sábado, 17 de diciembre de 2016

¿por qué?


Viajar expande los horizontes del alma, dicen, y si es por lugares de la magnitud de la patagonia, además desintoxica. Y más si sos bicho de ciudad, como un servidor. Después de todo, la patagonia tiene la superficie de Alemania y Francia sumadas, y la población no llega a la de Mar del Plata. La mente vuela y las ideas vienen y van sin más obstáculos que los internos, que también se disuelven a medida que los días pasan y uno baja las revoluciones. Uno se pone a pensar en la sociedad que deja atrás y en las cosas que la hacen funcionar, y cómo: sus relaciones, sus excesos, sus banalidades, las cosas que se toman como vienen, sin cuestionar, o esas otras que se cuestionan más por ignorancia y proyección de frustraciones y pedos internos que porque realmente alguien sepa cómo hacerlas de otra forma. Pero me estoy yendo de tema.
Hay cosas que son fenomenales para una sociedad. Uno podría mirar un país bien desarrollado y con prácticamente todos los temas resueltos, como Suiza, y hacer una especie de inventario de lo que tienen: aeropuertos, hospitales, policías, maestros, piletas de natación, autopistas, queso, televisores, teléfonos, vacas, pasto, y así hasta cubrir toda la tabla periódica. Pero todo esto, salvo el pasto, cuesta plata. Cantidades ingentes, de hecho: internet, bibliotecas, educación, seguridad, salud... son cosas caras que requieren una enorme inversión.
Hay otras, en cambio, que son gratis. No cuestan nada de nada y tienen puras ventajas; no ocupan lugar, no hay que mantenerlas, no requieren siquiera infraestructura, pero sí requieren quizás lo más difícil que se le puede pedir a un ser humano: mentalidad.
Por ejemplo: poner la basura en donde corresponde. No digo tratarla (reciclarla, usarla como combustible, reusarla, etc.) porque eso a veces se compensa económicamente, y a veces no; el beneficio es simplemente ambiental, que no es poco. Pero poner la basura en un tacho es gratis. En Suiza y en Argentina. Y sin embargo...


Esto (43° 53' 2,4" S / 65° 50' 44,3" O) era una estación de servicio. Están los pozos con los tanques, los baños, las estaciones con las bombas de carga, la oficina del despachante, el estacionamiento para camiones, las huellas de acceso y egreso... todo. Supongo que hace unos 20 años la cosa no funcionó más, se dejó de usar y se desmanteló. Hasta cierto punto. Porque la cantidad, clase y estado de la basura en este lugar sugiere que es usado para deshacerse de lo que a varios les sobra, convirtiendo el paraje simultáneamente en un imán y en un surtidor al viento de porquerías.


Revisando las fotos se ven repuestos de autos, botellas de vidrio, bolsas de basura doméstica, pilas (inconcebible), botellas de plástico, filtros de aceite (inconcebible²), juntas de tapas de cilindros de un motor, bolsas de plástico, ovejas muertas (había varias), lonas, botellas de medicamentos, latas de aerosoles, bidones, esponjas, cubiertas de autos o camiones, latas de aluminio, pomos (creo que de dentífrico, circuitos electrónicos, y otras cosas que no puse. Y esto, para el que se molestó en mirar las coordenadas que puse más arriba, en una de las zonas de la Patagonia más ventosas que hay. No hay nada que contenga la basura que levanta el viento. Hasta donde daba la vista, unos 500 metros a la redonda, el lugar es un chiquero.
Pero esto no fue lo peor. Acá va otra: en la provincia de Santa Cruz, yendo desde Tres Lagos a Comandante Luis Piedrabuena por la ruta nacional 288, unos 4 km antes de que se empalme con la ruta 3 (49° 57' 55,1" S / 68° 58' 4,8" O), uno se encuentra con esta escena:



Son muchas, muchas hectáreas cubiertas de basura de toda clase: colchones, televisores, lavarropas y otros electrodomésticos, bolsas, cajas, pañales, sillas, muebles en general, partes de autos, bicicletas y quién sabe qué más. La situación es tan patética que parece que los que no vienen a dejar su mierda en este lugar, vienen a buscar la de otros, como esta gente:


No tengo la objetividad para saber si lo que se ve exclusivamente de las fotos refleja la realidad y transmite lo que sentí ante semejante vista. Es una experiencia devastadora, que rompe el corazón, que corta la respiración. Tan innecesario, tan criminal, tan gratuitamente estúpido, negligente, horroroso, y lo peor: evitable. Tan fácilmente evitable. Más adelante, tomando hacia el sur por la ruta 3 está el Parque Nacional Monte León, donde visitantes tanto argentinos como extranjeros se deleitan viendo fauna marina (sobre todo pingüinos de magallanes) y, si tienen mala pata, algún puma. Linda combinación: un orgullo monumental haber nacido en un país donde esos animales hermosos deciden anidar, y una vergüenza más grande pertenecer a la misma sociedad donde otros animales, más inmundos y bestias, hacen semejante cosa. ¿Con qué necesidad? ¿Y dónde están las autoridades en todo esto? ¿No lo ven? ¿No les interesa?
Mecacho.

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