor. Por eso es que tengo tan pocas esperanzas para esta relación, por eso y porque estoy cansado. Cansado de invertir, y cansado de que, si bien el proceso da frutos (es, después de todo, una mina muy inteligente), el sopapo que me tengo que comer antes de que mis esfuerzos sean apreciados ya me dejó los cachetes medio colorados. En algún momento basta es basta.
Esta mañana leía un pequeño artículo de una chica que explicaba que el negarse a romper una relación, por las razones obvias o por las que sea, es negarse a dar espacio a una nueva relación que puede estar esperando y que necesita ese espacio. Suena demasiado prosaico e incluso cuesta percibirlo de esa manera, pero el grado de dificultad no guarda relación con lo acertado de ver así las cosas.
En una nota aparte, decidí empezar a jugar un poco con la plantilla del blog. La que tiene es preciosa, pero el ancho de la columna de texto, en los monitores de hoy, es demasiado escaso, así que lo aumenté un poco. Ahora, en lugar de parecer una columna de diario parece una columna de revista, y me gusta mucho. Voy a ver qué otras cosas se me ocurren e ir cambiándolas de a poco. En los próximos días no creo que toque más nada porque voy a andar de un lugar a otro, pero en cuanto esté más tranquilo voy a seguir con el tema. Además, creo que es muy útil meterse un poco en esto de saber cómo darle formato a un blog. Tengo ideas en la cabeza que quiero expresar, y esta puede ser una forma.

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