viernes, 25 de noviembre de 2016

la realidad

Estoy enfermo, con dolor de garganta, dificultad para tragar, malestar general, you name it. Y no es para menos. Llegué a casa hace 10 días y no he hecho más que pasar frío. Me había olvidado que incluso en noviembre Mar del Plata puede ser bastante fresquita. Y para colmo, la realidad...
Repasando: no tengo trabajo (por ahora por elección... todavía) ni sé muy bien lo que quiero hacer o lo que puedo. Económicamente es difícil empezar un emprendimiento propio, y sin tener una idea concreta, una dirección, un talento vendible, capital inicial y, por supuesto, el mercado apropiado al alcance, comenzar algo es más que difícil: es poco inteligente. Y mientras algún millonario no me adopte, no tengo margen de error.
Emocionalmente soy un desastre, no hay otra forma de expresarlo. Estadísticamente hablando tengo la mitad de mi vida recorrida, y si bien tuve mis momentos, el hecho es que también la pasé muy mal y me salteé esa edad en que, lo admitamos o no, son la suerte y la inexperiencia las que se encargan de que se formen muchas más parejas de las que deberían. Soy una persona muy romántica, y mirando el presente veo que lamentablemente no estoy enamorado de mi novia, ni siquiera siento que la atraigo; no porque no sea así, sino porque está tan cohibida que no puede darse el permiso de demostrármelo cuando se le da la gana, y ni sabría como. El por qué lo conozco (su madre) pero no me resuelve un bledo. El hecho es que me falta romance en mi relación. Cortarla y buscar pastos más verdes en otro lado siempre es posible, pero tengo problemas graves y concretos en este campo: me cuesta confiar en alguien, y no es ninguna revelación decir que mientras más central es el rol que cubre una persona en mi vida, más cuidadoso me pongo para elegirla. Y Novia la recontra arruinó al principio, al medio apenas si aflojó, y ahora estoy tambaleando en mi determinación de intentar un futuro con ella.
Para no ser tan aburrido y complicarla un poco más, soy (ya sé: hoy estoy hablando mucho de mí) un hombre con un sentido estético muy marcado y quiero una mujer con una cierta belleza externa. No creo que busque una modelo ni nada por el estilo. De hecho, de pensarlo siento un poco de rechazo. Pero sí busco a alguien que tenga algo que me deslumbre, que me embobe, que haga que mi estómago se dé vuelta y mi corazón se saltee un latido, igual que cuando miro una Ducati o una foto de Fan Ho. Mucho tiempo me sentí culpable por esto, superficial, inmaduro, pero es lo que mi sistema necesita y punto. Y físicamente tiene que atraerme; no soportaría alguien que se descuide, ni un cuerpo que no guarde cierta armonía y elegancia. Hasta acá ya veté a casi todas las féminas existentes, pero recién ahora empieza lo difícil. Busco una mujer decente (modesta, honesta, buena persona, leal), inteligente y con carácter. En definitiva, un compendio de algo así como lo que expresaron los griegos: lo verdadero, lo bueno y lo bello. Desde que tengo uso de razón admiré esas cualidades en una persona, y desde que tengo hormonas y me di cuenta de que me gustaban las mujeres, voy en busca de esa combinación. Una cosa llevó a la otra. Pero a mi edad las posibilidades se van haciendo muy, muy escasas. O sea, me voy a morir paseando a mi collie fronterizo. No es chiste. El tiempo no se detiene.


Nunca faltan esos pobres idiotas que salen con un retruco y me apuntan con el dedo preguntándome qué es lo que yo tengo para ofrecer; me dan ganas de romperles el dedito, por predecibles. Simplemente sucede que desde siempre cultivé esas cualidades (exitosamente o no, soy el primero en admitirlo). Pero fui todavía más allá. Cuando vi las cosas que tenían que tolerar las mujeres si querían encontrar a alguien, observé con cuidado y cultivé en mí no solamente a un buen hombre, sino también a una buena persona. Escuché una vez una discusión sobre lo que era la distinción entre un hombre simpático y uno bueno, y coincidía muy bien con mi propia filosofía; algo así como la distinción entre Ley y Justicia. En caso de duda, siempre optar por lo segundo, en ambos temas.

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